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Las niñas consentidas (04)

en Amor filial

Las niñas consentidas IV

Ya la relación con mi hija era muy continua, yo había tenido que diseñar un plan para poder satisfacer a mis dos pequeñas y además a mi bella esposa, las cosas en la casa marchaban de maravilla, dos veces a la semana tenia sexo con Juanita, otras dos con mi hija Paula y Otras dos con mi esposa y claro un día lo ocupaba para poder descansar de estos excesos sexuales.

A Juanita continuaba dándole verga solo por su culito pero ella ya me había pedido que la desvirgara, su cumpleaños numero trece se acercaba y tenía preparada para ella una deliciosa sorpresa, con el pretexto de que la necesitaba en la oficina después de la escuela me la llevaría a la casa de un amigo que queda dentro de un bosque cercano a la ciudad, todo estaba siendo preparado por mi para esta sorpresa especial.

Por lo pronto mi hija me estaba pidiendo que fueran mas las veces que nos viéramos, yo no podía descuidar a mis otras bellas amantes solo por una así que le dije que no se podía ya que podrían descubrirnos si lo hacíamos más seguido. Una de las noches que salí hacia la habitación de Juanita me encontré en el pasillo a Paula.

[Paula] –Hola papi ¿A dónde vas?-

[Gerardo] -¡Ahhh! Este… yo… yo voy a la cocina.-

[Paula] –Yo también papi, que bueno que nos encontramos.-

No tuve más remedio que acompañarla a la cocina y hacer como que me servia un poco de agua, pero en un descuido mi hija se me prendió del cuello y comenzó a besar apasionadamente, sus labios se encontraron con los míos y no pude evitar que mi lengua saliera en busca de la suya, mis manos no se hicieron del rogar y fueron directamente hacia sus nalgas a las cuales acaricie por encima de la tela de su camisón, ella me empezó a quitar la camisa de la pijama. Mis manos jalaron la tela de su camisón para meterse por debajo de y buscar la piel desnuda, ella solo traía puestas unas bragas que solo cubrían la mitad de sus cachetes. Comencé a sobar despacio las nalgas de mi hija, mientras que uno de mis dedos buscaba desesperadamente introducirse bajo la tela de sus bragas para poder encontrar su agujero vaginal, pero fue inútil, así que por encima de la tela comencé a sobar su rico monte de Venus, ella se empezaba a humedecer, el olor a hembra joven que manaba de su cuerpo me enardeció, una potente erección ya estaba formada bajo mis calzoncillos y pronto la mano de Paula la tomo para dejarla libre, mi hija se hinco sobre el suelo de la cocina y con sus manitas llevo mi vergas hasta posarla sobre sus labios, lentamente se la fue introduciendo en la boca, saboreando cada milímetro que recibía, para mi sorpresa toda mi verga fue tragada por la bella boquita de mi niña, era fantástico sentir como sus labios comenzaban a masturbarme, meneando mi verga de arriba abajo, lentamente mientras que su lengua me brindaba un rico masaje en el tronco. De vez en cuando se sacaba la verga de la boca para enredar en su lengua mi glande y proporcionarme así deliciosas y placenteas sensaciones que me estaban poniendo todavía más caliente de lo que estaba.

La tome de los hombros y la puse de pie para besarla nuevamente, luego la tome entre mis brazos y la senté en la mesa de servicio que se encuentra en la cocina, me hinque ahora yo frente a ella y puse mis manos sobre sus muslos y debajo del camisón, lentamente fui ascendiendo mis manos dejando desnudas esas bellas y finas carnes de las piernas de mi niña, su blancura era espectacular al igual que la tersura de su piel. Pronto el camisón le llego hasta las caderas y pude ver sus bragas blancas cubriendo su hermoso sexo, con las manos la empuje delicadamente para que ella se fuese recostando sobre la mesa, su vagina estaba quedando completamente a mi alcance, solo me acerque y comencé a besar sus bragas ya húmedas, el olor que despedía era de lo más hermoso que un hombre puede oler, la propia entrepierna de su hija, es riquísimo. Una de las manos de Paula hizo a un lado la prenda que me separaba de su vagina y pude ver claramente su rozada hendidura, su clítoris ya sobresalía en la parte alta de su concha y no pude más, mi lengua salió presurosa para encontrarse con ese delicado botón, cuando se topo con el lo empezó a mimar como se mima a un lindo osito, caricia tras caricia fueron llevando a mi Paula a un orgasmo que la hubiera echo gritar si no se tapa la boca con su otra mano, los jugos de su panocha salían para encontrarse con mi boca que los sorbía llena de satisfacción.

