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Las niñas consentidas (03)

en Amor filial

Las niñas consentidas III

Las cosas con mi noviecita Juanita de 12 años iban a pedir de boca, cuando teníamos tiempo nos amábamos sin ningún limite claro que por ahora solo se lo hacía por le culo pero disfrutaba mamándole mucho la panocha con solo unos poquitos vellos y me encantaban sus pequeños senos en pleno desarrollo, sus pezones son una verdadera delicia lo mismo que su pequeño clítoris.

Esa tarde toda la familia estaba en la casa y nos encontrábamos en la alberca, Paula mi hija y Juanita estaban jugando en la alberca, el cuerpo delgadito de Juanita se veía hermoso, pero algo empezó a llamar mi atención, las hermosas formas de mi hija Paula, su cuerpo de piel completamente blanca como la leche, sus bellos ojos de color miel, su cabello oscuro cayendo a su delicada espalda en la cual estaba amarrado el brasier del bikini negro que ocultaba un par de hermosos senos firmes y bien paraditos a los cuales se les podía apreciar un delicioso pezón que apuntaba hacia el cielo cuando se erguía por el viento frío que de vez en cuando soplaba; más abajo se podía apreciar su plano vientre que dejaba al desnudo su hermoso ombligo y un poco más abajo las negras bragas del bikini que escondían esa parte tan intima de ella que podía imaginarme deliciosa. En la parte trasera sus nalgas se pegaban a la lycra como si quisieran escaparse por ella, el canal que se dejaba ver entre los cachetes de sus nalgas se antojaba para chupar tiernamente hasta llegar a ese pequeño agujerito que seguramente era virgen.

Una tremenda erección se me formo y yo ni cuenta me había dado hasta que vi los ojos de mi bella hija dirigirse a mi entrepierna mientras que la observaba completamente perdido en la belleza de sus formas. Me sonrió de manera coqueta casi al mismo tiempo que se echaba un clavado en la alberca para seguir jugando con Juanita.

Mientras que ellas seguían en la alberca yo me puse de pie y me dirigí a mi habitación para poder hacerme una deliciosa chaqueta mientras que las podía observar desde la ventana de mi cuarto. Tome mi verga que estaba completamente dura y lentamente me la fui moviendo, despacio, disfrutando del momento hasta que logre explotar en un gran orgasmo que salpico hasta la ventana, todo esto viendo el hermoso cuerpo de mi hija.

Así pasamos la tarde dentro de la casa y ya por la noche Dolores mi esposa se subió a bañar y me hizo un guiño para que la alcanzara en la ducha, entre y ella ya estaba en la regadera enjabonando su cuerpo, me desnude de prisa y mi verga ya estaba completamente dura de nueva cuenta, me metí a la regadera con ella y la recargue contra la pared y puse mi verga entre sus nalgas para restregarla por el canal de sus culo, mis labios besaban su cuello y su espalda, ella se empezó a retorcer de placer mientras que sus manos se apoyaban en mis nalgas para empujarme contra ella. Con una de mis manos tome mi verga y la dirigí hasta la entrada de su vagina, ella ya estaba escurriendo un poco de jugos y mi cabeza penetro un poco, quite mi mano y con ambas me apodere de sus senos, sus hermosos pezones ya estaban erectos y esperando por mis caricias, con mis dedos masajeé los pezones y con toda la palma masajeaba las tetas de mi bella esposa, mi verga se empezó a deslizar lentamente al interior de sus concha mientras que mis labios no se despegaban de su cuello, el agua caía sobre nosotros ahogando los gemidos de placer que ella estaba soltando, mi verga por fin llego al fondo de su panocha e inicié el bombeo, sus pliegues se adherían al tronco de mi pene de forma que lo apretaban deliciosamente, no tanto como lo hacía el ano de mi Juanita pero de todas formas era delicioso, mi tronco se deslizaba en esa cálida cueva raspando su interior y provocando que sus jugos empezaran a escapar de esa gruta en tanto que los gemidos de satisfacción aumentaban y su culo se meneaba en círculos para que las sensaciones se hicieran mucho más gratas. Pronto grandes chisguetes de esperma empezaron a llenar la gruta de mi mujer que se empezó a retorcer por el placer experimentado, la crema se le escurría por los pliegues de sus labios y era barrida por el agua de la regadera, mis manos no se desprendieron de sus senos y sus erectos pezones.

