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Esclavos del Imperio

en Grandes Series

Universo alternativo número 19.

Para que a los lectores les resulte más fácil entender el nuevo contexto en el que transcurre este humilde relato, les narro a modo de introducción las particularidades del universo en el que la obra transcurre.

En este universo alternativo, mal llamado número 19, las tres grandes religiones organizadas (Cristianismo, Judaísmo e Islam) nunca pasaron de ser simples sectas minoritarias, la propiedad de la tierra y su explotación no sufrieron cambio alguno, por lo que el esclavismo evoluciono con total naturalidad, el Imperio Romano cayó ante los "bárbaros", el feudalismo no se dio en Europa por lo tanto los Reyes acumularon todo el poder en sus territorios, si bien utilizaron a la nobleza como simples funcionarios, una nobleza de servicio. En el siglo XVI, tras "esquivar" la última gran peste europea, la corona española afianzara sus posesiones continentales y se lanzará a una carrera sin fin hacía el expansionismo territorial que la llevará primero a controlar gran parte de los recién descubiertos territorios americanos y posteriormente a una expansión agresiva hacía Europa y el norte de África. Durante el siglo XIX la corona española ayudará al resto de potencias europeas a evitar las revoluciones sociales que las asolarán, con estos actos la corona sólo pretenderá afianzar su poder, controlar un mayor territorio y anular al resto de potencias. En el siglo XXI el Imperio Español es la primera potencia mundial, bajo su órbita de influencia se encuentra todo el occidente, mientras que oriente es una tormenta en la que tres poderes luchan por la hegemonía total, el Imperio Ruso, el conglomerado de reinos hindúes y el fascista Imperio Japonés. Si os preguntáis ¿donde esta China? Simplemente os diré que China murió bajo la dura bota militar japonesa. En Japón sólo los japoneses son ciudadanos, el resto son basura, escoria, esclavos de la elite racial. India es dominada por las castas y Rusia no tiene esclavos, todos los hombres son libres, pero los siervos se encuentran adscritos a la tierra. En el Imperio Español como ocurrió en Roma, sólo es ciudadano el que tiene la posibilidad de serlo, los posibles, ya me entendéis, y sólo son esclavos, los que son capturas de guerra, los criminales y quien no tiene posibles, aquel que tiene deudas, indiferentemente de su raza.

 

Marcus Álvarez de Flavia y Constancio llegaba al amanecer a su imponente apartamento en el Elisio, el edificio de viviendas más grande y lujoso de todo el Imperio, a tan sólo 10 minutos del Palacio Imperial y 5 del Consejo de Estado. A medida que iba adentrándose en su apartamento de 400 metros se desnudaba poco a poco, mientras dejaba toda su ropa tirada por el suelo. El poco vino que había bebido se le había subido rápidamente a la cabeza y no deseaba otra cosa si no descansar. Lleno su bañera de agua templada y se sumergió en ella, cerraba los ojos intentando evadirse de todo un poco y cuando el sueño comenzaba a embriagarle sonó el teléfono. No corrió para cogerlo ¿Quién mierdas llamaba a esas horas de la mañana? dejo que el contestador cogiera el mensaje y él se dedico a aferrar fuertemente su polla mientras se enjabonaba. Cada vez que usaba ese jabón de lavanda realizado en Rosellón descubría el maravilloso placer de redescubrir cada uno de los recovecos de su figura. Sus manos se deslizaban hacía su pene y no evitaba restregárselo una y otra vez hasta que éste se encontraba en su máximo esplendor, tocarlo con las manos mojadas, estupendamente enjabonadas, era un placer tan intenso que Marcus no necesitaba correrse para satisfacerse, aunque en aquel momento finalizar aquella paja era lo que más ansiaba. La noche había sido dura, bueno, no había estado mal aunque hubiera podido ser mejor. Tras haberse relajado, sólo le apetecía correrse a chorro y dormir hasta el medio día. Acarició suavemente su pecho y deslizo sus manos de nuevo hacía su polla. La agarro y comenzó a masturbarse lentamente mientras fantaseaba con la bailarina oriental que le había conquistado con sus sugerentes bailes aquella noche. El pensar en su boca de fresa, en su cuerpo de chocolate, en sus caderas, en su firme y duro culito le hizo estallar en un suspiro, fue un sólo momento pero su pecho se lleno por completo de leche, de su esperma que al contacto con el agua se fue diluyendo lentamente. Marcus tuvo incluso que limpiarse la barbilla pues hasta allí le alcanzo.

Tras terminar su baño y dejarlo todo limpio, el lavabo y todo su cuerpo, Marcus se metió en la cama y se durmió mientras el día comenzaba a clarear. Las persianas de su dormitorio estaban levantadas y la luz fue aumentando en su habitación sin que Marcus saliera de sus sueños pero finalmente, una mano amiga le ayudo, o mejor dicho, le tiro un vaso de agua a la cara para que se levantara de una vez.

