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Lidia

en Amor filial

ATENCIÓN: Esta historia contiene sexo con niños, si este tipo de material lo ofende le rogamos no leerlo. Esta historia es pura fantasía, no sucedió en la realidad, así que no intente hacerlo, ya que se puede hacer a acreedor a varios años de prisión.

 

 

Lidia

Por Cazzique

cazzique@hotmail.com

 

Esa noche llegué de trabajar ya muy tarde, eran casi las once de la noche y siempre acostumbro llegar antes de las seis, mi esposa Carla y mi hija Lidia me esperaban viendo la televisión, las salude con un beso y me dirigí al refrigerador a sacar un poco de leche para tomármela con un pastelito.

Lidia siempre me seguía a todos lados y esta vez no fue la excepción, me preguntaba cosas de mi trabajo, de cómo me había ido, etc. Mi esposa se quedo en la sala a terminar de ver el programa que estaban viendo.

Ya como a las once y media de la noche les propuse que nos fuéramos a dormir ya que el siguiente día era sábado y podríamos salir a dar un paseo por los bosques cercanos a la ciudad. Nos dirigimos a la recamara tras de nuestra hija y entonces la contemple mientras corría por el pasillo de la casa.

Para sus trece años ya se encontraba muy bien formada, su cabello largo color castaño le llegaba hasta la mitad de la espalda y tenia una tersura como la de la seda, sus caderas, aunque todavía no se le desarrollaban bien ya daban forma de una delgada mujer con formas felinas que volverían loco a cualquiera, sus pequeños senos puntiagudos se transparentaban bajo la manta de su camisón largo que dibujaba a la perfección ese par de hermosas nalgas que se antojaban frescas y jóvenes de una tersura increíble, su pequeña vagina hace mucho tiempo que no la veía.

Nos dirigimos cada quien a su cuarto y entonces nos quedamos profundamente dormidos, ya como a eso de las dos de la mañana me desperté porque sentí unas fuertes chupadas en mi erecta verga. Carla se daba gusto mientras yo me despertaba completamente, me acomode bien para que ella quedara encima de mi cuerpo y entonces le dije que se volteara para que yo le pudiera mamar su panocha. Después de mamarnos mutuamente por unos minutos ella se sentó encima de mi tronco y comenzó a cabalgar sobre mi instrumento.

Terminamos de hacer el amor y como de costumbre yo me levante para asearme, al salir de la habitación note que la puerta la habíamos dejado entreabierta y salí al pasillo, me dirigí al cuarto de Lidia y me asome, ella dormía profundamente. Me dirigía al baño, me asee y después me fui a dormir.

Ya por la mañana muy temprano me paré y me metí a bañar mientras Carla preparaba el desayuno, me estaba bañando cuando entro Lidia a hacer del baño, me saludo, termino de hacer de la pis y salió.

Mientras yo terminaba el desayuno Lidia y Carla se metieron a bañar, cuando ellas salieron ya había lavado los trastes y estaba preparando las cosas para partir al prometido día de campo.

Ya en la carretera íbamos cantando y platicando de todas las cosas que haríamos al llegar al bosque. Llegamos a un lindo paraje al que ya habíamos ido en otras ocasiones y entonces bajamos las cosas para instalarnos, pusimos la tienda de campaña, ya que nos quedaríamos esa noche en el paraje para disfrutar de la luna y las estrellas lejos de la ciudad.

Al terminar nos fuimos todos al río que se encuentra cerca de nuestro campamento, allí nos desvestimos ya que los trajes de baño los traíamos bajo la ropa y nos metimos a bañar, nos la pasamos jugando toda la mañana en el agua, yo atrapaba a las dos mujeres mientras las dos luchaban contra mi, entre el juego, varias veces rocé sin querer el hermoso cuerpo de mi hija y pude constatar su juvenil firmeza. No pude evitar que una ligera erección creciera entre mis piernas y por lo que pude notar mi esposa se dio cuenta de ello ya que de vez en cuando se me pegaba un poco para frotarse con migo, también pude notar que mi hija Lidia se frotaba más de la cuenta contra mi.

