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Niñas malas

en Lésbicos

Candra no tenía ni idea de cómo podía conducir la gente, para ella era más fácil caminar, coger un autobús o pedir un taxi. No soportaba las miradas de la gente, se le clavaban como cuchillos en la nuca cada vez que caminaba, cogía un autobús o estaba sentada en el asiento trasero de un taxi. Los taxistas le daban asco, por que casi todos eran hombres y casi todos se la quedaban mirando en los semáforos a través del espejo retrovisor. Aquel día Alejandra no había podido ir a recogerla a casa y en el taxi el taxista no paraba de darle conversación tan sólo para así tener una excusa y poder mirarla. Era guapa, pero no para hipnotizar a todos, lo que ocurría es que ella siempre llamaba la atención. Todavía no era verano y Candra ya iba como estuviera en mitad de la playa, llevaba ropa interior y una gabardina corta y transparente sobre su cuerpo, unos tacones kilométricos, gafas de sol oscuras y el pelo recogido en una cola de caballo altísima.

Era su particular estilo lo que le hacía llamar la atención y el motivo por el que todos la miraban, no le gustaba, lo cual era bastante contradictorio teniendo en cuenta a lo que se dedicaba.

El taxi la dejo en la puerta misma del sex shop donde trabajaba, saludo con la mano al chico que estaba en la caja, entro por una puerta de servicio y fue directa escaleras abajo donde estaban los demás actores.

Allí vio a Alejandra sentada sobre una mesa y ya desnuda.

-Hola.

-Hola ¿Qué te ha pasado hoy que no me has podido recoger?

-Es que he ido a comer a casa de mis padres y no me daba tiempo a ir a por ti ¿estas enfadada?

-No, no pasa nada.

-¿Cómo has venido?

-En taxi.

-¿Te han obligado a pagar en carne?

-Ni me hables del tema, no ha dejado en todo el camino de hablarme sobre las obras del túnel de no sé donde, un coñazo.

-¿Te ha mirado mucho?

-Muchísimo, pero yo sólo te veía a ti, tenía tantas ganas de verte… -le dio un beso suave sobre los labios y después empezó a desnudarse.

-Había pensado que hoy podíamos usar el consolador grande, el que tiene dos capullos ja, ja.

-Por mi vale, como quieras ¿le queda mucho a Rubén?

-Hoy no trabaja Rubén, a dicho que no se encontraba bien y que no vendría en toda la semana aunque lo más seguro es que allá conocido a alguien y se lo halla llevado toda la semana por ahí.

-Es más puta que las gallinas ¿Entonces que ha salido antes que nosotras?

-Tú que crees…

-¡No!

-Le quedan un par de minutos, limpian y entramos nosotras.

El trabajo de Candra y Ale consistía en follar en una habitación que más bien parecía un tiovivo, por el echo de que era un cuarto giratorio, con cabinas que se abrían o cerraban dependiendo del dinero que los espectadores que se encontraban en dichas cabinas metieran en la ranura correspondiente. Candra no soportaba las miradas, pero todo le daba igual mientras estuviera con Ale, aquellos números los realizaban en pareja y nada más. Aquel día que en el que Rubén no había ido a trabajar había sido sustituido pro Miriam, probablemente la única mujer a la que Candra odiaba con todo su ser.

-Siempre lo deja todo echo un puto asco, no entiendo como nadie pagar por verla metiéndose cosas en el cuerpo.

-Por que suelta muchísimos fluidos al correrse.

-Suelta tantos fluidos por que esta gordísima, además yo te podría decir por que otros sitios suelta más fluidos…

-No empieces, la chica es maja, lo que no soportas de ella es que yo le guste.

-Por sus pies, por las axilas, en la frente, la espalda. También es por eso pero la cuestión es que lo deja todo echo un asco y luego no hay quien trabaje donde ella ha estado antes.

-¡Que tonta eres! Y que celosa, tú también sueltas muchos fluidos j aja y cállate que sale.

Junto a la puerta de la "sala giratoria", que así la llamaban Ale y Candra, había una lucecita roja que se apagaba cada vez que el show terminaba, Miriam abrió la puerta y saludo a todo el mundo mientras Pilar, una chica de la limpieza, se esforzaba para dejarlo todo limpio en cinco minutos.

-Hola chicas.

-Hola.

-Hola ¿Qué tal todo?

-Bien, ya veis, como siempre sin parar de trabajar.

-Eso es bueno.

-Si, el día que no me paguen por follar creo que lo dejaré –dijo irónicamente Candra.

-Bueno, siempre podrás hacer la calle ja, ja –se burlo Miriam que se fue tras recoger sus cosas.

-¡Tú te crees lo que me ha dicho!

-Si, ja, ja, ha sido una buena respuesta.

-Eres mala Ale, te mereces que te meta un tacón por el coño mientras observas como le pego a la zorra de Miriam.

-Eres mala y cruel Candra.

-Y a ti siempre te ha gustado que lo sea –le agarro los mofletes la beso salvajemente.

-Nos toca y trátame con cariño.

-Yo siempre te trato con cariño.

Ambas entraron en la sala giratoria y se colocaron en el centro, abrazadas mientras sostenían entre sus cuerpos el consolador doble, estuvieron así unos segundos hasta que la habitación se ilumino, comenzó a girar y empezó a sonar un hilo musical. Las dos, desnudas como estaban, empezaron a besarse sin dejar que el consolador se les cayera al suelo acolchado.

