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Sorpresas (03)

en Amor filial

Sorpresas III

Era fin de semana y yo estaba dispuesta a repetir la experiencia que hace unos días me había tocado realizar con Sandra y Roberto, sólo que esta vez estaba dispuesta a participar con ambos, desde el viernes estuve planeando lo que haría y decidí que la mejor forma es como lo había echo en la ocasión pasada, hacer como que me iba de casa y quedarme encerrada en algún lugar hasta que mi hija y su padre se encontraran.

Bien pues el sábado por la mañana le dije a mi marido que iría a casa de mi madre y que posiblemente me quedaría por allá hasta la tarde, por supuesto que le encargué cuidar a Sandra; él obviamente me dijo que no había ningún problema y que me podía ir sin preocupaciones, por supuesto para evitar que mi marido saliera a despedirme tuve que pedirle que me arreglará algo, le dije que había que purgar el calentador ya que no estaba calentando bien el agua, cuando él se puso a destapar el aparato yo entonces le grite desde la cocina que ya me iba y abrí y cerré la puerta; luego rápidamente salí corriendo a mi cuarto para esconderme en el closet. Sandra aún se encontraba acostada en su recamara y no se percató de nada. Roberto terminó de purgar el calentador y lo encendió para meterse pocos minutos después a bañar, en lo que mi marido se bañaba Sandra se levantó y fue a la cocina a comer algo y luego regresó a su habitación pero al no escuchar ruidos en la casa salió de nuevo y recorrió las habitaciones hasta que escuchó que alguien se estaba bañando.

-¡Mamá...¡ ¿salió mi papá?- grito parada frente a la puerta del baño.

-No hija... mamá fue a visitar a tu abuelita...- contestó mi marido desde la regadera.

-¡¡¡Papá!!! ¿entonces tenemos tiempo para jugar... verdad?-

-¡Si mi amor, deja que termine de bañarme!-

Esa conversación hizo que me hirviera la sangre solo de imaginar lo que venía a continuación. Por fin Roberto terminó de bañarse y le pidió a Sandra que se aseara y cambiara ya que iban a salir a dar un paseó, la niña obedeció a su padre e inmediatamente se metió al baño para asearse. En lo que Sandra se bañaba mi marido se puso a cambiarse, afortunadamente me había escondido del lado que esta mi ropa y él no me pudo descubrir cuando abrió el closet para buscar su ropa, debo aclararles que las puertas de nuestro closet son de rejillas, lo cual permite ver desde dentro toda la habitación así es que desde mi posición observaba todos los movimientos de mi marido; él se acercó a la cómoda que esta frente a nuestra cama y abrió el cajón en donde guardo mi ropa interior, tomo un conjunto de bragas y brasier color negro, de encaje y salió del cuarto.

-Pequeña... te dejé sobre tu cama algo que quiero te pongas, ¿esta bien?-

-¡Si papi!- contesto Sandra desde la regadera.

Roberto regresó a la habitación y termino de vestirse, se perfumo bien y en lo que terminaba los detalles mi hija salió del baño y fue a su habitación para vestirse. Roberto fue a la sala para escuchar un poco de música en lo que su hija terminaba de arreglarse, pocos minutos después escuche que platicaban algo y luego salieron de casa. No sabía yo cuanto tiempo iban a tardar en regresar así que tuve tiempo de preparar muy bien mi escondite para estar lo suficientemente cómoda, como ellos tardaban tuve hasta tiempo de descansar un rato en la cama, los nervios me comían pero no estaba dispuesta a dejar pasar un día más sin participar en sus ricas cogidas.

Pasaron un par de horas y de pronto escuche que la puerta de la entrada se abría, inmediatamente me introduje en mi escondite y me acomode procurando no hacer el menor ruido. Se escuchaba que ellos platicaban y reían en la sala y a los pocos minutos mi marido se introdujo dentro de la habitación y arregló la cama, luego volvió a salir y a los pocos minutos regresó pero ahora traía a Sandrita de la mano.

