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La secta (05)

en No Consentido

La secta V

Un nuevo fin de semana llegó, esta vez puse el ojo sobre una muchachita de 18 años llamada Silvia, una morenita de cuerpo un poco llenito sin llegar a ser gorda, cabello oscuro que le llegaba hasta el comienzo de las caderas, como de 1,60 de estatura, cara muy agraciada con unos ojos muy expresivos, por supuesto que terminando la oración la hice pasar a la oficina y después de platicar un ratito de algunas cosas banales la hice que pasara a la casa, ahí nos sentamos en la sala y entonces platicamos otro poco, la interrogué sobre si tenia novio y cosas de esas, luego la platica se fue desviando hacia el sexo. Para estas alturas ella se puso un poco nerviosa pero se supo contener: Yo me puse de pie y saque de uno de los cajones una película que puse en el reproductor de DVD, apreté el botón de reproducción y las escenas comenzaron, Silvia puso su atención en las fuertes escenas pornográficas que estaban pasando en la pantalla se veía a una pareja haciendo el amor con escenas sumamente explicitas del acto; al instante la chica se puso caliente, su respiración se agitó y sus manos se paseaban por su falda acariciando sus piernas.

Yo me acerqué un poco más a la niña y entonces retiré sus manos de sus piernas y las sustituí por las mías, comencé a acariciarla despacio, sintiendo la dureza de ese par de hermosas piernitas, poco a poco fui levantando su falda hasta que el hermoso par de piernas quedo al descubierto, pude apreciar lo moreno y suave de su piel, ahora acaricié directamente, ella abrió un poco las piernas permitiéndome acariciarla más a gusto; mi mano acarició la parte interna de su muslo y fui subiendo hasta llegar a su entrepierna, palpe el gran calor que manaba de su vulva, la acaricié por encima de las bragas, la niña respiraba agitadamente y continuaba viendo la película. Acerque mi cara a la suya y tome sus mejillas con mis manos, entonces la acerque a mi y comencé a besarla. Mi lengua se comenzó a enredar en la de la pequeña, ella respondió inmediatamente y como me contó que ya había tenido novios no me extraño mucho; la incline un poco hacia mí para dejar libres sus nalgas y entonces mis manos pasaron a acariciar las redondeces de su trasero, firmes, carnositas y suaves a la vez.

Me separe un poco de ella para poder sacar su vestido, quedo solo en bragas y brasier, se veía realmente apetecible, mis manos acariciaron sus pequeños senos por encima de la tela, eran firmes y pude sentir que sus pezones ya estaban duritos, luego comencé a besarla por el cuello y fui bajando, besé la parte superior de sus senos pero no le quité el sostén, luego baje por su vientre hasta llegar a sus bragas, olfatee su entrepierna y pude comprobar que su aroma era delicioso, bese entonces sus muslos y a la vez fui bajándole las bragas, una tenue matita de vellos quedo al descubierto y bajo de ella sus morenos labios vaginales que ya resumaban un poco su néctar. La jalé un poco dejándola casi acostada sobre el sofá y le abrí las piernas, una estupenda vista de su vagina quedó frente a mí, puse mis manos en sus rodillas y lentamente las fui subiendo por sus muslos hasta que llegué a su panocha, comencé a acariciarle los labios exteriores delicadamente y ella soltó un leve gemido de satisfacción.

-¿Te gusta cómo te acarició?- pregunté.

-Si, me gusta mucho.-

Entonces continué masajeando su panochita, su clítoris se puso duro a los pocos segundos, le abrí un poco más las piernitas entonces y me agache, saqué mi lengua y comencé a mamarle su conchita, mi lengua se paseó por sus labios mayores de abajo hacia arriba y a la inversa, varias veces, luego los labios internos y poco después su clítoris. Al tocar el pequeño botoncito con la lengua ella comenzó a rotar las caderas instintivamente.

-¡Haa, que rico se siente! Más, más...- se expresó ella.

Este aliciente hizo que mi lengua trabajara más a fondo en la joven vagina que estaba mamando, con mis dedos abrí los labios de la pepa e introduje la lengua en el orificio lo más adentro posible, la comencé a mover circularmente y a los pocos segundos un fuerte orgasmo comenzó a invadir el cuerpo de mi joven acompañante.

