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Gallito de pelea

en Gays

Me considero una persona completamente liberal, mis amigas dicen que doy miedo de lo liberal que soy, pero me parece por lo menos curiosa la actitud de algunos hombres que he conocido a lo largo de mi vida. Esos hombres han resultado tan machos y tan prepotentes que al fin y al cabo podrían haberse puesto una faldita y venirse a zorrear conmigo.

He tenido la suerte de conocerlos en la flor de la vida pero en el cubo de la basura, o sea, en la adolescencia pero en el instituto.

Uno de ellos se llama Pedro, aunque todo el mundo le decía Perico. Iba a mi clase, aunque a mi me parecía muy subnormal por que siempre estaba haciendo el tonto y no dejaba que la clase avanzara. No era muy alto, más bien bajo, era delgado y con la cara alargada, tenía facciones muy duras, unos labios carnosos, un brillante aparato de dientes, piel morena, natural, tal vez se debiera al trabajo, no sé. La cosa es que iba andando por el pasillo del instituto un día cuando le oigo decir:

Te voy a meter un pollazo y vas a saber lo que es bueno.

Me quede algo extrañada por que no venía a cuento y delante de toda la gente que se dirige a clase por los pasillos no suelen decirse esas cosas, se lo decía a un chico alto, de piel morena, esta bronceada en la playa, que vestía unos pantalones de marca que apretaban su culo y con unos labios enormes. Perico se estaba burlando de él, Raúl, por que se decía que era gay, y los gallitos prepotentes suelen hacer esas cosas.

Durante las clases empecé a fijarme en él, intentando averiguar de que tamaño podría ser su verga, era muy bajo como para tenerla enorme, aunque el dicho diga:

Más horizontal cuanto menos vertical y menos horizontal cuanto más vertical.

La cosa es que con sus holgados pantalones no se podía intuir apenas nada y si había que dejarse guiar por sus comentarios, la carrera de unos cuantos actores porno peligraba:

La tengo de aquí a aquí –y abría sus manos como unos 35 centímetros o así.

Cuando tu quieras Bea yo te hago una mujer, vas a estar sin poder sentarte por lo menos una semana –su compañera de mesa solía reírle gracias como esta.

A mi me da igual que sean maricones, lo que me jode es que vengan detrás de uno.

A lo largo de la semana estaba muy confundida, no sabía si simplemente era idiota y lo odiaba o si deseaba tenerlo en mi habitación una sola noche y sodomizarlo, mostrarle las enseñanzas del Marqués de Sade en sus propias carnes y dominarle hasta que dejara de ser tan gallito. Me masturbaba pensando en esas cosas.

También pensaba en Raúl, no sabía si era o no gay y tampoco es que me importara mucho, pero pensaba en él, con una verga enorme y dándosela de comer a Perico, mientras este intentaba inútilmente abarcarla con su pequeña boquita y las babas le caían de ella junto con los chorros de leche de Raúl. Según supe los dos no podían ni verse lo cual le daba mucho más morbo, o por lo menos a mi me lo parecía.

Perico no dejaba de meterse con él, le ponía la zancadilla, le insultaba en los pasillos, en clase, incluso en más de una ocasión le amenazo con pegarle, pero sus amenazas nunca pasaban de ahí, sólo reía como un idiota. Nunca le vi enrollarse con ninguna chica, siempre lo veía rodeado de sus amigos, burlándose de más gente y haciendo el tonto, sólo cuando estaba en clase de inglés, sentado con Bea lo veía con alguna chica.

