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Look at me (1)

en Voyerismo

Salí del despacho de mi amigo Scott con unos cuantos martinis de más y la blusa algo desabrochada y ligeramente descuidada. Scott es abogado y trabaja en la planta 22 de un austero edificio, pero unas oficinas decoradas con buen gusto. Llame al ascensor y entre que llegaba y no, volví al despacho de Scott tome otra copa, me volví a despedir y tuve que tirarme como una loca a las puertas del ascensor para que no se me cerraran en las narices. Desde el ascensor de cristal solo se veían edificios, rascacielos, gigantescas colmenas de espejos que reflejaban los cielos, el sol y las vallas publicitarias donde habitan ninfas temerosas de dolor y sacerdotisas del placer y la belleza, con nombres tan sinuosos como Estella, Laetitia o Gisele. Apoye mi espalda en la pared de cristal, doble mis rodillas y las extendí por todo el ascensor, deje caer mi pequeño bolso y me quede en esta postura tan incomoda, deseando dormirme y temiendo con una descarriada ilusión que el cristal cediera y me fuera directa a la mierda.

El ascensor paro en la planta 20. Se abrieron las puertas y entro un chico de unos 28 años, rubito, de traje, con maletín, no precisamente en los huesos y con un aire a Leo, el ángel guardián de las embrujadas. Penetro en el ascensor y esquivando mis piernas y se puso contra la pared de cristal, cerca de mí.

Bajamos dos plantas más y se fue la luz. Le dimos al botón y sonó la sirena, cada uno saco su móvil, yo llame a Scott, que me paso con su secretaria, y esta me paso con recepción y recepción me paso con mantenimiento, o lo que es lo mismo, que me gastaron la batería.

Me incorpore lentamente, mientras intentaba parecer lo más refinada y educada posible.

- Hola, soy Sonya.

- Yo Raúl.

- ¿Vienes mucho por aquí? >le dije con una gran sonrisa he intentado salvar mi pelo.

- No mucho. Sonya, no me gustaría aparentar algo que no es, pero no sabemos cuanto tiempo vamos a estar aquí, ¿tienes algo que podamos hacer? >me soltó con cara de preocupación.

- Cielo, he olvidado la baraja de Streat póquer, la fusta y mis juguetes sexuales en mi traje de devora hombres.

- Ja ja ja, no me refería precisamente a eso, pero si quieres podemos jugar... >me dijo mientras me enseñaba una moneda de Euro española.

- Cara >elegí.

Tiro la moneda, cayo al suelo y salió cara. Mi excitación se volvió carcajada ridícula.

- Fuera la chaqueta.

Otra vez cara, la moneda cayo y volví a ganar.

- Fuera camisa... déjate la corbata.

En su vientre se podría lavar ropa, sus brazos son fuertes y su pecho grande y firme, lo cogí de la corbata, lo acerque a mí y mientras se acercaba para besarme le susurre al odio "lanza la moneda".

Elegí cruz, que no era otra cosa que un mapa de Europa con un gran 1. volví a ganar.

- Di adiós a los zapatos.

Lance la moneda, eligió cara y ganó. Me fije en mi ropa y ni siquiera estaba segura de que llevara bragas. Aquel día iba vestida como una auténtica señorita, lo cual me extrañaba incluso a mi, una blusa, una falda asimétrica, unas botas no demasiado altas y nada por lo que me pudieran lapidar en un país árabe radical. Lo mire con ojitos de cordero degollado y el mismo me desabrocho la blusa, dejando al descubierto mi victoria`s secret azul eléctrico.

Volvimos a lanzar la moneda, la cruz, el gano y mi falda cayó. Y si, llevaba bragas...

La moneda volvió a caer y gane con una cruz. El se bajo los pantalones y me dio su cinturón. Llevaba unos calzoncillos de pata, a cuadros, con un botón en el centro. Acaricie su entrepierna, desabroche el botón, palpe su polla y la saque a escena. No tenía ningún pelo, como tampoco los tenía en el pecho y el estómago, era respingona y grande, aria y bella.

Cuando a él le toco ganar, se deshizo de mi sujetador, metió la cabeza entre mis pechos y con las mismas le baje los calzoncillos, se puso contra la puerta del ascensor y le atice con su cinturón en el trasero... Cuando se puso rojo, un rojo más bien claro, tal vez rosa, un rojo intenso mezclado con blanco, un rosa fresa, le palpe desde la espalda hasta los tobillos, tocaba su culo he intentaba acariciarlo con suavidad y penetrarle con dureza, lamía con mi lengua el principio de su culo, en la parte más alta, donde la espalda perdía su nombre, mientras con mis manos rozaba sus genitales y tocaba placenteramente sus abdominales.

Se dio la vuelta y le bese la polla. Le bese en la base, en el centro y en el prepucio, por abajo y en los testículos. Con la lengua acariciaba la piel de sus huevos, para luego metermelos en la boca como haría una serpiente con los huevos de una codorniz. Con ellos en mi boca casi no podía hacer nada, eran grandes y aunque me gustaba tenerlos allí no era demasiado placentero. Le di un lametón a su polla, le di otro, luego otros dos más, hasta que la mame. Entraba en mi boca, salía de ella, volvía a entrar y volvía a salir, tras varios minutos comenzó a correrse y yo seguía chupando, lleno de leche mi boca, pero yo seguía chupando, cuando su polla empezó a tornarse flácida mordí suavemente en la base, en el centro y en el prepucio, su polla volvió a erguirse y nuestro sexo se volvió más violento, más excitante, más satisfactorio.....

Doblo sus piernas poniéndose a mi altura y separando su polla de mi boca, se subió sobre mi, yo me acosté en el suelo, abrí las piernas y sentí su lengua en mi coño, en mi rasurado sexo. Húmeda, larga, juguetona y yo diría que experta me recorría todo como si tuviera un mapa de carreteras o algo así, mientras con sus pulgares acariciaba mis tobillos, mis piernas y mis rodillas. Me hacía cosquillas en la rotula y me daba placer en la entrepierna. En unos siete minutos y dos orgasmos, su lengua subió hasta encontrarse con la mía, su barbilla y toda su cara estaban mojadas y yo misma bese mi sexo, he de confesar que algo dulce.

Con mis piernas abiertas, llegaban de una pared a otra, aprese a Raúl y aunque en un primer momento apreté mis piernas y ejercí la presión suficiente como para hacerle daño, con esa misma presión y fuerza le dí la vuelta y me puse sobre él, aplastando su polla, rozando con mis costillas sus abdominales y mordiéndole en el cuello. Con alguna dificultad me posé sobre él, me deje penetrar y comencé a bajar y a subir, mientras me divertía mirando su cara de placer. Cuando sacaba su polla de mi interior, la acariciaba mientras volvía a penetrarme y cuando la penetración era un echo, pellizcaba suavemente sus huevos o le pellizcaba las mejillas o le mordía el pecho.

Cuando me dijo que se corría, me levante, me encendí un cigarro y una vez limpio le deje comerme los pechos. Lamía mis pezones como había lamido mi coño y lamía muy bien, y lo hacía cuando yo gemía y cuando callaba, lo había cuando la luz volvió y la policía nos encontró.

- Caballeros, no sean impacientes y esperen su turno, ¿que digo? Cojan 100 Euros y váyanse con sus mujeres.

Me cogieron los de los brazos y me sacaron del edificio casi desnuda. A duras penas pude recoger todas mis cosas aunque lo que si recogí fue la moneda...

- Joder!!! Ya no se puede ni follar con un poco de intimidad en un ascensor de cristal.

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