-Rico, más, ho... si, si... que delicia... mmm... rico...-

Me tragué todos los fluidos que escapaban de la panocha, mi boca se pegó fuertemente a los labios vaginales de la niña quién gemía y suspiraba abiertamente a la vez que su cuerpo se convulsionaba por el fuerte orgasmo. Después de que se vino la deje descansar por algunos segundos y luego le quité su sujetador, sus pequeñas tetas eran hermosas, firmes, calientitas, con unos puntiagudos pezones de color café oscuro, me agache para mamarle cada una de las tetas, abarcando con mi boca lo más que podía de estas y luego dedicando algunos minutos a cada uno de los pezones. Me puse de pie y me desnude, mi verga apuntaba imponente a la pequeña chiquilla, la estire mi mano y ella levantó la suya para sujetarme, la hice sentarse correctamente en el sofá y me acerque a ella.

-Abre tu boquita... quiero que me la chupes...-

La niña abrió su boca y yo empujé la verga en su interior, le indique como debería de hacerlo y ella fue obedeciendo mis instrucciones, su lengua comenzó a acariciar el tronco de mi pito a la vez que se tragaba la macana, luego le daba lamidas a la cabeza y la mamaba con sus labios, de vez en vez se la sacaba para lengüetear todo el tronco y las bolas a la vez que con su manita la masturbaba, dejé que se entretuviera con mi palo por espacio de unos diez minutos y luego la recosté sobre el sofá, dejando su cabeza en la codera del mismo; me acomode entre sus piernas y apunte la punta de mi garrote a la entrada vaginal de la niña, le dije que no perdiera de vista lo que haríamos aunque no hacia falta ya que sus ojos no perdían detalle de lo que yo le hacía. Introduje la punta de mi nabo un poco y pude sentir su calor a la vez que sentía como me apretaba con fuerza. Me apoyé con las dos manos en la codera donde ella estaba recostada, quedando suspendido sobre su cuerpo, nuestras miradas estaban atentas en nuestros sexos, comencé a menear mis caderas metiendo y sacando la verga de sus apretados labios vaginales por largos minutos, tratando de meter en cada embate más y más, poco a poco su vagina se fue relajando y permitió que se insertara en ella casi una cuarta parte del tronco hasta ese punto fue que pude sentir el himen pero por el momento no iba a intentar reventarlo, continué moviéndome en la misma forma hasta que logré hacerla venir en un segundo orgasmo. Nuevamente la dejé descansar por algunos segundos pero sin sacarle la verga.

-Que rico, pastor... es muy rico lo que me hace...-

-Así es pequeña y quiero que de ahora en adelante cada que yo te llamé vengas.-

-¡oh... si es para esto... claro... no me lo perdería!-

-¿Te gustaría practicarlo más seguido?-

-¡Si, claro...!-

-¿Te gustaría que tu papá te lo hiciera?-

-Mmm... no sé... creó que tal vez...-

-Esta bien... déjalo en mis manos.-

Terminamos de platicar y entonces yo baje mi mirada de nuevo hasta su vagina, ella al verme comprendió e hizo lo mismo, saque un poco la verga y entonces di un fuerte empujón traspasando la delicada tela de su virginidad. Silvia pego un fuerte grito de dolor y trató de zafarse, pero yo la tenía acorralada y como estaba encima de ella eso fue imposible, empuje más y más hasta clavarle la verga completa y sin detenerme comencé a bombearla, lentamente, con delicadeza. Ella estaba llorando y de su panocha escapó un hilillo de sangre que bajo por sus nalguitas. Poco a poco el dolor fue cediendo y dando paso al placer, los gemidos de ella fueron en aumentó y hasta convertirse en gritos de satisfacción, mi verga ya entraba con facilidad hasta lo más profundo de su vagina, se veía claramente como los labios vaginales se aferraban a mi garrote y me proporcionaban increíbles sensaciones de satisfacción y placer. No iba yo a poder aguantar el ritmo ya que ella me apretaba el tronco formidablemente, esperé lo más que pude mas no fue necesario esperar mucho ya que ella comenzó a venirse y yo junto con ella en un orgasmo simultaneo que nos arranco alaridos de placer. Mi verga comenzó a escupir gruesos chisguetes de leche caliente a su vagina que al mismo tiempo que ella me regaba con sus fluidos, de su vagina escapó gran cantidad de jugos que bajo por sus nalgas hasta empapar el sofá, yo me deje caer sobre ella y comenzamos a besarnos ardientemente y no paré de moverme en su concha hasta que sentimos que no podíamos más y estallamos en fuertes carcajadas. Así nos quedamos abrazados sobre el sofá y dormimos cerca de media hora.

 

CONTINUA

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