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Baño de sangre

en Fantasías Eróticas

He practicado el Self Injury durante algún tiempo, no me avergüenza reconocerlo por que es algo que algunas personas hacen cuando se encuentran mal y ya no te quedan lagrimas de tantas que has derramado, en nuestra sociedad es un tabú, algo sucio y sórdido que se relaciona con el BDSM, los problemas psicológicos y los trastornos alimenticios aunque si bien es cierto que hay personas que lo hacen por que no saben expresar sus sentimientos, por que así se olvidan de sus problemas, por que les gusta o yo que sé, cada persona es un mundo y cada cual afronta la vida a su manera.

Para los que no lo sepáis, por que no lo he dicho, el Self Injury significa hacerse daño a uno mismo y normalmente, cuando yo lo he practicado, es cortarse, no las venas, sino simplemente hacerte un corte, normalmente se hace para aliviar el dolor interno, la pena o la tristeza, muchas veces insoportables, sustituyendo estas por algo que puedes controlar y solucionar en un momento, también hay personas que se dan golpes, controlan el oxigeno que llega a sus pulmones o se queman, cualquier cosa vale con tal de hacerse daño.

Las culturas prehistóricas lo practicaban y hoy en día todavía hay culturas que sangran en vez de llorar a sus muertos.

Yo relaciono todo eso con el sadismo y el masoquismo, en el Self Injury veo algo sexual, aunque no tiene por que, y aunque hace ya mucho que no lo he practicado (bueno, tampoco hace tanto) últimamente en sueños no paran de rondarme deferentes ideas que me atormentan, me fastidian e incluso me excitan.

He soñado que estando en la cama, cubierta por infinitas mantas, no podía conciliar el sueño, un calor sofocante invadía mi cuerpo y me retorcía por que no podía librarme de todo lo que me cubría, mi cuerpo estaba chorreando de sudor y sólo pude deshacerme de las mantas cuando encendí la luz de la lamparilla que había en la mesilla de noche, fuera hacía frío, me acerque a la ventana y me queme las rodillas con el radiador, subí la persiana y pude ver como nevaba en mi terraza, la nieve caía lentamente y al llegar al suelo se convertía en agua que se iba por el desagüe, los cristales estaban empañados, los limpie con la mano y atónita comprobé como mi aliento no empañaba los cristales, me lleve una mano a la boca y note mi respiración, toque mi estómago y mis propias manos me asustaron, pues estaba helada, fría como un cadáver, pálidas y sin pulso como todo mi cuerpo, me metí en la cama, al acostarme de lado me clavaba la rótula, sentía mi cuerpo pesado pero no podía ser ya que acariciaba mis clavículas, mi pelvis y era capas de contar mis costillas. Intentaba dormir en posición fetal, lo cual resultaba imposible ya fuera por mí atormentada cabecita o por mi duro colchón, y sin venir a cuento de nada me encontré acostada de lado, sobre las mantas y con Angelina Jolie encima, lo más extraño es que sentí su presencia como algo normal, no me pareció algo raro aunque al escribirlo me parece una buena paranoia de fin de semana, de esas que te entran cuando te has pasado con los chupitos y los porros.

Ella era un volcán en erupción, su cuerpo quemaba, me quemaba, tal vez no pasara de los 36 grados pero mi cuerpo no llegaría a los 15. Acariciaba su piel mientras me besaba, mordía mis labios, me soplaba vida mientras yo atónita cerraba los ojos y me dejaba llevar. Hubo un momento en el que dejamos de tocarnos, yo me acosté por completo, ella parecía cabalgarme, saco un cuchillo de no sé dónde y rompió mi ropa interior, mi tanga y sujetador negro, hizo lo propio con su ropa intima y nuestras vergüenzas quedaron al descubierto demostrando nuestra desvergüenza al superar 5 segundos de pudor con fuertes risotadas, carcajadas que nos unieron más que cualquier caricia o beso anterior. Todo el mundo conoce a Angelina y cualquier cosa que diga yo sobre su enorme belleza y sensualidad sería faltar a la verdad pues harían falta 10 poetas para que en sus versos reflejaran tan solo un octavo de la mitad de su belleza, pero yo, una simple chica de pueblo me describiré o por lo menos permitidme que lo haga aunque no sea ni una Gisele, ni una María Carla, ni una Tyra, ni una Adriana Lima ni otras tantas diosas de la belleza.

