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Tempranos inicios lésbicos (01)

en Lésbicos

Tempranos inicios lésbicos I

Las chicas comenzaron a llegar como a eso de las cuatro de la tarde, las primeras fueron Clarisa y Eva; yo estaba ayudando en la cocina con los bocadillos que estaba preparando Bernarda, una de las sirvientas de la casa. Mamá se encontraba en el jardín que está detrás de la casa junto a la alberca preparando las casas de campaña que ocuparíamos para la pijamada. Aún faltaban por llegar dos de mis compañeras de colegio y una de mis vecinas.

Victoria mi vecina llegó como al cuarto para la cinco ya todo estaba preparado y me encontraba ya platicando con las demás en la sala mientras que Bernarda se encarga de terminar con los últimos de talles para la reunión con mis amigas. Por fin cómo a las seis de la tarde llegaron Lisa y Berenice las últimas que faltaban, subimos a la plata alta de la casa, a mi habitación y comenzamos a prepararnos entre platicas y chistes.

Las chicas sacaban de sus bolsas la pijamas y yo busqué dentro de mis cajones un muy bonita que me acababan de comprar mis padres, las edades de todas variaban desde los 18 hasta los 22 años. Debo decirles que mi nombre es Ilse y que en ese entonces tenía 20 años recién cumplidos.

La pijamada comenzaría a las siete de la noche por lo tanto todavía teníamos tiempo para arreglarnos, en la casa solo se encontrarían un par de sirvientas y nosotras pues mis padres saldrían a una de tantas recepciones a las que los invitaban, mamá me avisó como a eso de las seis y media que ya se iban, mis amigas y yo estábamos bañándonos por partes de dos en dos y ya se podrán imaginar el griterío y las risas por toda la habitación. Mientras que unas terminaban y se comenzaban a cepillar el cabello y a ponerse las pijamas las otras se bañaban, así mi turno fue el último junto con Lisa, estábamos solo en bragas y corpiño cuando nos metimos al baño. Al cerrar la puerta nos desnudamos y abrimos la llave del agua caliente, inmediatamente nos metimos bajo el chorro del agua que comenzó a mojar nuestros cuerpos. Lisa con sus veintidos años tenía una cabellera rubia y ojos de un azul claro, muy bonitos, su cara agradable y labios muy bien delineados, su cuerpo delgado de piel muy blanca, sus senos ya estaban muy bien formados para su edad aunque aun no terminaban de crecerle por completo, en su entrepierna apenas y se dibujaba un poco de vello y yo le estaba haciendo burla por ese motivo. Yo pues a mis veinte años tengo el cabello castaño y piel blanca, cara agradable con ojos color marrón, mis pechos eran casi del tamaño de los de Lisa aunque tenía menos edad, también delgada y piernas largas, como ya supondrán todavía no me crecía ningún vello entre las piernas y tampoco a ninguna de las demás compañeras y por eso me burlaba de Lisa.

Nos enjabonamos entre ambas y jugueteamos tocándonos las nalgas o los pechos sin nada de malicia, solo como un juego infantil. Poco después salimos para desenredarnos el cabello y ponernos nuestras pijamas. Las demás chicas casi habían terminado así que tuvieron que esperarnos un poco. Por fin a las siete y media de la noche comenzamos a bajar al piso de abajo, Bernarda la sirvienta nos estaba esperando aun con su uniforme puesto y nos guió hasta el jardín en donde se encontraban las casas de campaña, nos explicó en donde se encontraban los bocadillos, frituras y refrescos y al terminar me pidió permiso para retirarse, obviamente como ya no había nada que ella pudiera hacer le dije que no había problema y ella se retiro a su habitación dentro de la casa. Nosotras nos quedamos en el jardín a un lado de la piscina y comenzamos a buscar el lugar que se nos hiciera mas cómodo para quedarnos ahí, había muchos edredones y cojines así que nos comenzamos a acomodar al frente de las dos tiendas y a un lado de la alberca.

Comenzamos a platicar de las cosas de la escuela y los chavos y pendejadas de las que siempre se suelen platicar en esas pijamadas, así nos aventamos como dos horas y mientras que platicábamos comíamos de los diferentes platos con papás, salchichas y otras cosas que había. De pronto a una de las chicas se le ocurrió preguntar:

¿Y si traemos un poco de bebida?