Tratando de hacer un esfuerzo por controlarme me salí del agua ya que me encontraba bastante cansado por la cogida que le había dado a Carla la noche anterior. Me quede profundamente dormido y desperté solo hasta que se acerco Lidia y me dijo que ya era la hora de irnos a comer al campamento, que su madre ya se había adelantado.

Desperté un poco aletargado y pude notar que mi hija estaba trepada sobre mi tronco que al sentir el roce de esa suave piel se empezó a poner duro, ella debió de notarlo y restregó un poco su vulva contra el garrote que estaba de bajo de ella. Un poco apenado me levante y la tome en brazos para que no notara mi erección y ella se abrazo a mi cuello, pude percibir su exquisita fragancia de hembra joven, ella se recargo en mi pecho y yo continué caminando mientras menguaba mi erección. Era inútil, mientras iba caminando con ella en los brazos sus pequeños senos se restregaban en mi pecho y no podía evitar que mi erección fuera en aumentó.

Me detuve unos instantes y la baje tomándola por los brazos mientras la ponía de espaldas a mi pecho, entonces la deslice hacia abajo rozando sus nalguitas contra mi abultado miembro. Ella fingió no sentir nada, pero pude notar su agitación a la hora que la puse sobre el suelo y la mantuve pegada a mi cuerpo, con el duro miembro sobre su espalda. Entonces me agache y coloque mis labios sobre su oreja y le dije que era una niña muy hermosa, ella me sonrío y me dio un ligero beso en los labios y sin voltear continuó caminando por el sendero.

La noche nos cayo entre platica y platica y ya un poco cansados después de admirar el increíble cielo estrellado de ese lugar nos dispusimos a acostarnos los tres en la casa de campaña, mi esposa se colocó en una horilla y me pidió que dejáramos en medio a la niña. Ellas dos me abrazaron y así nos fuimos quedando dormidos. Cuando desperté más tarde yo estaba de frente a mi hija con su cara muy cerca de la mía y una enorme erección chocaba contra sus muslos, mi pijama era muy ligera y también el camisón de Lidia, por lo que podía sentir claramente que no traía bragas y la cabeza de mi verga rozaba un poco la entrada de su coñito.

Baje mi mano y muy despacio fui subiendo el camisón de Lidia hasta dejar descubierta su conchita, saque mi verga del pantalón de la pijama y entonces pude sentir el rocé de esa piel vaginal sobre la cabeza desnuda de mi verga. Me moví un poco para que nuestros cuerpos se acoplaran mejor y entonces ella me abrazo más fuerte y me beso en los labios, fue un beso tierno.

De repente sentí la mano de mi esposa sobre mi verga y me quede helado, creí que me haría un escándalo ahí mismo y que de depravado no me bajaría, pero en lugar de eso comenzó a masturbarme, note como ella se restregaba un poco contra las nalgas de Lidia, después de un rato Lidia suspiro profundamente mientras la mano de Carla continuaba masajeando mi verga y su vagina se restregaba en las nalgas de nuestra hija. Yo estaba muy desconcertado, en realidad no sabía lo que pasaba.

Algo le dijo Carla a Lidia en el oído y no entendí muy bien lo que era pero instantes después, sentí la lengua de mi hija abriéndose paso entre mis labios que al instante respondieron a esa caricia y en menos de lo que lo platico nos besábamos apasionadamente como si fuésemos novios. Mis manos comenzaron a reaccionar y entonces las lleve hacia abajo para colocarlas sobre los tersos muslos de mi hija, los cuales acariciaba de arriba hacia abajo en toda su longitud casi hasta llegar a sus nalgas.

