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Fiesta familiar (28)

en Amor filial

Fiesta familiar XXVIII

Varios días transcurrieron desde la iniciación de Carmina que según me contó Ramiro ahora cogía con él cada vez que se podía, Ramiro y yo por supuesto que seguíamos viéndonos de vez en cuando para continuar cogiendo entre nosotros.

Vanesa por fin llegaría de su largo viaje al viejo continente, llegarían este día como a las once de la noche aproximadamente así que preparamos todo para ir a recibir a las chiquillas, los padres de Carolina se encontraban de viaje así que solo nosotros iríamos a recibirlas al aeropuerto. Llegaron justo a las once de la noche y en lo que bajaban del avión nos dieron las doce, cuando por fin la vimos no lo podíamos creer, mi hija se veía hermosa, un poco más delgada pero como siempre sumamente hermosa, no pude evitar besarla en la boca cuando estuvo frente a mi, ella respondió a mi beso con muchas ansias también, su lengua se perdió profundamente dentro de mi boca, con el rabillo del ojo pude observar que Carolina nos estaba observando, los saludos continuaron y luego de varios minutos salimos de aeropuerto con rumbo a nuestra casa.

El viaje había sido largo y las chicas venía muy cansada, apenas se sentaron en el carro se quedaron dormidas, llegando a casa tuvimos que despertarlas para que pudieran subir a la habitación, medio despiertas alcanzaron a llegar a la cama y luego de desnudarse por completo ambas se acostaron e inmediatamente se quedaron dormidas.

El medio día las sorprendió en la cama, le subimos el almuerzo hasta la habitación y allí comieron, luego se dieron una ducha y después de vestirse y arreglarse bajaron a la sala en donde ya las estábamos esperando Patricia y yo, comenzamos a ver las fotos, los recuerdos, los videos y luego nos comenzaron a platicar sus experiencias. Todos estábamos sentados en la sala mientras comíamos algo de botana, reíamos y disfrutábamos de los momentos de felicidad de nuestra hija y su amiguita.

Por fin llegó la tarde, en un momento en que me quede a solas con Vanesa comenzamos a besarnos y acariciarnos, mis manos recorrieron su fabuloso cuerpo, me agasaje con sus nalguitas, acariciándola detenidamente, le pregunte a Vanesa que como les había ido con los galanes y ella se sonrojo un poco, le reproche en tono de broma que me iba a poner celoso y después reí, ella me volvió a besar ardientemente y al escuchar que alguien se acercaba nos separamos. Era Carolina que estaba buscando a Vanesa, ambas subieron a su habitación para descansar otro ratito más.

Salieron como a las ocho de la noche de su habitación y bajaron junto a la sala en donde Patricia y yo estábamos viendo un noticiario, les preguntamos si deseaban cenar algo en especial y ellas nos dijeron que se les antojaba una pizza, le sugerí entonces ir al centro de la ciudad y cenar en una pizzería muy agradable que había allí, salimos entonces y cenamos alegremente, luego de esto fuimos con las chicas a un bar en el cual se puede bailar con música tranquila y charlar alegremente, nos instalamos en una mesa que se encontraba en un rincón para a sí poder estar apartados de los demás, pedimos unas bebidas y comenzamos platicando sobre el viajes de las chicas, ellas nos comentaban con entusiasmos todas las aventuras y anécdotas que tenían, por supuesto que no nos contaron nada fuera de lo normal, paseos, retrasos en las estaciones de tren, los paisajes, la gente y cosas por el estilo. Como yo era el único hombre me toco bailar con las tres bellas mujeres de las que estaba acompañado.

Primero fue el turno de Carolina que se veía sumamente hermosa, por supuesto que la música en el establecimiento era de corte romántico así que podía bailar pegadito a las mujeres sin más sospecha, sujete de la cintura con mucha delicadeza a Carolina y la acerque hacia a mí procurando pegarme mucho a ella y claro que iba a notar la creciente erección que se estaba formando en mi entrepierna, su cuerpo, joven y firme además del olor de su perfume me estaban excitando. Luego toco el turno a mi hija Vanesa, comenzamos inmediatamente pegaditos y hablándonos al oído.

