Esto es una sátira política, lo que significa que esta historia es completamente ficticia, por lo menos me la he inventado. ¿Por qué escribir algo cuyos protagonistas son políticos actuales? Pues por que el poder es tan atractivo, quien no se ha sentido atraído por su jefe o su jefa, por un dictador, un genocida, un alcalde, un presidente de gobierno. Hasta Hitler tuvo a su amante Eva. Aún recuerdo esa anécdota que me contó mi bisabuela, que estuvo casada con un policía republicano, ella me dijo que Franco, nuestro paquito, le parecía un hombre de lo más atractivo. ¡Por Dios!
Además, desde la antigua Grecia se han reído y han satirizado el poder.
Tras aparecer en un conocido tabloide británico fui llamada por el primer ministro Tony Blair a una casa, propiedad del gobierno británico, a unos 45 millas del centro de Londres. En un coche oficial, iba "custodiada" por tres hombres de negro que no me dirigieron la palabra en ningún momento. Eran las ocho de la noche y ya atardecía, el último rayo de sol se disipaba a lo lejos, ahogado la oscuridad lo cubría ya todo, azul el cielo y negras las nubes. Dejamos la autopista y nos adentramos en un pequeño camino rural empedrado y sin asfaltar, por momentos pensé que pincharíamos en cualquier momento, pero no fue así, a unos 300 metros de la casa el camino aparecía asfaltado. Cruzamos una verja y llegamos a la puerta principal de la casa, unos metros antes mis eventuales escoltas me dijeron que me bajara, lo hice y ellos pareció que dieron la vuelta a la casa. Tras algunos esperando en la puerta un hombre mayor apareció, hubiera preferido que se hubiera dado más prisa, aunque llevaba un jersey de cuello alto hacía mucho frío y no estaba acostumbrada a estas temperaturas. El hombre me dijo que pasará, que Mister Tony me esperaba ya en una habitación en el piso superior.
-¿Llevas protección?
-Si, un spray de pimienta.
-Quiero decir... la otra clase de protección...
-¿Condones?
-Sí.
-Condones llevo, tú tranquilo.
Subí por las escaleras que me había indicado el mayordomo. No soy una experta en arte, pero los cuadros que colgaban en la pared eran muy antiguos y tenían que costar una pasta, eran casi todo retratos, ¿de quien? Ahora mismo eso no importa demasiado.
-Todo recto me dijo el mayordomo al notar que vacilaba un poco. En realidad no tenía ni puta idea de donde tenía que ir. Por el olfato y el odio supuse que sería la tercera puerta a la derecha, no es que Mister Tony echara peste, pero podía oír el ruido de la madera al quemarse, el olor a humo, el extractor.
Toque a la puerta y sin esperar respuesta entre. Encontré una habitación increíblemente amplia, podía ser un piso de soltero, cocina, lavabo, salón, dormitorio, era moderno y completamente diferente al resto de la casa. En un sillón, en el centro de la habitación se encontraba Mister Tony, bebiendo whiski con la corbata desanudada y los primeros botones de la camisa desabrochados, se podía ver la camiseta interior blanca que llevaba. Sin darle la espalda cerré la puerta y me dirigí a él, se levanto y antes incluso de que pudiera abrir la boca para decir algo me puso un dedo en ella y quitándolo me beso, fue un beso tierno y cariñoso, un piquito si queréis llamarlo así, pero al entrar sus labios calientes en contacto con los míos sentí algo difícil de expresar, fue impetuoso pero delicado, rápido pero intenso. Bonito y con sabor a whiski.
-En el armario del lavabo hay algo para ti. fue lo único que me dijo.
Fui al lavabo y al abrir el armario encontré un traje negro de Dominatrix, de Domina, de Ama. El traje consistía en unas botas altas, hasta llegar al final de mis piernas, un corsé que dejaba libres los pechos y una mascara que ocupaba toda la cara, dejando al descubierto los ojos. Mientras me cambiaba Mister Tony había sacado un maletín negro que había dejado abierto en el suelo, se había vestido con un precioso traje de sumiso. El traje, de látex y negro, dejaba a la vista sus nalgas, su miembro viril, su boca y sus orejitas, que objeto tan fetiche el de sus orejas.
