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Fiesta familiar (04)

en Amor filial

Fiesta familiar IV

Estaba amaneciendo y yo me quede pensando en todo lo que había ocurrido la noche anterior con Vanesa las cosas se habían salido de control y al parecer ambos lo habíamos disfrutado, todo esto me tenía sumamente confuso y no sabía como reaccionar ante mi pequeña hija y ante mi esposa ya que ahora ambas se habían convertido casi en rivales.

Me levante y vi a Patricia mi mujer profundamente dormida, quien sabe a que horas habrá llegado a la casa después de la juerga con sus amigas. Mis pasos se dirigieron a la ducha y ya ahí me quite la pereza con un buen regaderazo, al terminar de ducharme salí de mi habitación y baje hasta la cocina para preparar algo de desayunar, estaba en la preparación de unos ricos huevos estrellados cuando mi hija se poso frente a mi y me dio un ligero beso en los labios, yo me eche un poco para a tras para apreciarla mejor, lucía fantástica, su cabellera suelta caía a los costados de su linda carita, sus senos se marcaban perfectamente bajo la playera que traía puesta, de color blanco, una pequeña minifalda de color azul marino remataba el esplendoroso panorama bajo el cual sus blancas piernitas desnudas se apreciaban de una manera muy sensual.

La acerque más a mi y entonces le devolví el beso que ella me había dado pero esta vez fue mucho más cachondamente, empezamos a juntar nuestros labios lamiendo nuestras lenguas dentro del interior de su boca, mis manos se posaron sobre sus nalgas y las empecé a masajear en forma circular en tanto les daba pequeños apretones. Ella se abrazo de mi cuello y pego su cuerpo al mío haciéndome sentir sus puntiagudos senos apretándose contra mi pecho, nuestras lenguas seguían batallando sin dejar un segundo de moverse.

Cuando nos separamos yo continué preparando el desayuno y ella se puso a preparar un licuado, a los pocos minutos y ya casi cuando terminábamos la preparación del desayuno fue cuando Patricia bajó, los tres nos sentamos a degustar los alimentos preparados y entre platica y platica transcurrió todo como normalmente sucedería. Solo que esta vez alguna que otra mirada de complicidad se daba entre Vanesa y yo. Luego del desayuno Patricia subió para bañarse y arreglarse en lo que mi hija y yo lavamos los platos y recogimos la mesa.

Esa tarde iríamos a dar un pequeño paseo por un pequeño bosque que se encuentra cerca de nuestro vecindario, mientras que mi esposa corría por ahí Vanesa y yo tomamos nuestras bicicletas y nos adelantamos en la pista, luego tomamos un pequeño sendero y nos perdimos en la espesura de la hierva que se hacia más densa en la parte alta de un pequeño montecito, llegamos hasta ahí y bajamos de nuestras bicicletas, casi instantáneamente nos fundimos en un caliente beso que erizo nuestra piel y nos hizo estremecer de pies a cabeza, mi mano busco la dureza de sus senos y pronto la calidez de su piel fue palpada por mi palma y mis dedos los cuales recorrieron milímetro a milímetro la delicada piel de mi nena.

Inmediatamente su pezón se puso erecto al sentir las caricias que le proporcionaba, baje la cabeza para chúparselo mientras que pasaba mis manos a sus bien formaditas nalgas, ella empezó a soltar ligeros gemidos en señal de que le estaba gustando la sesion de caricias que su padre le proporcionaba, después de un rato su blusa cayo al piso y sus bellos y bien paraditos senos quedaron libres y a merced de mis labios y manos, Vanesa me tomaba por la cabeza para impedir que separara mi cara de su pecho, mi lengua recorría cada una de las tibias masas de carne y se detenía especialmente a chupar cada uno de los delicados y sensibles pezones.

Las manos de Vanesa tampoco se detenían e inmediatamente buscaron el cierre de mi pantalón para bajarlo y sacar mi dura barra de carne caliente, las pequeñas manitas de mi niñas masajeaban deliciosamente mi herramienta de arriba para abajo, yo fui el que se desabrocho el pantalón y termine por dejarlo caer al suelo, luego separe mi boca de los senos de mi niña y la tome por la cabeza dirigiéndola hasta donde estaba la cabeza hinchada de mi verga, ella me miro desde abajo y lentamente fue abriendo su boquita, la punta de mi garrote se le fue incrustando lentamente hasta que casi la mitad del tronco fue devorado, luego con las caderas inicie un lento movimiento de mete-saca cogiéndome a mi hija por la boca, las sensaciones se agolparon en mis sienes y sentí que pronto me iba a correr por la forma en que todo esto se estaba sucediendo. Entonces y para que no hubiera sorpresas le avise a mi hija que pronto me iba a venir y que me gustaría que ella se tragara mi semen. Ella no dijo nada, solo continuó chupándome el garrote sin detenerse y acelerando un poco más sus movimientos.

