Maria Fernanda IV (Anal)

Era ya de madrugada cuando desperté, mi sobrina de nueve añitos a quién acababa de desvirgar hacía apenas unas horas dormía a pierna suelta a mi lado, estaba completamente desnuda, su menudo cuerpo estaba en completo reposo, mi mano comenzó a pasearse por su piel, despacio acariciaba su plano estomago, a través de la poca luz que se escurría por la ventana que estaba a un lado de la cama, mi verga empezaba a cobrar vida de nueva cuenta, mi sobrinita se acomodó para poder sentir mejor mis caricias y abrió sus ojitos para dedicarme una calida y cachonda mirada a la vez que una leve sonrisa se dibujaba en sus labios.

[Maria Fernanda] -¿Qué horas son tío]

[Rogelio] –No lo sé pequeña, pero aún es muy temprano.-

[Maria Fernanda] -¿Me lo harías de nuevo tío?-

[Rogelio] -¡Claro que si mi amor! ¿Quieres?-

[Maria Fernanda] –Sí.-

Acerque mi cara a la de ella y la empecé a besar delicadamente en los labios, mi sobrinita respondió de inmediato a la caricia de mi lengua, su lengua salio para encontrarse con la mía e iniciar una jugosa y placentera batalla. Mis manos continuaron paseándose por su cuerpo mientras que una de sus manos fue a parar a mi verga para empezar a masajearla lentamente de arriba a abajo.

Me hinque en la cama sobre mi sobrina, colocando mis piernas a los lados de su cuerpo, mi verga apuntaba amenazadora hacía el cuerpecito de mi niña hermosa, sus manos nuevamente me tomaron la herramienta y me masturbo por un rato más, yo me tome de la cabecera de la cama y me fui inclinando para que mi garrote se fuera acercando a su carita, sus manos soltaron mi palo y sus boca se iba abriendo mientras que la verga se acercaba cada vez más a ella, por fin la punta de la cabeza rozo con sus labios y ella abrió más su boquita para recibirme.

[Rogelio] –Deja tu boquita abierta y no muevas la cabeza, yo me encargo de todo.-

Ella obedeció y yo empecé a menearme hacia a tras y hacia delante cogiéndome a mi sobrinita por la boca, ella abría la boquita lo más que podía para recibirme, en total se lograba tragar la mitad de mi garrote, yo sentía como sus dientes, su lengua y parte de su garganta recibían mi garrote ensalivándolo por completo, hubo dos ocasiones en que ella tubo un poco de asco ya que le llegue hasta la campanilla pero lo soporto bastante bien, estaba a punto de venirme así que decidí esperar un poco para que no terminara esta deliciosa experiencia.

Le saque la verga de la boca a mi nena y me agache para besarla introduciéndole profundamente mi lengua dentro de su boquita, con una de mis manos comencé a sobar su gruta, el clítoris asomaba un poco y esto le ocasionaba a mi niña sensaciones muy exquisitas que la hacían gemir de placer. Uno de mis dedos se fue perdiendo poco a poco dentro de su vagina, los pliegues de está me apretaban el dedo fuertemente dificultando que entrara y saliera limpiamente, en ese instante me preguntaba como había logrado entrar mi gruesa verga en la cuquita de mi sobrinita.

Sus gemidos aumentaron de tono y mi dedo también aumento la velocidad, la masturbación que le estaba haciendo la estaba llevando a un fuerte orgasmo, gran cantidad de líquidos escurrieron de su rajada y mojaron las sabanas y mi dedo permitiendo que esté entrara y saliera con más facilidad de esa rica cueva.

Mis labios se pegaron a sus pequeños pezones y le comencé a mamar cada uno de sus senos con gran excitación, los pezones estaban completamente erectos, ahora ya eran dos los dedos que entraban y salían de su vagina a gran velocidad, no paso mucho tiempo en que un nuevo orgasmo reventara en la vagina de mi niña, todo su cuerpo se cimbraba de pies a cabeza y ella arqueaba su espalda para permitir que los dedos se perdieran por completo dentro de su húmeda panocha.

