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Junta vecinal

en Trios

Junta vecinal

Cómo en todos los conjuntos habitacionales esa tarde terminaba la junta condominal, Gaby la secretaria del condominio, Marcela la auxiliar y otras tres personas aparte de mi nos fuimos a terminar los estados de cuenta al departamento de la secretaria, ósea de Gaby. En un par de horas terminamos los estados de cuenta de nuestros vecinos y ya más tranquilos comenzamos a platicar sobre las necesidades del conjunto de edificios.

Marcela es una chica como de unos 25 años, su cabello oscuro le llega por debajo de los hombros y es muy abundante, su cara es muy agradable; durante las juntas ella y yo siempre intercambiábamos miradas pero obviamente guardando las distancias pues ambos somos casados. Por supuesto que yo me la imaginaba en mi cama y no dudo de que ella pensaba tal vez en lo mismo. Esa tarde estábamos sentados lado al lado y los roces entre nuestras manos y piernas no se hicieron esperar, aunque claro sólo muy superficialmente y como si fuera un accidente.

La noche llegó y nosotros continuábamos en la plática, los tres vecinos que estaban entre nosotros se fueron despidiendo gradualmente hasta que solo quedamos en el departamento Gaby, Marcela y yo. Así continuamos charlando un poco de tiempo más y como a eso de las ocho de la noche se fue la luz, esperamos unos cinco minutos platicando a la pálida luz de una vela pero como no llegaba la eléctrica entonces nos despedimos Marcela y yo de la anfitriona, salimos a las escaleras pero todo se encontraba completamente a oscuras, con cuidado comenzamos a caminar y yo por delante comencé a descender los primeros escalones. Marcela que venía tomada de mi mano para guiarse tropezó con el primer escalón y casi resbala pero yo la sujeté con fuerza poniendo mi mano libre alrededor de su cintura. En esta posición nuestros cuerpos quedaron muy juntos y pude sentir sus senos pegados a mi pecho. Instintivamente me incliné y puse muy cerca de la suya mi cara. Ella tampoco lo dudó y sus labios se pegaron a los míos. Mi lengua entró en su boca y su lengua respondió sin contemplaciones a la vez que sus manos se enrollaban en mi cuello. Justo estábamos por separarnos del beso cuando alguien me tocó el hombro.

¿Pero que están haciendo? ¿los van a ver? – dijo Gaby que había salido de su departamento.

Ni Marcela ni yo esperábamos esta reacción ósea el beso, pero ya estaba echo y Gaby nos había descubierto dejándonos completamente mudos. Gaby nos jalo por las manos hasta su departamento y cerró detrás de nosotros la puerta diciendo:

Ahora sí… ya pueden continuar.

Marcela y su servidor solo nos quedamos ahí parados y separados sin saber como reaccionar ni qué decir. Gaby entonces a un lado de nosotros tomándonos de las manos nos jaló para acercarnos y nos presiono para que nos volviéramos a besar, pero ninguno de los dos nos movimos ni intentamos nada. Entonces en el colmo de las sorpresas Gaby se paró al frente de mí y me besó en los labios metiendo su lengua profundamente dentro de mi boca y tardé solo un par de segundos en responderle. Mi lengua se unió a la de ella y mis manos se acomodaron sobre su cintura, sus senos generosos se pegaron a mi pecho y pude sentir como se comenzaba a levantar mi verga. La chica se separó de mí y se volvió hacia Marcela.

¡Vamos amiga, no seas tan tímida!

Se inclinó un poco y besó a Marcela en los labios de la misma forma que lo había hecho con migo. Marcela sorprendida trató de hacerse para atrás pero ya Gaby la tenía asida por la cintura y la sostuvo sin separar su boca de la de ella. Marcela tardó cerca de un minuto en responder el beso de Gaby pero al fin accedió. Después Gaby se separó de ella y me empujó para que volviera a besar a Marcela, no lo dudé y deposité un beso calido y suave en sus labios que poco a poso se comenzó a volver más pasional, Mis manos se apoderaron de la cintura de Marcela y ella se volvió a colgar de mi cuello con sus manos, sus senos se pegaban a mi cuerpo y mi pene entre sus piernas, ella lo sintió y se pegó con más fuerza sin dejar de besarme, nos perdimos en ese beso y buscando en donde acomodarnos caímos sobre el sofá sin dejar de besarnos. Pude sentir que Gaby se sentaba a un lado de mí y me acariciaba sobre la tela del pantalón la dura tranca.

¡Es una locura! – dijo Marcela separándose de mí y poniéndose de pie.