-No sabes cuanto deseaba que estuvieras de regreso hijita... extraño mucho tu forma de hacer el amor.- Le comenté a mi pequeña mientras pegaba mi cuerpo al de ella.

-Yo también papi... los chicos de allá no son muy buenos para eso... ya te contaré...- Me dijo Vanesa depositando un tierno beso en mi cachete. -puedo sentir que ya te hace falta estar con migo... ¿o con mi amiga?- Me dijo Vanesa picaramente.

-Con tigo mi amor... aunque no niego que tu amiga me gusta.- Le contesté con una sonrisa en los labios.

-Bien papi, eso lo podemos arreglar... déjalo de mi parte.- me dijo Vanesa guiñándome un ojo y abrazándome más fuerte mientras continuábamos bailando.

Después de bailar por largo rato con todas las mujeres que me acompañaban terminamos la velada y decidimos volver a la casa.

Llegando a casa lo primero que hicimos fue darnos un baño para así poder dormir más a gusto, Carolina y Vanesa se fueron a su habitación y Patricia y yo a la nuestra, estábamos listos para dormir cuando entró en nuestro cuarto Vanesa.

-¡Por fin se durmió Carolina... creí que no íbamos a poder hacer nada.- dijo esto metiendose a la cama entre Patricia y yo.

Inmediatamente comprendimos lo que nuestra hija trataba de decir, yo me incorpore un poco y entonces tome la cara de mi hija para depositar en sus labios un ardiente beso, nuestras lenguas se comenzaron a enredar y nuestros labios se restregaban unos contra otros, Patricia comenzó a acariciar el cuerpo de su hija poniendo especial atención a las nalgas de Vanesa. Las manos de mi hija se enredaron en mi cuello, después de unos minutos me logre separar de ella para desnudarla completamente, no hubo mayor problema ya que bajo su camisón no traía nada puesto; la dejamos acostada a mitad de la cama acostada boca arriba y completamente desnuda, su delgado cuerpo se observaba demasiado excitante, entre Patricia y yo comenzamos a besarla por todas partes, mi esposa empezó por la cara, depositando en sus labios un delicioso y caliente beso, yo empecé por el lado contrario, en sus pies, empecé a besar sus deditos y las plantas de los pies, uno y otro, con mi lengua, con mis labios, con caricias de mis manos.

Patricia bajó un poco para dedicar entonces más atención a los senos de su hijita, su lengua comenzó haciendo grandes círculos a las orillas de las dos tetas y poco a poco estos círculos se iban haciendo más pequeños, subiendo a cada momento por las prominentes y firmes tetas hasta que por fin llegó al pezón puntiagudo y excitado que mamó con gran satisfacción haciendo que de los labios de Vanesa escapara un fuete gemido de placer; la lengua de mi mujer se enredaba en los pezones de su hija y sus labios mamaban y chupaban los mismos, provocando deliciosas visiones para mí que lentamente iba subiendo por las piernas de mi hija, chupe cada milímetro de la tersa piel de sus piernitas, todo y continuaba mi camino lentamente al mismo tiempo que mi esposa.

Los pocos vellos vaginales de mi hija se dibujaban estupendamente sobre su mente de Venus y hasta ese punto llegamos al mismo tiempo Patricia y yo, los dos nos detuvimos unos instantes al llegar a esa zona y comenzamos a besarnos entre los dos, ahora lo que seguía era acomodarnos los dos entre las piernas de Vanesa quién inmediatamente entendió y las abrió ampliamente, dejándonos suficiente espacio, quedamos muy pegados y recostados boca a bajo los dos entre las piernas de nuestra hija y Patricia comenzó a darle un suave masaje con su mano en la vulva, paseaba sus dedos delicadamente por los hinchados labios vaginales hasta el monte de Venus, subía y bajaba hasta el ano, poco a poco un dedo de iba internando entre los labios vaginales, dejando ver la humedad que ya había en el interior de nuestra niña; por mi parte una de mis manos acariciaba las nalgas de mi mujer y otra las tetas y el estomago de mi hijita.