A la entrada de la habitación ambos se quedaron de pie y comenzaron a besarse, las manos de mi hija se enredaron en el cuello de su padre y se levanto en puntillas para poder alcanzar bien la estatura de él y mi marido se agachaba un poco para que Sandra lo pudiera alcanzar bien, mi hija iba vestida con una blusa de color rosa y una minifalda negra que se marcaba muy bien en su cuerpo, sus nalgas paraditas se apreciaban a la perfección y se dibujaban también unas bragas que casi parecían tanga, le quedaba excelente, sus piernas morenitas sin medias se veían sumamente sexys bajo la tela de color negro de la mini, tines color rosa y zapatillas bajas de color negro, para sus catorce años Sandra se veía hermosísima.

Las manos de Roberto bajaron por la espalda de la pequeña y se posaron ahora sobre las paraditas nalgas, sobandolas con delicadeza en forma circular y luego dibujando con sus dedos la orilla de las bragas, al poco rato las manos se pasearon sobre las tibias carnes de las piernas de la pequeña pero aún sin llegar a meterse debajo de la minifalda, solo las piernas y las nalgas por encima de la tela.

Sandra en esta ocasión fue quién tomó la iniciativa, sus pequeñas manitas comenzaron a desabotonar la camisa de su padre y en pocos minutos logro su objetivo, sus pequeños labios se separaron de los de su papi para posarse en uno de los pezones de él y comenzó a mamarlo despacio, Roberto le acaricio la negra cabellera lacia y dejo que pasará de uno a otro, en lo que hacía esto la pequeña comenzaba también a desabrochar el cinturón y luego el pantalón de su padre, con éxito Sandra logró su objetivo y por fin la prenda de su padre cayó al suelo, Roberto quedo solo en calzoncillos y sandra pasó sus manitas a las nalgas de su papá, también las comenzó a amasar dulcemente y poco a poco fue haciendo que los calzones de su padre fueran descendiendo, la piel desnuda de mi marido se iba descubriendo poco a poco, mientras mi hija jalaba la prenda hacia a bajo la erección de Roberto se trababa en la parte frontal y ella tuvo que separarse un poco para librar la verga dura de su padre que impedía que el calzón bajara por completo, con gran ternura una de las manitas de mi pequeña agarró el duro miembro de su papi y lo jaló para arriba, la gruesa cabeza se dejó ver ahora, la pequeña sin dudarlo le dio un tierno beso y luego continuó bajando la prenda hasta que esta salió por los pies de mi marido.

Sandra regresó de nuevo a la verga de su padre y comenzó a mamarla, sus labios se abrieron alojando la rojiza cabeza del erecto miembro, su lengua también lo recorrió antes de meterselo por completo, mi hija al parecer era una experta en el arte de la mamada y hacia muy bien esto, con su boca completamente ocupada por la gruesa verga de su padre Sandra comenzó a menear su cabecita de adelante para atrás, metiendo y sacando de su boquita la ahora húmeda macana de su papito; al mismo tiempo con una de sus manitas meneaba la suave piel del tronco para que las sensaciones fueran de lo más placentero.

Roberto solo acariciaba la lacia cabellera oscura de su hija; yo por mi parte estaba completamente cachonda y literalmente aún no me decidía a salir del closet para participar con ellos, hubo un instante en que estuve a punto de abrir la puerta pero lo pensé bien y decidí esperar algunos minutos más.

