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Stag life 22 neon nights 1981

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Stag Life 22: Neon Nights (1981)

Dirige: Cecil Howard

Título Región 4: Noches de Neón.

Performancers:

Arcadia Lake, como Lilah, la chica misteriosa.

Jody Maxwell, como Sweet Marie, una prostituta.

Kandi Barbour, como Bonnie.

Linda Vale, como la mamá de Sandy.

Lysa Thatcher, como Sandy

Veronica Hart, como Rhonda.

Ashley Moore, como el maestro de tenis.

Eric Edwards, como Snow

Jack Teague, como Harlan, El Mago.

Jamie Gillis, como Robert, el novio de la mamá de Sandy.

Roy Stuart, el papa.

Cecil Howard (bajo el seudónimo de Ward Summers)

Empleado del mes:

Lysa Thatcher

Reseña

En mi opinión "Neon Nights (1981)" es la mejor película del género de la década de los ochenta. Y es que en ella nada hay de desperdicio. Esta cinta debiera estar al lado de obras tan importantes como "The Devil in Miss Jones (1973)", "Deep Throat (1972)", "Opening of Misty Beethoven (1976)", así de grande es. Por otra parte, es la masterpiece de un director lisérgico: Cecil Howard. Decir que una cinta es de arte no me hace respetarla, sin embargo hay que decir que esta en particular es de arte, por mucho y que sea un porno.

Desde que abren los títulos ya se puede intuir que la dulzura no cabrá muy bien en esta cinta. Howard no sólo acostumbra luces estridentes, sino que sus filmes a menudo también se hacen acompañar de música desgarradora. Las primeras imágenes son secuencias de luces de neón distorsionadas en una noche cerebral. Se ven turbias, parpadean, las ve uno como si estuviese drogado. Cuando sale en pantalla el nombre del director, ese es el primer atisbo de que uno no está soñando, que se trata de una película. La música es especial, como he dicho; se escucha un bajeo poderoso, muy similar a "Love in a sleeper (1978)" de Silver Convention, pero más áspero. Es un bajeo en flap, con un sonido filoso de una batería seca y contratiempos que sacan chispas. ¿Es música bailable? El ritmo sugiere que sí, pero es demasiado agresivo como para bailarlo.

La música cesa y da paso a otra música. Un grito lánguido de Linda Vale. La primera piel de la cinta es la mano de Vale apoyada en el muro. Su piel es blanca, su carne no muy firme. La mano está en el muro, abierta, como quien está cerca de algo que le rebasa. Se abre la toma y se observa que está tomada del antebrazo por una mano que la sujeta fuertemente. Pudiera no verse el resto del cuerpo, y aun así el sonido agonizante, la mano abierta con las uñas rojas, asida por una mano sometedora, nos daría una clara señal de qué pasa.

En alguna ocasión he referido que algunas cintas resultan impresionistas, muy en el estilo de "Suspiria (1977)" de Dario Argento. Es una forma fácil de decir que una película está hecha con una paleta de colores muy claros y vivos, captados en riguroso Eastmancolor, dando una sensación de haber comido hongos alucinógenos. Muchas películas tienen estos colores, sobre todo las producidas en Francia en la segunda mitad de la década de los setentas. Sin embargo, ninguna como ésta merece una comparación tan exacta. Al igual que en "Suspiria (1977)", Cecil Howard no deja nada al azar. Cada color es simétrico con los demás, cada ángulo existe ahí para resaltar la belleza de lo que sea que muestra. "Suspiria (1977)" es una película increíble, y aunque su trama es una estupidez, uno se rinde a la magia del color y de las formas, plagadas de colores pastel, teñidas ocasionalmente por el rojo vivo de la sangre, donde los azules son una especie de fantasma helado que toca una piel que se eriza, donde los tonos rosa son un cálido alivio. La mano de Linda Vale es en sí mismo un homenaje al Giallo Italiano, la mano blanquísima, las uñas rojo sangre, las venas dibujadas bajo la piel como reminiscencias púrpura, la mano violenta de Gillis que igual puede asesinarte en cualquier instante.

Linda Vale está ahí tendida. Su piel no está fresca y lozana, se notan los años, mismos que se acentúan con un brillo de sudor o quizá de grasa humana. Una cosa queda clara, alguien que está así de agitado, así de perdido, así de brilloso en su piel, está sin duda excitadísimo. Robert (Gillis) le arranca de un jalón el calzón. Ella está boca abajo. Robert le mete mano con rudeza. Nadie dice que él va a ser sensible con ella, la práctica que ejecutarán no está hecha para personas razonables.

Se me viene a la mente la canción "Skinfist", del grupo norteamericano Tool, que es por mucho uno de los dos o tres grupos capaces de generar una expectación como la que en sus tiempos de mayor gloria tenía King Crimson o el mismo Led Zeppelin. Sus discos los compro ciegamente:

"Skinfist"

Something has to change.

Undeniable dilemma.

Boredom's not a burden

Anyone should bear.