Mi mujer se puso de pie y salió de la casa, algo a lo que no le puse mucha importancia ya que los labios y la lengua de mi hija consumían toda mi atención en ese instante. Pocos minutos después regreso Carla con algo en la mano, no pude notar que. Lidia y yo continuábamos besándonos yo estaba casi sobre ella mientras me abrazaba como para que no me fuera a escapar.

Sus deliciosos besos me tenían perdido, de pronto sentí que Carla me empujaba para que me pusiera de espaldas al suelo, así lo hice y casi inmediatamente Lidia se arrojo sobre mi para que continuáramos besándonos, instantes después los labios de Carla devoraban mi verga completamente erecta. La sensación era increíble, ahora mis manos ya se habían apoderado de las deliciosas nalgas de mi hija de trece años y las sobaba como si fueran una preciada joya.

Entonces Carla se puso de pie y jaló a Lidia, le dijo que había llegado el momento de aprender cosas mejores y entonces la llevo hasta donde mi erecto miembro se erguía portentoso y le fue enseñando paso a paso como mamarlo, los labios de mi hija hacían una enloquecedora presión sobre mi garrote y entonces tuve que detenerla para no venirme en su boca.

Carla la separó de mi verga comprendiendo lo que sucedería si continuaba, luego la felicito por hacer las cosas tan bien y la beso en los labios, ella respondió dócilmente al apasionado beso y entonces comprendí que no era el primero que se daban. Las manos de mi hija recorrieron el cuerpo de su madre, parándose especialmente para acariciar el delicado culo de mi esposa, yo no lo podía creer pero mi excitación estaba a mil viendo esa deliciosa escena tan cachonda.

Me acerque a las dos y me uní al beso, nuestras lenguas salían de nuestras bocas buscando encontrarse con otra y lamerla ardientemente. Todas nuestras manos se encontraban ocupadas en algún lugar del cuerpo del otro, especialmente en las nalgas.

Nos separamos y Carla me pidió que le quitara el camisón a nuestra hija, yo lo fui haciendo muy lentamente mientras besaba cada parte del cuerpo virgen en esta niña tan hermosa, su piel era en exceso suave y de un sabor exquisito, mis manos hurgaban en todo su cuerpo y por primera vez pude palpar la humedad de mi propia hija al colocar mis manos sobre su vagina.

Mi dedo medio jugo con la rajadita de la pequeña mientras mis labios se posaban sobre la tersura de su estomago llano que se movía pesadamente por su agitada respiración. Mi esposa no perdía detalle de nuestra batalla amorosa y se restregaba frenéticamente el clítoris con dos dedos mientras nos observaba, por fin llegue a su pechos y al descubrirlos pude ver lo hermosos que estos eran, una pequeña curvatura coronada por un par de puntiagudos pezones rosados que no pude evitar chupar, lamer y mamar al quedar ante mi vista.

Lidia gemía tenuemente mientras mi boca devoraba cada uno de sus hermosos senos y pronto note en mi mano que había tenido un orgasmo, ya que sus jugos comenzaban a escapar de la cálida rajadita que se posaba sobre mi mano. Yo me separe de los pechos de Lidia y entonces me quite la camisa de la pijama que era lo único que me quedaba puesto. Ya desnudo me hinqué para quedar frente a la cara de mi hija y la bese de nueva cuenta en los labios.

Carla se coloco atrás de Lidia y comenzó a besarle la espalda y las nalgas, nuestra hija se retorcía de placer y de vez en cuando me encontraba con mi esposa para darle un beso en la boca. Las manos de Lidia fueron a parar directamente a mi pene y entonces lo rodeo con las dos y comenzó a masturbarme febrilmente.

Después de un rato de estar en esa posición Carla acostó a nuestra hija me pidió que le mamara la vagina, rápidamente obedecí la instrucción y mis labios se posaron sobre la rosada piel de mi pequeña, empecé a besar suavemente los labios exteriores y poco a poco la fui penetrando con la lengua para lamerle toda la vagina dedicándome especialmente a su pequeño clítoris que se puso erecto al tacto con mi húmeda lengua.