Sandra por termino de mamarle la verga a su padre y ahora Roberto fue el que comenzó a actuar, se hinco frente a su hija y puso sus manos en los tobillos de la pequeña y lentamente fue ascendiendo por las piernas de la pequeña, acariciando delicadamente la suave y apiñonada piel de la niña, subiendo, subiendo lentamente por la candente piel, por fin se topó con las rodillas y las acaricio despacio para luego continuar su ascensión por la quemante piel de su hija. Ahora se acercaba lentamente a sus caderas, las manos se fueron perdiendo por debajo de la negra tela de la minifalda y con ardiente pasión acarició los costados de las caderas y las nalgas, luego ella se giro para que las manos de su padre quedaran sobre su vulva, las manos se pasearon por la zona durante un par de minutos, todo esto aparentemente aún sobre las bragas, la minifalda se fue levantando y las bragas de color rosa se fueron asomando, las manos de Roberto recorrían las carnes de su hija pero como lo había imaginado solo sobre las bragas, por fin la minifalda quedo solo en la cintura de Sandra y se apreciaban completamente los movimientos de las manos de mi marido.

Roberto se separó solo por unos instantes de la pequeña y entonces comenzó a quitarle las bragas, su panochita en la cual apenas se dibujaban unos cuantos bellitos se asomó fresca, dulce y apetecible como una fruta prohibida, la palma de la mano de mi marido se posó debajo de la bella vagina de la niña y despacio la acaricio, frotando con suma delicadeza logro hacer que los labios de la pequeña se abrieran un poco y luego jugo con uno de sus dedos, metiendo y sacando la puntita entre los carnosos labios hasta conseguir un poco de humedad; la minifalda que estaba en la cintura fue ahora retirada por mi esposo, la bajó hasta los pies de la niña y ella levanto uno cada vez para permitir que salieran tanto las bragas como la minifalda, luego él se levantó para poder quitarle su blusa; Sandra ahora completamente desnuda se sentó en la orilla de la cama y abrió sus piernas invitando a su padre y sin dejar de verlo a los ojos. Roberto se hinco entre las piernas de su pequeña, la tomo por la cintura y la acercó más hacia su cuerpo, se besaron y luego mi marido fue recorriendo con su boca el largo cuello de su hija y poco a poco bajando hasta llegar a sus senos, chupo y mamó primero uno y luego el otro, los pezones de Sandra estaban completamente inflamados, duros y erectos, su padre después de mamar sus tetas fue bajando todavía más por su plano vientre y jugó también por unos instantes con su ombligo para después continuar bajando, para poder seguir bajando Roberto empujó delicadamente a la pequeña quién se fue acostando despacio, dejando completamente expuesta su vaginita, sus labios abiertos un poco. Roberto llego por fin hasta la deseada fruta y se hundió entre las piernitas de su hija, su lengua recorrió los jugosos y carnosos labios vaginales de la pequeña y también fue penetrando en ella, buscando saciar su sed con los jugos que manaban del interior de su pequeña niña, ella por su parte comenzó a jadear y algunos leves gemidos escaparon de su garganta. Expertamente la lengua de mi marido recorría de arriba hacia abajo y en forma circular la caliente pepa de mi hija que ahora comenzaba a girar las caderas esperando recibir más placer del que ya experimentaba, su padre llevó una de sus manos hasta la panochita y con dos de sus dedos abrió la rajadita dejando expuestos su agujerito y su clítoris, primero lamió y mamó el agujerito y varias veces metió y sacó su lengua de la rica hendidura, luego su lengua se arrastró en busca del botoncito de amor de la pequeñita, cuando su lengua se posó sobre de éste Sandra soltó un fuerte gemido de satisfacción; la lengua de mi marido inmediatamente comenzó a dar giros sobre la pequeña protuberancia, beso, mamó y chupó hasta conseguir pocos segundos después que la pequeña experimentara un fuerte orgasmo que la hizo gemir y gritar por la satisfacción obtenida.

Después de descansar por algunos segundos mi marido se acostó en la cama y le pidió su hija que se acostará en sentido opuesto al de él, ella se montó sobre su padre poniendo su entrepierna sobre su cara y comprendió entonces de que se trataba, se agacho después y con sus manitas comenzó a masajear la verga que ahora quedaba justo frente a ella, la miró por algunos instantes y luego se la fue metiendo en la boquita hasta conseguir engullir gran parte del grueso palo de su papá; por su parte mi marido ya se estaba comiendo de nueva cuenta la panocha de su amada hija, ambos en un delicioso e incestuoso sesenta y nueve.