-¿Qué..? –pregunto Marcus aturdido.

-¡Que coño haces en la cama! ¿No has oído el mensaje de mamá? –quien gritaba no era si no Julia, la mayor de sus hermanas y la tercera de los nueve.

-No, no he oído nada, me llamo demasiado temprano.

-¿Demasiado temprano? No me jodas vale. Vístete de una vez y vamos.

¿A dónde?

-A firmar los papeles de tu boda.

-¿Qué? –Marcus ya había comenzado a vestirse cuando aquello lo dejo completamente perplejo.

-Sólo si alguna vez prestarás atención. Desde hace 9 horas estas oficialmente comprometido con María Von Thys, marquesa de Anhalt, hija única de los duques. El Emperador bendice vuestra unión y desea que sea lo antes posible, aunque por mucha prisa que él tenga el matrimonio no se llevará a cabo hasta dentro de 6 meses, tú hoy sólo tendrás que firmar el compromiso ante el embajador del ducado, después tendrás dos meses para prepararte antes de irte a Anhalt. No me mires así, ella es la próxima duquesa y tu deber como consorte será apoyarla y aconsejarla en todas las decisiones de Estado, aunque como miembro de la Familia Imperial se espera de ti que conviertas a tu esposa en un mero títere, debes ser tú el que controle todos los resortes del ducado -con Marcus ya vestido, Julia continuaba hablando mientras ambos bajaban hacía el aparcamiento donde un coche oficial con banderitas y todo los esperaba -. Los duques han consentido tal matrimonio por que Alemania se ha convertido en algo... demasiado complicado y ellos desean un retiro dorado. Entre los grupos revolucionarios, los estados que ansían mantener su independencia y la influencia cada vez más creciente de Rusia, han apostado por el Imperio Español y siento mucho decírtelo, pero te ha tocado. La base de toda política internacional se encuentra en las alianzas matrimoniales y como cortesano y miembro de la Familia Imperial tienes que participar de estas alianzas. No me mires con esa cara de capullo penoso, no vas a conseguir darme lastima, recuerda que hace tan sólo cinco años acudiste a mi boda con el Infante Claudio, para mi no es fácil ser nuera del Emperador y ¡me tengo que aguantar!

-¿Es guapa? –acertó a preguntar Marcus con cierto aire melancólico.

-Pues… ¿Eres imbecil? Te hablo de asuntos de estado y tú me preguntas si es guapa, pues… tiene 16 años, sus muslos son tersos, es tan virgen como la diosa a la que se consagro, tiene una importante fortuna y el ducado será terriblemente importante… Es… todavía casi ni es mujer, pero es bonita, aunque desde mi punto de vista deberá hacerse un par de retoques.

-Miedo me dan tus sugerencias.

-Su madre es Borbón y su padre un Austria, así que da gracias a que sólo la nariz sea lo más urgente, con esos antecedentes familiares doy gracias a que no haya salido tonta. Nunca entenderé la endogamia.

-Y lo dices tú que estas casada con un primo tercero.

-Imbecil no es lo mismo –le dijo a la vez que acertaba a darle un bofetón mientras los llevaban al Palacio Imperial -. ¡Por díos! Que mala pinta tienes. Intenta aguantar media hora de pie sin hacer mucho el gilipollas y a lo mejor no quedas en ridículo, aunque el acto es puro trámite, la prensa oficial va a cubrirlo y todos los Grandes de España van a ha asistir para ser participes de tu alegría, y antes de que digas nada, tienes razón, yo tampoco entiendo para que tanto revuelo por un ducado tan pequeño. Sin lugar a dudas el Emperador pretende mandar un mensaje claro al Zar de Rusia -Julia hablaba sin dejar de mirar su enorme anillo de diamantes, si bien la corte española era famosa por su austeridad, sus miembros eran famosos por la envidia, las intrigas y una enrarecida forma de expresar el orgullo y el honor, Julia era el ejemplo vivo de todos esos pecados.

-No me voy a quejar por que no serviría de nada pero todo esto me parece demasiado precipitado por muchas implicaciones políticas que tenga.

-Si llegas a ser un poco más tonto revientas, no sé ni como somos hermanos. Llevo meses maquinando para que fueras tú el que se casará con esa pedorra. Debes aprender cuanto antes los resortes del poder o te devorarán vivo. Tú familia lleva casi dos siglos controlando la corte y si no fuera por personas como yo ¿donde crees que estaríamos?

-O sea que debo darte las gracias.