Mi piel continuaba siendo pálida, más por momentos o al menos eso me parecía, mis labios carnosos y rojos se tornaron violáceos y mis pechos nada voluptuosos, eran más ínfimos sin el sostén. Mi pelo castaño parecía ser empujado hacía atrás por una corriente de aire imperceptible para mí, lo era para mí y para mi entorno pues ni uno solo de los papeles de mi escritorio se elevo al contrario que mi pelo, que flotaba, flotaba envolviendo mi rostro como flotaba el de Angelina moviéndoselo sin ningún orden. Soy algo maniática y sólo pensaba en los 4 huesos que me importan, los de las rodillas, la pelvis, las clavículas y los codos, observaba como se le marcaban a Angelina y la envidiaba, a los orthoréxicos les da por los músculos, a mí por los huesos. El cuchillo seguía en su mano derecha, podría haber salido de mil sitios, total es un sueño, pero yo sólo podía pensar en su vagina, un lugar tan sagrado, tan pleno.

El pensar que esa hoja tan cortante, tan afilada había salido de un sitio tan cálido y delicado me hacía gemir de miedo, inundaba mi cuerpo de desesperación y pánico, la vagina me parece algo protector, un fetiche del amor y no de la crueldad, sólo era un sueño, pero estaba asustada, ¿quién penetraría su vagina con un cuchillo? Nadie, aunque al despertar, más tarde, reconocí horrorizada que algunas culturas todavía hoy realizan los ritos de ablación, un escalofrío recorrió mi cuerpo, sufrí al pensar en ello.

Sin ningún miramiento cogió el cuchillo y se cortó en la muñeca, fue un corte limpio, rápido, tras su paso, la herida comenzó a sangrar velozmente, extendió su brazo y sobre mis labios cayeron un par de gotas de su sangre, las recogí con mi lengua, mis labios estaban cortados, la sangre penetraba en ellos, fresca, como el rocío de la mañana, así me pareció al igual que toda la sangre de cada nuevo corte, me dio el cuchillo he hice lo mismo que ella, me corte en la muñeca izquierda y extendí el brazo para que algunas gotas corrieran por su boca, las que no lo hicieron mancharon sus pechos y mi cuerpo, mi brazo al deslizarse sobre él, lo mismo que a ella le había ocurrido.

Delicadamente le dí el cuchillo y con fuerza y decisión se corto, se corto, se corto más de una vez y por todo su cuerpo, en sus muñecas y en sus brazos, sobre sus venas a veces azules, a veces verdes, me permitió rasgarle la espalda y los pechos, en mi sueño todos sus tatuajes no existían sobre su piel, no por grotescos, a mí me encantan, simplemente no sé por que no estaban en su lugar. El cuchillo sólo rozaba su cuerpo y las heridas eran enormes, la carne rosacea de su interior se abría y la sangre corría a borbotones.

Yo me deje hacer, me deje llevar y una y otra vez vi mi cuerpo masacrar, parecíamos 2 picassos, llenas de cicatrices mostrando nuestras verdades, que en el interior humano todos somos iguales, que nuestro exterior nos diferencia los unos delos otros pero que por dentro somos solo hueso, blanco y duro, marfil sepultado. En mis pezones había cortes, en mis labios muchos más de los que la naturaleza me había dado, atravesando mi cara y en toda mi columna, cortes que cicatrizaban mientras otros se cubrían con alambre negro, eran puntos de sutura que nos apretaban fuertemente haciéndonos ver que aún había sangre en nuestro cuerpo y podíamos sentirla recorrernos e intentando huir de nosotras mismas, por la fuerza que ejercían sobre nosotras los puntos, nos hacía ver que había sangre en nuestro cuerpo, mucha más de la que nos bañaba, mucha era la que nos recorría por dentro aunque muchos charcos fueran en los que nos bañábamos.

Y allí dormimos, abrazadas, encharcadas por algo más que lo rojo y esperando que su calor se convirtiera en mi frío y este en su calor.

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Cotilleos: ¿X-tina lesbi tú?

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