¡No te vayas amiga! – Se levantó Gaby y le tomó una mano.

Esto no puede ser…

Vamos, lo estas disfrutando… ¡Mírate! – le dijo Gaby.

¡Lo vamos a disfrutar los tres! – interrumpí.

¡No!... n… dijo Marcela interrumpida por un beso en los labios que Gaby le dio.

Ya no pudo Marcela decir nada más, sus manos se acomodaron en la cintura de Gaby y comenzaron a subir lentamente por su espalda hasta acariciar su cabello. Yo me acerqué sentado como estaba a ellas y puse mis manos sobre las nalgas de cada una sobando unos de los cachetes. Luego me levanté y me coloque detrás de Marcela acomodando entre sus nalgas mi duro garrote aun oculto por el pantalón, con mi mano hice a un lado sus cabellos y comencé a besarle la nuca. Pude sentir cómo ella paraba más sus nalgas apretándolas contra mi nabo. Las manos de Gaby me comenzaron a acariciar el cabello sin dejar de besar a Marcela.

Luego de unos minutos Gaby se separó de Marcela y comenzó a desabotonar la blusa de esta que pronto quedó abierta, la otra mujer metió las manos por los costados de la prenda acariciando la cintura de Marcela, lentamente fue subiendo hasta acariciar por encima de un blanco sostén los senos. Yo entre tanto desabrochaba su cinturón pues traía un pantalón de mezclilla y pronto le comenzaba a desabotonar éste. Jalé el cierre para abajo y lentamente también el pantalón. Unas bragas de color blanco de encaje a juego con el sostén se medio dibujaban a la pálida luz de la vela, pues la luz aún no llegaba. Marcela mansamente se dejó quitar los zapatos y luego el pantalón levantando primero uno y luego el otro pie. Mis manos reptaron desde sus tobillos hasta sus caderas y no dejé milímetro de sus nalgas sin acariciar. Mis dedos se metían también entre sus piernas palpando la protuberancia de su vulva. Sobre mi cabeza cayó la blusa de Marcela y luego resbaló por mi espalda hasta el suelo, luego el sostén siguió el mismo camino.

Me levanté pero sin dejar de acariciar el cuerpo de Marcela, mis dedos apenas y rozaban sus costados y mis labios fueron recorriendo su espalda hasta que quedé completamente de pie, mis manos subieron hasta sus pechos y los amasé desde atrás, su pezón estaba ya completamente erecto. Gaby se agachó y comenzó a lamer y succionar uno de los pezones de Marcela mientras que yo separándome de ellas me comencé a desnudar rápidamente. Esta vez fui a las espaldas de Gaby y como ella solo traía un vestido delgado y que se abría por detrás jalé el cierre que deba hasta sus nalgas. Metí mis manos escrutando su ardiente piel por los costados de la cintura y viajé hasta el estómago y fui subiendo despacio hasta sus senos qué acaricié por encima de su sostén luego saqué mis manos solo para correr por sus hombros las mangas y ella se dejó sacar el vestido que cayó al suelo, Gaby quedó con su sostén y bragas, ambas de color rojo me agache para retirarle los zapatos y luego me volví a levantar para quitarle el sostén. Sus pechos libres se bambolearon de arriba para abajo mientas que mis juguetonas manos los amasaban, las chicas se apretaron una con la otra para sentir como sus pezones se rozaban y continuaron besándose ardientemente.

Yo me hinqué detrás de Gaby y poniendo mis dedos en los costados de sus bragas la jalé dejando libres sus nalgas que inmediatamente comencé a lamer, chupar y besar. Separaba con mis manos los cachetes para lamerle su agujerito apretado y arrugado y ella solo respingaba pero sin quitarse. Atrevidamente me ensalivé uno de los dedos y lo empujé contra su ano.

¡Nooo! – dijo Gaby en un susurro.

Yo sin hacerle caso dejé que mi dedo se fuera hasta el fondo y no hubo más protestas de ella, mi dedo comenzó a entrar y salir lentamente de ese agujero apretado y caliente. Con la otra mano comencé a acariciar su vulva por la parte de enfrente y pronto escuche los chasquidos que producía cuando le comencé a meter y sacar un par de dedos.