Terminamos de bañarnos y entonces nos fuimos a recostar para tomar un buen descanso, sería como la una de la madrugada cuando escuche algunos ruidos en la parte de la sala y entonces decidí ponerme de pie para averiguar que era lo que estaba sucediendo, conforme iba bajando las escaleras de la casa me di cuenta de que era la televisión que estaba encendida, cuando llegué a la sala ahí estaba acostada en un sofá mi hija Paula, al parecer se había quedado dormida viendo la tele y la programación ya se había terminado, me acerque buscando el control para apagar el aparato y entonces me percate que una de las piernas tersas y blancas de mi hija se escapaba por la separación de la bata que es en la parte de enfrente, viendo mas detenidamente también me percate que uno de sus senos se asomaba muy provocativamente sin dejar ver el pezón, me senté en el sofá a un lado de ella y sin apagar el televisor aún le hable quedamente.

[Gerardo] –Paula… Paula, hija… despierta.-

Ella no respondió, entonces muy nervioso lleve mi mano hasta su pierna y la fui subiendo lentamente casi hasta llegar a su entrepierna pero sin atreverme a avanzar más, pude comprobar que la piel de mi niña era tersa como terciopelo y muy firme.

[Gerardo] –Pau… chiquita… linda, despierta.-

Paula no respondía, estaba profundamente dormida, entonces más atrevidamente introduje mi mano por donde se alcanzaba a ver su seno, lentamente lo comencé a acariciar comprobando su firmeza, su pezón no estaba erecto todavía pero conforme lo iba acariciando se iba poniendo firme como un soldadito, este se sentía puntiagudo y firme, situado en la parte alta de sus tetas, dejando bajo ellas una redondez deliciosa que pude palpar con mi palma, por miedo a que se despertara saque mi mano no sin antes descubrir bien el seno para poder observarlo, no me equivoque, sus rosado pezón apuntaba hacía la parte superior de su seno, su forma era cautivadora y me dieron ganas de mamárselo pero no me atreví.

Entonces acomode a mi niña para poderla cargar y llevarla a su cama, coloque sus brazos alrededor de mi cuello y puse uno de mis brazos bajo sus piernas, el otro en su espalda y entonces la levante, estaba bastante pesada pero seguro que podría cargarla hasta su habitación, ella medio despertó y me dio un beso en la mejilla, luego se recargo en mi pecho y se volvió a dormir.

Subí las escaleras hasta llegar a su cuarto, empuje la puerta que por suerte estaba solo emparejada y me introduje dentro con ella en los brazos, la coloque lentamente sobre su cama y ella continuaba profundamente dormida, las cortinas estaban abiertas y la luz del patio se colaba por ella para permitir un poco de visión, así recostada se veía preciosa, acaricie su barbilla y le acomode su cabellera sobre los costados de la cara, su bata estaba ya un poco mas guango que antes y pude ver a través de la abertura que se le hacia sus blancas bragas y el llano que esta entre sus pechos además de un poco de estos, coloque mis manos en el cinturón de la bata y deshice el nudo de este, coloque las puntas a los lados y lentamente abrí la bata de color blanco para dejar al descubierto las hermosas piernas de mi hija, sus bragas se pegaban armoniosamente a su figura y dejaban ver a la perfección el monte de Venus de mi querida hija, nuevamente lleve mis manos a los costados de sus piernas y esta vez las fui deslizando hasta que llegue a la costura de sus bragas, tembloroso pase una de mis manos delicadamente sobre la leve protuberancia que se formaba en su entrepierna, pude sentir la textura de sus vellos púbicos y un poco la hendidura que dejaban sus labios vaginales, luego coloque cada una de mis manos en sus senos y los sobé delicadamente, los pezones se pusieron duros y me dio miedo de que ella se fuese a despertar, nuevamente coloque su bata en donde estaba y amarre el cinturón de está a su cintura, luego me puse de pie para taparla con las cobijas y me volví a sentar para acercar mi cara a la suya y posar mis labios sobre los de ella, un tierno beso que unió mis labios a los suyos y entonces después de contemplarla un rato me estaba poniendo de pie cuando con una de sus manos sujeta la mía.

