Sus dedos son como mantequilla que se desliza por mi cuerpo, finamente van a mi esfínter y empiezan las chispas, la manequilla dejaba paso a la carne dura que me elevaba allí donde viven los dioses. Gemía y él seguía, nada nos podía hacer parar... El interior de mi cuerpo se lleno de fluidos que se derramaron lentamente y ni siquiera eso consiguió detenernos, los sentía salir de mí bajo la presión de una polla fuera de sí. Siguiendo el ritmo de una balada heavy follamos aunque después de un rato me doy cuenta de que somos nosotros los que ponemos la música.