Yo estaba completamente excitada por la escena y ahora si decidí que debería salir del closet, lentamente abrí la puerta procurando no hacer ruido, ellos ni cuenta, salí y me coloque frente a la cama pero aun sin interrumpirlos; me comencé a desnudar despacio, acariciando mi cuerpo, disfrutando de la bella vista de mi marido y mi hija ateniendo sexo en mi propia cama. Los deje continuar hasta que Sandra empezaba a acercarse a otro orgasmo, entonces decidí era el momento oportuno, justo cuando ambos estuvieran más calientes, me coloqué a un costado de la cama y me agache frente a la cara de mi hija y justo cuando ella comenzaba a venirse la bese en los labios, ella se sorprendió un poco pero como ya estaba comenzando a venirse no pudo pensar en nada más, como toda respuesta de parte de mi hija su lengua salió para encontrarse con la mía. Nuestros labios se unieron fuertemente y nuestras lenguas se comenzaron a entrelazar en un apasionado beso.

Roberto se separó por unos instantes de la crica de su pequeña para verme y entonces yo le sonreí coqueta, ante esta respuesta el continuó mamandole la concha a su pequeña niña y ahora entre Sandra y yo nos dedicamos a mamar la dura verga de su padre. Primero una, luego la otra y después juntas las dos recorríamos el ardiente tronco y cabeza del erecto garrote. Después de unos minutos mi marido nos detuvo para evitar venirse, le pidió a Sandra que me mamara las tetas, la niña ya sin inhibisiones se acercó a mí y nuevamente me volvió a besar en los labios, luego fue bajando por mi cuello hasta por fin tomar con sus labios uno de mis pezones, estaba completamente erecto y mi hija lo mamaba de manera formidable, me lamió la aureola y también todo el globo de carne, mis jugos escurrían ya por mis piernas mientras ella se deleitaba. Las manos de Sandra se posaron sobre mis nalgas y comenzaron a masajearme delicadamente, sus dedos recorrían cada uno de los aterciopelados cachetes, luego bajaron hasta mi ano y con movimientos circulares me empezó a acariciar, bajando un poco más se topó con la humedad de mi rajada, sus dedos se pasearos por los gruesos labios vaginales de mi panocha que ya estaba completamente mojada. Los labios de Sandra fueron descendiendo más y más hasta que mi pequeña hija llegó hasta mi estomago, me beso delicadamente cada milímetro y sus manos seguían masajeandome las nalgas y la vagina, sus labios ahora se paseaban por la parte baja de mi estomago, rozando los rizos de mi panocha, aspiró hondamente cómo queriendo llevarse impregnado todo mi aroma de mujer, luego paso sus manos a mi parte delantera y comenzó a hurgar entre mis piernas, sus deditos buscaron mi rajada y separó un poco los labios vaginales para poder apreciar mi agujero, luego acercó más su carita y con su lengua buscó mi clítoris al cual comenzó a mamar, inmediatamente después de que ella puso su lengua sobre mi botoncito comencé a experimentar mi primer orgasmo, sentí como iba descendiendo lentamente por mi cuerpo y al llegar a mi vulva exploto en la boca de mi pequeña hija la cual no dudo en tomarse todos los líquidos que estaban manando de mi interior.

Su lengua aunque algo inexperta mamaba deliciosamente mi panocha, sentí también que mi marido se colocaba detrás de mi y comenzaba a embarrar mi ano con un poco de vaselina, voltee y vi que también la punta de su verga estaba siendo embarrada con la misma sustancia, Roberto se colocó detrás de mi y apuntó la cabeza de su pene directamente en mi culo, nunca lo había yo echo por ahí así que tuve un poco de miedo pero la excitación que estaba experimentando al estar en esta situación con mi marido y mi hija me impidió actuar.