[Paula] –Si… sigue con lo que me estabas haciendo papi, me gusto…-

Yo me quede petrificado, no sabía que hacer, ella estaba despierta y yo no me había dado cuenta de esto o no quise darme cuenta, la cuestión es que ahora ella me pedía que continuara y yo por supuesto que no se lo iba a negar.

[Gerardo] –E… e… estabas despierta cariño.-

[Paula] –Si papi y he sentido muy rico cuando tu me acariciabas, sigue ¿Si?-

[Gerardo] –Claro que si, si te gusto claro que si preciosa.-

[Paula] –Papi… ¿Te gusto?-

[Gerardo] –Por supuesto que me gustas hija eres una mujer muy hermosa… ¿A quién no le ibas a gustar.-

[Paula] –Gracias papá… tú también eres muy guapo.-

No me tuvo que decir nada más, me senté a su lado y me agache para colocar mis labios sobre los suyos mientras que le acariciaba su cara y la trataba de ver a los ojos. Ella fue respondiendo a mis besos poco a poco, sus manos subieron hasta mi cuello y se prendió de mi, ahora el beso se estaba haciendo más y más profundo, mi lengua empezó a salir para encontrarse con sus labios y recorrerlos a la vez de que poco a poco se iba abriendo paso dentro de la cálida y húmeda boca de mi niña, su sabor era delirante, ahora ya nuestras lenguas se enredaban como dos culebras en un duelo a muerte, mis manos lentamente iban bajando para apoderarse de sus pechos para esto ya había separado la tela de la bata y podía disfrutarlos completamente desnudos, sus pezones seguían erectos y mis dedos jugaban con ellos, mis besos se fueron dirigiendo hacía sus orejas y su cuello, mi hija lo estaba disfrutando al máximo, sus manos buscaron juguetonas los botones de la camisa de mi pijama y los fueron desabotonando lentamente hasta que por fin logro quitar el último y entonces me quito la camisa para dejarme completamente desnudo del torso, sus manos acariciaban mi pecho y mi estomago mientras que mi boca ya había llegado a sus senos y empecé a darle unas ricas mamadas en sus pezones duros y calidos.

Los gemidos de mi niña ya eran cada vez más fuertes y entonces me puse de pie para cerrar la puerta de la habitación y las cortinas, regrese a su lado y de pie junto a la cama me despoje del pantalón para dejar escapar mi gran erección, ella se le quedo viendo a mi pito y con una de sus manos lo tomo.

[Paula] -¿Qué duro y caliente esta papá?-

[Gerardo] –Tú me lo pusiste así hija… ¿Te gustaría probarlo?-

[Paula] –Si… pero nunca lo he echó.-

[Gerardo] –No te preocupes, yo te voy a guiar para que aprendas bien.-

La senté en la cama frente a mi y le pedí que lo empezara a chupar y a lamer lentamente, a lo largo del tronco y luego en la cabeza, con mis manos la iba guiando, su lengua iba mojando todo el tronco de mi garrote y de vez en cuando lo tomaba con su boca, luego la guié hasta el glande y le pedí que abriera su boca y se lo fuera metiendo hasta tragar lo más posible, mi hija aprendió rápidamente y en pocos minutos ya me estaba dando una fenomenal mamada. En su boca se deslizaba más de la mitad de mi tronco y cuando lo sacaba se dedicaba a lamer la cabeza y a darle besitos.

