Este relato se lo quiero dedicar a un buen amigo mío, hemos pasado muchas cosas juntos y espero poder seguir pasando otras muchas contigo, aunque espero que a partir de ahora esas cosas se han mejores que todas las que ya hemos pasado.
Hoy hemos hablado, el humo de nuestros porros era lo único nítido, mis palabras resultaban enrevesadas, temblorosas pero sinceras, hable con el corazón y dije lo que tanto quería decir, se resume simplemente en tres silabas, dos palabras, un sentimiento que en esta ocasión consiguió el perdón de una obra reprochable, contra cualquier moral, vergonzosa y odiosa, no se le hace daño a quien se quiere aunque sea sin querer, aunque la pasión te ciegue. A nadie por asqueroso, por odioso, por dañino se le dice que tienes vagina cuando es falso, que introduces tus dedos hasta el éxtasis cuando es mentira, sería incierto que llevas minifalda casi todos los días y si encima le quieres no le dices que tus bragas se humedecen cada noche al pensar en él. ¿Pero que otro remedio existe, si la naturaleza no te doto y necesitas, ansias, debes saber si por un milagro él podría amarte, desearte, necesitarte? Lo peor resulta cuando es cierto que si no fueras el monstruo que eres, él podría, querría quererte, serías una parte activa y poderosa de él.
Frente a frente, con la cabeza bien alta y los ojos bien rojos y llorosos fui hablando y explicando mis porques, se mordía el labio, me evitaba en la mirada, destrozo la colilla mora, sus dedos ennegrecieron y se limpio en el sofá. No sé como reacciono, al menos no al principio pero esperaba que en cualquier momento comenzara a gritarme e insultarme, me pegaría y me escupiría, me degradaría a un nivel mucho más inferior que al que pudieran someterme niños de 12 años con sus repetitivos insultos y su falta de imaginación, pero no fue eso lo que ocurrió sino que con increíble indulgencia se coloco en mi lugar, suspiró mientras yo tragaba saliva, no sabía que más podría decir o hacer, probablemente se marcharía y no volveríamos a vernos.
"Te quiero, no por tu físico sino por la persona que eres, lo que tienes en tu cabeza y lo que hay dentro de tu corazón" dijo él y jamás yo olvidare.-"En este tiempo me he enamorado de tu forma de ser, de ver la vida y sentir, me comprendes mejor que nadie, lo que tenemos es extremadamente especial y no quiero perderte".
"Sólo espérame, espérame te lo ruego, pero mientras me esperas puedes follar, puedes comer coños y dejar que te la chupen, disfruta con quien quieras de tu sexualidad por que cuando nos volvamos a ver dentro de no más de 3 años serás sólo mío, de mis perfectos pechos, de mi bonito coño y de todo mi cuerpo moldeado por hormonas, silicona y bisturí" lloraba al pronunciar estas palabras, no podía hacer nada más, me lance como si fuera lo último que fuera a hacer, a una piscina vacía donde húmedas no estaban las baldosas sino sus labios.
Su barba de 3 días pinchaba aunque no más que la mía, supongo que ambos lo olvidamos por que me besaba con fuerza, con deseo, como si no fuera heterosexual o como si supiera que dentro de esa horrible criatura se encontraba la princesita que tanto amaba. No nos tocamos, nada más que ese beso, mi cuerpo le daba asco, al menos a mi me lo daba, parado se quedo contra la pared mientras arrodillado, bajaba yo su cremallera y dejaba al descubierto a una flácida polla blanquecina.
La bese, la lamí, en mis labios jugaba con ella, intentaba tragarla por
completo olvidándome de arcadas y modales refinados. Jamás me había comido una polla, era la primera vez que lo hacía y esperaba que no fuera la última vez, al menos que no fuera la última vez que le comía la polla a él. Tenía los ojos cerrados y una tonta expresión, no quería ver a quien le hacía la mamada sino a quien a él le hubiera gustado, a esa chica rubia y de ojos verdes que tanto le había atraído. Esa chica que no era yo, por lo menos todavía.
Al rato, comienza a crecer, a coger tamaño y grosor, tampoco es que fuera mucho pero a mí me daba igual, por que todo lo que venía de él era bienvenido, 16 centímetros de largo y 5 de ancho.
Convulsiones, un gemido ahogado y aprieto en la base alargando el placer, utilizo la lengua como la utilizaría un perro, miro hacía arriba de vez en cuando y le veo fuera de sí, sus ojos continúan cerrados y su cara... no esta allí. Sin aviso, sin cesar, trago lo que de él emana. Subo entonces la cremallera, habiendo guardado antes su miembro lamido y relamido. Untó mis labios con un poco de su esencia, me gusta el olor, sus sabor y el tacto, nos besamos por última vez y se limpia los labios, nos despedimos y se va.