Constant over stimulation numbs me

but I would not want you

any other way.

It's not enough.

I need more.

Nothing seems to satisfy.

I don't want it.

I just need it.

To breathe, to feel, to know I'm alive.

Finger deep within the borderline.

Show me that you love me and that we belong together.

Relax, turn around and take my hand.

I can help you change

Tired moments into pleasure.

Say the word and we'll be

Well upon our way.

Blend and balance

Pain and comfort

Deep within you

Till you will not want me any other way.

It's not enough.

I need more.

Nothing seems to satisfy.

I don't want it.

I just need it.

To breathe, to feel, to know I'm alive.

Knuckle deep inside the borderline.

This may hurt a little but it's something you'll get used to.

Relax. Slip away.

Something kinda sad about

the way that things have come to be.

Desensitized to everything.

What became of subtlety?

"How can this mean anything to me

If I really don't feel anything at all?"*

I'll keep digging till

I feel something.

Elbow deep inside the borderline.

Show me that you love me and that we belong together.

Shoulder deep within the borderline.

Relax. Turn around and take my hand.

Maynard James Keenan es un extraordinario vocalista, rudo pero poseedor de una sensibilidad muy extraña. Quizá en voz de otro la parte en que dice "¿Cómo puede esto significar nada para mí si realmente no siento nada en absoluto?*" resultaría una chingadera pretenciosa, pero no en la voz de Keenan. De alguna forma sugiere que no puedes juzgar a la ligera el que alguien necesite de cosas más fuertes que las que tú soportas. En "Skinfist" el tema a tratar es la penetración con el puño. Quien la recibe no está pidiendo comprensión, y mucho menos que le tengan lástima, así es para ella, o él, así está bien, es la forma en que puede sentir lo que no siente de ninguna otra manera. La canción ocasionó problemas legales a Tool. Hay quien traducía este título como "puño apestoso", un poco como para presumir que sabía de qué hablaba la canción. A mí me parece una canción muy profunda, que habla de la soledad, del umbral del placer, y de los límites. La última estrofa es un poema que en su rudeza me enternece completo. ¿Cómo no llorar si sólo sientes con una práctica tan dura y encuentras alguien que comparte la parte que te falta? Hay que oírla para entenderla, es una rara canción de amor.

Robert comienza a penetrar con el puño a Linda Vale. Lo hace espléndidamente. Los sonidos son inquietantes. Hay que tener en cuenta que, según explicaba Ron Jeremy en una entrevista, había que cuidarse de tocar la vagina de las actrices con más de un dedo, pues ello perjudicaría la clasificación de la película, pasándola de un porno mainstream a uno extremo, afectando las ventas. Desde luego esta prohibición le importó bien poco a Cecil Howard, quien no sólo muestra de manera explícita una penetración con el puño, sino que la pone como escena inicial. Gillis realiza una penetración genital, pero no dura ni siquiera un minuto. El acto sexual había sido el agitado "preliminar".

Otra cosa sucede. En el cuarto contiguo está durmiendo Sandy (Lysa Thatcher). A través del muro se escuchan los gemidos que su madre emite. Ella no puede saber qué le está haciendo su novio, en cualquier caso sabe que su madre está poseída. Decía que nada es accidental. La escena de Sandy escuchando los sonidos es impresionante. Si bien el cuarto de Gillis y Vale es austero, el de Sandy es rosa, para acentuar aun más el aire inocente y jovial de la chica. Toda ella está hecha de durazno. Su piel es blanca, pero rosa, pero celeste. Su calzón es de algodón, su piel impresionante. Cada movimiento que hace presume de un culo tremendo.

Anda de acá para allá en su habitación, como Alicia en el país de las delicias solitarias. Los gemidos del cuarto contiguo se meten hasta la habitación de Sandy en forma de incubos que la estimulan de mala manera. Toma de por ahí un cepillo transparente y duro. Con él comienza a masturbarse. Cada imagen es fantástica. La música es fantasmal.

Cuando Sandy termina de masturbarse, la música arremete con un bajeo violento, una batería aguerrida y un órgano hammond le da agresividad a todo. Son pases histéricos. Las letras rojas, como de logotipo de un grupo de heavy metal, dicen "Neon Nights", y van apareciendo los nombres de los protagonistas. Cuando esto ocurre te das cuenta que estabas en trance, que las escenas que acabas de ver es como si fuesen eternas. Es arte.

Las imágenes vuelven, como un sueño que se retoma de manera literal luego de que uno despertó a razón de alguna interrupción. Es el enfoque de un chorro de agua que cae en una tina casi rosa. De inmediato aparece un pie maravilloso. Sandy está en el baño. Pareciera que ese lugar es un universe aparte donde ella puede existir desnuda y sentirse muy cómoda. Esta seguridad cálida es rota por Robert (Gillis) quien se introduce en el cuarto de baño y empieza a seducirla. Al igual que en "Suspiria (1977)" los detalles de arquitectura son un elemento importantísimo. En este caso, el tapiz de los muros del baño son ondulantes, con tonalidades rosadas, frías a su manera, como una jaula que encierra el vapor.

