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Stella: Nada por detrás

en Transexuales

Durante el espectáculo mi sonrisa era helada, mis expresiones duras y agresivas, de ahí todos mis apodos pero al llegar a los camerinos me desplomaba como una pluma en Júpiter o unos zapatos de cemento en un río, lloraba desconsolada y para entonces ya la tata tenía preparada una manta para cubrirme y una manzana para que cenara. Era la persona más débil del mundo y la tata me tenía que proteger durante esos minutos hasta que llegaba el capullo de Toni, insultaba a alguna bailarina y después se me quedaba mirando un rato, yo dejaba de llorar y le daba la espalda mientras me calmaba un poco.

-… Fantástica, has estado estupenda como siempre, los tienes a todos locos incluso piden otro número –me decía lo mismo todos los días.

-Pues que vengan mañana –le contestaba yo siempre.

-Tendríamos que renegociar tu contrato, podrías hacer otro numerito si no gimotearas tanto por las esquinas.

-Estaría encantada de renegociar mi contrato, ya cobro una mierda por hacer un solo numerito, como para cobrar dos mierdas por dos numeritos –en aquel momento la tata ya no estaba, nunca se quedaba a escuchar nuestras conversaciones.

-Nena, nena, nena tú vales mucho y lo sabes, pero hazme caso mi pequeño monstruito, sin mí no iras a ninguna parte –Toni estaba recostado a mi lado en el sofá, me ponía sus manos encima y esa era la señal para levantarme, ponerme algo de ropa encima de frágil alma y con un cigarro en la boca salir al club.

Hacía un solo espectáculo pero después me tocaba salir y dar la cara. Entretener a los clientes de manera más íntima, beber algo con ellos, juguetear y si pagaban bien, lo que quisieran. Aquella noche me fui directa a la barra y le pedí al camarero un vodka con limón, me lo sirvió y antes de que el alcohol rozara mis labios el espectador de turno al que le había pasado el tanga por la cara estaba detrás de mí esperando para hablarme.

-Buen show.

-Gracias espero que te haya gustado.

-Ha sido lo más.

-Me alegro por que no te sientas y me acompañas tomándote algo –ni que decir tiene que me llevo una comisión por las bebidas, pegan cada clavada, mucho peor que yo en la cama.

-Es lo que más me gustaría ahora mismo pero mañana tomo un vuelo temprano y si no venía hoy no venía nunca.

-Ya que te ha gustado espero que repitas y suerte mañana, vayas donde vayas.

Me pasee durante algo más de hora y media por el club, iba de mesa en mesa, bebiendo chupitos con los clientes y dejando que me sobaran los pechos, había quien estaba intrigado con mi entrepierna pero yo los dejaba con la intriga, brindábamos un par de veces, me besaba con alguno y cambiaba de mesa. Cuando ya apenas quedaba nadie y había quien recogía salí del club para que el crepúsculo me revitalizara, el frío de la madrugada corría por mis venas y contagiaba toda mi piel, mis labios fuertes y cálidos se volvían trémulos y azulados, cruzaba mis brazos y dejaba que la fuerte brisa meciera mi cuerpo a la vez que arruinaba mi peinado.

-Perdona –me dijo una voz entrecortada.

-Si, dime.

-¿Eres Stella?

-Si –le conteste volviéndome hacía él. Al girarme vi a un muchacho de cabellos claros, ondulados y largos, era un motero de ojos verdes, mandíbula extremadamente definida y joven, muy joven. Aparte el pelo de mi cara.

-Perdóname, vengo todas las noches a verte pero no te había reconocido así vestida –llevaba un jersey rosa de cuello vuelto y una faldita con mucho vuelo.

-No tiene importancia.

-Esta noche no he podido venir a verte, he tenido movida en casa y después con la novia ¿ya has bailado? ¿Vais a cerrar ya?

-Si claro, pero no te preocupes aquí no sabemos lo que significa cerrar, mientras haya alguien para beber habrá alguien para servirle.

-¿Quieres tomar algo? Te invito.

-Ve tú, ahora mismo voy, en cuanto vea el amanecer.

El sol salía como cada día y yo volvía a ocultarme sentada sobre un incómodo taburete.