Roberto empujo lentamente abriéndome despacio el culo, yo sentía como la candente barra de carne se iba abriendo paso entre los pliegues de mi ano, un fuerte dolor me invadió pero era más la excitación que sentía así que lo dejé continuar con la penetración, su pene me fue penetrando lenta pero firmemente y en pocos minutos ya tenía completamente clavada toda su longitud dentro de mi pequeño agujero, con movimientos pausados fue saliendo y entrando, suave, una sensación extraña pero que con cada arremetida me iba gustando más y más; al miso tiempo las lamidas que mi hija me daba en la pepa se hicieron más rápidas, la niña comenzaba a juguetear con mi clítoris, con sus dedidos separó el capuchón que lo recubre y lo empezó a lamer, con movimientos circulares de su lengua mi niña me fue elevando hasta limites no antes conocidos por mí. En pocos minutos las mamadas que me daba mi hijita y la cogida de Roberto por mi culo me estaban acercando a un nuevo orgasmo, esta vez más intenso que el anterior, fuertes gemidos, jadeos y gritos escaparon de mí sin ni siquiera darme cuenta de ello, solo pensaba en lo mucho que estaba disfrutando de todo esto.

Terminado mi orgasmo me dejé caer pesadamente sobre la cama, solo descanse unos segundos pues mi marido le pidió a Sandra que se colocara sobre de mi en la posición del sesenta y nueve, ella así lo hizo, su bella panochita quedó a la altura de mi cara, bella, con sus labios hinchados y deseosos de sexo, aún con muy pocos bellitos, su ano se apreciaba también por encima de la pepa, un agujerito oscuro y apretadito, sus nalguitas paraditas y ricas; enseguida comencé a chupar sus labios vaginales, paseando mi lengua por todo su contorno, nunca había tenido yo una experiencia lesbica pero pasé la lengua por donde a mí me hubiera gustado que me la pasaran así que puse manos a la obra. Sandra al parecer comenzaba a disfrutar también de las mamadas que yo le daba y mientras que esto sucedía vi como mi marido comenzaba también a untarle vaselina en su culito. Por su parte mi hija tampoco se quedó sin hacer nada e inmediatamente me comenzo a mamar la concha, solo que esta vez lo hacía siguiendo el mismo camino que yo tomaba, como si la estuviera guiando en esto.

Roberto se colocó sobre mi cara y apuntó la gruesa cabeza de su pito a la pequeña entrada trasera de nuestra hija, la cabeza se anido en el ojete y mi marido empujo con algo de fuerza, pude ver como el ano de ella se iba abriendo lentamente dando cabida al candente instrumento. Justo cuando iba como a la mitad se detuvo, al parecer por la resistencia de la apretada gruta, volvió a salir y así inició con un leve bombeo que en cada empujón se hacía más y más profundo hasta que después de varios minutos logro por fin encajar toda la verga dentro del pequeño culito de nuestra pequeña. Ahora con movimientos más suaves Roberto entraba y salía del candente agujero trasero de la niña, agarraba sus caderas y con ellas se empujaba y jalaba para continuar cogiendo, sus bolas pegaban en mi rostro y yo aproveche para mamar tanto sus pelotas como la conchita de la niña, las sensaciones se acumulaban en todos nosotros, las bombeadas de Roberto en el culo de su hija así como las mamadas que ambas nos dabamos aumentaron en velocidad y a los pocos segundos los tres estallamos en un monumental orgasmo, sentí como yo inundaba la boca de Sandra con mis jugos a la vez que ella me regalaba los suyos y de pronto gruesas gotas de caliente esperma cayeron sobre mi rostro, esperma que estaba escapando del culo de mi hija que había sido depositado en lo más profundo de sus entrañas por la gruesa verga de su padre, entonces termine de mamar la conchita de Sandra y continué mamándole el culo después de que mi marido se salió de ella, así pude disfrutar de los sabores tanto de mi pequeña hija como de mi marido.

