Fiesta familiar XXXIX

Por: Cazzique

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Marina mi hermana se encontraba en el otro sillón de la sala junto con mi padre, ambos se acariciaban el cuerpo mutuamente y se besaban con pasión y lujuria, padre e hija disfrutaban de sus lenguas, las enredaban, las chupaban, se lamían mutuamente, la introducían en sus bocas, sus manos recorrían cada milímetro del cuerpo del otro, las manos de mi padre estaban acariciando las nalgas de Marina y uno de sus dedos busco el apretado hoyito del ano, lo introdujo hasta que esté se perdió en el interior, luego acomodo sus caderas para que la verga se acomodara entre las piernas de ella, los dos hacían todo esto sin separar sus labios, Marina mi hermana le acariciaba el pecho, los costados de las costillas y la cabeza de mi padre.

Marina meneó sus caderas y procuró atrapar el pene de su padre entre sus labios vaginales, en pocos intentos lo logró y atrapó la gruesa cabeza del pene, luego se comenzó a mover para ir permitiendo que se le clavara el pito de su papá, sintió Marina como la verga de su padre se iba clavando lentamente, a su propio ritmo, como la iba llenando, separando sus pliegues internos hasta que por fin le llegó a lo más profundo de su panocha, la chica permaneció quieta, sintiendo las palpitaciones del tronco que la estaba clavando.

Despacio Marina comenzó a mover sus caderas pudiendo sentir como el instrumento comenzaba a moverse de adentro para afuera, con sus pliegues ella trataba de apretar lo más posible el grueso miembro para darle a su papi la satisfacción total, el a la vez la tenía penetrada con un dedo por el culo, lo que hacía que su esfínter reaccionara a cada empujón en su interior y apretara más sobre la dura tranca que la traspasaba, su respiración era agitada, en su pecho podía sentir la fuerza del pecho de su padre, sus pezones se rezaban con los de él y esto la ponía más caliente, sus pezones estaban completamente duros, su lengua seguía enredándose entonces con la de su padre, ella sorbía lo más que podía del néctar que él le regalaba de sus labios y también el sorbía el que ella manaba.

De arriba para abajo las caderas de la chica de 25 años se menaban y comenzó a sentir ahora como el intruso en su vagina salía casi por completo y luego volvía a entrar hasta llegar a las puertas de su útero, su clítoris también recibía los roces del pene que estaba partiéndola y se puso erecto haciendo de cada una de las envestidas algo sumamente placentero, el éxtasis no tardo en llegar a nublar sus sentidos, Marina fue transportada al mismísimo paraíso gracias a la cogida que su padre le estaba regalando, sus ojos se cerraron y se dejó transportar hasta que sintió como todos sus sentidos se juntaban en uno solo y cada uno de los poros de su piel traspiraron el éxtasis que la invadía y su boca soltó sin que ella lo pudiera evitar fuertes gemidos que casi se convierten en gritos.

Luego poco a poco comenzó a cesar ese estado de satisfacción y ella se dio cuenta como todo su cuerpo sudaba y temblaba por la poderosa entrega que padre e hija se brindaron, pero la cosa aun no terminaba ya que su padre seguía completamente erecto en lo más profundo de su ser, estaba detenido y esperando a que ella se recuperara de la fuerte explosión de placer que acababa de tener.

Cuando ella se hubo recuperado ya casi por completo y sintió como ese grueso nabo permanecía aun clavado entonces comenzó despacito a mover sus caderas, esta vez su padre la detuvo y entonces la hizo que se acomodara hincada sobre el sillón, con las manos sobre el respaldo, ella entendió lo que su padre quería y entonces paró sus nalguitas para dejar a la vista de papá su culo y su vagina, Marina sintió como él se acomodaba detrás de ella, abrió sus nalgas con las manos para mostrarle a su padre sus agujeros, sintió como la cabeza nuevamente se paseaba de arriba para debajo por todo lo largo de los labios vaginales, luego nuevamente la rica sensación de esa verga penetrando su vagina, gruesa y palpitante la verga se fue abriendo paso en las apretadas paredes vaginales hasta que logró clavarse ahora más adentro gracias a la posición, las manos de su padre se apoderaron de sus pechos y los masajeó con expertos movimientos que animaron a los pezones a permanecer completamente duros mientras se enroscaban en los dedos, con las palmas de la manos él le acariciaba todo el montículo de los senos y sus labios se apoderaron del cuelo delgado y terso de ella, su lengua saboreo cada centímetro de la piel de su cuello y oídos provocando en su ser estremecimientos de satisfacción.

