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Fiesta familiar (35)

en Amor filial

Fiesta familiar XXXV

Definitivamente Armando quedo completamente noqueado y continuó dormido después de que Carolina, su madre y yo nos despertamos, habían pasado como treinta minutos y entonces decidimos bajar para juntarnos con los demás, yo les insistí que tomaran solo unas batas que se encontraban en uno de los cajones de mi esposa y yo me puse solo el pantalón de mi pijama. Mónica comentó que se sentía un poco extraña con respecto de lo que había pasado entre su hija, ella y su marido, pero que no se arrepentía ya que había gozado mucho con lo ocurrido, le preguntó a Carolina que era lo que ella pensaba y la niña le respondió que le había demostrado lo mucho que la amaba y que esperaba que eso siguiera por mucho tiempo más al igual que con su papá.

Salimos de la habitación y pasamos por la puerta de la habitación de Vanesa, vimos movimientos en el interior y nos asomamos, realmente pensamos que eran los chiquillos que continuaban jugando pero no, era mi papá que estaba agasajando cachondamente con mi hija, Ambos estaban sentados en la cama, mi padre ya había retirado la blusa de su nieta y le amasaba las tetas con delicadeza, mi hija por su parte le había sacado la verga a su abuelo y lo estaba masturbando lentamente con una mano; los tres nos quedamos mirando para no perder detalle de lo que ocurriría, Vanesa se separó de su abuelo y entonces nos vio, pero continuó en lo suyo como si no existiéramos, mi papá también nos vio, todos parados en la puerta. Vanesa se puso a bailar frente a su abuelo mientras se iba quitando las prendas hasta que quedo completamente desnuda, luego hizo a su abuelo ponerse de pie y lo desnudo también, lo volvió a sentar en la cama y se hinco ella entre sus piernas, tomo su verga y la introdujo entre sus cálidos labios, Vanesa comenzó a darle una estupenda mamada a su abuelo mientras que esté le agarraba los senos, los pezones de mi hija estaban sumamente erectos y mi padre se los pellizcaba con ternura, después de unos minutos de estar mamándole la verga a su abuelo Vanesa se puso de pie y se acomodo ahora parada sobre las piernas de su abuelo, se fue sentando lentamente hasta que la verga dura de mi padre se clavó en la vagina deliciosa de mi niña, despacio la verga se perdió en su interior y cuando sintió que ya la tenía completamente adentro se comenzó a mover de arriba abajo brindándose ella sola el placer deseado, mi padre la tomo por las nalgas y la ayudo en sus movimientos, uno de los dedos de papá se perdió dentro del apretado anito de mi niña y con él la comenzó a bombear lentamente.

Vanesa logró alcanzar un orgasmo después de algunos minutos, sus jugos escurrieron por la verga de mi padre y mojaron la colcha de la cama de Vanesa, ella se abrazo fuertemente de su abuelo al venirse y ambos se perdieron en un apasionado beso que se prolongo hasta que por fin mi niña termino con su venida. Papá se separó de mi niña y la hizo acostarse en la cama de boca arriba, la jaló a la orilla de la misma y el de pie acomodo su verga en la panochita de Vanesa y se la clavo de nueva cuenta, luego tomo sus piernas y las pego a su pecho, comenzó de nuevo a bombear rítmicamente dentro de la cuquita de mi niña quien solo gemía intensamente por la cogida que su abuelo le estaba dando. Los movimientos de la cadera de mi padre aumentaron de velocidad cada vez más, le dijo a Vanesa que ya casi estaba listo y ella le dijo que ella también iba a terminar, mi hija comenzó a avisar que se venia y su abuelo entonces aumentó aun más los movimientos de sus caderas, la venida de ambos explotó intensamente dentro de la panocha de mi hija, gemidos de ambos se mezclaron en el ambiente que ya era sumamente caliente y todos los que ahí estábamos parados ya estábamos listos de nueva cuenta para la acción. Gruesos borbotones de semen comenzaron a escapar de entre los labios vaginales de mi hija y del palo de su abuelo, los dos continuaron moviéndose por varios segundos más, ahora ya más lentamente pero entrando lo más hondo posible dentro de la panochita de Vanesa, ella también meneaba las caderas circularmente tratando de exprimir lo máximo posible de los mocos de su abuelo. Por fin mi padre se dejó caer en la cama a un lado de su nieta y nuevamente se perdieron en un beso apasionado, Carolina, Mónica y yo que continuábamos parados en la puerta nos encaminamos hacia la sala.