Lidia llego a tener tres orgasmos mientras se la mamaba y Carla otros tantos masturbándose mientras nos observaba. Carla me pidió que me pusiera de pie y entonces vi por lo que había salido, un frasco de vaselina, tomo un poco con dos dedos y entonces se lo comenzó a embarrar en la panocha a Lidia, no tenía que ser adivino para saber lo que a continuación venia. Carla tomo un poco más de vaselina y entonces me la embarro en la verga, se levanto y me dijo al oído que lo hiciera con mucho cuidado.

Lidia acostada como estaba llevó sus piernas hasta su pecho y las sostuvo con sus manos pegándolas lo más posible a su cuerpo, dejando a la vista su rajada rosada y su ano castaño y arrugado. Su vagina brillaba por la vaselina que le había aplicado su mamá, me hinque y entonces con una mano me sostenía y con la otra iba dirigiendo mi verga hacia la entrada de su panochita, coloque la punta de mi instrumento en la separación de esos dos labios y empuje un poco, no paso nada, me retire de nuevo y desde abajo fui restregando mi verga por toda la rajadita, la cabeza fue penetrando lentamente, perdiéndose en esa virginal piel que la recibía deseosa.

Llevaba casi un cuarto de verga dentro de esa crica cuando me tope con el himen, ahí hice una pequeña pasusa y la sujete firmemente por las caderas, entonces arremetí con un poco de fuerza y despacio sentí como la fina membrana se fue rompiendo bajo la presión que ejercía mi miembro duro.

Un pequeño grito escapo de la garganta de mi hija y unas lagrimas escaparon de sus ojos mientras su madre le acariciaba la larga cabellera. Ya había entrado la mitad de mi verga en esa tibia vagina y ningún obstáculo más nos estorbaría, despacio deslice la totalidad de mi garrote en el interior de mi pequeña hijita y al llegar al fondo me quede allí por unos instantes tratando de que se acostumbrara a el tamaño de mi miembro.

Poco a poco fui moviéndome y en pocos minutos ya empezaba a tomar un ritmo continuo, esa húmeda cavidad apretaba fuertemente mi macana produciéndome agradables sensaciones que recorrían toda mi humanidad, mi hija iba pasando del dolor al placer y ya empezaba a mover sus caderas al ritmo de mis acometidas.

No había mejor señal de su placer que los gemidos que escapaban involuntariamente de su garganta, pronto nuestros cuerpos se contorsionaban al unísono, acompañándose rítmicamente en un acto en el que solo un padre y una hija saben lo que es el amor.

No tarde demasiado tiempo después de esto para empezar a sentir como se iba construyendo un grandioso orgasmo en mi interior y entonces le dije a mi pequeña que me avisara cuando fuera a terminar y así lo haríamos al mismo tiempo, me contuve hasta que de sus labios escaparon las tan deseadas palabras y pronto mi esperma exploto fuertemente en el interior de la vagina de mi hijita de trece años, continué metiendo y sacando la verga hasta que los dos estallamos en una incontrolable risa de placer, mientras que nos besábamos apasionadamente a la tierna mirada de su madre, largas gotas de esperma escapaban de entre sus dilatados labios vaginales, mezclados con sus fluidos y entonces su madre se encargo de limpiarla con la lengua produciéndole otro orgasmo más, los tres nos quedamos profundamente dormidos, abrazados y llenos de satisfacción.

A la tarde siguiente cuando regresamos a casa yo sabía ya que las cosas nunca más serían igual, ahora éramos una familia mucho más unida y desde entonces nos contamos cualquier cosa que sucede, eso si en largas sesiones de sexo entre los tres. Después de un año me entere de que mi hija siempre había estado enamorada de mi y su madre se entero leyendo por casualidad su diario, entonces ella pensó en que la mejor forma de que aprendiera a tener sexo era con su padre, quien por supuesto nunca la dañaría.

 

FIN

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