Roberto fue el primero en caer pasadamente sobre la cama luego lo seguimos mi hija y yo, cada una en un costado de él, entre las dos lo acariciábamos, su verga estaba completa mente flácida recostada sobre unos de sus muslos. Sandra se levanto un poco, yo hice los mismo y nos comenzamos a besar en la boca, su lengua y la mía se unieron en un prolongado y húmedo beso, nuestras bocas se restregaban buscando saciar la sed del deseo que estábamos experimentando, nuestras manos seguían ocupadas acariciando el pecho de mi marido, Roberto nos observaba mientras nos besábamos y luego se levantó para unirse a nuestro beso, entre los tres tratamos de juntar nuestras lenguas, lo logramos y así permanecimos varios minutos más, luego él nos beso a cada una por separado y nuevamente entre mi hija y yo nos volvimos a besar, hasta el momento de nuestras gargantas no había salido una sola palabra, solo besos, caricias y sexo.

Roberto se puso de pie sobre la cama con su verga completamente flácida, inmediatamente comprendimos de que se trataba y entre las dos comenzamos a chupar la güanga pinga que teníamos frente a nuestras caras; primero Sandra tomó con su manita la pinga y la dirigió al interior de su boquita, comenzó una chupada tierna, solo por la cabecita roja del pene, sacaba su lengüita y lamía despacio, luego se introducía el miembro lentamente hasta tragárselo por completo, así después de varias chupaditas la verga fue cobrando vida de nueva cuenta. Yo me uní a mi hija pero comencé a chupar las bolas y subía de vez en vez para mamar parte del tronco, las manos de Roberto acariciaban nuestras cabezas tiernamente y nos iban guiando a la vez en la velocidad que mi marido quería para su mamada.

Roberto nos pidió detenernos y se acostó de espaldas, ahora su dura verga apuntaba directamente hacia arriba, Sandra se me quedo viendo como no sabiendo que hacer, entonces le dije:

-Quiero ver como coges con tu papi, siéntate sobre su verga.-

Sandra me dijo que si solo con movimientos de su cabeza y después se acomodo sobre su padre, hincada abrió sus piernitas y con una de sus manitas tomo el duro garrote, se iba a comenzar a sentar sobre éste pero la detuve, entonces quite su mano de la macana y la tome yo, después le indique que ahora si podía ir sentándose. La vagina de mi pequeña hija se iba acercando a la gruesa cabeza de la verga de Roberto mientras yo la iba dirigiendo al lugar indicado, los labios chocaron por fin con ésta y la presión que ella hacia mientras se sentaba hizo que sus labios vaginales se separaran para dar alojamiento a la rojiza cabeza de la verga de su papá, pude ver claramente como cada milímetro de pito iba entrando en la apretada conchita de nuestra hija, con la mano que tenía libre comencé a masajear mi panocha; la pequeña se logro tragar un poco más de la mitad de la dura tranca de su padre y entonces comenzó a subir y bajar, cabalgando a su padre.

-¡Ponme tu panocha en la boca!- suplico mi marido.

Yo levante una de mis piernas y la pasé por encima de él para colocarme justo sobre su cara sus manos fueron a parar directamente a mis nalgas y su lengua salió rápidamente para comenzar a atacar mi verija, primero saboreando los líquidos que se escapaban y luego se comenzó a introducir a la vez que una de sus manos se pasaba para el lado de mi vulva y así sobaba mi clítoris; Sandra quedó justo frente a mi, podía apreciar su cara de satisfacción mientras se meneaba rítmicamente sobre el grueso tronco de su padre que la abría de par en par, me agache para poder ver como la verga de mi marido entraba y salía rápidamente de la pequeña y apretada vagina de mi hija.