-¿Qué queréis? –nos pregunto el camarero.

-A ella ponle lo que quiera y a mi ponme otro –el camarero ya sabía lo que yo tomaba así que se limito a poner las copas de vodka con limón -. Llevo viniendo todas las noches desde hace dos meses y todavía no he conseguido poner el culo en el sitio de honor.

-No me digas.

-Siempre llega alguien antes o me levantan del sitio para sentar a alguien o me aburro esperándote.

-Sea como sea no dejes de venir a verme sólo por eso.

-Tranquila que eso no va a pasar. Yo soy un fans tuyo, y lo digo en plural. Me llamo Marco, que te lo había dicho.

-Ja, ja, ja eso es muy gracioso, nunca me lo habían dicho –creo que hacía mucho tiempo que no decía esa frase sinceramente.

-¿Te puedo decir una cosa?

-Obviamente, Marco.

-Me gustas un montón, te quiero sólo para mí. En todo esto tiempo he estado reuniendo el valor suficiente para venir a hablar contigo y hoy me he decidido. He tenido movida con mis viejos, nada importante, lo de todos los días y luego la asquerosa de mi novia va y me monta un pollo por que dice que no le dedico tiempo, que no nos vemos nunca y que siempre me pierdo por ahí yo sólo, me he artado de todo y he venido a ti.

-Cariño ¿sabes que es una femme fatale? No debería haber en el mundo hombre capaz de enamorarse de una… pero por desgracia todos caen si no es a manos de una de otra, pero yo no soy mala del todo, ven a verme si quieres pero no quieras nada más, hoy te dolerá pero si no te alejas mañana te escocerá.

-Eres como me imaginaba, dame la mano –me la cogió -. Esta helada pero eso tiene solución –cubrió mi mano con las suyas, me la frotaba y a la vez acerco su boca y con su aliento intento en vano hacerme entrar en calor.

-Gracias pero ya me tengo que marchar.

-Espera –me dijo sin soltarme la mano cuando yo ya me había levantado y me disponía a dormir un rato -. Quiero hacerlo contigo.

-Adiós.

-Espera –volvió a tirar de mí -. Tengo dinero –de un bolsillo saco un fajo de billetes de veinte y cincuenta, me quede con la boca abierta, otras veces la cantidad me había sorprendido pero en aquella ocasión lo que me desconcertaba es que aquel niñato que de ninguna manera sobrepasaba los veinte años tuviera tanto dinero para gastar en mí. Pago las copas y me lo lleve a un pequeño cuarto en el piso superior.

Él se sentó sobre la cama y me miro cerrar la puerta, bajar un poco la persiana de la única ventana del cuarto y sacar una caja de preservativos del cajón de una vieja mesilla.

-¿Te lo pones tú o me lo pongo yo?

-Todavía no quiero hacer eso.

-¿Qué quieres hacer?

Me cogió de los brazos y me tumbo sobre la cama, cubrió mi cuerpo parcialmente con el suyo y me beso con cariño, como si se tratase de un perrito pues me dejo toda la cara llena de babas, apenas tenía experiencia.

-Espera un momento ¿cuántos años tienes?

-19 ¿por?

-Anda, enséñame un carné –me lo mostró y no me había mentido -. Mira, me pongo frente a ti, tú me coges por la cintura, inclinas un poco la cabeza, cierra los ojos, yo voy a besarte y tú no hagas nada, sólo déjate llevar por lo que yo haga. Él asintió.

Yo lo agarre de la cabeza y le bese, abrí mi boca y él hizo lo mismo, introduje mi lengua y él me siguió. Al mismo tiempo Marco quiso meterme las manos por debajo del jersey, encontró mis pechos y se limito a estrujarlos como si se tratasen de las ubres de una vaca.

-Cariño, ve despacio, vas a un ritmo que no es el tuyo –me quite el jersey y le cogí las manos -. Tus manos cubren mis pechos y a ellos tienes que tratarlos con cariño, como si fuera de una porcelana muy delicada y sensible pero a la vez suave y calurosa. Aprieta, pero con cuidado, pellizca pero con sutileza, no los vas a romper pero cuando yo te toque los cojones no querrás que te los rompa ¿o si? En estos tiempos modernos quien sabe lo que gusta y lo que no.