-Deberías, te acabo de dar un título, una posición mejor que la actual, un territorio lo suficientemente lejos como para hacer y deshacer a tus anchas, ahora, no olvides que quien todo te lo dio, todo te lo puede quitar. Cualquier día mato a los príncipes de Asturias y coloco al subnormal de mi marido como Emperador ja, ja, ja -a Marcus no le hizo ninguna gracia, ya que sabía perfectamente que su hermana era capaz de eso y mucho más.

En cuanto llegaron a Palacio fueron llevados inmediatamente al salón de audiencias. Todos los Grandes de España o "primos" del Emperador estaban allí, incluida la extensísima familia de Marcus, no os aburriré con la lista de títulos y demás florituras, pero estaban todos los que eran y eran todos los que estaban, vestidos como aves del paraíso acorde a sus rangos. El Emperador se retraso unos minutos y finalmente llego acompañado por el viejo embajador de Anhalt, la imagen resultaba cuanto menos chocante, dos hombres ya de avanzada edad, con pelucas demasiado, muy barrocas, cogidos de la mano y abriéndose camino por un salón lleno de gente reverenciándolos como verdaderos dioses en la tierra. Saludos, discursos, un par de firmas, fotos para la prensa, más discursos, buenas promesas y un copioso ágape.

Para el medio día Marcus fue libre y alejándose cuanto más mejor de la corte, llamó a sus amigos y los tranquilizo, ya que por televisión vieron un par de documentales sobre el ducado de Anhalt y su familia, y todos temían por la integridad de Marcus, el suicidio no era una salida fácil si no más bien un acto honorable. Aquella misma tarde fueron a donde siempre para "celebrar" el feliz enlace. Donde iban siempre no era más que un local de estilo árabe, concretamente egipcio, allí donde bailaba una majestuosa criatura, que tenía mucho que ver con un pavo real y cuyos ojos eran puro fuego y su cuerpo cremoso chocolate. Aquella maravillosa criatura tenía por nombre Fayna y a pesar de sus rasgos, sus sutilezas y mil encantos, era tan de Madrid como el propio Marcus.

-Tranquilo, tengo un coche esperando en la puerta y en él hay un billete para Sudáfrica, en un avión que sale esta misma noche, no pienso permitir que mi mejor amigo cometa el mayor error de su ¡puta vida! –exclamo Draco mientras colocaba su brazo sobre los fuertes hombros de Marcus.

-Calla idiota, no pienso ir a ninguna parte.

-Pues entonces bebamos hasta caernos al suelo, bebamos hasta que nos quedemos ciegos y veamos atractiva a tu futura mujer.

-Joder, calla.

-Tío, no es para menos, la hemos visto en la tele y no es de tu estilo -le dijo Antonio apuntándole con su cigarrillo.

-Ni de su estilo ni del de nadie –subrayo el más que afeminado Héctor.

-Dejadlo en paz. Ya tendrá tiempo de arrepentirse el resto de su vida y de llorar por las noches abrazado a su osito de peluche. Ahora divirtámonos. ¡Eh! ¡Que salga Fayna! –chilló Draco y minutos después la sensual música acompañaba los más que sugerentes movimientos de la atractiva bailarina que envuelta en velos de seda movía su figura en un compás desinhibido.

Los hombrecillos que se aglutinaban en torno a ella no eran capaces de cerrar sus bocas y el dinero se les escapa de entre las manos con cada mirada de la falsa africana. Draco le extendió una mano que ella agarro con fuerza y utilizo para descender de la pasarela en la que cada noche bailaba. Bajo unos cuantos escalones e ipso facto se encontraba entre las rodillas de Marcus sobandole y excitándolo por segundos. Fayna no había llegado hasta donde estaba por bailar bien, si no por potenciar unos atributos físicos que ocultaban perfectamente una mente maravillosa. Se sentó sobre Marcus y agarrándole de la corbata echo todo su cuerpo para atrás, no dejo en ningún momento de mover sus caderas, al elevar de nuevo su cuerpo apretó en torno al cuello de Marcus su corbata, hizo como que iba a besarle y en cuanto él dispuso sus labios para ello, ella se alejo sin dejar antes de susurrarle que se vieran más tarde.

La erección de Marcus apenas era contenida por el pantalón de su traje. Se notaba desde lejos y fue la mofa de sus amigos. A él no le importaba, es más, le gustaba, pues al final de la noche todas sus risas cesarían ante los gemidos de Fayna.