Continuamos cogiendo así y ya no quisimos cambiar de posición, mi hija comenzaba a jadear más y por mi parte las sensaciones comenzaban a acumularse en mi vagina, uno de los dedos de mi marido se introdujo profundamente dentro de mi ano y comenzó a bombearme, su otra mano seguía acariciando mi clítoris. Sandra abrió los ojos por fin y me vio frente a si gozando también igual que ella de la rica cogida que su padre nos estaba dando.

-¡Bésame!-

Me dijo con voz excitada y jadeante, acerque mi cara a la suya y unimos nuestros labios, sus manos se posaron en mi cintura y fueron subiendo lentamente hasta llegar a mis senos a los cuales acarició con mucha suavidad, sus labios se soltaron de los míos y fueron a mamar cada uno de mis pezones, delicadamente; su lengua giraba alrededor de mis pezones y luego con fruicción los mamaba provocándome extraordinarias sensaciones que se juntaban con las que mi esposo me daba en la panocha, esto comenzó a encaminarme directamente a un orgasmo tan intenso que mi marido no se daba abasto con los jugos que escapaban de mi interior. Fue tan intenso el orgasmo que comencé a venirme a borbotones, cuando por fin hubo cesado me di cuenta que estaba fuertemente agarrada de las sabanas de la cama y sudaba abundantemente, se me pare de ellos y me acosté a su lado, viendo como seguían cogiendo padre e hija.

Ahora Sandra un poco agotada apoyo sus manos sobre el pecho de su padre mientras que sus caderas no paraban de girar y moverse de arriba para abajo sobre las caderas de su padre, me acomodé para poder apreciar desde la parte de atrás como la verga salía y se volvía aperder dentro del interior de la apretada vaginita de nuestra pequeña. Las manos de roberto ahora se paseaban por los carnosos cachetes de las nalguitas de su hija, acariciaba desde arriba hasta llegar a su verga que tambien tocaba mientras entraba y salía de la gruta, completamente húmeda la verga continuaba penetrando la panochita que se abría a todo lo que podía para recibir la gruesa cabeza y el duro tronco que la taladraba. Se veía perfectamente bien como los labios vaginales se aderian a la verga cuando esta iba para afuera y como se introducían un poco cuando ésta retornaba al interior de la húmeda gruta. Uno de los juguetones dedos de mi marido se lubrico con los jugos que manaban del interior de Sandrita y después se fue a introducir el en arrugado anito, prácticamente la niña estaba siendo penetrada por los dos lados.

Roberto ahora también comenzó a menear sus caderas para encontrarse con la panochita de su hijita y los movimientos aumentaban en ambos, mi hija comenzó entonces a gemir con mayor intensidad, con un descomunal grito mi hija nos indico que se estaba viniendo; Roberto por su parte también comenzó a venirse, desde mi posición pude apreciar como se introdujo lo más adentro posible de la panochita y poco después gruesos ríos de semen comenzaron a escapar de entre los labios vaginales y el tronco del garrote, las últimas sacudidas fueron lentas y profundas, tratando de depositar todo el semen en lo más profundo de la niña, ella también se movía para encontrarse con su padre y sentir lo más profundo posible su pene. Por fin termino todo, Sandra se mantuvo por algunos segundos sobre su padre pero luego se dejó caer a un lado, entonces yo aproveche para comenzar a mamarle la verga a mi marido para terminar de extraerle hasta la última gota de esperma que le quedará en su pito, luego pase a la rajada de mi hija, saboreando los juegos de ambos, me dedique completamente a ella hasta dejarla completamente seca.

Por último nos paramos todos, nos fuimos a dar una ducha y regresamos, nos besamos y abrazamos para luego quedarnos profundamente dormidos y a partir de ese día comenzar a experimentar una nueva vida sexual, nuestra hija sigue durmiendo en nuestra cama y entre los tres hemos disfrutado de las más grandes experiencias que cualquiera se pueda imaginar.

 

FIN

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