Gillis es muy sugerente. Pareciera que las frases se las dedica a sí mismo, pues no parece convencer de nada a Sandy, quien pese a esto termina haciendo lo que él le pide. Es como si cada quién cediera a la sexualidad, pero no de forma compartida, como si estuviesen deseándose con un cristal de por medio. La escena que mejor representa esta secuencia es aquella en la que Gillis tiene su verga erecta y la coloca en el florido coño de Tatcher, en víspera de meterse, en el umbral mismo de la gloria. Inexplicablemente se queda ahí, besando con el ojo del pene el hueco vaporoso de Sandy. ¿Por qué no se encaja? No se sabe. Antes de que pueda hacerlo entra la madre de Sandy, e interrumpe el ultraje.

Este suceso bochornoso motiva a Sandy a marcharse de casa. Quiere irse con una chica que es como su hermana, Bonnie, encarnada por Kandy Barbour. Sandy le llama para cerciorarse de que estará en su casa, pero Bonnie está ocupada. Está en su clase de tenis e intenta seducir a su maestro (Ashley Moore). El maestro de tenis se finge tonto y alega que necesita irse a su casa. Barbour es insistente, y pese a que su seducción luce muy acartonada en lo argumental, en lo visual resulta impactante. No sólo es andarse con la faldita de tenis de aquí para allá, sino que después se echa un chapuzón en una alberca, saliendo de ella con la playera mojada dejando ver claramente sus erguidos pezones. La seducción da sus frutos y termina acostándose con su maestro. Es quizá ésta la interacción sexual más rutinaria de la cinta, a todas luces una secuencia pensada como pretexto para hacer que Barbour se echara un chapuzón. Pareciera una escena sacada de una película más ordinaria, con una ambientación fresca, nada comparable al resto de escenarios sórdidos en los que ocurre todo. Aun así, la memoria gráfica de "Neon Nigths (1981)" se refiere muchas veces a esta secuencia, incluso es Barbour y no Thatcher la que sale en la portadilla del video.

Terminada la acción entre Barbour y Moore se pasa a una escena en la que ya están platicando Sandy y Bonnie. Bonnie no le ofrece ningún tipo de consuelo a Sandy, si acaso la motiva más a seguir huyendo. Bonnie desaparece y en eso se escucha el sonido de un auto que llega a la mansión en que están. Sandy se asoma por la ventana y ve que es su madre. Como es con ella con quien está apenada y no quiere que la vea cargando una maleta, huye por la parte trasera, que curiosamente da a un bosque. Esa escena de Sandy adentrándose en el bosque nos remite involuntariamente a los cuentos de los hermanos Grimm, como una Gretel expulsada del cielo y dispuesta a adentrarse por caminos más oscuros pero manteniendo su inocencia.

Ahí está Lysa Thatcher parada a la orilla de la carretera, pidiendo que alguien la lleve o la acerque a Nueva York. Es una escena entrañable.

Se detiene un auto y de él sale Jack Teague. Luce extremadamente desaliñado, es un lobo feroz caído en desgracia. No sólo su barba está desarreglada, luce sucio. Pareciera haberse quedado dormido en 1975 y no haberse cambiado desde entonces. Es un hippie que ha perdido la frescura porque su juventud de ha ido, pero sigue vistiéndose como cuando joven, con un pantalón sucio, unas botas gastadas, sin playera, con un chaleco que le queda corto y deja al aire su espalda baja y su barriga.

Sandy ha de ser en extremo inocente para aceptar la ayuda de Teague, quien se presenta como Harlan, El Mago (para demostrarlo aparece de la nada un clavel de utilería). Con ese gesto tan confiable Thatcher decide acompañarlo.

Harlan la lleva hasta una habitación de un motel. Es una habitación estridente, representativa de la más claustrofóbica creatividad de Cecil Howard, con los muros pintados en color malva, lámparas contrastantes, iluminación roja, azul, morada. Sobre la cama está recostada una prostituta a la que Harlan llama Sweet Marie, que es interpretada por Jody Maxwell. Sweet Marie viste como puta de basurero, con mallas rotas y cabello revuelto. Ella se sorprende de que Harlan haya cazado a una presa tan exquisita, y se susurran al oído cosas que sugieren que se van a aprovechar de Sandy. En el peor de los casos, a Sweet Marie le encanta que se la cojan frente a la mirada de otras personas.

Le dicen a Sandy que se puede dormir en una cama adjunta, o con ellos, como ella desee. Sandy ve el riesgo de dormir con ellos y decide irse a la cama adjunta. Harlan y Sweet Marie salen del cuarto, como yendo a cenar, aunque cabe la pregunta de en qué restaurante le permitirían a Sweet Marie entrar como iba vestida (aunque antes de salir del cuarto parece agarrar una sábana).