Mi hija había resultado tan caliente o más que su madre y su padre y estaba disfrutando de todo lo que le iba enseñando, cuando sentí que me iba a venir la detuve en su felación y le pedí que se recostara sobre la cama ya que ahora era mi turno, ella se acomodo y yo me puse de rodillas enfrente de ella, puse mis manos a los costados de sus bragas y lentamente fui descubriendo la intimidad de mi querida niña, su mata de vellos fue quedando al descubierto y bajo de ella sus labios vaginales, el olor que manaba de su cuerpo era el mejor de los afrodisíacos y era yo, su padre el que lo estaba descubriendo.

Cuando por fin le logre sacar las bragas mis manos fueron ansiosas a palpar la calidez de su gruta, la suavidad de sus vellos y el calor que de esta parte de su cuerpo escapaba paseé mis dedos por todo lo largo y ancho de su panocha, reconociendo cada milímetro de terreno y ella lentamente fue separando las piernas para que mi acceso hacía su gruta fuera de lo más fácil.

Cuando hube reconocido el terreno acerque mi cara a la entrepierna de mi hijita y pose mis labios sobre su vagina, mi lengua salió al ataque y entonces empecé a darle lengua por vez primera a mi quinceañera hija, el sabor de sus mieles era fenomenal, sus labios vaginales me recibían con gran emoción y en muy corto tiempo la hice llegar a un orgasmo aún sin haberme acercado a su botoncito del amor, lamí todos los jugos que escapaban de la cavidad y mi hija me lo agradeció colocando sus manos sobre mi cabeza para que yo no pudiera escapar de tan grata tortura.

Cuando por fin su orgasmo cesó yo la deje descansar un ratito para luego continuar con mi ataque, pero ahora sí, este iba directo a su clítoris, con dos de mis dedos separe la cubierta que protege a este delicado órgano y cuando lo tuve a la vista mi lengua salio disparada para enroscarse a su alrededor y subir y bajar por su longitud, luego con mis labios lo atrapaba y lo chupaba, Paula se retorcía de placer y satisfacción mientras que sus manos no dejaban de acariciarme la cabeza y de empujarme como para que me introdujera más en ella. Inevitablemente otro orgasmo invadió el cuerpo de mi bella hija y fue tan fuerte que no me pude tomar la gran cantidad de jugos que ella había dejado escapar.

Descansamos por unos minutos y entonces me acosté a un lado de ella, la abrace y la empecé a besar, una de sus manos fue a parar a mi garrote y lo empezó a menear de arriba hacía abajo, una de mis manos se poso sobre una de sus nalgas y la empecé a masajear en círculos y la apretaba quedamente de vez en vez, también paseaba mis dedos por el contorno de su ano y luego los bajaba hasta su vagina para mojarlos con sus jugos, en una de estas ocasiones lleve mis dedos hasta la boca de mi hija para que ella se probara a sí misma, su lengua empezó a lamer mis dedos y luego se los introdujo por completo en la boca, cuando termino nuevamente los lleve hasta su panocha y después de dejarlos completamente húmedos con sus jugos se los lleve de nuevo a la boca.

[Gerardo] –¿Te gustan tus jugos mi amor?-

[Paula] -¡Oh si papi… son deliciosos!

[Gerardo] -¿Te gustaría que te la metiera?

[Paula] –Si papi… hazme lo que tu quieras… enséñame bien…-

Terminando de decir esto la comencé a besar nuevamente mientras me iba colocando sobre ella, mi pene se incrusto entre sus piernas sin tocar la vagina, yo le susurre que abriera las piernas para que yo pudiera trabajar en su interior, ella me obedeció y separo sus piernas lo más que pudo, con una de mis manos tome mi verga y se la apunte a la entrada de la panocha, sus labios me recibieron y con lo húmeda que estaba un poco de mi cabeza se perdió en su interior. Ella dio un pequeño brinquito por la sorpresa, luego me abrazo fuertemente. Empuje mis caderas para permitir que otro poco de mi verga se albergara en la cálida cueva, entro por fin una cuarta parte de mi falo y su himen me detuvo.