Pasado el primer orgasmo la deje descansar por unos instantes, me puse de pie y tome mi dura verga con una de mis manos, me centre entre las piernas de mi hija y apunte mi báculo en la entrada de mi pequeñita, ella separo más las bragas para dejarme ver bien su entrada, puse la cabeza de mi pene en sus labios y delicadamente fui empujando mis caderas para dejar que la verga se fuera perdiendo entre esas frescas y firmes carnes, mi hija soltó la bragas y sus manos se posaron sobre cada unote sus pechos para darse un rico masaje de autosatisfacción, sus dedos buscaban sus pezones a los cuales apretaba tiernamente y después sobaba todo el delicioso seno, entre tanto mi barra candente penetraba firmemente la húmeda gruta de mi niña, entrando y saliendo sin cesar de provocándole a mi niña en pocos segundos un segundo orgasmo.

Era delicioso ver su cuerpo como se bamboleaba en la mesa en la cual a veces desayunábamos, como su cara se transformaba por el placer experimentado y como el amor que me tenía lograba hacer que sus orgasmos y los míos fueran de lo más apoteósicos que existe en esta tierra. Nuevamente un ligero descanso después de su orgasmo y a reiniciar de nuevo con las arremetidas en esa deliciosa conchita. Cuando inicie de nuevo con mis movimientos mi hija me detuvo diciéndome.

[Paula] –No te vayas a venir papi… ¡Quiero que me los des en la boca!-

[Gerardo] –Como tu me digas hijita, va a ser algo delicioso ya lo veras.-

Empecé a moverme rítmicamente dentro de la mojada panochita de mi niña que al decirme esto me puso aún más caliente de lo que ya estaba, cuando empecé a sentir que mi orgasmo se acercaba se lo dije y ella se bajo de la mesa y se puso de rodillas frente a mi, tomo con sus manos mi verga y me empezó a masturbar rápidamente para que mi ritmo no se perdiera, con su boca hacía las veces de su vagina y se la introducía profundamente dentro de ella. Pronto las gruesas gotas de mis jugos estaban golpeando la garganta de Paula que se tragaba todo lo que podía mientras que una de sus manos se perdía dentro de sus labios vaginales y revolvía su clítoris con rapidez, Desde la altura yo podía ver como algo de mis mocos se escurría por su barbilla y después en una gruesa gota caía en sus senos cubiertos por la delgada tela de su camisón. Fue una venida fenomenal, sentía que las piernas me temblaban y no iba a poder sostenerme por mucho tiempo de pie, me hinque quedando frente a mi bella niña y tome su cara, la acaricie delicadamente y nuevamente nuestros labios se volvieron a unir, ahora con mi propio sabor en su boca, nos estuvimos besando y acariciando largamente hasta que los dos ya bastante agotados decidimos regresar a nuestras habitaciones, por esa noche mi hija se había salido con la suya y deje a mi bella amante de doce años esperándome.

El día siguiente le tocaba su turno sexual precisamente a mi hija pero decidí que se lo cambiaría ya que quería sentir el apretado trasero de Juanita estrujándome la verga, por la tarde cuando estaban las niñas viendo la televisión le llame a Juana a mi despacho, le dije que esta noche la visitaría, ella estaba molesta por que el plantón de la noche anterior pero estuvo de acuerdo en que fuera con ella esa noche.

Ya como a la media noche cuando todos estábamos dormidos yo me puse de pie y me encamine al cuarto de Juanita, primero me cerciore de que no estuviera por ahí mi bella hija para que no sucediera lo de la noche anterior, llegue sin problemas hasta la habitación de mi bella niña, al girar la perilla esta giro con facilidad, al entrar pude apreciar que ella dormía profundamente, me senté a un lado de ella y delicadamente sobre las sabanas la comencé a acariciar, sus delicadas curvas se dibujaban en la oscuridad, mi pene ya se empezaba a erguir, una de las delicadas manitas de Juanita salio de su refugio bajo el calor de las cobijas para meterse bajo el pantalón de mi pijama, sus deditos se sujetaron fuertemente alrededor de mi pene y pronto empezó a mover la piel de arriba hacia a bajo para proporcionarme una delicada masturbación que me estaba poniendo más caliente de lo que ya estaba.