Una vez que regresan, Sandy ya está vestida para dormirse. Lleva puesto un delantal de color celeste, pero nada más. Inocente como es, no se percata de que se ve demasiado buena vestida así, incluso no se da cuenta que con agacharse un poco mostrará su culo tremendo. En fin, ella no tiene de qué preocuparse porque no tiene malicia, allá ellos quienes le vean. Obviamente, a Harlan y a Sweet Marie se les hace agua la boca, por no decir otras partes del cuerpo. Sweet Marie le pregunta a Harlan si la chica ya se acostó, y él le contesta que sí, y que por suerte la chica está mirando en dirección a la cama en la que ellos están.

Sweet Marie le pide a Harlan que haga su truco, y él lo hace. Con su magia arranca la sábana que cubre el cuerpo de Sandy. Con sus poderes telequinéticos comienza a hacer que el cuerpo de Sandy levite. Ya que está a centímetros de la cama, usa su fuerza yedi para arrancar del cuerpo de Sandy el delantal que lleva puesto, dejándola en la más absoluta y degustable desnudez. No me cansaré de decir que Thatcher, quien al momento de filmar esta cinta tenía veintiún años, es un durazno completo. Harlan la hace levitar aun más, luego se acerca a ella y la carga en sus brazos para ir a depositarla sobre un sillón que está junto a la cama de Harlan y su pareja. El mago se tumba junto a su puta y le dice "Ya. Está en trance", o sea, también era hipnólogo.

Se escucha sencillo todo lo que estoy diciendo, pero en realidad no lo es. La escena de la levitación está muy bien lograda, la mirada de Harlan, el mago desarrapado, es delirante, la posición de sus manos es escalofriante, y la levitación de Thatcher requirió de efectos especiales que rara vez son utilizados en el cine sexcore. La música es inquietante y la ambientación es extraña. Fácilmente la escena pudo haber sido arrancada de una película de Alejandro Jodorowsky, aunque quizá sea injusto afirmar esto porque la película de Jodorowsky con la que se emparentaría la estética de "Neon Nights (1981)" es "Santa Sangre (1989)", que al ser filmada ocho años después no pudo haber servido de influencia, mientras que las películas anteriores del realizador chileno "El Topo (1970)" y "La Montaña Sagrada (1972)" no cuentan porque nada tiene qué ver con lo mostrado en "Neon Nights (1981)". El punto es que sexualidad, color, estridencia, y sobre todo fábula y símbolo, están en "Neon Nights (1981)" tan cómodas como en "Santa Sangre (1989)", o lo que es lo mismo, perturba y excita a la vez.

¿Qué tiene de sexy que hagan levitar a Thatcher? No mucho, de cierto, pero la escena dista mucho de acabar ahí. Harlan lleva a Thatcher a un sillón, y empieza a entregarse a la jodienda con Maxwell. Ella se la chupa y hacen énfasis en que Sandy lo está viendo todo, pero en trance. Se sugiere que Harlan está comiéndole las tetas a Maxwell, pero telepáticamente está magreando a Sandy. Es decir, su cuerpo se enfoca en Sweet Marie, pero su pervertida mente está poseyendo hipnóticamente a Sandy, o bien la hace sentir el cuerpo de Sweet Marie a través de sus ondas mentales, o bien se desprende mentalmente de sí mismo para toquetear a Sandy, metérsela a ella en espíritu.

Se construye aquí un trío muy extraño. Un trío que no sólo es visual, sino que se adentra en un soliloquio que comparten Sandy y Harlan.

Aquí debo hacer una disertación. Hace algunos años se me ocurrió escribir un guión para una película pornográfica bajo la modalidad de "Inner Sex". El concepto (de mi creación hasta en tanto descubra que ya se ha hecho) está condenado a su irrealización, pues no considero que sea atractiva la idea para las casas productoras de Cine X, ni pienso ponerme en contacto con ellas para ofrecer un producto que ni siquiera he escrito. El género que llamo "Inner Sex" implica que durante el acto sexual se escucha lo que la actriz (su personaje, vamos) o el actor (ídem) piensa. Así, podrías verle en plena jodienda, pero escuchar sus más profundos significados de lo que está haciendo, accediendo a la libertad más salvaje de su mente, donde todo pierde el decoro y se reescribe. Sería distinto a la saga de "Talk Dirty to Me", pues en esta serie los actores se dicen las cosas y por lo tanto el otro escucha lo que el otro tiene qué decir. En "Inner Sex" no lo escuchas, y sin embargo el espectador sí lo hace. El DVD incluso podría ofrecer versiones alternativas, dependiendo si quieres escuchar lo que piensa el hombre, o la mujer, o el mirón, o la tipa que está presente pero no se deja coger.