[Gerardo] –Lo que sigue te va a doler un poco ¿Quieres que continué?-

Ella sin decir nada me miro a los ojos y me hizo una seña de aprobación con la cabeza, entonces yo la sujete fuertemente de las caderas y embestí con fuerza en su interior, un fuerte gemido fue lo que ella dio mientras que mi verga se perdía en su vagina, cuando tope me quede detenido por unos cinco minutos aproximadamente mientras que gruesas lagrimas escapaban de los ojitos de mi niña. Pasado este tiempo mis caderas iniciaron un lento mete-saca para permitir que la apretada vagina de mi hija se adaptase mejor a mi garrote, ella no soltaba mi cuello y me besaba en el sus caderas comenzaron a girar instintivamente en señal de que el dolor iba dejando paso a la satisfacción de tener una verga en su interior.

[Paula] -¡Oh, si papi… que rico empiezo a sentir… muévete así… despacito, así.-

Por fin soltó mi cuello y yo me pude enderezar un poco para ver como mi verga se iba perdiendo dentro de su panochita, era un verdadero deleite apreciar como mi palo era tragado por esa pequeña cuevita que se abría ampliamente para recibirme y que además era la de mi hijita. El palo se perdía hasta llegar a las bolas y de nueva cuenta empezaba salir casi hasta que la cabeza escapaba y de retorno, sintiendo en él como se iban abriendo los pliegues de mi niña mientras que la penetraba. En pocos minutos los movimientos de mis caderas se empezaron a hacer más rápidos y mi hija empezó a gemir con más satisfacción y en pocas arremetidas más ella me empezó a apretar más en señal de que su venida estaba cerca, yo por mi parte también empecé a sentir que un orgasmo se estaba acercando y más y más rápido me empecé a mover de pronto una fuerte descarga de mocos se estrello contra el fondo de la matriz de mi niña y ella al sentirlos se empezó a venir descomunalmente, ambos nos meneábamos fuertemente mientras que de nuestras gargantas escapaban gemidos de satisfacción, nuestros sexos chocaban provocando chasquidos que se escuchaban por toda la habitación

Su panocha me apretaba tan fuerte que pronto las sensaciones se empezaron a hacer insoportables, los jugos de su venida hicieron que mi verga se deslizara mas suavemente dentro de su vagina y tocaran lo más hondo posible, mi pequeña y linda hija suspiraba y se retorcía debajo de mi cuerpo, empecé a sentir como en mis bolas se empezaba a formar mi orgasmo, traté de retenerlo lo más que pude pero todo me obligaba a venirme, lo apretado de su vagina, el saber que era mi hija y su lindo y juvenil cuerpo; grandes chorros de esperma corrieron por todo mi pene y con gran potencia fueron expulsados al interior de la gruta de mi nena, ella cuando sintió las primeras descargas se abrazo fuertemente a mi cuerpo en señal inminente de un gozo aun mayor, después de sentir la segunda descarga de esperma dentro de ella Paula se comenzó a venir entre sollozos y gemidos de satisfacción. Nuestros labios se unieron mientras que nuestras lenguas se buscaron para saciarse la una a la otra, se enroscaron y se humedecieron mutuamente mientras que nuestros labios sorbían todo el néctar del otro.

Los dos quedamos completamente rendidos y entonces nos abrazamos quedándonos profundamente dormidos, después de un rato yo me desperté y entonces me fui a mi habitación, mi esposa estaba completamente dormida y no se dio ni por enterada de a que horas había llegado yo al cuarto.

La mañana siguiente baje a desayunar cuando ya Paula y mi mujer estaban en la mesa, la sonrisa en la cara de mi hija era evidente.

[Dolores] -¡Que gran sonrisa tienes hija! ¿Se puede saber porque?-

[Paula] –Claro mami, fíjate que anoche descubrí que estoy enamorada.-

[Dolores] –Que bien preciosa ¿Y quien es el afortunado?-

[Paula] –Eso no te lo puedo decir mamá, pero es un hombre muy guapo.-

[Dolores] –Espero que sea algún conocido.-

Paula se quedo callada y continuamos desayunando, todo transcurrió normalmente durante ese día, pero ahora no sabía como le iba a hacer para satisfacer a Juanita y a Paula ya que las dos exigían de mi lo máximo.

CONTINUA

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