No sé como lo hago.
Será ya la practica.
O suerte.
Si se le puede llamar a eso suerte.
Pero cada vez que me corro, cada vez que llego al orgasmo pasa algo.
Si, puede parecer absurdo pero es que es absurdo.
Ya puedo estar dándole a la mano, al vibrador o cualquier otra cosa durante casi una hora o tan sólo cinco minutos que justo después de llegar alguien me llama por teléfono, alguien toca a la puerta de mi casa, mis padres llegan de trabajar o cualquier cosa por el estilo.
Cuando estoy en el lavabo y todavía estoy disfrutando esos momentos posteriores alguien necesita usarlo.
Frente al ordenador, viendo fotos, tengo la mano mojada y Juani me manda un mensaje preguntándome si hemos puesto ya fecha a la recuperación de lengua.
Todos los días es lo mismo, ya estoy por dejar de masturbarme o por aislarme en una isla desierta.
Aprovecho y lo hago en la ducha, el agua sale fría, me dicen que ya estoy mucho tiempo o llega una amiga.
Sola en casa me tumbo desnuda y comienzo a recorrer todo mi cuerpo, es en el momento el que me estremezco cuando se abre la puerta de la cochera, en el garaje están mis padres y ya puedo darme prisa en terminar por que me llaman para que les ayuda a subir las compras o necesitan usarlo.
Con los ojos entornados y la boca abierta, alguien quiere entrar en mi habitación, arrodillada en el suelo empujo la puerta y no le dejo.
La cosa es interrumpir.
Normalmente hago como si nada, salgo del lavabo, de mi habitación o cojo el móvil como si nada para luego seguir aunque ya me esta cabreando de una manera tal que estoy por mandar a todo el mundo a la mierda y decirles que me dejen pajearme en paz, que me quiero correr, llegar al orgasmo y ver el paraíso, la cara de la diosa durante un rato, tan sólo un instante. Meto mis dedos dentro de mi coño, junto a mi clítoris, le doy, le doy, le doy...
Quizás sea el destino que tiene sentido del humor o tal vez algo que le ocurre a todo el mundo.
¿Os pasa que a veces no os dejan en paz?