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Reprobar historia

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Reprobar historia

Las cosas no me estaban yendo bien en la clase de historia y no es que fuera malo en eso, solamente que a últimas fechas me encontraba un poco distraído en esta clase por que a mi lado se sienta Ana, una chica que está demasiado bien, su cabello oscuro y ondulado siempre perfumado con ese aromático shampoo de hiervas, su piel fina y su sonrisa franca y abierta, por supuesto todo esto sin contar que su cuerpo es simplemente hermoso.

Pues bien esa niña era la causa de mi distracción, el maestro para colmo de males parece que la traía con migo pues en cada clase se obstinaba en preguntarme lo que obviamente nunca comprendía pues me encontraba platicando con Ana. Por fin llegó el día de exámenes y vaya mala nota, apenas un cuatro, afortunadamente no era el examen final y podía recuperarme si ponía un poco de más atención a las clases.

Ni que platicarles que tales planes nunca se cumplieron y por fin llegó el día del examen final el cual reprobé rotundamente y sin ningún pretexto. Nunca antes había yo reprobado y esto estaría muy mal visto en casa, mis amigos se dieron cuenta de mi preocupación y varios me aseguraron que este profesor era fácil de extorsionar y que mi nota podría aumentar algunos puntos si "platicaba" con el.

Esa misma tarde lo alcancé en estacionamiento y muy nervioso le propuse algún tipio de trato para modificar mi calificación. Obviamente al principio me habló de la ética y quien sabe que más rollos pero al final me dijo que tal vez si había modo de modificar la calificación del examen. Rápidamente le pregunté cual era, el solo me pidió mi número telefónico y se despidió prometiendo que me llamaría.

Toda la tarde estuve pendiente del teléfono temeroso de que solo hubiese sido una treta para poner sobre aviso a mis padres o algo así, como a las cinco de la tarde sonó el aparato y contesté inmediatamente, era él; me citó en una estación del subterráneo que no quedaba lejos.

Se encuentra Juan.

Sí, soy yo profesor.

Bien muchacho, te espero en la estación de San Luis… dentro de 30 minutos… ¿Está bien?

¿Pero que le voy a decir a mi madre si me ve salir?

Ese es tu problema chico, no el mío, te espero… si te retrasas cinco minutos te olvidas del asunto.

¡Está bien, está bien!... estaré allí.

Enseguida tuve que inventar cualquier pretexto para salir y como no cabía que tiempo me retendría el profesor le dije a mamá que iba a casa de un amigo que vive en la misma cuadra y con el que a veces permanezco hasta tarde.

Rápidamente corrí hasta la estación del subterráneo y abordé el tren que me llevaría a la estación de la cita, eran ya las cinco y cuarto. Llegué a la estación de San Luis a las cinco con veinte minutos y busqué a mi profesor en vano, no estaba. Pensé que llegaría un poco más tarde así que esperé sentado en una de las bancas. Las cinco y media en punto y nada, la cinco y cuarenta, nada.

Definitivamente me había tomado el pelo, no, no vendría. Furioso me levante y bajé las escaleras para abordar el tren que me conduciría de regreso a casa, subí rabiando y volví a echar una mirada a las bancas del otro pasillo, nada, no había acudido a la cita. Justo iba a descender del tren cuando alguien me sujetó por el hombro.

¡Espera!... este tren nos lleva a donde vamos.

¡Profesor! – dije sorprendido al verlo.

¿Creíste que te había engañado?

A decir verdad, sí.

No temas esa calificación va a cambiar, solo necesitas un poco de trabajo.

Sí…

En realidad no comprendí muy bien las palabras del profesor pero contesté por inercia, comenzamos entonces a platicar de cualquier cosa y cinco o seis estaciones después de en la que me iba a bajar el profesor me indicó que llegábamos.

Salimos a la calle, aparentemente era un barrio tranquilo y caminamos un par de cuadras, pensé que íbamos a su casa, pero no, me sorprendió cuando entramos en un local y el profesor pagó a la empleada de mostrador dos boletos. Enseguida entramos y ahora más preocupado esperé a que se nos condujera a una de las tantas puertas que se alineaban en un amplio y largo pasillo, si efectivamente eran unos baños públicos.