Gaby no tardó mucho en llegar a su primer orgasmo y nos lo anunció con apagados gemidos y entonces la dejamos descansar sobre la esquina del sofá. Yo le quité las bragas blancas a Marcela y la hice sentarse en el mismo sofá a un lado de Gaby, me hinqué frente a ella y la hice abrir las piernas ampliamente, sus vellos estaban bellamente enmarañados en un triangulito muy sexy. Marcela comprendiendo mi intención se medio recostó en el sofá y yo levantando sus piernas sobre mis hombros comencé a chuparle la panocha. Mi lengua buscó los labios exteriores y se hundió profundamente entre éstos. Sus jugos ya manaban y los chupé glotonamente; lentamente recorrí esa deliciosa rajada de arriba para abajo y busqué al final su clítoris al cual comencé a atacar con cortas lamidas y chupaditas. Marcela se aferraba con sus manos sobre mi cabellera empujándome levemente contra su cuerpo y gimiendo pero sus gemidos luego fueron apagados por los labios de Gaby que ya se había repuesto.

El orgasmo de Marcela fue intenso y me regalo mucho de su jugo, sus caderas se movían rítmicamente de adelante para atrás y ya la tenía penetrada con un dedo en su ano, para estas alturas Gaby estaba hincada frente a ella sobre el sofá y Marcela le chupaba los senos mientras que sus manos habían pasado de mis cabellos a las nalgas de nuestra vecina.

Después del orgasmo de Marcela las chicas se levantaron y me hicieron sentarme a mi, cada una de ellas se hincó a mis costados y tomando la iniciativa Gaby me comenzó a chupar el glande con cortos lametones mientras que con una de sus manos me los sujetaba. Para estos momentos la luz ya había llegado y nos iluminaba completamente pero eso ya no era importante. Cediéndole un poco de terreno a Marcela Gaby la incitó a que me la chupara y pronto sentí su cálida boca tragándose mi herramienta. Sus labios se amoldaron a mi tronco y su cabeza comenzó a subir y bajar por todo lo largo de éste, su lengua me acariciaba la base del tronco en cada mamada que daba, Gaby la miraba de cerca y pronto entre las dos comenzaron a chupar el pito, sus bocas ya sea que se turnaran o besaran al mismo tiempo me estaban transportando a un delirante éxtasis. Las detuve antes de que me hicieran correrme pues no quería que la cosa acabara así de rápido.

Me levanté y tomando a Marcela por la cintura la hice empinarse sobre el sofá y sus hermosas nalgas quedaron completamente expuestas y de bajo de éstas sus apretados labios vaginales se mostraban a la perfección. Gaby sin perder un instante fue a su alcoba y regresó con unos condones e inmediatamente me colocó uno, me acomodé detrás de Marcela sujetándola por las caderas mientras que Gaby dirigía mi daga hasta esos labios vaginales. El glande se alojó entre sus pétalos y comencé a empujar lentamente; el ariete se fue abriendo paso entre las estrechas paredes y pronto la tenía completamente dentro de mi vecina, con lentitud la comencé a sacar y así inicié el clásico bombeo. Gaby no perdiendo la oportunidad se acostó delante de Marcela sobre el sofá ofreciéndole su abierta vagina que fue pronto chupada y succionada por esa deliciosa boca. Empujé una y otra vez hasta conseguir que mi vecina se viniera por segunda ocasión y entonces cambiamos, ahora Gaby se empinó mientras que Marcela se acostaba frente a ella y comenzamos de nuevo. La panocha de Gaby no era tan apretada como la de Marcela pero no por eso menos deliciosa. A ella le comencé a meter un dedo en su culo a la vez que se la metía por la panocha y como no protestó pronto le añadía un dedo más. La bombee por varios minutos y en una de esas saqué mi verga de su panocha y sin previo aviso se la dejé ir por el ano.

¡Hayyy! ¡Noooo!

Sus quejas eran tan débiles que pronto desaparecieron pues ya tenía mi verga clavada hasta más de la mitad en su ano, la empujé por supuesto hasta que mis bolas chocaron con sus labios vaginales y la comencé a bombear. Gaby se retorcía de un lado al otro y pronto un orgasmo la hizo explotar, su esfínter anal se apretó entonces con más fuerza sobre mi tronco y no pude resistir más tiempo, mi leche comenzó a llenar el condón mientras que un fuerte gemido salía de mis labios. Marcela en ese momento tenía también su tercer orgasmo de esa noche. Quedamos los tres muy complacidos y retozando unos minutos sobre el sofá. Después nos vestimos y ya completamente calmados nos despedimos de Gaby quedando de acuerdo en vernos después, acompañé a Marcela hasta su departamento y como cualquier otro vecino me despedí de ella; por supuesto que en el trayecto hasta allí quedamos en encontrarnos en otra ocasión pero ahora solos ella y yo.

 

 

FIN

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Magnolia

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Kimberly

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