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El viaje

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El viaje

El viaje comenzaba, hermosos paisajes invadían mi ventanilla mientras que la locomotora diesel jalaba del tren, apenas había pasado media hora y se estimaba en tres horas más para llegar a mi destino; quien haya echo el viaje de barrancas del cobre en México se dará cuenta de lo que digo al decir hermosos paisajes, estaba sentado en el carro comedor con mi mujer y desayunábamos, en la mesa frente a mi se sentó una familia de extranjeros, posiblemente americanos, un chico y una chica quedaron frente a mi y dándome las espalda sus padres. El muchacho de unos quince o dieciséis me miró y me regaló una sonrisa. La devolví sin prestar mayor atención y continué con mi desayuno.

Poco después mi mujer salía para nuestro asiento en los carros de pasajeros y yo me quedaba a esperar la cuenta, pagué y me puse en pie, y comencé avanzar por el pasillo. El chico gringo levantó la mirada y me recorrió con ella hasta detenerse en mi entrepierna para luego mirarme directamente a los ojos y regalarme otra sonrisa, no pude evitar regresársela y continué mi camino hasta mi asiento.

Mi mujer se acomodó y pronto noté que dormía profundamente, tomé un libro y comencé a leer minutos después la familia de americanos se sentaba a poca distancia de nosotros y el chico nuevamente quedó en diagonal frente a mi, me volvió a sonreír y entonces delicadamente se pasó la lengua por los labios, sus padres estaban entretenidos en las ventanillas. El muchacho se puso en pie y vi su cuerpo delgado, sus movimientos denotaban claramente que era afeminado. Me le quedé viendo a su trasero y no pude evitar una erección después de unos minutos y viendo que mi mujer no se despertaba me levante y caminé por donde el chico se había alejado.

Abrí la puerta que comunica entre los vagones y el se encontraba en el vestíbulo asomado por la ventanilla abierta de las puertas, me acerque y entonces pregunte en ingles:

¡Bonito panorama! ¿No crees?

Muy bonito. – dijo el chico volviendo su vista a mi persona.

¿De donde vienen?

Carolina del norte.

Ahí también hay bonitos lugares.

Si muy lindos…

¿Cómo te llamas?

Irving. – dijo – asómate, mira que lindo. – dijo haciéndose a un lado.

Claro.

Me coloque detrás de el y me asomé, el paisaje era hermoso; Irving se pegó entonces contra mí untándome en la entrepierna su culo.

¡Ay! Perdón, me estaba cayendo. – dijo sonriéndome.

No te preocupes, yo te detengo. – dije mientras le tomaba por las nalgas.

¡Que manos tan fuertes! ¿Haces mucho ejercicio?

Si un poco. – contesté.

Me separe del joven y vi por las ventanillas que dan acceso a los carros de pasajeros, como íbamos casi en los últimos carros noté que más para atrás los vagones estaban más vacíos.

¡Acompáñame! – dije al muchachito.

Irving me siguió y caminamos por el pasillo hacia los carros traseros, ya el último carro estaba solo ocupado por un par de parejas que estaban absortas en los ventanales mirando el paisaje, abrí la puerta de uno de los baños e invite al rubio a que se introdujera, el jovencito no perdió tiempo y después de entrar él me metí cerrando con el seguro.

Inmediatamente el me echó los brazos al cuello y me ofreció sus labios, me agaché y lo bese introduciéndole mi lengua profundamente y después de unos minutos nos separamos, desabroche mi cinturón y abrí mis pantalones sacándome la verga que ya estaba completamente erecta; Irving sin perder tiempo se hincó y se introdujo mi vara en la boca el contraste de mi morena piel con la suya era delicioso. Su boquita se tragó mi larga daga por completo, sus labios se aferraban deliciosamente a la piel de mi tronco y su lengua me acariciaba por dentro, luego se sacaba la tranca para lamerla con su lengua desde la punta hasta las bolas, me chupó las bolas una a una y continuó de nuevo con la cabeza.

Deje que se recreara varios minutos con mi verga y sentí que me iba a hacer venir, lo detuve y luego lo puse de pie para besarlo nuevamente, mientras lo besaba le bajé el pantalón y acaricie su culo metiendo mis manos entre sus calzoncillos. Sus nalgas redonditas y carnosas estaban muy ricas, pase una mano al frente y agarré su vara dura bajando sus calzoncillos con la presión de mis manos, lo masturbe lentamente y poco después me separaba de él. Lo hice recargarse contra el lavamanos y el dejó en pompa su hermoso trasero, me agache y le mamé el agujerito arrugado; me puse en pie nuevamente y sujetando mi verga con una mano la ensalivé con la otra, me preparé detrás del chico y comencé a presionar contra su ano, lentamente me fui introduciendo en la apretada oquedad, por el espejo veía su rostro convulsionarse por cada milímetro que le regalaba mientras el sudor perlaba ya su frente y entonces tomé su mentón y lo jalé para atrás, nos besamos y continué penetrándolo.