Fueron como dos minutos más los que su boca continuó tragándose mi verga y de pronto gruesas y espesas gotas de mocos fueron directamente a depositarse dentro de su garganta, los disparos tomaron un poco por sorpresa a mi hija quién trato en un principio de separarse de mi pito pero luego desistió y siguió tratando de tomarse lo más que pudiese de mi semen. Algunas gotas de leche le escurrían por la barbilla y caían pesadamente a la maleza. La venida fue sensacional parecía no tener fin, gotas y gotas de semen se tubo que tragar mi pequeña hijita pero el trabajo fue de lo más fino y sabroso que alguien me haya echo antes.

Vanesa se puso de pie y yo la vi a la cara, su lengua salía para saborear los restos de semen que le caían por la barbilla, acerque mi cara a la suya y nuevamente me fundi junto con ella en un beso que nos hizo caer a la hierva, su saliva mezclada con mis jugos era un delicioso néctar que le devolvió las fuerzas a mi agotada macana.

Como la maleza picaba un poco pusimos nuestras prendas a modo de cama y luego acose a mi pequeña niña sobre ellas, baje hasta donde su minifalda dejaba ver y la levante, traía debajo unas licras que cubrían su ansiada vulva, acaricie por encima de la tela su monte de Venus y la separación de los labios vaginales, mi hija se estremeció y dejo escapar un pequeño gemido de satisfacción, mis manos recorrieron toda la rajadita de mi niña y luego tomaron la licra por los costados y la fueron bajando hasta que está salió por los pies, la blanca piel de su vagina quedo al desnudo y entonces pude abrir con mis dedos los labios rozados de su vagina, mi lengua se perdió rápidamente dentro de ellos buscando su cueva en la cual chupe delicadamente los pliegues interiores y sus labios gruesos, las manos de Vanesa fueron a posarse directamente sobre sus erectos pezones a los cuales ella misma masajeo para darse más placer. Mi lengua se perdía dentro de la rozada panochita de mi hija, su tunel de amor se contraía apretando mi lengua delicadamente, uno de mis dedos se baño en los jugos que escapaban de la rajadita de mi hija y muy lentamente se lo fui incrustando en el ano, ella no se quejo y entonces después de un rato toado mi dedo entraba y salia de su culito el cual lo apretaba fuertemente como si de un guante de hule se tratase, con mis labios y mi lengua entretanto hacía próesas en su panocha, chupaba, succionaba y lamía cada una de las paredes y los labios vaginales a demás de darle pequeños lengüeteos sobre su clítoris que estaba completamente fuera de su capucha y duro como una piedra y no fue mucho tiempo el que paso para que un fuerte orgasmo la hiciera su presa. Me separe de mi hija y pude apreciar como estaba de húmeda su vagina, con los labios rojizos por la mamada que le acababa de dar, los labios un poco separados, su ano se alcanzaba a ver un poco dilatado ya que mi dedo acababa de salir de este, los líquidos mezclados con mi saliva se escurrían por toda esta parte desde la parte baja de su vagina hasta alcanzar el ano y perderse entre el canal de su culo, su panochita se apreciaba muy bien gracias a que aun no le crecía tanto el bello, solo una tenue capa de pelucilla y a la luz del día.

Los dos nos quedamos tirados en la hierva, viendo el cielo, tomados de la mano, profesándonos nuestro amor en silencio; luego de unos minutos nos pusimos de pie, nos dimos otro profundo y prolongado beso y nos pusimos nuestras ropas, nos quedamos mirando, su juventud, su belleza, sus formas, toda ella era un delicioso manjar que cualquier viejo como yo estaría dispuesto a comerse.

Quien sabe que pensaría ella pero por la forma en que me observaba parecía estar completamente perdida por su propio padre, en sus ojos se expresaba un amor que solo se puede ver entre dos novios, no el de una hija a su padre, esto era diferente.

Subimos a nuestras bicicletas y salimos en busca de su madre a la cual encontramos pocos minutos después, luego los tres nos dirigimos a casa.

 

 

CONTINUA

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