Tras cerrar la puerta detrás de mí quede petrificado y el profesor se acerco hasta mi palpando sin más mi entrepierna. La sorpresa fue tal que no alcance a reaccionar de ningún modo permanecí ahí parado unos minutos mientras que el profesor me manoseaba las bolas por encima del pantalón.

Espere, espere… ¿Qué es esto?

Es la forma en como te ganaras la calificación amiguito… ¿Qué pensabas?

No, así no… me voy.

Eso no te lo puedo permitir, ya llegamos hasta aquí y no hay marcha atrás.

¿Qué va a hacer para impedirlo?... ¿Va a decirles a mis padres?... ¿O me va a delatar ante el director del colegio?

No es necesario que lo haga, pero si se da el caso eso no me preocupa… Tu calificación cambia o no cambia, decídelo ahora… solo piensa que nada más va a ser media hora en lugar de todo el verano estudiando y además, ya estas aquí, ¿No?

Ya no contesté nada, quedé cayado y a disposición de mi profesor, su mano continuó masajeándome la entrepierna y al poco buscó desabrochar mi cinturón, luego el pantalón cayó al suelo. Mis calzones no tardaron en seguir el mismo camino, mi verga estaba delante del profesor; con su mano comenzó a masajear directamente mi garrote que para mi sorpresa y a pesar de mi voluntad fue poniéndose duro. La boca del profesor se abrió para alojar mi barra, la mamada hizo que se me pusiera aún más dura la tranca y la respiración se me comenzó a hacer más dificultosa. Las manos del profesor se sujetaron de mis nalgas empujando de vez en cuando contra su boca y así tragarse toda la reata, catorce centímetros de verga estaban dentro de la cálida boca del profesor de historia. Nunca antes me la habían mamado de esa forma y no puedo decir que no me estaba gustando.

El profesor poniéndose de pie me besó en la boca metiéndome su lengua y al principio solo lo deje hacer, su mano se movía ahora sobre mi garrote duro. Sin darme cuenta a los pocos minutos mi lengua se batía contra la del profesor en una frenética lucha. Separándose de mí cuerpo el profesor me terminó de desnudar y luego el hizo lo mismo, luego se dirigió al rincón y abrió el vapor que poco a poco invadió la habitación.

Yo continuaba de pie y nuevamente el se acercó hasta mi, esta vez sentí como su verga chocaba contra la mía, ambas completamente dura, me volvió a besar y le respondí, con sus manos tomó las mías para ponerlas alrededor de su cintura y el me abrazó por el cuello. El beso se prolongó muchos minutos y nuevamente cuando me di cuenta ya mis manos se paseaban por sus duras nalgas. Nuestras vergas también se restregaban una con otra en un juego prohibido y excitante.

Después de varios minutos de permanecer besándonos y acariciándonos el profesor se pasó a mi espalda y me comenzó a besar la nuca mientras su barra se restregaba en mi trasero, la sensación no me desagradó en realidad y paré un poco mi culito para sentirla mejor. Guiándome el profesor me hizo apoyarme con las dos manos sobre una de las paredes mientras me empinaba un poco, luego sacó de una de las bolsas de su chamarra un frasco de lubricante, lo untó en mi ano pero solo después de mamármelo deliciosamente, sabía lo que continuaba pero no me iba a detener ahora, sacó una caja de condones también de su chamarra y se puso uno y se embarró con el lubricante se acomodó detrás y me empujó su daga al interior, un fuerte dolor me partió el culo pero esto no impidió que el profesor continuara con su empuje, algunos minutos después ya me encontraba completamente penetrado por la daga del maestro de historia. Diecisiete centímetros de gruesa verga comenzaron a entrar y salir a un ritmo regular de mi arrugado y ahora abierto ano. Las caderas del profesor se movían al ritmo que una de sus manos se movía sobre mi propia verga, me masturbaba deliciosamente y en pocos minutos eyaculaba fuertemente salpicando la pared que estaba delante de mi.