 

Tras adentrarse en el laberinto que eran las habitaciones privadas del local, a Marcus le entro una pasajera angustia, sentimiento que acabo en cuanto un negro enorme y medio desnudo le abrió los aposentos de Fayna. Ante él, una habitación llena de cortinas, el suelo solapado por capas y capas de alfombras, un colchón saturado de almohadones, velas perfumadas y un incienso que cargaba en exceso el ámbiente. El negro le cerró la puerta y Marcus ya en el interior, se aflojo la corbata y echo un vistazo por la habitación, pero salvo por la suntuosa decoración la estancia era completamente vana. Marcus se deshizo de su chaqueta y sus zapatos, había muchos hombres que vestían traje pero él era el que mejor se lo quitaba. Rápidamente se desnudo y aparcó su ropa doblada en un rinconcito. Desnudo como estaba se recostó en la cama tras apartar múltiples almohadas y así como estaba, se impacientaba mirando a la puerta mientras esperaba que su fabulosa bailarina apareciera por la puerta.

Un leve tintineo se escuchaba desde lejos, un tintineo que fue haciéndose cada vez más fuerte. No era Fayna si no un ejército de bailarinas que antes de subir al escenario acostumbraban, para desquitarse, a tontear con el negro tocándole cada uno de sus miembros, así las chicas conseguían no encontrarse nerviosas ante los ojos lascivos de los hombres. Aquel tintineo desapareció igual que llego e intentando acomodarse algo mejor, Marcus fue descubierto por una Fayna más que resplandeciente. Ella dejo en una bandejita de plata algunos objetos y después, con unos simples movimientos de sus muñecas se desprendió de toda su ropa. De la bandeja cogió un pequeño bote que vació directamente sobre el cuerpo de Marcus, el líquido espeso estaba realmente frío y sin dirigirle una sola palabra se dedico a esparcirlo por todo su cuerpo.

Pectorales, brazos, vientre, piernas, espalda y trasero… El cuerpo de Marcus estaba bañado en esencia de papiro, su cuerpo desprendía un aroma tan fuerte que solapaba con furia a cualquiera de los inciensos de la habitación. Marcus no ocultaba su tremenda erección y Fayna hacía como que no la veía, intentando siempre excitarlo un poquito más... hasta el límite... Fayna le agarro un tobillo y elevo un poco su pie, mordisqueo su talón y después lamió toda la planta de su pie, jugueteo con sus dedos hasta que chupo el dedo gordo, dedo en el que se centro pues lo mordía, lo lamía y lo succionaba como si se tratará de una diminuta polla. Con él se restregó los pezones y después lo llevo a las puertas de su coño, donde lo froto con su clítoris. Marcus estaba apurado, la veía haciendo todo aquello y se extasiaba al ver que era suya por fin, pero a pesar de todo el placer y la satisfacción, la imaginación de Marcus no dejaba de volar y ya que por fin había conseguido a Fayna, la dejaba en su mente para recurrir a otras mujeres. En aquel preciso instante en el que Fayna dejaba de succionar el dedo de Marcus para lamerle los cojones pensaba en Tashila, la princesa de Asturias, que con su pelo lleno de trenzas y su piel tatuada, tan típicas de las nubias. La princesa Tashila era ahora su objeto de fijación y Fayna nada más que un instrumento para desahogarse. Así era Marcus, un niño caprichoso que sólo quería lo que no tenía y que cuando lo tenía pasaba.

Fayna succionaba los testículos de Marcus y buscando su leche pasó a lamerle el capullo de su polla, lo masturbaba rápidamente y se la refregaba por la cara, se la trago toda intentando clavársela por completo, hasta la base, hacía unos ruiditos asfixiantes al chocar la polla con su campanilla, la saliva le caía como si fuera bilis al vomitar, pero ella con su lengua la recogía al entrar en contacto con la polla embadurnada. Más y más rápido corría la polla entre las manos agitadas de Fayna hasta que ella, paro de golpe. Se relamió limpiándose y se lanzo al cuello de Marcus, abrazándolo, besándolo por todas partes, él la correspondía en demasía, con sus ojos cerrados la apretaba y achuchaba, la cogía de la cabeza mientras imprimía sus labios en ella. Moviéndola sin excesivo cuidado la coloco sobre la cama mientras él se abalanzaba sobre ella, sus frentes estaban una contra otra y sus varicitas se frotaban mientras sus lenguas intentaban buscarse, se encontraban y se fundían en una, ocurrió esto cuando Fayna abrió sus piernas de par en par y rodeando el cuerpo de Marcus, él no estaba dentro de ella pero así aferrada ella consiguió desestabilizarlo y con una increíble fuerza lo tiro hacía atrás, al suelo. Marcus cayó sobre la alfombra con su espalda mientras toda su entrepierna se encontraba aún en al cama, a Fayna aquello le maravillo y contemplando el rostro casi desencajado de Marucs rió, rió mientras acariciaba el paquete de su amante temporal.