Candra odiaba las miradas pero en aquella sala se volvía loca, por que sabía que la miraban pero ella no podía mirarlos a ellos, pues los cristales, eran espejos para ellas, al principio aquello le desquicio sobre manera pero Ale conseguía calmarla siempre, después de un tiempo trabajando juntas aquella sala dejo de desquiciarla y entre ambas comenzó a surgir una relación mucho más intensa que laboral.

Tras besarse un rato Candra comenzó la difícil tarea de abarcar por completo el cuerpo de Ale con sus labios y caricias, pellizcaba los pezones de sus pequeños pechos mientras chupaba su cuello, Ale se dejaba hacer, cerraba sus ojos y abría su boca sin dejar por un momento de gesticular. Candra simplemente hacía el amor mientras Ale se encargaba de pensar en el público y les daba el espectáculo que ellos querían ver, el consolador cayó al suelo.

Candra se arrodillo y metió su cara bajo el coñito de Ale, se lo abrió levemente y levanto todo lo que pudo su labio inferior, casi como un chimpancé, hasta alcanzar su clítoris con la boca y absorberlo con los labios mientras movía su lengua sin cesar, rozándolo y haciéndolo vibrar. Candra se coloco en cuclillas y mostró como se masturbaba ella misma.

Ale entonces inclino su cuerpo hacía adelante colocando su culo en pompa, para que todos y todas las que estuvieran tras el cristal pudieran contemplarlo, estiro su brazo izquierdo hacía atrás y se acaricio la rajita de su culo. Candra continuo comiéndole el coño mientras sus dedos se deslizaban hacía el culo de Ale, allí se topo con el dedo de Ale y juntas continuaron acariciando la raja hasta que Ale retiro el dedo para que Candra con el índice y el corazón le golpeaba levemente el ojete varias veces hasta que golpe tras golpe sus dedos se abrieron paso en el interior del culo de Ale.

La sensación del interior de un culo es indescriptible, no sabría como detallar las texturas de su interior, el tacto. Candra introducía dos y tres dedos mientras pellizcaba su propio clítoris y se calentaba tanto que deseaba correrse cuanto antes. Se incorporo en un simple movimiento y colocando su pie sobre una de las nalgas de Ale la empujo contra el mullido suelo haciendo que su boca casi rozara el cristal que todo lo rodeaba.

Candra se coloco rápidamente sobre Ale y tirando de su cabeza la llevo hasta sus pechos más grandes, Ale los comía mientras Candra miraba desafiantemente al cristal, después cogió a Ale del cuello, apretándola, casi haciéndole daño para besarse con furia, Candra se soltó la coleta y su larga melena cubrió la escena de sus besos, de sus labios confundiéndose, la de sus lenguas perforándose y sus dientes mordiéndose hasta casi la sangre. Candra metió entre sus pechos el enorme consolador mientras a la vez lo lamía como si le gustarán las pollas, como si fuera una come-pollas de toda la vida y no prefiriera un bonito felpudo, ya ensalivo se lo introdujo lentamente en el coño a Ale, la masturbo así durante un rato mientras se fijaba en la críptica cara entre el placer y el dolor de su amante. Inmediatamente después Candra se puso frente a Ale, abrió las piernas lo mismo que ella y las coloco donde ella las tenía y sin sacarle el consolador a Ale se lo introdujo ella misma con enorme dificultad ya que no era el consolador el que se acercaba a ella si no ella la que tenía que ir poco a poco metiéndoselo todo aunque al principio lo único que conseguía era metérselo aún más a Ale.

Una vez ya acopladas, ambas sujetaron el consolador entre sus manos y entre miradas lascivas, ladridos y besitos voladores comenzaron un rítmico movimiento hacía adelante y atrás masturbándose ambas a la vez ellas mismas y la una a la otra. El consolador era grueso y el hecho de que una de las dos empleará más fuerza en un determinado movimiento proporcionaba un mayor placer a la otra por lo que el pique no se hizo esperar demasiado. Si Candra le daba caña Ale decidió jugar con sus pies. Los planto los dos en mitad de los grandes pechos de Candra, los acariciaba con sus plantas de manera circulas y sin ningún miramiento hasta que con cuidado halló con sus dedos gordos los pezones de Candra, al principio los golpeo con suavidad, después con dureza y finalmente decidió pellizcarlos antes de volver a dedicarse por completo a todo su pecho, arqueaba la espalda mientras tanto y mostraba su rostro siempre al espejo, con las manos se apartaba el pelo y dejaba que fuera Candra la que manejara el consolador.

Candra se sacó el consolador y aparto los pies de Ale, a cuatro patas ascendía por el cuerpo de su amante sin dejar de agitar el consolador, al encontrarse cara a cara con Ale le beso en los labios y mirándola a los ojos le sonrió, después comenzó a comerle el cuello hasta que consiguió dejarle impresa una bonita marca morada, volvió a mirarla a los ojos, le volvió a sonreír y dejándole incrustado el consolador dentro de ella se sentó sobre la cara de Ale.

Ale con su lengua y labios comía el coñito de Candra y con sus dedos la masturbaba analmente. Candra se pellizcaba el clítoris y se movía de arriba abajo hasta que se percato de que eso resultaba del todo absurdo ya que era mucho más placentero quedarse quietecita, así lo hizo y tras unos intensos momentos no pudo evitar correrse, correrse de manera profunda, húmeda y voluminosamente.

Sus fluidos inundaban la cara de Ale, sus gemidos inundaban sus oídos y una y otra vez no podía quitarse de la cabeza una imagen que la extasiaba, ella, golpeando con cariño el rostro de Ale con su tanga completamente empapado, al llegar a casa lo haría.

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