Por fin el chico se tragó completamente mi instrumento, me quede quieto sintiendo como me apretaba con su esfínter y disfrutando del intenso calor que me transmitía; lentamente comencé a menear mis caderas mientras me sujetaba por la cintura del chico que abría la boca levemente a cada envestida que le prodigaba. Sus caderas comenzaron a girar lentamente haciendo más deliciosa si se puede la penetración, no parábamos de besarnos enroscando nuestras lenguas una y otra vez.

Pasé al frente una de mis manos apoderándome de su firme instrumento y al ritmo de mis caderas la moví sobre su tronco, el bamboleo del vagón se unía a nuestro propio vaivén y la situación se hacía todavía más intensa por el mismo temor de ser descubiertos en tan comprometedora situación, cosa que afortunadamente no sucedió.

Pronto comencé a sentir que mis bolas reclamaban explotar y se lo anuncié a Irving que inmediatamente se detuvo.

¡Aún no! Lo tienes riquísimo… ¡Dame más! – dijo el chico.

Saqué lentamente mi verga de su agujero viendo cada milímetro salir de entre sus pliegues, lo volví nuevamente frente a mí y nos volvimos a besar con intensidad. Esta vez lo levanté por la cintura y lo senté en la orilla del lavamanos; me abrazó comprendiendo lo que pretendía y con mí mano entonces busque nuevamente la entrada trasera, la cabeza se hundió de nuevo en su ano esta vez asaltado por la parte frontal, lentamente comencé a menearme en un bombeo más lento y pausado. Mis manos por supuesto se apoderaron de las ricas nalgas de Irving que también comenzó a subir y bajar su cuerpo sujetándose por mi cuello mientras me volvía a ofrecer los labios. Pasados unos minutos en esta rica posición decidimos cambiar nuevamente y esta vez el chico se hincó sobre la tapa de metal de la tapa del WC quedando completamente empinado sobre esta y sujetándose de la ventanilla.

Me quedé viendo ese hermoso panorama de su culo completamente a mi disposición y su tranca oscilando en la parte baja, me acomodé y lo volví a penetrar de esa manera, mi tronco grueso y largo comenzó a mellar nuevamente esa deliciosa entrada; agachándome un poco logre sujetar su barra y nuevamente lo masturbe al ritmo de mis envestidas, a los pocos segundos el baño se inundo de leves gemidos que no podían se escuchados fuera pues estos eran menos ruidosos que el correr de los carros sobre los rieles.

Mis caderas chocaban fuertemente contra el trasero hermosos de Irving y pronto comencé a acelerar más, mi verga salía casi hasta el glande e inmediatamente se volvía a hundir en lo más profundo de la cueva, así una y otra vez hasta que sentí el delicioso aguijonazo de un interminable y suculento orgasmo que comenzaba a escapar con gran fuerza por la punta de mi glande. Orgasmo que también compartía el hermoso Irving pues sentí como su verga se ensanchaba más para dar salida a su caliente y viscosa leche que comenzaba a mojar las paredes del ferrocarril, nuestros gemidos se mezclaron sin que nuestros movimientos cesaran, los espermas que le seguía depositando al chico en lo más profundo de su agujero comenzaban ahora a escurrir por entre sus piernas, poco a poco los disparos fueron disminuyendo hasta que me vacié completamente dentro del chico, hasta ahí mis movimientos todavía continuaron unas cuantas metidas más, luego lo saqué viendo como estaba completamente dilatado y destilando la leche de que lo había regado.

Nos limpiamos con agua y nos secamos con las toallas desechables de manos, nos volvimos a besar y regresamos a nuestros asientos completamente satisfechos de la grandiosa sesión que nos habíamos regalado; el tren arribó entonces a la terminal en que yo debería de descender y con una mirada de complicidad me despedí para siempre de ese chico hermoso que la casualidad había llevado hasta ese tren, seguro estoy que ninguno de los dos abría de olvidad aquel raro y único encuentro que nos transportó por algunos minutos a un paraíso indescriptible.

 

FIN

Mas de Cazzique

Amanda

Belisa

Odette

Magnolia

Las primas

Kimberly

Alejandra

Kimy

Ximena

Maite

Verónica

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Flavio, mi cuñado

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