Los labios de mi mujer se acercaron lentamente a la panocha de su hija y se depositaron en los labios vaginales de ella, la lengua salió para lamer con delicadeza cada uno de los pliegues de la pequeña Vanesa, luego su boca se pegó literalmente a la panocha de Vanesa y comenzó a mamar con gran excitación, introduciendo su lengua profundamente dentro del agujerito de la niña, yo también quería participar pero no había espacio para mi, al ver que mi hija estaba gozando tanto con las mamadas que su mamá le daba yo no quise interrumpir y me separé de mi lugar, me puse entre las nalgas de mi mujer y le comencé a besas las nalgas, primero mamé, chupe, mordí y lamí cada uno de los cachetes para luego dedicarme por completo a mamar y lamer su ano, los tres en una deliciosa y excitante cadenita. Al poco rato Vanesa logro tener un fuerte orgasmo que nos anunció entre gemidos y jadeos de satisfacción.

Hasta ese momento nos detuvimos unos instantes y Patricia me pidió entonces que penetrara a su hija, me acomode entre las piernitas de la pequeña y mi mujer con su mano acomodo la cabeza de mi pito entre los labios vaginales de mi hija, con un leve movimiento de mis caderas las verga fue penetrando en la apretada conchita, haciéndome sentir extraordinarias sensaciones de placer, su cálida vagina se amoldaba a mi pene de una deliciosa manera y apretaba con fuerza, metí más y más mi garrote hasta que por fin logre llegar al fondo de la vagina de mi hija, inicié con un leve bombeo, lento y pausado tratando de sentir cada uno de los pliegues interiores de mi niña; a los pocos minutos aumenté más el movimiento de mis caderas mientras que Patricia se colocó a horcajadas sobre la cara de Vanesa quién comenzó a mamarle la concha a su madre, su lengua salió rápidamente para apoderarse del agujero vaginal de su madre, sus labios comenzaron a chupar cada uno de los gruesos labios vaginales, sus manos se apoderaron de las nalgas de su mamá y uno de sus dedos se introdujo profundamente en el ano de ella.

Por supuesto que esta visión me excitó de sobre manera y pude sentir como se empezaba a formar mi venida dentro de mis huevos, me detuve entonces para tratar de desestimular mi eyaculación ya que todavía quería que esto durará un poco más. Me salí de mi niña y me puse entonces a chupárle su rajadita en especial su lindo clítoris, lo mamé delicadamente mientras que con mis dedos lo sacaba de su capucha en la cual se ocultaba, Vanesa no tardo entonces en llegar a otro orgasmo más, sus gemidos se escuchaban cortados ya que no dejó de mamar la concha de su madre. Patricia por su parte a los pocos segundos también se comenzó a venir en los labios de su hija quién se tragó todos los jugos que mamá depositó en su boca.

Después de la venida de ambas mujeres yo me acomode de nuevo entre las piernas de mi hija y reinicie la penetración en su nidito, esta vez ya estaba más tranquilo y la estuve bombeando largo rato hasta que de nueva cuenta Vanesa logro llegar, mi mujer se iba a retirar de la cara de su hija pero esta la detuvo diciéndole que le encantaba probar sus jugos y quería más. Mientras que yo me cogía a mi hija y Patricia era mamada por ella entre mi esposa y yo nos besábamos ardientemente, mis manos se apoderaron de sus tetas y las masejeába con ternura, el triangulo era perfecto.

Los jugos escurrían de la vagina de Vanesa y mojaban sus nalguitas, yo seguía bombeando con energía sintiendo que poco a poco me iba acercando al fin, pronto sentí como los pliegues de mi hija se contraían en señal inequívoca que se estaba acercando a su orgasmo, esta sensación aceleró también el mío, no iba a poder más, mi hija entonces estalló y junto con ella yo, mis mocos salieron fuertemente disparados en lo más profundo del útero de mi niña, a la vez y viendo nuestro orgasmo Patricia también explotó de nueva cuenta, los tres gemíamos y suspirábamos mientras los últimos movimientos de nuestros cuerpos se iban haciendo más debiles pero más profundos, tratando de meterme en lo más hondo de Vanesa sintiendo como las gotas de semen eran expulsadas, tratando de que esta sensación se prolongara por más tiempo hasta que casi fue insoportable el cúmulo de sensaciones. Los tres quedamos agotadísimos y recostados en la misma cama, Vanesa después de unos minutos se puso de pie y se fue para su cama en lo que Patricia y yo nos dormíamos profundamente.

 

CONTINUA

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