¿Alcohol? – preguntó otra.

Sí… ¿Apoco no se les antoja?

Bueno… a mí si me gustaría probar – dijo Berenice.

¿Sabes en donde guardan las botellas? – me preguntó Victoria.

¡Claro! – dije.

Te acompaño por una. – dijo Lisa.

No espérenme aquí, ahora les traigo una.

Lo dije y salí corriendo en dirección a la cocina, entré y me dirigía hasta el bar que se encuentra en la sala, pero ahí había puro vino blanco y tinto, eso no se me hacía como para nosotras así que me encaminé hasta las habitaciones de los sirvientes para ver si todavía estaba despierta Bernarda y preguntarle donde guardaban los demás licores. Bajé unas escalera por el pasillo que conduce hasta las habitaciones de la servidumbre y encontré una de las puertas abiertas, inmediatamente me dirigí hasta esta. Al acercarme pude ver el resplandor del televisor encendido y alcancé a ver por el corto pasillo que conduce al interior parte de la cama, para no importunar me detuve en la entrada e iba a tocar la puerta cuando escuche un gemido que llamó mi atención. Con curiosidad me acerqué un poco al interior y otro gemido me dejó quieta por un instante, asomé solo la cabeza y me quedé paralizada por el cuadro que se me ofrecía.

Sobre la cama se encontraba toda desnuda Bernarda, ella tiene 20 años, su cabellos oscuro y lacio le llega hasta la cintura, su piel es morena clara y tiene unos senos generosos así como las caderas, pues ella estaba ahí tendida y moviéndose sus caderas de arriba para abajo armónicamente, pero eso no era lo más increíble, sus manos sujetaban entre sus piernas una densa cabellera también oscura y que pude reconocer como la de Toña, la otra sirvienta, su cabeza se movía al ritmo que las caderas de Bernarda y sentí en mi pecho un agudo aguijón que se me clavaba y mi respiración se hizo mucho más agitada, continúe mirando ahora con más énfasis y escuchaba los cada vez más fuertes gemidos de Bernarda, pronto ella pareció ahogarse y casi estalló en un grito. Toña la otra mujer como de 40 años se separó de entre las piernas de Bernarda y entonces pude ver claramente lo que ella le hacía pues Bernarda le iba a hacer lo mismo. Toña se montó sobre la cada de Bernarda y pude verle sus nalgas y su ano y poco más abajo sus labios vaginales bien abiertos, la chica sacó su lengua y comenzó a juguetear con los pétalos de Toña qué no tardó en comenzar a girar lentamente sus caderas; mi respiración se agitaba cada vez más y por primera vez sentí que mi entrepierna se hacía agua, mi mano se posó sobre mi vagina y la palpé por encima del pantalón rosa de seda que traía, la sentí palpitar y justo iba a meter mi mano para tocarme directamente cuando escuché un ruido que venía de la entrada a los cuartos.

¡Ilse!... ¿Estas ahí?

Inmediatamente me dirigía hasta la entrada dejando ese increíble espectáculo y vi que Eva y Clarisa me estaban buscando.

Aquí estoy. – dije nerviosa.

¿Qué pasó?... Te tardaste mucho y te venimos a buscar. – dijo Clarisa.

Sí… ¿Que paso con eso? – preguntó Eva.

¿Con qué? – pregunte espantada.

¡Pues con el alcohol que viniste a buscar!

¡Ahhh, eso!... Pues es que no lo encontré. – dije nerviosa.

Pues pregúntale a tu "chacha" (sirvienta).

¡Nooo!...

¿Por qué no?

¡Es que ya se durmió!

Pues despiértala. – dijo Eva dirigiéndose al pasillo.

¡No!... vámonos. – le dije jalándola.

¿Qué te pasa? – preguntó Clarisa. – Estás temblando.

¡No es nada!... Estaba pensando en que si ella le dice a mis padres. – argumenté rápidamente.

¡Sí… tienes razón! – dijeron las dos.

