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en Sexo Oral

Samuel había conquistado por completo al público, no eran su metro ochenta y tantos de altura, ni sus músculos, no era su sonrisa de niño bueno si no su fiereza lo que a todos les gustaba. En aquellos combates la gente quería ver sangre y sangre era lo que Samuel les daba.

Para muestra, el combate de aquella noche. Samuel llevaba un calzón azul y su oponente, un tío al que jamás había visto, uno negro. Ambos fueron introducidos en el ring, que para la ocasión se había convertido en una gigantesca jaula, para cuando sonó la campana los dos se habían convertido en perros furiosos.

La verdad es que me gustaría, pero creo que no sería capaz de narrar con todo detalle lo que ocurrió dentro de la jaula, yo me encontraba allí así que no soy precisamente una defensora de la no violencia, lo que ocurre es que los gritos, el jaleo, el rugir de las gradas me tenía más impactada que los golpes dentro de la jaula, aparte tenía que concentrarme muy mucho en Miguel "El calvo" había apostado bastante y no quería que ese cabrón de mierda se esfumara. De todas formas, narraré los echos más importantes del combate.

Cuando me quise dar cuenta Samuel estaba contra la verja y su contrincante le estaba destrozando el abdomen, su cara de alegría se torno decepción cuando Samuel le cogió la cabeza y comenzó a darle rodillazos contra ella para después de una patada lanzarlo contra la verja. Aquel tipo se cayó al suelo y durante un momento creí que el combate se habría terminado, pero nada más lejos de la realidad, aquel capullo era insistente, se levanto a duras penas, con toda la cara ensangrentada, escupió sangre al público y éste se volvió completamente loco.

Me di cuenta de que había un chiquillo dando vueltas entre el público, lo seguí con la mirada para ver que clase de padre llevaba a un niño a ver algo así pero en realidad el chiquillo bebidas. Lo llame y le pedí una coca cola, no me gusta la cerveza, el chaval me la trajo después de un rato, era bastante mono.

Al volver al espectáculo Samuel y su contrincante estaban uno encima del otro, como si se abrazaran sólo que echos mierda, se daban golpes casi sin querer esquivarlos y todo parecía indicar que esto si era el final. El tío del calzón negro retrocedió un poco y con todas sus fuerzas intento pegarle a Samuel con la izquierda pero éste se movió hacía atrás y lo golpeo en la cabeza haciéndole perder el equilibrio, cayó al suelo y allí Samuel lo molió a patadas, después de un rato los jueces vieron que no se levantaba y nombraron ganador del combate a Samuel, le abrieron la jaula y fue lentamente hacía el vestuario mientras que a su rival lo sacaban en camilla hacía la enfermería.

Busque a Miguel "El calvo" y le pedí amablemente mi dinero, después de contarlo varias veces me lo guarde en el bolso y salí de aquel lugar en busca de Samuel. Lo encontré sólo, tirado en un banco. Su cara era un completo mapa, tenía sangre por todas partes y estaba tan agotado que podría haber dormido una semana entera. Era todo tan típico, que siempre actuaba de la misma manera. Me acerque a él y me puse en cuclillas a su lado mientras le hablaba de la forma más lenta que podía.

-Samuel, lo has hecho muy bien, descansa un poco y nos vamos para casa.

-¡He ganado! –dijo en un susurro.

-Lo sé, te he visto. Cariño, siéntate bien y levanta un poco el culo.

Lo hizo y le quite el calzón azul. En aquellos momentos, como casi siempre, su polla era lo mejor de su cuerpo, la aferre con la mano izquierda y comencé a masturbarlo lentamente mientras reaccionaba creciendo poquito a poquito.

Con los dedos de mi mano derecha acariciaba sus labios, metí los dedos en su boca y se la abrí lentamente para dejar caer en un largo hilillo toda la sangre.

-¿Te gusta? –le pregunte, él no me contesto con palabras, lo hizo sonriendo.

Su polla sin circuncidar era como un caramelo, una sorpresa envuelta en papel precioso guardando un jugoso regalo tan sensible que reaccionaba con el sutil toque de mi piel. En cuanto su polla se endureció y su tamaño me satisfizo me la introduje por completo en la boca sin dejar de aferrar la base de su polla. Apretaba con mis labios aquel trozo de carne mientras bajaba y después subía, con mi lengua no dejaba de presionar su capullo lamiendo incansablemente de un lado para otro. Levante la vista por un segundo y vi a Samuel como un completo zombi.

Agarre su polla con la mano derecha y la lamí de abajo a arriba, baje su polla hasta colocarla en posición horizontal y note como aquello le dolía, lo hice para rozar con mi lengua y no con los labios aquella parte de su anatomía, del capullo a la base por aquella cara olvidada. Continúe masturbándolo lentamente pero con firmeza mientras besaba sus testículos, me entretenía deslizando mi lengua por entre cada uno de los pliegues de sus testículos, me divertía jugando con sus dos bolitas, agarrando una primero y después la otra entre mis labios, tirando de ellas suavemente y sorberlas haciendo un ruido único.

Hice mucha saliva y me la lleve hasta el borde de mis labios, allí creaba muchas burbujitas de saliva hasta que junte la suficiente como para dejarla caer sobre la punta de su polla y ver como se derramaba sobre toda ella. La volví a recoger con mi lengua y con mis dedos cogí la piel de su polla y tire de ella para arriba, también lamí esa piel y con la parte inferior de mi lengua su capullo.

Llevábamos ya veinte minutos y en todo ese tiempo Samuel sólo había echo algún que otro ruidito de vez en cuando, el pobre lo disfrutaba pero no se encontraba en el mejor momento para hacerlo así que decidí hacer que se corriera cuanto antes para dejarlo descansar.

Aumente la velocidad a la que le masturbaba, le acariciaba los testículos como si fueran esas bolas relajantes que venden en cualquier sitio y no dejaba de chupar, lamer y succionar su capullo. Cada vez agarraba su polla con más fuerza y bajaba y subía cada vez más, separaba sus testículos todo lo que podía para después volver a unirlos y mi boca trabajaba con más fuerza… conseguí lo que me propuse cuando su cara su puso más roja aún, apretó sus ojos y dejó escapar un enérgico gemido a la vez que eyaculaba dentro de mi boca, una vez, dos veces, tres veces, cuatro veces, yo intentaba tragarme todo lo que él expulsará pero no me daba tiempo y resbalaba sobre mi mano y su polla.

Cuando termino de correrse lo limpie con mi mano y ésta a la vez con mi lengua, bese su capullo y relamí por última vez su polla. Lo mire a él y estaba tranquilo pero ausente y dolorido. Le quite las botas y apoyándolo en mi nos encaminamos hacía las duchas, lo deje bajo un chorro de agua tibia mientras con mis manos lo ayudaba a lavarse todas las partes de su cuerpo.

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