Los dos descansamos por unos instantes para después reiniciar nuestro grato juego, le dije que se acostara boca abajo, ella lo hizo casi instantáneamente. Mis labios se posaron primero en su nuca y la fui besando despacio, sin prisas, gozando; Maria Fernanda se retorcía por las cosquillas que le causaban mis caricias pero me pedía que no me detuviera. Poco a poco iba bajando por su espalda, disfrutando de su suave piel y de cada uno de los contornos de su cuerpo, sus pequeños hombros fueron recorridos milímetro a milímetro, el canal que dibujaba su columna también fue delineado por mi boca y lengua con sumo deleite, sus costillas y por fin llegue a sus nalgas a las cuales les brinde un trato muy especial, primero las masajeé con mis manos disfrutando de cada rincón oculto, mi lengua se paseo por el canal que separa los cachetes y luego disfrute de cada uno de los cachetes y para continuar fui bajando hasta donde se juntan las nalgas con las piernas, esa pequeña separación fue chupada por mi con gran deleite, luego fui bajando por sus muslos, besando la parte interna de cada uno de ellos, sus pantorrillas y por ultimo cada uno de los pies con especial atención. Inicié por fin el camino de regreso nuevamente hasta llegar a sus nalgas, nuevamente bese cada uno de los cachetes y los costados de estos, luego le pedí a mi sobrinita que con sus manos se abriera las nalgas, su ano quedo expuesto cuando ella lo hizo y yo acerque mi boca hasta el principio de sus nalgas y luego fui bajando lentamente por el canal medio hasta que por fin llegue a su ano, lo lamí de arriba hacia abajo, de un lado al otro y en círculos para luego meter lo mas que pude mi lengua dentro de la apretada oquedad, comencé a cogérmela por el ano con la lengua y luego despacio fui intercalando mi lengua con un dedo.

Poco a poco mi dedo se enterraba cada vez más profundamente dentro del culo de mi sobrinita. Por fin se lo logro tragar por completo, entonces entraba y salía por completo del agujero de mi pequeñita, continuamente ensalivaba mi dedo para que no perdiera la lubricación y fuera a lastimar a mi pequeña amante, así nos pasamos cerca de veinte minutos y por fin mi dedo entraba y salía de su culo con gran facilidad, Maria Fernanda para ese entonces ya había logrado tener varios orgasmos, ahora era mi turno.

Saque mi dedo de su ano y luego me lo embarre con bastante saliva que deposite en su anito, me puso sobre su espalda sosteniéndome con las manos como si fuera a hacer lagartijas, apunte mi pene entre sus nalgas y los pasee por el canal de arriba para abajo hasta llegar al ano y allí empuje un poco la cabeza hasta que esta se clavo un poco sin todavía penetrarla.

María Fernanda entonces sin decir nada coloco sus manitas sobre los cachetes de sus nalgas y las separo de par en par dejando completamente expuesto su arrugado ano, yo entendí perfectamente de que ella quería ser penetrada y entonces enterré un poco más mi verga, ella me dijo que le dolía, le dije que no se preocupara que eso iba a pasar muy rápido, empuje más y más hasta que la mitad de la verga quedo clavada en el culo de mi niñita de nueve años.

Ella mordía la almohada soportando el dolor que le ocasionaba la penetración, me detuve y le pregunte:

[Rogelio] -¿Quieres que continué metiéndotela o te duele mucho?-

[Maria Fernanda] –Si me duele pero quiero que sigas tío.-

Diciendo esto yo continué empujando me garrote lentamente y ella soportando el dolor hasta que por fin las bolas chocaron contra sus piernitas, sin detenerme regrese por donde había llegado para de nueva cuenta meterlo hasta el tope y ya ahí inicié con un pausado bombeo en su ano, mi sobrinita se acostumbro en unos cuantos minutos y yo aceleré mis movimientos dentro de ella. Mi vega salía hasta la cabeza y de nuevo ingresaba en su anito el cual apretaba de una exquisita forma y de vez en cuando algunos espasmos de su ano me hacían casi venirme de lo fuerte que me exprimían el garrote.

Al entrar y salir de ese apretado agujero era casi imposible aguantar por mucho tiempo la venida y yo ya casi estaba a punto de venirme, le pregunte que si ella ya estaba también cerca de algún orgasmo y me dijo que si, baje mi ritmo un poco hasta que ella me aviso que ya se venía, acelere mis movimientos y de pronto estalle depositando gran cantidad de esperma dentro del ano de mi sobrinita, ella al sentir el caliente líquido dentro de sus entrañas tuvo un orgasmo que casi la hace perder el sentido, la leche se salía de su culito mientras la verga se movía todavía dentro de ella.

Los dos quedamos completamente agotados, después de la cogida que le había dado por la vagina creí que no podría aguantar más pero ya con esta otra parchada ahora si que no podía ni moverme y así los dos completamente desnudos y abrazados nos quedamos dormidos hasta el otro día en que temprano y antes de que mi prima se diera cuenta nos arreglamos mi sobrinita Maria Fernanda se fue para su habitación.