Se coloco a cuatro patas y me dijo "He sido un niño muy malo, castígame".
Cogí una pequeña pala del maletín y me senté sobre su espalda, mirando hacía sus blanquísimas nalgas, cogí la pala con dos dedos mirando hacía abajo, le dí un golpe y Mister Tony gimió de gusto. "Has sido un niño muy malo, pero muy malo" le decía mientras continuaba pegándole "como puedes llamarte primer ministro siendo tan pervertido" Mister Tony levantaba su trasero, se masturbaba a la vez que le pegaba. Con cada palazo su trasero se volvía más y más rojo, sus nalgas no estaban caídas, ni mucho menos, poseía un culo duro, fuerte, sin pelos y suave, muy suave. "Eres muy malo y te voy a golpear hasta que aprendas la lección". Tony se encontraba en éxtasis, gemía y se masturbaba. Yo simplemente le golpeaba y reía. Mucho colegio privado pero al fin y al cabo todos frustrados.
Tony se corrió y cuando lo hizo deje de pegarle. Se encontraba agitado, respiraba con dificultad y apenas podía sostenerse a cuatro patas. Ante mis ojos apareció un objeto deseado por cualquier mujer, temido por hombres machos que se creen dioses, amigo de los solitarios, lo agarre y lo acaricie, el enorme vibrador del maletín. ¿Dónde compraría un maletín tan completito? Bolas chinas, vaselina, cuerdas, esposas y un largo etc... yo quiero uno igual.
"Has sido un primer ministro muy malo, como te atreves a invadir un país indefenso, ¿te gustaría que un misil aire-tierra te persiguiera hasta meterse por tu culo? A mi me encantaría ver eso". Y sin darle tiempo a reaccionar le metí de golpe el vibrador sin necesidad de vaselinas o cosas por el estilo. Lo encendí y la sorpresa de Tony se convirtió de inmediato en un gusto increíble, un placer del séptimo cielo, una experiencia religiosa, orgasmica. Su culo parecía derretirse mientras movía el instrumento de un lado para otro, gemía con la boca completamente abierta. En 50 minutos se corrió 7 veces, ya no podía sostener su cuerpo y dejo de apoyarse con las manos, se acostó mientras elevaba un poco las nalgas buscando con vicio el vibrador que tenía casi por completo hundido en el trasero. En el suelo, su leche pastosa y gris, estropeaba la moqueta, había muy poca y no me extraño al ver el diminuto instrumento que ya hacía rato había dejado de manosear, sus huevos contraídos, parecían inexistentes.
Al parar Mister Tony se levanto para sentarse en el sillón que había ocupado antes, su miembro erecto ansiaba una flacidez que no llegaba.
-¡Bebe! me dijo mientras me daba un vaso de agua lleno hasta los bordes. Lo hice y cuando termine me dio otro y así hasta haberme bebido diez vasos de agua. Mister Tony se arrastro por el suelo hasta colocarse por debajo de mi entrepierna, había llegado hasta allí lamiendo mis botas, primero una y luego la otra, olisqueo mi vagina, después la besó para luego lamerla. Meame me dijo. Yo no podía aguantarme más y así lo hice.
Controlaba mi chorro e hice que fuera lento y doloroso para el que ansiaba beber de mi ser. Él cerro los ojos y se dejo remojar la cara, se coloco donde mi chorro caía, cerro los dientes y abrió la boca, hubo la intención de lavárselos con mi orina, abrió por completo la boca y comenzó a tragar, verdaderamente le gustaba, pues la trago sin detenerse un instante. Momentos antes de que parara de mear, agarro mis nalgas y brutalmente metió su cabeza entre mis piernas buscando el lugar donde arrojaba mi oro líquido. Cuando cesó, con su lengua comenzó a buscar gotas perdidas, bebió todas las que encontró y cerré mis piernas. "Menuda compresa me ha tocado".
Mister Tony me despacho con mucha elegancia, me dijo que me podía quedar el vestido pero que no lo buscara, no pensaba hacerlo, y que aquello no se volvería a repetir. El mayordomo que anteriormente me había atendido me soltó un fajo de libras, le pedí que fueran euros pero me dijo que en cualquier banco me las cambiarían. Me dio un abrigo y volví al coche que me había traído.