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Fiesta familiar (14)

en Amor filial

Fiesta familiar XIV

La noche apenas empezaba para mí así que decidí salir de la habitación y me encamine a la sala para encender el televisor que se encuentra allí, estaba pasando por el baño cuando escuche que alguien estaba dentro pero con la luz apagada. Despacio me acerque a la puerta para no ser escuchado y me pegue un poco para tratar de averiguar de quien se trataba, escuche claramente como la persona que estaba adentro se estaba masturbando, era una mujer, los chasquidos producidos por los flujos que escapaban de su vagina la delataban así como uno que otro muy leve gemido; decidí que era la hora de poner en marcha mis estrategias para ver si aquí se podía obtener un poco de sexo, claro que se trataba de Catia la mama de Cintia, no había de otra ya que mi esposa se encontraba en esos instantes profundamente dormida como es su costumbre. Lentamente gire la perilla de la puerta del bañó tratando de que no se escuchara ningún ruido me tarde bastante tiempo pero era necesario, luego fui empuje la puerta de un golpe y… vaya espectáculo que vi, estaba Catia la esposa de mi primo Sebastián a la mitad del baño, con su pijama en los pies, las bragas en las rodillas, la mano izquierda acariciando su seno derecho por debajo de la blusa de su pijama y su mano derecha frotando su vulva, cuando me vio se quedo completamente paralizada y sin saber que hacer, yo solo me limite a observarla detenidamente sin decirle nada. Cintia es una mujer hermosa que tiene un cuerpo mas o menos llenito, de cara agradable, cabello largo hasta debajo de los hombros y de color negro, su piel es apiñonada, sus caderas están muy bien dotadas y las tetas se le pueden ver de buen tamaño.

Después de algunos segundos de permanecer los dos quietos ella se empezó a subir las bragas y los pantalones apresuradamente, su respiración aún era agitada, el olor a su sexo se esparcía por todo el baño, cuando termino de vestirse torpemente trató de disculparse sin articular ninguna palabra coherente. Con calma yo la tome de la mano y la jale hasta la sala; nos sentamos en el sofá e inicié una platica tranquila, preguntándole de cual era el motivo por el que una mujer tan bella como ella lo es tenía que recurrir a la masturbación. Para mi sorpresa ella abrió su intimidad completamente platicándome que a pesar de que amaba a su esposo en ocasiones él no la dejaba plenamente satisfecha y que a veces cruzaba por su mente la idea de engañarlo pero que no se atrevía por miedo al que dirán. De este pequeño detalle yo me iba a agarrar, la empecé a convencer de que no sería ningún problema para los dos si es que ella quisiera desfogar un poco de sus instintos lúdicos con migo ya que yo guardaría perfectamente el secreto y no lo estaría divulgando por todos lados como hacen los machos que se quieren lucir con los demás diciendo que ya se acostaron con esta o con la otra. Catia por su parte me escuchaba atenta y de vez en cuando me tomaba de la mano como dándome a entender que agradecía el que yo la escuchara. Me acomode un poco más cerca de ella rozando con la palma de mi mano sus rodillas, ella no hizo ningún intento d retirarse lo cual me indicaba que me estaba dando entrada.

Pasamos unos minutos más platicando pero ahora ya mi mano estaba acariciando delicadamente su rodilla, mi verga ya estaba completamente dura por lo erótico del momento, yo ahí con la esposa de mi primo tratando de seducirla y ella dejándose, mientras que platicábamos mi mano se paseaba ahora por su pierna, su respiración se estaba agitando cada vez más, en un momento que quedamos en silencio yo aproveche para acercar mi cara a la de ella pero se echo un poco para atrás, como ella no se decidía a besarme puse mi mano en su nuca y la empuje sin mucha dificultad hacia mí, nuestros labios se juntaron y poco después nuestras lenguas tuvieron su primer batalla, mi lengua se introducía profundamente en la boca de Catia, tratando de desfogar toda la calentura que tría, ella al igual que yo se empezó a desinhibir y sus manos buscaron mi pecho, despacio me lo acariciaba sin despegar nuestras bocas; mis manos por lo pronto se entretenían en su espalda, subiendo y bajando por toda su longitud.

Me puse de pie y le tendí la mano, para que no hubiera ningún problema y me la lleve hasta el cuarto de lavado que esta algo retirado de la casa, entramos y cerré la puerta detrás de nosotros, me puse frente a ella y nuevamente nos empezamos a besar, nuestros labios y lenguas se reconocieron como si de años atrás fuésemos novios, mis manos desabotonaron la blusa de su pijama y luego las introduje por su cintura, acariciando su suave piel, ella no perdió el tiempo y también me quito la camiseta que traía y luego paso sus manos por mi bulto, ahí se entretuvo por largo rato, sobaba mi verga por encima del pantalón y la restregaba a modo de masturbarme, era delicioso, mientras que ella estaba entretenida en eso yo la fui despojando de su blusa, por fin quedaron a la vista ese precioso par de tetas, de un tamaño considerable pero a pesar de esto bastante firmes, sus pezones de color oscuro parecían un pequeño botoncito en medio de dos aureolas medianas, las piel de ella completamente conservada, mis manos se pasearon por las prominentes masas de carne que estaban a mi disposición, ella empezó a bajarme el pantalón para descubrir mi erecto miembro, cuando lo tuvo por fin a la vista lo miro detenidamente y luego abrió su boca para empezar a tragárselo poco a poco, su calida boca iba recibiendo mi pito con una deliciosa suavidad y humedad, su lengua apretaba mi verga a la vez que su paladar y esto hacia de la sensación algo mucho más placentero, sus mamadas eran excelentes, pronto estuvo subiendo y bajando por toda la longitud de mi verga haciendo que la sangre me hirviera, cuando sentí que pronto eyacularía la retire y le dije que se montara en la lavadora, Catia entendió perfectamente a lo que me refería y se montó en el aparato eléctrico recargándose con las manos para no irse hacia atrás.