Salimos de ahí nuevamente al jardín junto con las demás. Todavía temblaba cuando llegué con mis otras compañeras y no pude borrar de mi mente las candentes imágenes de mis criadas teniendo sexo. Entre todas bromeábamos, reíamos y gritábamos aunque yo solo lo hacía para disfrazar el gran nerviosismo y la fuerte impresión que me había llevado.

Por fin el sueño comenzó a hacer mella entre nuestro grupo, eran las dos de la madrugada y ya cansadas decidimos acostarnos, una de las tiendas fue ocupada por Eva, Berenice y Clarisa mientras que en la otra quedamos Lisa, Victoria mi vecina y yo. No tardaron ellas en quedar profundamente dormidas y yo solo daba vueltas entre los mullidos edredones tratando de borrar esas ardientes escenas de mis criadas pero no lo conseguí. Con cuidado salí de la casa de campaña y entré en la cocina, baje de nuevo las escaleras que daban a los cuartos de la servidumbre y me asomé a la puerta aun abierta de la habitación de Bernarda; todo estaba en completa calma y silencioso, me adentre sin hacer ruido y la vi allí completamente desnuda sobre la cama y profundamente dormida, aun podía percibirse el olor almizcleño del sexo. Salí de su habitación y vi la otra puerta abierta, entré y allí se encontraba completamente dormida Toña. En realidad no sé que es lo que esperaba encontrar, posiblemente tenía la esperanza de que ellas siguieran enfrascadas en esa deliciosa batalla en la que las había cazado, pero no, no estaban ya así.

Salí de ese lugar dirigiéndome de nuevo a la casa de campaña y junto a mis dos amigas qué seguían profundamente dormidas. Me recosté en mi lugar, en medio de las dos y traté de borrar esas imágenes de mi mente, poco a poco me fui quedando dormida y no sé que horas serían cuando volví a despertar, esta vez sudando y respirando agitadamente, una extraña sensación me oprimía el pecho. Sin pensarlo llevé una de mis manos a mi entrepierna y comencé a masajearla por encima de la suave seda del pantalón. Mis caricias me aliviaban un poco y tuve que bajar un poco mi pantalón y mis bragas para poder tocar directamente mi piel, uno de mis dedos se paseó por todo lo largo de mi rajada una y otra vez. Victoria se movió y esto me asustó, me quedé quieta y asustada volví a subir mis bragas y mi pantalón a su lugar pero eso en lugar de apaciguarme me tenía más incomoda. Entonces me giré, Lisa me daba la espalda y sin dudarlo mucho me abracé al cuerpo de mi amiga, su calor era delicioso, su cabello olía a mi shampoo de hierbas y hundí mi nariz en él. Al principio mi mano acariciaba su estomago muy levemente pero poco a poco la fui subiendo, teniendo como objetivo acariciar sus hermosos senos, no tardé mucho en toparme con uno de estos y primero lo comencé a rozar con las yemas de los dedos, ella solo tenía puesta la delgada tela de su pijama, igual de seda, y pude notar cada una de las líneas de su pecho, su pezón no estaba erguido pero claramente lo podía sentir en mis yemas.

Subí una de mis piernas sobre las suyas pegándole lo más posible mi vagina contra las nalgas y comencé a menearme con mucha delicadeza. Su pezón comenzó a levantarse ante mis caricias y lo pude por fin pellizcar tiernamente con mis dedos, esté era durito y largo y rápidamente busque la parte baja de su camisa para poder sentirlo directamente, metí mi mano sintiendo el grato calor de su piel suave y pronto me apoderaba de esa deliciosa teta de mi amiga, mi palma completa abarcó su senos y pude sentir su suavidad y calor, entre mis dedos tomaba el pezón y lo acariciaba. Luego de que reconocí completamente su seno y viendo que ella no se despertaba tomé valor y decidí internarme en su entrepierna. Mi mano bajó acariciando su estómago hasta llegar al elástico de su pantalón, metí mis dedos lentamente y bajé más, pero quedó mi mano entre la seda del pantalón y las suaves bragas de algodón de mi amiga, no me detuve y seguí bajando hasta tener en mis dedos las curvas de sus labios vaginales, las recorrí lentamente por varios minutos y luego sacando mi mano la llevé hasta mis fosas nasales aspirando la fina fragancia que ella había dejado impregnada en mis dedos.