Fayna estiró uno de sus brazos y de la bandejita de plata cogió un preservativo. Un preservativo que colocó con su boca pues la cosa había decaído al igual que Marcus. Él sorprendido por los actos de Fayna también rió cuando la vio encajarse su miembro en su coñito palpitante y comenzaba un frenético galope sobre él. Con la polla dentro, Fayna movía sus caderas como una loca, desenfrenadamente, más aún que cuando bailaba sobre el escenario. Las gotas de sudor se convertían en oro y sus pechos, como melocotoncitos, botaban al ritmo marcado por ella misma. Marcus levantaba su pelvis cada vez que Fayna bajaba su cuerpo y se retorcía en el suelo de gusto. Aquella menuda salvaje sabía follar a lo bestia y mientras lo hacía en aquella incómoda postura las velas se iban consumiendo lentamente, la ceniza del incienso se caía por su propio peso y Marcus eyaculaba con rabia llenando de golpe el preservativo. Fayna se lo quito y lo tiro, abrió su boca a más no poder y engullo la hirviente polla limpiándola. Lista para volver a usar, aún dura, las venas que la rodeaban tan palpitantes como al principio.

Fayna se levanto y directamente, se sentó sobre la cara de Marcus. Coloco su coño a la altura de su boca y él comenzó a lamer. Comía y comía y Fayna se derretía. Marcus con sus dedos la penetraba y con su lengua frotaba fuerte y rápidamente su clítoris. Ella noto que ya llegaba y se levanto mientras continuaba frotándose. Una de las maravillas que habían convertido a una menuda y enclenque bailarina en toda una figura deseada y admirada no eran ya sus bailes o sus contornos, si no la fabulosa manera de correrse que ella tenía. El líquido de su eyaculado salió con una gran presión, nadie en todo el Imperio controlaba tan bien sus músculos… La cara de Marcus acabo completamente empapada por los fluidos de Fayna… Que situación tan empalagosa, tan pegajosa, tan divertida tenía Marcus en la cara, cuando Fayna con su lengua le limpiaba.

 

Marcus descendía de dos importantes familias del Imperio. Los Álvarez de Flavia descendían de los primeros visigodos asentados en la península, ellos habían sido principales para la conquista de Suiza, Venecia y Atenas, económicamente poseían gran cantidad de tierras en el sur de España y todos los territorios conquistados estuvieron bajo su disposición durante una generación. Los Constancio eran por su parte, una notable familia de comerciantes malteses, a principios del siglo XIX cuando la mayor parte de la Familia Imperial fue pasada a cuchillo por distintos cortesanos, su intervención para controlar la parte más oriental del Imperio y su posterior ayuda al jovencísimo Emperador niño Carolo VI, le dieron la importancia que merecían. Marcus, prácticamente vivía de las rentas, era propietario de 400 hectáreas de cultivo en el sur de España, de 280 hectáreas en el virreinato de Brasil, de una pequeña cadena hotelera con presencia en el virreinato de las Provincias Helvéticas, el virreinato de Flandes, el virreinato de Nueva España, las islas Pitiusas y las Afortunadas, él tan sólo se dedicaba a administrarlo y lo hacía desde Madrid con su teléfono móvil y su portátil. En menos de un par de horas era capaz de tener todo su trabajo listo, por lo que el resto del día se lo dedicaba en exclusiva a él. Iba al gimnasio, de compras, quedaba con sus amigos, se relajaba en definitiva y de muy vez en cuando cogía su coche y se perdía por los alrededores de Madrid. La capital del Imperio, para unos tan solemne y aburrida, podía llegar a ser toda una aventura. Con sus 25 millones de habitantes no era la ciudad más poblada del mundo, pero si la más cosmopolita, la más exótica y el lugar perfecto para comprobarlo, no era otro que el Imperial Mercado de Esclavos.

Este peculiar edificio era más grande que el templo de Amón, mucho más majestuoso que el Palacio Imperial y tan solemne como un burdel. Al llegar a su impresionante escalinata, uno no podía dejar de sentirse pequeño y Marcus, como siempre, se maravillo ante la fastuosa columnata de más de 40 metros de altura. Casi todo el mercado era igual a la habitación con la que había copulado con Fayna, alfombras por doquier, las ventanas apenas iluminaban y los inciensos y las venas trataban de cubrir el olor a ser humano. El mercado pues, contenía esclavos de todas partes del mundo, desde excombatientes rusos a miembros de las familias más pomposas del Imperio que por deudas habían acabado en tan bochornosa situación. Los mercaderes, casi todos hombres viejos que echaban demasiado de menos las cacerías de antaño estaban acompañados por sus hijos que eran más hombres de negocios, todos ellos se encontraban junto a su mercancía, pero había algunos que preferían ir a la entrada y directamente encontrar un cliente al que enganchar bien enganchado.