Explicado así parece una gran mamada, pero bien hecho puede ser un género revelador. El porno es identificación, pero también fantasía, trata de actos que deseas hacer y te atreves o no a hacerlas, pero puede tratarse de deseos que puedes revelarte a ti mismo o no revelártelos. En definitiva no me parece una estupidez, por el contrario, una escena que tal vez pueda parecer del montón, puede adquirir riqueza si se matiza con un regocijo interior, incluso, es probable que una escena se torne en perturbadora no por lo que se ve, sino por lo que se desea pero no ocurre, o lo que ocurre pero adquiere una interpretación delirante en quien lo experimenta. ¿Qué piensa una mujer cuando el hombre le da una nalgada pusilánime? ¿Qué piensa si quiere que le jalen del cabello pero el hombre no lo hace? ¿Qué piensa el hombre si su mujer le da una chupada pero le juega tímidamente el dedo en el culo? ¿Qué piensa cuando se pone de pie y vierte el semen en la columna de su esposa? ¿Qué piensa ella de que su amante sea un muchacho? ¿Qué piensa él de que su amante sea esposa de otro?

Existe el riesgo de que la obra sea exasperante. Como ejemplo basta ver una cinta de Jess Franco que se llama "El Ojete de Lulú ( )", que es horripilante. En tal cinta, que imita a "El Sexe qui Parle (1975)", que a su vez imita a "Deep Throat (1972)", coloca al espectador en ánimo suicida, o cuando menos con aversión al sexo. El ojete de Lulú (Lulú Laverne, es decir, el alter ego porno de Lina Romay) habla, pero habla de manera chocante, aniñada, como una payasita mal pagada, y dice puras pendejadas, se la pasa deseando que le den un poquito de eso que tan generosamente le dan a su vecinito el coño. El colmo es cuando le dan a fumar al pobre culito y al retirar el cigarrillo éste está teñido de color ocre, con caquita. Encima, como en muchas cintas españolas de aquellos años (qué esperanzas de que hubiera un Nacho Vidal), los actores son blandengues, con vergas que no sólo son menos que ordinarias, sino que no terminan de pararse nunca. El "Inner Sex" evitaría claramente caer en esto, tampoco sería como en Talk Dirty to Me, porque no se trata de lo que le quieres decir al otro, sino lo que te dices a ti mismo.

Tampoco es una onda de transferir al otro las sensaciones propias, como se sugiere en la muy recomendable cinta de ciencia ficción "Strange Days (1995)", ambientada en un entorno futurista y que gira alrededor de un aparto que te permite experimentar en realidad virtual el sexo ajeno, así como sus ideas y sensaciones. Un paralítico puede ponerse el aparato y sentir que corre descalzo sobre la playa, por ejemplo.

Esa sería la disertación. En Neon Nights (1981) Cecil Howard intentó, en definitiva, una secuencia única. Aquí se repite la tensión sexual cuando la verga de Teague está en el umbral de la vagina de Maxwell. Durante el acto sexual mantiene contacto incesante con Thatcher, quien se empieza a masturbar de manera encantadora. El orgasmo de Thatcher es más gráfico que el de Teague.

Amanece el día. Harlan y Sweet Marie se han marchado. Le mintieron, no la llevarán ellos a Nueva York, tendrá que pedir ayuda a otro buen samaritano. Nunca falta uno.

Por fin Sandy llega a Nueva York, y sin contratiempos, según muestra el filme. Se le ve caminando por las calles, cruzando negocios donde venden jugos, o escaparates de ropa, por un parque vacío habitado por palomas mendigantes. Mientras camina por la ciudad se escucha completita la canción tema, que es muy neoyorquina y más setentera que ochentera. La canción se asemeja a esas baladas funk que interpretaba el grupo Parlet, con trabajo vocal femenino y melódico, acompañado por un bajeo rudo y saxofones. Sandy termina echada en el césped.

Ve acercarse a una mujer vestida como muñeca. La chica carga unos globos que penden hacia el cielo de un hilillo. Le ofrece a Sandy los globos, pero en cuanto ella pretende agarrar las correas, la chica los suelta antes de tiempo y los globos se pierden en el cosmos. Sandy queda atónita y la muchacha vestida de muñequita (con sombrero, calcetas hasta la rodilla y trenzas) se adentra en el bosque, donde se encuentra con Robert, que inexplicablemente está ahí en medio de la nada.

La cinta viaja hasta la mismísima regadera donde se está bañando Verónica Hart, que al parecer es incapaz de darse una ducha sin tocarse. Por mí está bien. Se ven tomas misteriosas, en especial un cuadro de una navaja de barbero infernal clavada en una barra de jabón. Se ve una silueta en la cortina del baño, una mano enguantada que la recorre, seguida de unos violinazos y un aparente apuñalamiento de Hart. En efecto, el espectador acaba de presenciar una recreación de la célebre escena del asesinato de la cinta "Psycho (1960)", de Alfred Hitchcock. Si Veronica Hart no es Janet Leigh, mucho menos Eric Edwards es Anthony Perkins, cosa que queda clara cuando el puñal se convierte en un ramito de flores postizas.

No es secreto que mi predilección por Veronica Hart por encima del resto de actrices me nubla el juicio, sin embargo, ello no impide que note que en esta cinta parece estar ausente en muchos momentos. La parodia de psicosis le salió bien, aunque hay un pequeño gesto que torna en comedia el terror, haciéndote recordar que estás viendo un filme. En esta cinta ella se llama Rhonda, que parece ser un nombre muy popular en las películas porno de la época, y Edwards se llama simplemente Snow.