Las paredes de su vagina fueron totalmente separadas por el grueso tronco de carne que la tenía penetrada pero pronto sintió como la barra comenzaba a retroceder y sus paredes de nuevo se contraían, así casi hasta que la cabeza de la verga le salía y de nuevo volvía a entrar, deliciosas sensaciones le provocaba este intenso y potente movimiento en el interior de su rajada; poco a poco los movimientos que sentía se fueron haciendo más y más rápidos y a los pocos minutos nuevamente comenzó a sentir como empezaba a flotar en el paraíso, esta vez la venida fue menos intensa pero no por eso menos placentera que la anterior, y a la vez esta ves sintió como una caliente sustancia comenzaba a quemarle las entrañas, esto elevó su satisfacción un poco y de nuevo se encadenó a ella otro orgasmo que la hizo gritar casi con desesperación, pedía más, que no se la sacaran y se sujetaba con fuerza del respaldo del sillón mientras impulsaba su culo hacia atrás logrando que la penetración fuera perfecta.

Ceso el orgasmo y ella todavía quería algo más se sentó en el sofá y le dijo a su padre que se la iba a mamar, se acomodo este delante de ella con la verga ya un poco flácida y entonces ella la introdujo en su boca y sintió al instante el agridulce sabor del esperma mezclado con sus propios jugos vaginales, esto le gustó más y lo mamó con más deleite, con su lengua acariciaba lo largo del tronco para luego irse tragando el arrugado pene hasta que se lo metía completo en la boca, la verga poco a poco fue recuperando su dureza y ahora las mamadas de ella eran más satisfactorias en el pene, ella también disfrutaba más del tronco duro y de la gruesa cabeza que lamía con excitación y delicadeza, con una de sus manos comenzó a menear la piel del tronco de arriba para abajo a lo largo de este y así continuó hasta que sintió que ya estaba nuevamente listo para la acción.

Marina se levantó y se puso de nuevo en la posición anterior, hincada sobre el sillón empino un poco su cuerpo hacia el respaldo y con sus manos separo los cachetes de sus nalgas, su ano apretado quedo a la vista de su padre, Marina con voz de excitación le dijo a su papá que se la metiera por el ano, su padre entonces llevó una de sus manos a su boca y se comenzó a poner saliva en el pito, Marina por su lado hizo lo mismo y puso mucha saliva en su anito, luego ella volvió a separar los cachetes de sus nalgas y abrió lo más que pudo el ano, sintió como su padre se acomodaba detrás y colocaba gruesa cabeza de su verga en la entrada del ano, la presión en su culo iba aumentando y luego fue sintiendo como la flecha de carne se comenzó a clavar lentamente en su culito, sintió como su esfínter se fue abriendo con un poco de dolor dando paso al intruso al interior de sus entrañas, la candente barra la fue partiendo con paciencia y cuidado y al poco tiempo ya había avanzado bastante pero aun faltaba un poco, los espasmos vaginales de ella hacían que su culito se apretara fuertemente sobre el tronco de su papá, las manos de él la sujetaron entonces por la cadera y con suavidad la comenzó a empujar para que ella sola se fuera moviendo, sintió como la verga retrocedió y luego las manos la jalaron contra él para nuevamente sentir como el grueso nabo se le iba incrustando, esto era lento pero satisfactorio y era para conseguir por fin la penetración total que llegó después de unos cuantos minutos más. Ahora los movimientos del cuerpo de Marina eran más rápidos, sus caderas se meneaban rítmicamente de adelante para tras clavándose ella misma en el palo, su padre le acariciaba la espalda y los senos y de vez en cuando acariciaba su entrepierna dándole ricos masajes sobre el clítoris, Marina estalló entonces de nueva cuenta y al mismo tiempo comenzó a sentir como el grueso nabo le escupía en lo más profundo de sus intestinos su carga de caliente semen, los dos se pegaron fuerte uno contra otro y solo se movían para permitir a las sensaciones ir en aumento pero sin salirse ya más que unos cuantos milímetros de la ardiente cueva en que estaba; terminó él de eyacular en el culo de su hija y ella también sintió como sus jugos que había propiciado su venida comenzaban a escurrir por sus piernas y a caer en pesadas gotas sobre la tela del sillón. Los dos quedaron completamente exhaustos y abrazados se acomodaron en el sillón para terminar besándose intensamente.

CONTINUA