Marcus no tuvo suerte y se topo con su muy viejo amigo Luís. Luís era un hombre de la vieja escuela, pero se había adaptado muy bien a los tiempos, vendía y compraba a través de Internet pero aún así no podía resistirse a los encantos del mercado, era maltés, como parte de la familia de Marcus y él, había jugado con sus hijas, así que por aquellos nimios actos de niñez se sentía en la obligación de escuchar a un viejo liante.

-Marcus ¿cómo tu por aquí?

-Ya ves, tenía un rato libre.

-Muy bien echo. Hacía mucho que no te veía ¿Cuánto? 1 o 2 años. Me he enterado de que vas a casarte, enhorabuena, así se hace. Yo hubiera preferido que te casaras con mi Carmencita pero, no ha podido ser ¿vas a comprar algo?

-Estoy sólo mirando –le respondió mientras Luís le echaba el brazo por la espalda y lo conducía hasta su puesto aunque Marcus más que pensar en comprar un esclavo pensaba en Carmencita. Uff, de niño le encanta, era tan bigarda como un niño, curiosa como ella sola, cuando se caso su hermana Julia la vio en la boda y se había convertido en toda una mujer de armas tomar, no le hubiera extrañado nada en verla en el mercado azotando a unos cuantos esclavos. Mientras andaban Marcus contemplaba como siempre, con curiosidad, como los mercaderes vestían con sus mejores galas y los esclavos, los más afortunados, llevaban un saco.

-Si buscas nuevos trabajadores para tus tierras estos hombres son los mejores –le insinúo Luís mostrándole una fila de hombres corpulentos y jóvenes encadenados a postes.

-No, en todo caso buscaría algo más… placentero.

-Ja, ja. De todas formas, este material también puede ser muy placentero -le bramó Luís mientras hacía que un muchacho se inclinará y apretaba así su duro trasero.

-Algo… de otro estilo, ya me entiendes.

-Oh, sí, por supuesto. Mira hacía allá, cada una de esas boquitas habla algo diferente. Tengo rubias naturales del norte, las crías como a osos... ja, ja, ja. Aquí tienes a las últimas nubias que nos han llegado, son tan bellas o más que la princesa de Asturias. Allí tienes a mujeres libanesas y si las prefieres del Imperio, tengo de todo, domesticadas o salvajes como el fuego. ¿Te gustan las mujeres de ojos penetrantes y buena figura? Que pregunta, a quien no, allí, medio escondidas, tengo a mujeres de la India, sus dioses tienen más de 4 brazos y ellas mismas te parecerá que tienen muchos más. Si te gustan más manejables tengo chicas de China, muchísimas... Y si tienes unos gustos más eclécticos, tengo mujeres que se han convertido en esclavas por decisión propia, para ser verdaderas mujeres ja, ja, ja -Marcus ni miró. Las últimas a las Luís hacía mención eran transexuales, que por falta de liquidez, se convertían en esclavas durante un tiempo definido para poder costearse sus operaciones, eran las menos, pero terriblemente solicitadas. El propio Emperador, en su harén tenía 16 y no eran poca cosa, por que en cuestiones de estado hasta Julia había tenido que claudicar ante ellas.

Realmente no había nada que le llamará la atención y por respeto a Luís seguía allí pero cubierta por un saco, de pronto apareció algo. Una muchacha, tan normal y corriente como cualquier otra que pudiera conocer en una calle de Madrid, nada del otro mundo, pero que le llamo la atención. Vestía un saco, literalmente, un saco áspero y sucio que cubría su pecho y levemente su entrepierna, lleva un botijo lleno de vino y se dedicaba a dar de beber a los esclavos encadenados a los postes. Marcus la observó durante un rato y decidió que si había algo en aquel mercado que mereciera la pena, era ella y debía ser suya, por que a diferencia de otras mujeres, podía comprarla. La contemplaba y le gustaba más y más, llegó a reírse con ella y la buscaba con su mirada. La chica, sería como un muerto daba de beber a los esclavos, pero cada vez que el vino se deslizaba fuera de sus bocas, ella lo chupaba de sus cuerpos grandes y sudorosos, tanto lo hacía que los esclavos apenas bebían nada dejándose mojar por ella. Lo hacía a todos, a nadie le hacía ascos. Uno de los esclavos, se pasó de listo y mientras la chica le limpiaba el vino, él le mordió el cuello y ella se aparto y lo pateó entre los gritos y burlas del resto de los esclavos.

-¡Cabrones! ¡Comportaos o el vino se va a tomar por culo! –chilló la chica.

-Luís ¿Cuánto cuesta?

-¿Cuál?

-La que esta allí –le señalo con el dedo -. La que da de beber.