Me enardecía aun más y ya sin pensarlo volví a meter mi mano entre sus piernas, esta vez bajo las bragas, sentí su imberbe pelambrera y juguetee con sus vellitos unos minutos, luego continúe bajando y encontré el principio de sus labios, bajé más la mano para apoderarme de toda su vulva, sentir esa calor directamente. Con movimientos lentos comencé a masajear sus labios que poco a poco se fueron abriendo y dejándome lugar para meter un poco uno de mis dedos, poco después algo de su jugo me comenzaba a mojar.

¿Qué me haces? – preguntó medio adormilada Lisa.

Me quedé fría pues no pensaba que ella despertaría y traté de retirar mi mano casi enseguida.

¡Nooo! – dijo – Continua, se sienta tan bien.

¿Te gusta? – me atreví a decirle levemente en el oído.

Sí…

Regresé mi mano a donde estaba y continúe moviéndola arriba y abajo ahora con más cinismo, Lisa gemía casi inaudiblemente y se dejaba hacer. Levanté un poco la cabeza y sin más le besé un cachete, ella se volvió a mirarme sorprendida.

¿Qué me estas haciendo?... ¡Me gusta!... ¡Siento muy rico!

Sí… lo sé… no temas…

Pero… pe…

No la dejé continuar, miré sus labios llenos y no pude evitar pegar los míos a los de mi amiga, el beso en si no fue más que la conjunción de nuestros labios una y otra vez hasta que de pronto Lisa se separó de mi y pude sentir como sus piernas se apretaban sobre mis dedos y cerraba sus ojos.

¡Si… haaa… haaa… rico…!

Gimió tratando de hacer el menor ruido posible y así permaneció unos segundos, luego abrió sus ojos y mirándome me regaló ella un beso.

¡Que rico se siente!... ¿Quieres que te haga lo mismo?...

¡Sí! – contesté emocionada.

Me recosté boca arriba y bajé mi pantalón junto con las bragas hasta mis muslos mientras que Lisa se giraba a mi lado, me miró sorprendida cuando notó mi entrepierna desnuda y con la mirada me hizo una seña de que allí estaba Victoria. Le dije que no se despertaría. Lisa entonces con mucha delicadeza puso su mano sobre mi entrepierna y lentamente la comenzó a mover pero solo rozándome los labios vaginales. Poco a poco fui sintiendo cómo uno de sus dedos se fue abriendo paso entre mis pétalos y su mano me abarcaba toda la concha.

¡Así… qué rico… así! – le dije con voz entrecortada por la excitación.

¿Qué sientes?

No lo sé… ¡Pero que rico!

Yo también lo sentí. – me dijo.

Su mano no dejó de moverse hasta que por fin algo más grande me hizo soltar un gemido ahogado, una ola intensa me nublaba los sentidos y mi cuerpo se arqueó un poco, esta sensación barrió toda mi columna e hizo que mi piel se erizara como si tuviera mucho frío pero sintiendo todo lo contrario. Luego un delicioso cansancio se apoderó de mi cuerpo y abrazando a Lisa le di las buenas noches, ella hizo lo mismo y no despertamos sino hasta que escuchamos el sonido de las otras chicas ya levantadas. Salimos de la casa de campaña y ya estaba ahí Bernarda ofreciéndonos un rico desayuno. Nunca me había fijado bien en ella pero ahora la veía completamente diferente, le vi sus nalgas suaves y bien dibujadas en su uniforme, sus pechos generosos sobresaliendo y mostrando su valle cuando se agachaba.

Lisa me miraba con complicidad y yo a ella, nos reíamos la una a la otra sin que las demás se dieran cuenta y de repente me sorprendía mirándola a los senos o la entrepierna. Después del desayuno continuamos parloteando, gritando y danzando por todo el jardín hasta que llegó la hora en que vinieron a recogerlas y tristemente me despedí de ellas, de todas de beso aunque debo confesar que el de Lisa fue más cercano a su boca. Mi amiga me habló más tarde y estuvimos platicando muy largo rato, sin mencionar nada de lo que había ocurrido, solo gozando de nuestras voces y pensando en lo que habíamos disfrutado.

 

 

CONTINUA

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