Me agache para poder besar sus tiernos labios y mi lengua salió en busca de la suya, jugué en el interior de su boca con su propia lengua mientras que de vez en cuando recorría sus dientes y sus encías, era deliciosa la forma en como nos estábamos besando, en unos segundos me puse de pie y me metí con ella bajo las sabanas, su delicado cuerpecito vibraba al contacto de mi piel, su camisón me impedía sentir directamente su piel, mis manos buscaron sus nalgas y me prendí de ellas al instante que mis besos descendían por su cuello y trataban de llegar a sus pequeños pezones puntiagudos pero la tela me lo impedía, la puse sobre mi y enseguida le fui levantando el camisón, ella estiro los bracitos hacia arriba para permitir que la prenda saliera libremente, sus bellos pechitos quedaron desnudos y a mi disposición, mi boca se pego a ellos como si de un sediento se tratase, las caderas de Juanita se restregaban en forma circular sobre mi pene, ella todavía tenía puestas sus braguitas de algodón blanco, mis manos nuevamente se posaron sobre sus nalgas a las cuales acaricie con singular vehemencia mientras que uno de mis dedos jugaba en el canal que separa los cachetes.

Juanita suspiraba y se abrazaba fuertemente a mi cuerpo, ella solita se fue quitando las braguitas ahí parada enfrente de mi, sus labios vaginales reflejaban ya un poco de humedad que se adivinaba por el reflejo que sus líquidos ofrecían. Le dije que se acostara sobre mi pero con su cabeza hacia mis piernas y ella comprendió de que se trataba, se acomodo y enseguida se llevo a la boca mi pene, sus chupadas se empezaron a hacer más y más profundas mientras que mi lengua escarbaba dentro de su vagina la cual me regalaba sus jugos de niña. Uno de mis dedos ya estaba explorando el interior de su anito para prepararla.

Juanita alcanzo a tener dos orgasmos y yo ya me estaba acercando al mío así que decidí que era momento para descansar unos minutos, nos acomodamos en la cama mientras que estuvimos besándonos como solo dos amantes lo saben hacer. Después de unos instantes de estar descansando le dije a Juanita que se pusiera en cuatro patas, ella obedeció pues ya sabía lo que a continuación venía, ensalive muy bien su ano metiendo mi lengua y mis dedos para que todo quedara completamente listo, luego me puse detrás de ella y apunte mi verga hacía la entrada de su ano, ensalive mi mano y luego la lleve hasta mi mástil para que quedara completamente húmedo, la cabeza de mi verga se introdujo en la apretada entrada de mi novia e hice un poco de presión para que el tronco se fuera hundiendo lentamente en el interior de esa apretada caverna, mi pene entraba con un poco d dificultad pero lentamente se perdió ahí, los pliegues de el ano de Juanita se expandían a su máxima capacidad para recibirme.

Cuando mis bolas chocaron con su vagina me mantuve en su interior sin moverme, cuando ella se empezó a mover hacia delante y hacia atrás fue cuando comprendí que ya estaba lista para el bombeo, lentamente inicie mis movimientos de entrada salida para que ambos gozáramos lo más posible, Juanita suspiraba y gemía al mismo tiempo que sus caderas se movían en forma circular para que las sensaciones fueran mucho más placenteras, su esfínter se apretaba fuertemente alrededor de mi pene proporcionándome agradables sensaciones en él.

Yo estaba acercándome al orgasmo pero ella ya había logrado tener otros dos más, le dije que me avisara cuando fuera a tener su orgasmo nuevamente para que coincidieran nuestras venidas, traté de mantener el ritmo lo más que pude y cuando ella me dijo que se estaba viniendo solté con gran fuerza mis mocos en su interior, ella al sentirlos tuvo otro violentísimo orgasmo que hizo que sus manos perdieran la fuerza y azoto en la cama, mis manos no dejaban de estrujar sus senos mientras que las últimas gotas de esperma salían para chocar con sus intestinos.

CONTINUA

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