-Esa no esta en venta. Es muy guapa pero ha dado muchos problemas así que la vamos a poner a parir en cuanto antes, ya la hemos sellado y esta a la espera de que se le asigne un compañero.

-¿No puedes retirar los papeles?

-Ya sabes como va esto. En otros tiempos el papeleo se podría haber mandado al traste pero ahora tienen mucha mano dura con los esclavos, y más que con los mercaderes. Se les considera un tesoro nacional, ya ves.

-Y no podrías… alquilármela.

-¿Alquilártela? Eso puede hacerse.

-Seguro que si, inténtalo.

-Bueno, no sé, mirare a ver.

-Me la llevo ahora y en cuanto la necesites te la traigo.

-No sé, me gustan los negocios claros.

-Y a mi también, pon un precio.

-¿Qué ponga un precio? No sé, ya ha intentado sacarle los ojos a más de uno y si se hiciera daño sería un problema.

-10.000 coronas ¿qué te parece? Yo me encargaré de cuidártela y dejártela lista para que se ponga a parir en cuanto antes.

-Veo que te van bien los negocios, te la mandaré a casa mañana mismo, en cuanto arregle los formalismos.

-Así me gusta viejo.

Marcus se marcho inmediatamente, sin ni siquiera mirar por última vez a su esclava, tampoco conocía su nombre, pero si sabía que se marchaba del mercado con 10.000 coronas menos.

 

Cuando llegaba a casa recibió una llamada de Héctor, lo invitó a reunirse con él en el Afrodisía, un local no muy lejos de su casa. Marcus acepto y cuando llego se encontró a Héctor acompañado por dos chicas orientales, muy blancas, de pelo muy negro, con ojos rasgados, menudas, muy chiquitillas. Héctor le ofreció una copa y aunque Marcus no solía beber la acepto, era un vodka con limón, eso le dijo Héctor pero perfectamente podía haberle dicho que era aguarrás. Aquella copa no le sentó demasiado bien a Héctor, comenzó a sentirse mareado y apenas si se percato de que una de las chicas le había bajado la bragueta y se la estaba chupando. Estaba tan desconcentrado que no sabía que las chicas se intercambiaban a la hora de chupársela, él creía que eran la misma. Las chicas se apartaron un poco y Héctor ni corto ni perezoso agarro la polla de Marcus y comenzó a masturbarlo. Las chicas, mientras tanto, lo besaban y le acariciaban, él simplemente se dejaba hacer. Cuando Héctor creyó conveniente, se arrodillo ante su amigo y se trago su polla, dedicándose en cuerpo y alma a darle placer a su amigo con su lengua. Héctor había deseado tanto este momento que le sabio a poco cuando Marcus sin previo aviso eyaculo fuertemente en la boca de su amigo. Héctor se lo trago todo, vació su copa y tras limpiarse se dispuso a irse.

-Que disfrutes lo que te queda de soltero –le dijo a Marcus mientras le acariciaba el pelo y se marcho del local dejando a Marcus con las orientales.

Las dos chicas enfundaron un preservativo a Marcus y al igual que habían echo con la mamada se turnaron a la hora de ser penetradas. La primera, que tan sólo se distinguía de la segunda por un colgante con forma de estrella, se dio unos pollazos en el clítoris antes de meterse la polla de Marcus por el coño, lo cabalgo durante unos minutos mientras lo cogía por los hombros y después le toco el turno a su amiga casi gemela. La segunda se coloco de espaldas a Marcus y metió su polla por el culo, sus manos estaban en el suelo e inclinándose hacía adelante y atrás se metía aquel duro trozo de carne. El pelo de las chicas se movía en bloque, ni un mechón rebelde, todo a la vez. Cuando una era penetrada, la otra se encargaba de no dejar a Marcus desatendido, o le besaban y tocaban o dejaban que él las manoseara, ellas le iban indicando lo que debía tocar y lo que no. Una de las chicas cogió un cubito de su copa y con él refrescó el sudoroso cuerpo de Marcus, lo paso por su frente y su cara, por sus pezones endurecidos y en uno de esos cambios de chicas, por la punta de su capullo. La chica se metió el cubito en la boca, lo lamió y después lo paso por su coño antes de introducírselo a Marcus en la boca. Él lo mordió y se lo trago.