Un sábado volví a casa a eso de las cinco de la mañana cuando en el portal de mi casa veo a Raúl y a Perico hablando, no sé de que, no estaba cerca, me senté junto a un cubo de basura para que no me vieran, yo estaba a oscuras pero ellos estaban completamente iluminados por la luz de una farola. Perico le hablaba a Raúl de muy buenas maneras, estaba muy cerca de él y hasta incluso le cogió de la mano, se la acariciaba y metió un par de dedos en su boca, los chupaba con lubricidad mientras Raúl se hacía el duro, no tardo nada en caer y en meterle la otra mano debajo de la sudadera de Soziedad Alcoholika que llevaba, supongo que tocaría todo su pecho, que pellizcaría sus pezones y que después se dirigiría hacía su polla, la cual masajeaba para darle vida y forma.

Perico saco los dedos de su boca y beso apasionadamente a Raúl, sus dientes tuvieron que encontrarse, de lo repentino y violento que fue el beso, sus lenguas se enredaban como si fueran serpientes vivas y ambos absorbían la saliva como si en ello les fuera la vida. Tras sobarse un rato y recorrer sus lenguas cientos de kilómetros, Perico se levanto y se metió dentro del portal mientras Raúl hacía lo mismo y ambos cerraban la pequeña verja de metal que había en la puerta, el portal era pequeño, minúsculo, pero oscuro e intimo con la verja cerrada. Perico bajo sus pantalones hasta que tocaron el suelo, sus calzoncillos quedaron por las rodillas, Raúl se agacho y comenzó a chupar la polla de Perico, ya estaba completamente erecta, y desde mi posición yo diría que no llegarían a ser 14 centímetros, tal vez 10 pequeños centímetros de polla gorda y venosa, negra y unos huevos enormes y cubiertos de pelo, con lo imberbe que resultaba ser todo su cuerpo.

Raúl chupaba muy bien, la tragaba por completo y acariciaba los huevos mientras lo hacía. Perico, con una gran sonrisa de felicidad, mostraba su aparato de dientes en todo su apogeo, brillaba como nunca antes lo había visto brillar, hasta que empezó a gemir, los ojos se le cerraron y dejo de controlar su respiración, sujetaba con las manos la cabeza de Raúl y ni siquiera era necesario ya que en su boca se perdía la punta y llegaba a morder la base, si abriera más la boca también hubiera podido comerse los huevos. Se le escapo un gemido que hasta yo, a unos 40 metros pude oír con facilidad y bastante alto, apretó la cabeza de Raúl y eyaculo en su boca, Raúl no dejo de chupar y de tragar aunque muy rudamente paro en seco, se untó un par de dedos con la leche de Perico y le dio la vuelta con brusquedad, casi se dio en la cabeza con la pared.

Con muchísima fuerza le introdujo los dos dedos en el culo, Perico no estaba preparado y le dolió mucho, mientras lo masturbaba se bajo los pantalones y dejo al descubierto una enorme polla, 20 centímetros de tranca, clara, erecta, casi sin vello a su alrededor. Se puso inmediatamente detrás de Perico, dejo de masturbarlo y lo sujeto por las caderas llevándolo justamente hasta meterle toda su polla dentro, de un golpe, secamente, una y otra vez, repetía el mismo trayecto, la sacaba por completo y la metía por completo. Raúl ya no me parecía el niño indefenso que permitía que los demás le dijeran cosas a la cara, sino que para mi se había convertido en una bestia que se follaba a un cabrón que no había parado de meterse con él.

Perico volvió a gemir, a gritar, volvió a correrse mientras que Raúl no abrió la boca, se corrió dentro de él y cuando termino se vistió y se marcho, después claro, de haberle sobado las nalgas y las piernas, la polla otra vez y todo su pecho. Perico, aún con los pantalones bajados le pidió un beso y este se lo dio, su cara de felicidad era incluso mayor que mientras le habían estado haciendo la mamada.

Raúl se dirigía hacía donde yo estaba, me vio y me dijo con una sonrisa en su rostro:

Me parece niña que el que le ha metido un pollazo he sido yo.

Todavía no sé que relación tienen ellos dos, pero desde entonces cada vez que Perico se metía con Raúl, no podía sino sonreír y recordar aquella noche en la que Perico se convirtió en su puta.

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