Snow está sobre la cama y a falta de otra cosa qué hacer comienza a meneársela. Grita entonces "Rhonda, ven acá, tengo algo para ti". Rhonda acude, lleva puesto un trajecito blanco de tela transparente, con adornos de plumas. Los zapatos igual, plumas blancas. Enciende un cigarrillo a través de una boquilla de unos treinta centímetros, como el que usaba la pantera rosa, y se marcha de la recámara, ignorando a Snow, quien tiene la verga aprisionada por el elástico de su trusa, así de triste y solo lo deja.

Snow va tras Rhonda. Su diálogo deja en claro que tienen un patrón que los manda a los dos, un tal Mr. Prince, que en primera instancia manda a Rhonda, a quien le ha encargado algo especial, y Rhonda tiene a su asistente, Snow, quien tiene que hacer el trabajo pesado, que es un decir. Rhonda le reclama a Snow que no le tenga nada, y le echa en cara que no desquita su sueldo. Snow ofrece servicios de otra índole para compensar de alguna manera su ineficiencia laboral.

Él está sentado sobre un sillón cubierto de tela floreada. Allega a sí una de las piernas de Rhonda y comienza a besarle el pie. Luego comienza a magrear a Rhonda, quien no puede sino reconocer que él es su máquina privada de joder. Las majaderías se le escuchan divino a Veronica Hart, tanto que su presencia en la serie Talk Dirty to Me hubiera estado asegurada a no ser que ya había dejado de filmar escenas hard.

Ya entrando en materia, la toma es desde atrás, dejando a la vista el culazo de Hart, quien le está dando una mamada a Edwards. Lo más destacable de la escena es que Edwards le hace dar una maroma circense. Ambos actores son de alto octanaje, bien podrían haber entregado una escena memorable, pero no lo hacen. Por el contrario, hay mucho aspaviento y poca intensidad. Luego de la maroma, Rhonda queda con el culo en alto, y se supone que Snow la va a desarticular con su loca pasión. Y sí, amenaza que la va a partir en dos, y brama ebrio de lujuria, pero la penetración es pusilánime. De ahí se van a la cama, donde Snow tiende boca arriba a Rhonda, quien abre simplemente las piernas. La decoración es raramente infantil, con lámparas con muñecas de porcelana y sobre el colchón muñecas para niña, no barbies ni cabage patch, sino de esas muñecas con rulos rubios en la cabeza y piernas tiesas y rectas como si no tuvieran rodillas, tan tiesas que cuando abren las piernas parecen la base de un microscopio. La muñeca está sobre la cama, con sus patitas abiertas, y se le ve el calzoncito.

Snow sigue amenazante, pero su penetración es blandengue. Al grado que coloca a Rhonda en posición de misionero pero es ella la que se mueve. Pese a que la penetración es floja, Rhonda se hace la intensa y le araña el pecho a Snow; la nitidez de la cámara es tal, que se aprecia cómo la circulación de Edwards se altera tras la fricción de los dedos de Hart.

La cosa adquiere color una vez que Snow decide penetrar analmente a Rhonda. La densidad del culo de Hart hace hardcore el momento, después de todo ella ha dicho en entrevistas que el sexo anal lo intenta poco porque no ve la conveniencia de abusar de ello, pero que sin duda es un "personal favorite" para ella. Snow se riega sobre el vientre de Rhonda y agarra la muñeca y con la manilla de plástico comienza a embarrar el semen, Rhonda se ríe, Snow lleva la mano con semen a la boca de Rhonda.

Pasan a la siguiente escena y Rhonda envía como mandadero a Snow a casa de Mr. Prince. Cuando Snow se marcha, se topa en la puerta a Sandy, quien llega preguntando por su hermana. Rhonda se impresiona con la belleza de Sandy y comienza a engatusarla. Despiden a Snow.

En casa de Mr. Prince está Arcadia Lake frente a un caballete. Tiene un pincel en la mano, porque está pintando algo en un lienzo, y su otra mano está en su coño. Al parecer pinta con una y se masturba con otra. Se trata de una masturbación exquisita, no una masturbación diseñada por un hombre, de esas que de inmediato constan de uno o más dedos metidos hasta el fondo, como si la mujer estuviese muriendo de ganas de tener una verga dentro. Se trata en cambio de una auto erotización en la que los dedos tocan dolorosamente suaves los labios del coño, oprimen el clítoris sin pellizcarlo, juegan en torno a lo que pueden hacer y no hacen con ese sexo indefenso.

No miento si digo que estas escenas de auto complacencia (la de Thatcher frente a Harlan, y la de Arcadia Lake solita) resultan de mayor fuerza que las escenas en las que interactúan hombre y mujer (excepción de las que sostienen Jamie Gillis y Linda Vale). Y es que el sexo hetero no está filmado de la manera perruna que, yo al menos, espero. De hecho, la escena de Arcadia Lake pierde su magia en cuanto se pone a joder con Edwards. Hacen mucho ruido, anuncian una bacanal que no llega, un fuego que no enciende. Su momento más candente es cuando se van a besar en la boca y Arcadia Lake extiende su lengua como una esposa que sale a recibir a su señor.