Cuando llegamos a la sala la escena no fue menos excitante que la anterior, estaban sobre un sofá mi mujer, mi hermana, Ramiro y Montserrat y en la alfombra al otro lado de la sala se encontraban Carmina y Daniel. La situación era la siguiente, Montserrat mi sobrinita estaba acostada en el sofá y mi mujer le estaba mamando la conchita, Ramiro se estaba cogiendo a Patricia mi mujer que estaba empinada y mi hermana Marina debajo de ella le mamaba su panocha a la vez que le chupaba los huevos a Ramiro, Todos ya se encontraban completamente desnudos, mi hermana que se encontraba recostada de espalda tenía las piernas completamente abiertas y se apreciaba impúdicamente su vagina que traía depilada, algunos ríos de sus jugos ya escapaban y corrían por los pliegues de sus labios vaginales; inmediatamente yo me quité los pantalones de mi pijama quedando también desnudo, me coloque entre las piernas hermosas de mi hermana y apunte mi verga a su interior, se la metí despacio pero sin detenerme hasta que logre llegar a lo más adentro de su panochita e inmediatamente comencé a bombearla, ella se separo unos instantes de las chupadas que les estaba dando a Patricia y a Ramito para decir.

– ¡Ayyy... que rico... si hermanito! –

Esto me impulso a continuar con mi labor, Mónica y Carolina que se quedaron solas por unos instantes inmediatamente fueron al centro de la sala y paradas se comenzaron a besar apasionadamente, madre e hija comenzaron a reconocer sus cuerpos con sus manos, se acariciaron despacio, con delicadeza y luego dejaron que sus batas cayeran al suelo; sus hermosos cuerpos desnudos uno frente al otro se apreciaban sumamente eróticos, sus senos estaban completamente cerca, sus pezones erectos se comenzaron a rozar despacio, ambas los unían y los restregaban de arriba para abajo, de un lado al otro y en forma circular, las dos madre e hija mirándose a los ojos, de vez en cuando se depositan tiernos besos en los labios, la primera en romper ese encantamiento fue Carolina, subió sus manos a los pechos de su madre y comenzó a acariciarlos con delicadeza, después bajo su cabeza hasta uno de ellos y colocó el pezón entre sus labios, lo mamó despacio y luego pasó su lengua delicadamente por todo él, así hizo con el otro y por varios minutos se perdió en esas caricias, su saliva hacia que los pechos de su madre brillaran como con luz propia. Luego fue el turno de Mónica sobre los pechitos de su hijita, le dio el mismo tratamiento a cada uno de los senos de la niña pero cuando terminó este, fue bajando por su estomago y se detuvo por unos segundos en su ombligo, luego continuó y llegó por fin a su monte de Venus, paseo su lengua por toda la zona despacio, sin prisas, Carolina separó sus piernitas para permitirle a su madre un mejor acceso a su zona genital y echo un poco para atrás su cuerpecito para dejar más abierta su conchita. La boca de su madre entonces se apodero de los labios vaginales en los cuales chupó detenidamente los jugos que ya estaba segregando la niña, las manos de Mónica se apoderaron de las nalgas tersas de su hija y las acaricio delicadamente mientras que su lengua centraba sus caricias sobre el delicado clítoris de la niña, con movimientos expertos de su lengua, lo cual indicaba que no era la primera vez que mamaba una vagina, se movió en forma circular sobre el clítoris de su hija y la fue transportando al paraíso, lentamente Carolina fue experimentando de boca de su madre el primer orgasmo que esta la estaba haciendo alcanzar, fue prolongado, intenso y la hizo gemir con fuerza, perdiéndose en un increíble y satisfactorio mundo, sus piernas entonces la traicionaron y se dejó caer hincada a la alfombra.