Yo me coloque delante de ella y nuevamente nos besamos, ella estaba muy excitada y se le notaba en su respiración, cuando me separe de ella puse mis dedos en los costados de su pantalón y lentamente los fui jalando, ella se levanto un poco con las manos para dejar que la prenda se deslizara sin problemas, por fin, salió y pude ver sus lindas bragas de color negro, bajo de ellas se dibujaba a la perfección su vulva que por la masturbada anterior dejaba asomar ya un poco de humedad que se marcaba en la tela, acaricie y bese sus piernas desnudas, los dedos de sus pies y luego sus hermosas tetas que ya tenían los pezones completamente erectos, lamí y chupe esas ricas masas de carne por largos minutos mientras que mi mano acariciaba su vagina por encima de las bragas, las manos de Catia estaban en mi cabeza impidiendo que me separara de su piel. No fue mucho el tiempo que transcurrió cuando ella alcanzo a tener un orgasmo, sus gemidos se hicieron más intensos y su cuerpo se convulsionaba al ritmo de mi mano su rajada.

La deje descansar unos segundos después de su orgasmo, las bragas estaban completamente húmedas por sus jugos vaginales, cuando ella empezó a reaccionar puse mis dedos en los costados de sus bragas y se las fui jalando, ella nuevamente se levanto en sus manos para permitir que estas se deslizaran, por fin pude ver su vagina, cubierta por una mata de pelos de color oscuro, bajo la cual se apreciaban los rosados labios vaginales, inmediatamente me hinque y ella se coloco en la orilla de la lavadora, mis labios se pegaron a sus labios vaginales y entonces le comencé a lamer esa rica gruta, mi tarea era deliciosa, comencé a limpiar todos los fluidos que su rajada había expulsado por las masturbadas anteriores, Catia respiraba profundamente mientras que mi lengua y labios trabajaban en su rica panocha, paseaba mí lengua por cada uno de los labios gruesos de esa vagina y luego me introducía en su agujero lo más hondo posible y la movía de adentro hacia fuera como si me la estuviera cogiendo con la verga, ella lo disfrutara al máximo y no tardo demasiado en regalarme de nueva cuenta sus jugos, otro potente orgasmo estaba acabando con su resistencia y se dejo caer de espaldas sobre la fría lamina de la lavadora, sus piernas estaban por encima de mis hombros y su panocha se movía en círculos mientras que yo le seguía chupando a todo vapor.

Me puse de pie y la vi allí tendida sobre la lavadora con sus pechos apuntando al techo y sus piernas bien abiertas mostrando impúdicamente su gruta de placer, abierta de par en par, sus labios rosados se destacaban y en medio de ellos su agujero abierto, listo para la siguiente batalla. Me acomode en medio de sus piernas y apunte mi garrote a la entrada abierta de su sexo, la cabeza se introdujo fácilmente, en unos instantes su calor envolvió a mi pene al mismo tiempo que esté se iba perdiendo en su humedad. Por fin mis bolas chocaron contra su culo, ella me observaba tiernamente, enseguida inicie el bombeo, adentro, afuera y de regreso, mi palo se metía y salía de esa gruta cada vez con mas jugos que escurrían en pequeñas gotas hasta caer al piso. Con mis manos sujetaba sus piernas, cuando empecé a moverme dentro de su vagina sus tetas se bamboleaban como si de dos bolsas con agua se tratara, sus pezones invitaban a chuparlos y no me espere más, me agache y coloque mis labios en uno de sus pezones para comenzar a mamarlo mientras que con las manos las masajeaba.

Ella tuvo un orgasmo más y empezó a apretar sus piernas alrededor de mi cuerpo, la penetración se volvió entonces mucho más profunda y lenta pero a la vez más sabrosa ya que las paredes de su vagina empezaron a apretarme fuertemente el pito. Mis caderas se movían encontrándose con las de Catia, su vagina estaba completamente empapada de nuestros fluidos, podía sentir como los pliegues internos de su vagina se iban restregando milímetro a milímetro con la roja cabeza de mi pene. Poco a poco me iba acercando a mi orgasmo, mis caderas se movieron más rápido a la vez que la respiración se me agitaba a pasos agigantados; me agache para besarla, nuestras lenguas se enredaron en un profundo beso que hacia que nuestras lenguas se buscaran para pelearse entre ellas y ver cual podía entrar más profundamente en la boca del otro.

Estaba con la verga bien adentro de esa rica panocha cuando gruesas y espesas gotas de esperma comenzaron a salir disparadas de mi pito, mi amante soltó un descomunal grito que posiblemente se escucho por toda la casa. Continué moviéndome dentro de esa húmeda rajada hasta que la flacidez de mi verga me impidió seguir. Luego los dos quedamos tendidos ahí sobre la lavadora. Catia me hizo prometerle que esto se volvería a repetir en alguna ocasión y por supuesto que yo no me iba a negar, esta había sido una cogida excelente que por supuesto me gustaría repetir.

CONTINUA

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