Ya me adelanté. Llega Snow y pregunta por Mr. Prince. Arcadia lake parece retrasada, pues no contesta lo que se le pregunta, aunque de cierto, Edwards es tan patán al preguntar que probablemente la chica simplemente no quisiera contestarle. Como no quiere la cosa, se pasa sin permiso. Lake regresa junto a la ventana, donde está pintando. Y abre sus piernas.

La escena previa a esto mostraba cómo Lake se toqueteaba. El timbre comenzó a sonar (para esto ya sabemos que se trata de Snow) y ella no piensa abrir, si acaso transmite la ansiedad de querer acabar cuanto antes. Cada vez que suena el timbre va acompañada de una arremetida que ella se da con la mano, como si dijera, "Ya córrete, ya córrete, deprisa, alguien viene y no quieres ir a abrir sin haberte corrido antes". Se empina dándonos su mejor cara, y se apura a acabar antes de que el insistente visitante deje de tocar el timbre y se aleje. Ahora sí, abre la puerta y se da la interacción entre Lake y Snow.

No deja de ser interesante el diálogo entre ellos, cuando éste ve que ella está pintando una enorme verga parada, misma que está en el lienzo con tonalidades rosas.

"Vamos, Layla" dice él "¿Se la chupas a Mr. Prince? ¿Lo felas?"

"¿Cómo sabes mi nombre?"

"Todos saben tu nombre. Todos saben todo acerca de ti. Tengo lo que necesitas".

Ella le pinta la verga con un pincel, y sube su trazo hasta la camisa, luego le pinta los labios. Todo ocurre tan lentamente, ambientado con una música siniestra, como para dar tiempo a que uno reflexione en las palabras de Edwards, en esa parte de "todos saben todo acerca de ti". Qué desnudez tan terrible estar completamente develada para todos. Uno imagina que ese todo que todos saben es que es una puta incapaz de resistirse a una verga, o eso es lo que quiere dar a entender la cara de Snow, que se ufana en forma machista y se saca la verga luego de decirlo. Puede, sin embargo, discreparse, pues al comparar el gozo de ella sola, y el gozo que luego tiene con Snow, queda claro que él está a años luz de cualquier intimidad, no digamos ya de calificar como uno de los mejores placeres a los que Layla tenga acceso. El sexo con Layla termina; no tuvo mucha gracia.

Aparecen Rhonda y Sandy, quien ya porta un vestido negro que la ha transformado de niña en mujer. "Luces absolutamente perfecta" dice Rhonda "Ya estás lista".

Como si estas fuesen palabras mágicas, todo se torna onírico. Las luces cambian, todo se transforma, y la música estridente comienza a demoler la atmósfera de paz, convirtiéndola en un mundo de placer. Sobre unas escaleras aparece a contraluz Gillis.

"Eres tú. Siempre tú".

La mayoría de las personas que ven esta cinta coinciden en que el pasaje que sigue es un homenaje a Fellini, y con ello quieren decir que es estéticamente hermoso pero pudiera no tener ni pies ni cabeza. Luego de decirle a Robert que es él, que siempre es él, todo parece desintegrarse.

Baja Rhonda por una escalera, lleva adornos de oropel y un traje sumamente extraño que deja a la vista su pecho izquierdo, pero cubre por completo el pecho derecho junto con el hombro y el brazo. A todas luces es un traje hecho específicamente para cubrir una cicatriz que Veronica Hart tiene en el brazo derecho, deformidad, o supuesta deformidad, que ocultó muy bien a lo largo de su carrera. El que hicieran el atuendo respetando esta intención de ocultar la cicatriz no deja de ser tierno. Podría hablar mucho al respecto de esta cicatriz y cómo los directores y la propia Hart hicieron toda serie de acrobacias con tal de ocultar este rasgo, pero evitaré el tema porque el próximo Stag Life está dedicado a la cinta "A Scent of Heather (1980)" que es, a mi gusto, la película más trepidante de esta espléndida actriz nacida en Las Vegas, y aprovecharé para presentar una entrevista comentada al estilo Stag Life que da repaso a su vida (Qué mamón se oyó eso de "Al estilo Stag Life") e indirectamente al porno en general.

Rhonda y comienza a joder a Sandy con un dildo de doble glande que recuerdo lo promocionaban en las revistas de los ochentas bajo el nombre comercial de "Double Dong" (Así había que llegar a la tienda, "Me da un "Double Dong" por favor). La música es ácida, rasposa, sugerente, atrevida. La voz cantante es Lysa Thatcher, y la letra de la canción es en el orden de "Fuck me Rhonda". Una escena delirante.

