La secta XI

Calixto nos despertó por la mañana, el sol ya iluminaba la ventana y caía sobre el suelo del cuarto, mi pequeño compañerito ya se estaba levantando y su superior le mando que fuera a prepararse, luego me invitó a que lo acompañara para el desayuno en el gran comedor del monasterio.

Todos los chicos vestían su habitual capucha y su sotana negra, no pude reconocer a Bianca entre todos los chicos que ahí se encontraban, el desayuno transcurrió normalmente y después los chicos se dedicaron a sus labores del diario mientras que Calixto y yo recorríamos el monasterio checando que todo se encontrara en orden, si uno acabara de llegar al monasterio no se daría cuenta de lo que en realidad sucedía, todos estaban en sus labores y no se veía en sus actitudes nada extraño.

Llegado el medio día los jóvenes tenían una hora para tomar un descanso y varios de ellos se iban a dormir la siesta, algunos otros se ponían a jugar pelota o cualquier otra actividad; Calixto me dijo entonces que fuéramos a dar una ronda para ver que nos encontrábamos, comenzamos por las aulas en donde solo encontramos a dos chicos estudiando y luego nos fuimos hacia los jardines, ahí había varios chicos, unos en actividades de jardinería y otros tantos platicando o jugando; luego nos seguimos con rumbo a los dormitorios, entrando pudimos apreciar que todas las camas se encontraban perfectamente tendidas y ordenadas, así pasamos verificando todas y cada una de las camas y luego nos dirigimos hacia los baños, al entrar escuchamos algún ruido así que anduvimos con cautela para ver de que se trataba, en una de las regaderas se veía un par de chicos que se estaban bañando, ambos en la misma regadera, sus jóvenes cuerpos desnudos se juntaban y ambos jugaban tocando brevemente al otro chico, nos quedamos parados observando, los chicos no se percataron de nuestra presencia y siguieron en lo suyo.

Una de los chicos apenas tenía como cerca de 18 años y el otro se veía un poco más grande como de 19 o 20 años esté era alto, delgado, de piel blanca y cabello oscuro, el otro también de tez blanca y cuerpo delgado, con cabello castaño; los chicos entonces se comenzaron a besar bajo el agua de la regadera, sus bocas se juntaron y sus lenguas se enroscaron, las manos del mayor se apoderaron de las nalgas del otro chico y las comenzó a acariciar delicadamente, las manos del pequeño se enredaron en el cuello del otro muchacho y con sus manos comenzó a jugar con el cabello negro de este. Así permanecieron por largos minutos en un interminable beso, luego el grande se separó del otro y con las manos sobre sus hombros lo fue hincando hasta que quedo de rodillas frente a él, la verga gruesa y larga le quedo frente a la cara, el muchacho abrió su boquita y despacio engulló la tranca caliente de su compañero, sus cabeza se comenzó a mover de adelante para atrás mientras el otro con una de sus manos indicaba el ritmo deseado, los labios del muchacho más pequeño se amoldaban perfectamente a la verga del otro y acariciaban toda la macana desde la punta hasta la base, de vez en cuando el chico agarraba con la mano el garrote y lo masturbaba lentamente en lo que su boca se dedicaba a chupar unicamente la cabeza o las bolas.

Después de un rato de que se la mamó el pequeño se puso de pie y le dio la espalda a su compañero, apoyo sus manos en lo alto contra la pared y paró su culito en pompa, el otro muchacho se colocó detrás de él y con una mano jaló uno de los cachetes de las nalgas del otro chico para dejar expuesto su ano, con la otra mano apuntó su verga a la pequeña entrada hasta que el glande se incrustó un poco, luego tomo por las caderas a su compañero y fue haciendo presión contra el apretado culito, lentamente el hoyito del chiquillo se fue ensanchando para dar cabida a la gruesa cabeza que lo comenzaba a penetrar. El mayor que aún no terminaba de penetrar al otro comenzó a mover las caderas adelante y atrás para así hacer más fácil la penetración en el anoa de su compañero. Poco a poco el garrote caliente del mayor se fue incrustando más y más hasta que por fin la verga se introdujo por completo dentro del apretado agujero trasero del chiquillo.

Cuando ya estaba por completo empalado las manos del mayor pasaron de las caderas a los pezones del otro muchachito y lo pegó hacia su cuerpo, el pequeño voltio la cara hacia atrás el y otro se agacho, ambos se comenzaron a besar a la vez que la verga entraba y salía del ano, el más pequeñín apretaba sus nalgas para hacer mucho más placentera la cogida para ambos, era deliciosa la sensación de esa enorme y gruesa verga de su compañero dentro de sus entrañas, sus lenguas no paraban de jugar la una con la otra y sus labios se restregaban con fuerza y pasión, las caderas del pequeño se meneaban levemente en forma circular y a la vez de adelante para atrás y así se encontraba con las envestidas del su compañero.

Por su parte el otro chico disfrutaba con gran placer las sensaciones que invadían su duro garrote que era fuertemente apretado por las entrañas de su amiguito y que a su vez al apretar el culo la sensación era todavía más deliciosa, su cabeza se hundía hasta el fondo separando los pliegues que luchaban por impedir la entrada de esa gruesa barra que los partía, el placer iba en aumento y los movimientos de cadera también y además el mayor ahora encorvaba un poco el cuerpo par hacer todavía más profunda la penetración, los gemidos y la respiración agitada de ambos se escuchaba por todo el salón del baño y de pronto un fuerte gemido del mayor nos indicó que ya se estaba comenzando a venir, los chorros de semen se depositaron en lo más hondo del agujero de su compañero y ahí se comenzó a mover ya sin sacar toda la barra, explosión a explosión gruesos chorros de leche eran depositados en el interior de su amiguito y este a su vez sentía el calor de los mocos de su compañero que le quemaban satisfactoriamente las entrañas, tomo su verga y con rápidos movimientos no tardo ni treinta segundos en comenzar a escupir su propia leche que golpeó contra la pared de la regadera, la leche de su amigo ya le escurría por las piernas y era barrida por el agua que les caía a ambos sobre las cabezas, luego de que ambos chicos se calmaron un poco terminaron de enjabonarse y enjuagarse, fue entonces que nos vieron ahí parados admirando el espectáculo que nos acababan de dar.

Nos despedimos y salimos de las regaderas con rumbo al patio para continuar con la inspección que habíamos iniciado minutos antes.

CONTINUA