Un coñito, los pechos, todo lo mordía Marcus y todo se lo mordían. Cuando las chicas le sacaron la última gota de leche a Marcus, se recostaron a su lado y también le sacaron la cartera. Cogieron su dinero y se marcharon dejando a Marcus medio hipnotizado y medio alelado. Cuando el local cerró Marcus consiguió levantarse e irse. Entre el estado en el que se encontraba y lo amante que él era de todo lo voyeur, le había costado marcharse. En el local hombres y mujeres satisfacían los deseos de hombres y mujeres. Frente a él en una mesa, bailaban dos hombres esculturales para el regocijo de un grupito de mujeres. En un pequeño podium tres chicas peleaban mientras un grupo de hombres las jaleaban. Un hombre bastante "maduro" había estado toda la noche paseando con una cadena a un muchacho totalmente desnudo, enseñándoselo a todo el mundo mientras no dejaba parte de su cuerpo sin tocar. Otro hombre, había estado más de una hora hablando y bebiendo con las bragas de una chica en la cabeza y en un rincón bien oscuro había una pareja que azotaba sin contemplación a otra pareja, hombre y mujer. Cerca de los lavabos había un jacuzzi para 20 plazas, muy grande, si no fuera por que nadie se quedaba sentado en él.

Marcus cogió su coche, paro a comer algo en uno de los múltiples bares abiertos 24 horas y a pesar de estar muy cerca de casa no llego hasta casi medio día. Se había perdido a posta e incluso pego alguna cabezada en el coche, en una estación de servicio. De vez en cuando solía hacer cosas así, no por nada especial, si no por simple placer, le gustaba estar sólo, a veces.

Al llegar abrió la puerta y en un rincón de su espacioso salón encontró durmiendo, tirada en el suelo a su nueva y temporal esclava. Sin lugar a dudas el portero la habría dejado entrar, era una temeridad por su parte, pero le habrían enseñado el contrato de compra y ya. La chica dormía o al menos eso le pareció ya que ni siquiera se acerco, decidió seguir su ejemplo y se fue directo a la cama, más tarde tendría tiempo de disfrutar con su esclava.

Mas de Sonya

Sudoración

Mi rato

Me siento mariposa

El hombre demonio

La suave caricia

Introducción Secundaria

Liquido transparente

El piropo

Inconexión

Lo que necesito es...

El fetiche

Todo en la cara

Alcoholizada

El no ego

Momento en la noche

Ya lo sabes

Aquellos que no miraban

Dulce melodia

El suprahombre

Deseo

Despertar

Cuestión de formas

El objeto de mi deseo

Todos los fluidos

El chupito

Sobre dos muletas

Zapatos rojos

Horrible dream

No es Amor, es obsesión

En nombre de la Diosa

Transparente

Cazadores capullos

Un cierto símil

El beso negativo

Mamada a un amigo casi desconocido

Press

Niñas malas

Absolutamente todo

Colegiala

Ocho de la mañana

Publicidad

Vía móvil

Esmalte rosado

La comida del hospital no es la de un restaurante

Mi vida no tiene tonos pastel

Stella: Nada por detrás

Stella: Streptease

I need your love

Mi niño

3 nenas

Dedos y demás

Inventando o no Japón

Simple anhelo de una perra

Producto del insomnio

Soledad

Querído mío, mi primer amor.

Estación de autobuses

Acuérdate

¡No!

El hombre de la mascara de látex

Un chico

Viendo como se lo traga

Cristo

Sexo público

Y salto el contestador

Señora

Madura

Putada de Inditex y Visa

Chica desnuda con sombrero de vaquero y...

Fuego

Mi mejor fetiche

Aix

Una polla sobre mi cara

En los lavabos

Cotilleos: ¿X-tina lesbi tú?

Un frio coño

...Siempre con problemas

Cotilleos: por detrás

Cada vez que llegó al orgasmo...

Le ciel dans une chambre

Breve paraiso

San valentín o un timo comercial y cristiano

Monólogo de una virgen

Tango

Amanecer

Mujer policia

Historia de una mamada rápida

Puto Poder: Tony Blair

Paños mojados

PunX

Sección contactos, me siento ausente

Evita, siempre calentita

Punkorreo

Quiero amar

Caperucita

Me gusta ser zorra

Leyendas Urbanas: Vampiro sexual

Electra

Dolor (2: La leche correra por tu dolorida gar...)

El hada triste

Hadas

En la orilla de la playa

Hazmelo suave

Carta a mis padres

Gallito de pelea

Cosas de adolescentes (2)

Cosas de adolescentes (1)

Escenas

Fuck it!

Leyendas Urbanas: Flor de un día

Hadas del placer

La ventana indiscreta

Exceso

Cruda realidad o un sueño imposible

Leyendas Urbanas: El poder de la venganza

Te perdí

Dolor (1: Los sentimientos del ama)

Clase de escultura. Puertas del Paraiso

Leyendas Urbanas: Desde Rusia con Amor

J.J.

Leyendas Urbanas: Violación

Zorra, zorrae

Puto Poder. Ana Botella

Baño de sangre

Quelqu`un m`a dit

Eres una zorra si...

Emmanuel

Look at me (2)

Look at me (1)

D.A.