Rhonda se marcha y al alejarse ella Sandy le pide que por favor no se vaya. Asalta a Sandy otro flashback, esta vez es una escena en la que su madre le está dando una mamada a Robert. Hay que insistir que las escenas hetero que hay en esta película parecieran sospechosamente contenidas, como si Cecil Howard lo hubiese exigido así (Eric Edwards ha desempeñado muy bien sus papeles en muchas cintas, no puede culpársele a él), sin embargo, esta indicación no parece haber llegado a Gillis ni a Vale, quien le da una mamada hambrienta, fuerte. Mientras Robert recibe la mamada, se asoma por la puerta Sandy. Ella se sorprende de ver lo que su mamá está haciendo, para luego encajarle la mirada a Robert, quien la mira a su vez, estableciendo un contacto visual intrigante, como si él se estuviese ofertando en una guerra de hembras en la que madre e hija tuvieran que disputarse su verga.

Están otra vez en casa de Mr. Prince y aparece de pie, como una estatua, Snow. Camina despacio hasta la cama donde está Sandy y le da de mamar verga. Ella lo chupa con avidez, pero éste también se marcha, y Sandy le pide que no se vaya, que le deje tenerla (la verga), pero le es negada. La realidad toda es como aquellos globos que le ofreció la chica en el parque, globos que no puede tomar en sus manos, algo condenado a escapársele entre los dedos.

Aparece tendida Sandy, con sus piernas abiertas, luego cerradas, y hay un juego de hologramas, como aquellas caricaturas en las que es representado el sueño mediante el desprendimiento de un retrato transparente de uno mismo, como la escenificación de un cuerpo astral. Se superponen estampas infernales de Sweet Mary, y de Harlan en llamas.

Aparece una especie de recuerdo en el que Sandy camina en un prado verde, su paso inocente revela que tenía mucho menos edad, lleva incluso unos libros de texto. Uno imagina que se trata de los primeros encuentros entre Sandy y el novio de su madre. Inocentemente, si es que esa palabra tiene cabida en Jamie Gillis, éste le toma de los hombros y le da la bienvenida del colegio, y de paso le da un besito no malicioso en la boca. Es un beso muy fugaz, que no cuenta como beso pasional, aunque no deja de ser políticamente incorrecto.

Para mayor certidumbre y razonabilidad, al instante Gillis ya no es Gillis, sino otro sujeto de aspecto turbio, que no es otro que el mismísimo Cecil Howard, que se para frente a ella.

Luego está Robert junto a Sandy, y la penetra al más puro estilo del misionero. Por fin la penetración llega a Sandy. Curiosamente, y quizá en consideración de la virginidad de la chica, Gillis se comporta. Nada de meterle el dedo en el ano, o jugarle la mano en la garganta, o darle un jodazo en la nalga, no, un palito normal, casero. Se la saca y arroja un chorro de semen que se estrella en el corset negro de Sandy. Tan espectacular es que lo muestran en repetición y cámara lenta.

Aparece de la nada Layla, lleva un cojín de bodas, en él carga un espejo con mango, se lo mete en el coño y se refleja en él el rostro de Cecil Howard. Se interpone otro recuerdo en el prado, está Howard frente a Sandy todavía, y le toca el cabello con amor filial, pero baja el brazo y le rosa la teta con el dorso de la mano, inocentemente.

Se escucha un bajeo muy fuerte. Está Sandy en su cama, la cama donde todo comenzó. ¿Fue una pesadilla? Acude al cajón en busca de seguridad, saca una foto de Cecil Howard, lee una pequeña carta donde él le dice que la adora pero debe marcharse, que espera que ella sea feliz y algún día poder volver a verla, y quererla como siempre. El tono es abiertamente incestuoso. Howard, el que le roza la teta, era su padre.

Está de nuevo Sandy en el baño. Entra Gillis. Todo va a comenzar de nuevo.

Memorabilia:

La escena en que Harlan está cogiéndose a Sweet Mary y telepáticamente está poseyendo a Thatcher es singular.

La escena en la que Sandy espía a su madre mientras le da una mamada a su novio Robert no sólo es intensa, sino morbosísima.

Calificación:

Es una cinta de cinco chiles poblanos, enormes. Es difícil decir cuál sería la película más destacada del porno vintage, pero puedo fácilmente colocar a "Neon Nights (1981)" dentro de las primeras cinco películas más interesantes. Quizá el desempeño sexual está demasiado artístico y para el fin práctico de excitarse prenda más una cinta más bárbara y menos producida, alguna de los setentas dirigida por Shaun Costello estaría bien, sin embargo el valor propositivo de esta obra es innegable. Las imágenes, el sonido, la edición, todo acusa una obra maestra. Algún mariguano cuénteme qué se siente sentarse frente a un televisor de cincuenta pulgadas con home theatre fumarse un churro enorme y ver esta cinta lisérgica.

Salpicaduras:

Dicen que la reedición que sacó Command Video del DVD es una maravilla, con entrevistas a los protagonistas y demás. Ya sé que quiero para navidad. Me lo merezco.

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