-Stella, yo lo que tú digas.

-¿Esta es tu primera vez?

-¡No! Pero casi como si lo fuera.

-Sin agobios.

Marco siguió jugando con mis pechos mientras yo decidí relajarme fumándome un cigarro. De vez en cuando le lanzaba el humo a la cara sólo para divertirme.

Le quite la camiseta y lo tumbe sobre la cama, lo lamí por todas partes e incluso le arañe, desabroche su pantalón y con la ropa interior aún puesta juguetee con su entrepierna hasta que su polla se endureció lo suficiente, entonces la saque. La lamí de arriba abajo, al llegar a la punta la bese tiernamente para después pasármela por la cara mientras mi lengua la buscaba, cuando por fin la encontré me la trague por completo, una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces… después mientras con una mano lo masturbaba, con la otra acariciaba fuertemente sus testículos y mi boca se concentraba tan sólo en absorber todo su capullo. Marco me pidió que parase, lo hice con mi boca y con mis manos me límite a ir más despacio.

-Quiero hacértelo a ti.

Yo no puse ninguna pega, me levante y me apoye en la pared, él se arrodillo en el suelo y sin quitarme la falda comenzó a chupármela, yo simplemente lo disfrutaba, se metía entera mi polla hasta que a medida que fue creciendo fue metiéndose menos, lo hacía con torpeza pero lo hacía, no pude evitar que una leve sonrisa se dibujara en mi cara cuando me chupo los testículos y de uno de ellos tiro demasiado, me mordí un labio y encendí otro cigarrillo.

-Follame la boca –me pidió y eso le hice. Arrodillado ante mí se encontraba con la boca completamente abierta, los vaqueros bajados y masturbándose. Agarre mi polla, se la pase un par de veces rozando su boca, jugando con su comisura hasta que finalmente se la clave, se la hundí entera y de una sola vez, él parecía atragantarse pero cuando mire sus ojos abiertos supe que le gustaba. Tan sólo me miraba a mí mientras yo empujaba su cabeza para adelante y atrás al principio lentamente para acelerar después, sujetaba el cigarrillo con la boca y apenas lo podía hacer, luchaba para no gemir por el trato de su tortuosa y húmeda boca, iba a correrme y entonces para en seco, le pregunte que donde quería que me corriera y él me dijo que en su cara. Saque mi polla, me masturbe unas cuantas veces y expulse tres trallazos de leche que aterrizaron en toda su cara, con su lengua intento capturar algo de la leche, con los dedos la cogía y después se lo tragaba.

-Ahora follame –me suplico poniéndose a cuatro patas y abriéndose el culo con los dedos de una mano.

Me puse a su altura y lamí su culo, estaba tan palpitante y caliente que no me hizo falta ni abrirlo un poquito, parecía como si antes de estar conmigo se hubiera metido el palo de una escoba. Endurecí mi pene y me puse un condón, lo que tarde en ponérmelo fue el tiempo que necesito Marco para desesperarse, no dejaba de mover su culo y de mirarme, se masturbaba frenéticamente y gemía con tan sólo sentir mi piel cerca de su culo. Cuando se la metí por la mitad me pareció que el techo se nos caía por el clamor que su boca emitió.

Lo agarre de los hombros y con la fuerza de mis caderas termine por penetrarle, mis testículos chocaban con su piel con cada penetración mientras él intentaba mantener nuestro peso con una sola mano. Decidí aferrarme aún más a él, le abrace para que mis pezones se le clavaran en la espalda, para que sintiera mis pechos y así constatara que una mujer se lo estaba follando a tope, le pellizcaba los pezones también y le gemía, aunque no con tanta fuerza como él, al oído. ¿Te gusta? ¿Quieres más? ¿Quién es mi putita? Le decía sin esperar respuesta alguna pues su boca no podía articular palabra. Con una mano le agarre fuertemente del mentón y le gire la cara, tape sus gemidos con mi lengua. Cuando me dijo que se corría acelere el ritmo de mis penetraciones y me corrí al mismo tiempo que él, así sentiría sus huevos vacíos pero lleno su culo.

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