¡Ah! Que rico, si que rico… me vengo. – gemí.

Así mi niño, así que rico me lo estas apretando… - me dijo al oído.

Él continuó cogiéndome por cerca de diez minutos más luego de los cuales sentí como su gran verga se hundía más en mí y me sujetaba fuertemente de las caderas, estas últimas embestidas fueron realmente profundas y me sacaron varios gemidos, el profesor por fin me la sacó y se quitó el condón, vi mucha leche en la punta.

¡Chúpamelo, te va a gustar!

Dudando un poco me hinque delante de mi profesor y agarré la flácida verga toda llena de mocos, primero la lamí y comprobé que el sabor de la leche es fuerte y penetrante; metí la cabeza en mi boca y la lamí por dentro con mi lengua. Lentamente fui sintiendo que la barra volvía a adquirir su dureza y un par de minutos más tarde ya mamaba la dura tranca en toda su extensión. El profesor me levantó de nuevo pero me hizo ahora ponerme a cuatro patas sobre la especie de diván que ahí se encontraba, su puso otro condón y nuevamente me volvió a coger. Estaba él parado de tras de mí y se sujetaba de mi cintura, sus caderas se movían rítmicamente y la verga una vez más entraba y salía de mi orificio en toda su extensión.

Apriétame con el culo… eso así aprieta duro.

Que grande esta su verga profesor… que grande.

Tu culo es delicioso chiquito, te vas a ganar un diez… si, así, aprieta así.

La velocidad de sus embestidas continuaba aumentando cada vez más y los gemidos de ambos rebotaban en las paredes del cuarto ahora lleno de vapor, los dos sudábamos a mares y nuestros cuerpos brillaban con el sudor y el vapor impregnado en ellos. Un gemido largo me indicó que el profesor se venía nuevamente, al parecer su venida fue prolongada y muy satisfactoria, me agache entonces para verme la verga que se balanceaba de arriba para abajo ya completamente dura.

El profesor se zafó de mi ano y me hizo ponerme de pie, luego se recostó en el diván y abrió sus piernas agarrándoselas por los tobillos, su culo quedó completamente expuesto ante mi mirada.

Ponte un condón y cógeme. – ordenó.

No lo pensé dos veces, tomé el último condón de la cajita y me lo puse, acerqué mi verga completamente dura al ano de mi profesor de historia y lo comencé a penetrar lentamente, sentí como su ano me apretaba todo el pito, su calor interior era desquiciante y continué empujando hasta que vi que el último palmo de mi verga se perdía bajo las bolas de el. Me comencé a mover rápidamente pero el me pidió que lo hiciera más despacio para así disfrutar más, mientras que me lo cogía le sujeté la verga y comencé a movérsela lentamente hasta que conseguí que se le pusiera dura y entonces lo masturbe más rápidamente.

Mi verga se perdía completamente en su ano que me apretaba deliciosamente y poco a poco se comenzaba a formar en mis bolas una nueva eyaculación que no tardaría en salir con toda su potencia.

Me voy a venir, me voy a venir. – dije.

Avísame cuando te vengas…

Sí… ya, ya…

Mi verga comenzó a explotar y al mismo tiempo la verga que mi mano masturbaba soltó su carga de leche, ambos gemimos por el orgasmo simultaneo, me estuve moviendo en su interior todavía un par de segundos más hasta que me dejé caer sobre su cuerpo, así estuvimos unos minutos y luego nos bañamos, salimos del baño público cerca de las ocho de la noche y yo sentía que todo el mundo me miraba, esta fue la primera vez que me cogían y la primera que yo me cogía a un hombre. Algo si era seguro la clase de historia la pasaría con diez y no solo este año.

 

FIN

Mas de Cazzique

Belisa

Amanda

Odette

Las primas

Magnolia

Kimy

Alejandra

Kimberly

Verónica

Maite

Ximena

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