Mónica que se encontraba hincada también quedo ahora frente a frente con su hija y de nueva cuenta las dos se enfrascaron en un apasionado e intenso beso, lentamente las dos bellezas se fueron recostando sobre la alfombra y después de que quedaran completamente recostadas Carolina se incorporó y se acomodo de tal forma que las dos mujeres quedaron en forma de un sesenta y nueve, ahora Mónica quedo debajo de su hija y las bocas de ambas buscaron la entrepierna de su contraría, se comenzaron a mamar y chupar con delicadeza, Carolina paso sus manos por los muslos de su mamá y desde la parte de atrás separó con sus dedos los labios vaginales de su progenitora, los pétalos se abrieron de par en par mostrando el interior rosadito de la pucha de Mónica, inmediatamente su hija se apodero con su lengua de los pliegues internos de la vulva, la lengua se paseó por uno y otro lado de la concha y sus labios atraparon los labios vaginales, la humedad de Mónica iba en aumento y su niña se la bebía sin dejar que se le escapara una sola gota, Carolina metió uno de sus dedos en la concha tratando de lubricarlo completamente y luego lo sacó para acomodarlo en el ano de su madre, despacio lo fue incrustando hasta que por completo el dedo se perdió dentro del hermoso culo. El mismo tratamiento estaba recibiendo en sus partes Carolina, ambas mujeres llegaron a su orgasmo al mismo tiempo y este fue sumamente intenso, jugos y más jugos de sus respectivas vaginas eran tragados por cada una hasta que seso por fin el orgasmo.

Yo continuaba bombeando a mi hermanita mientras que le acariciaba las nalgas y la espalda a mi amigo Ramiro, Montserrat ya había logrado tener dos o tres orgasmos gracias a las mamadas que Patricia le estaba dando y mi mujer otros tantos orgasmos debido a la cogida y mamadas que le daban Ramiro y Marina. Ramiro de pronto tenso su cuerpo y se comenzó a venir intensamente dentro de la concha de mi mujer, fue un orgasmo sumamente abundante, lleno la panocha de Patricia con su leche y cuando esta comenzó a escapar de sus labios vaginales Marina no se perdió el deleite de tragarse todos los fluidos que manaban, Ramiro se salió de Patricia dejando a mi vista el Formidable espectáculo de mi Hermana chupando y sorbiendo todos los jugos directamente de la conchita de mi esposa mientras que yo me la seguía cogiendo a ella; Patricia y Montserrat que también ya habían alcanzado el orgasmo se separaron y solo continuábamos cogiendo Marina y yo, mi hermana entonces centro su atención en mí y en su orgasmo. Las caderas de mi hermanita se meneaban al ritmo de mis embestidas y su panochita me comenzó a apretar el pene de forma deliciosa, me comencé a venir a la vez que ella alcanzaba su segunda venida, un simultaneo orgasmo que nos elevó hasta la cima del cielo, deposité todos mis mocos lo más adentro posible de su panocha y ella me regalo todos sus jugos, todavía nos continuamos moviendo hasta que mi verga perdió su erección y luego me dejé caer a su lado para descansar.

Al otro lado de la sala Daniel que se estaba cogiendo a Carmina seguía sus movimientos de mete y saca en la rubia niña, ella estaba de a perrito y Daniel se la estaba metiendo por el culo, su anito se abría de par en par para recibir la verga de su compañerito quien la sujetaba por la cintura y embestía con fuerza hasta lo más profundo de su ano, la cara de satisfacción de Carmina se apreciaba a simple vista y sus gemidos confirmaban lo que se veía. Los dos jóvenes chiquillos eran impetuosos se movían con gran ritmo, de las piernitas delgadas y blancas de Carmina ya escurrían algunos jugos que salían de su lampiña panochita, Daniel ya se comenzaba a menear más duro cada vez y pronto su verga escupió su carga dentro del culito hermoso de su compañerita, fue un fuerte gemido el que lo anunció y luego de este sus jugos escurrieron por su verga hasta sus huevos y en gruesas gotas cayeron al piso, también del ano de Carmina y las gotas escurrieron por sus piernitas y su panocha. Ellos fueron los últimos en terminar esa increíble orgía y todos quedamos completamente cansados, a duras penas logramos subir hacia las habitaciones y encontrar una cama, unos se durmieron en parejas, otros y otras solos, eran apenas las diez de la noche pero ya no había energías para más.

CONTINUA

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