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La secta (19)

en No Consentido

La secta XIX

La siguiente sesión con las bellas gemelitas de 19 añitos se llevo a cabo la mañana siguiente durante las horas que pasaban ellas en su curso, como ya era costumbre las llame para que se presentaran en la oficina y esta vez las esperaba fuera para dirigirnos inmediatamente a mi habitación, la dos hermosuras llegaron vestidas con un vestido de tirantes de color azul cielo, una blusa blanca y calcetas blancas, cuando las vi venir ambas me sonrieron y corrieron hasta donde yo me encontraba parado.

¿Ahora que nos vas a enseñar? – me dijo Martha alegremente.

Ya verán... ahora van a aprender cosas nuevas.

Inmediatamente que llegamos a la habitación ellas se fueron hasta la cama y se sentaron en medio de esta, yo me coloque en la orilla del lado derecho y le dije a Martita que se pusiera de pie para que ambos nos pudiéramos besar, la niña enseguida se colocó frente a mí y nuestras bocas se fundieron en un extraordinario beso, nuestras lenguas se enredaron y las manos de ella buscaron mi paquete, por supuesto que las mías fueron en busca de sus duras nalguitas a las cuales acaricie con grande sobadas desde abajo hasta su cintura y de regreso.

Puse mis manos en la orilla de la falda de su vestido y comencé a subir lentamente la prenda hasta que tuvimos que separar nuestras bocas para que saliera el vestido por la cabeza de la bella niña, sus bragas eran blancas y de algodón, su blusa blanca fue desabotonada por mis manos y la pequeñita solo quedo ahora con sus zapatitos, sus calcetas, bragas y un hermoso corpiño con un moñito rosa al frente, mis manos se apoderaron de los nacientes senos de Martha y los sobé delicadamente poniendo especial atención a los pezoncitos que a los pocos segundos respondieron a las caricias y se erectarón dibujándose a la perfección bajo la tela del corpiño.

Mary... por que no me quitas la ropa, mientras atiendo a tu hermanita.

¡Claro!

Maria se puso de pie y se coloque detrás de mi y comenzó a quitarme el cinturón, luego desabrocho el pantalón y este cayo por su propio peso a mis tobillos, la pequeñita se agacho y desanudo las agujetas de mis zapatos, luego yo con movimientos de los pies logre quitarme cada uno de los zapatos y el pantalón, Maria después se puso de pie y sobó mi verga por sobre la tela del calzón, luego metió su manita y sacó la prominente estaca a la cual comenzó a acariciar delicadamente con sus manitas. Por su parte Martha y yo no nos separábamos del juego de lenguas que traíamos pero yo ya le estaba bajando sus braguitas, luego me dedique a quitarle su corpiño y por último le pedí a Mary que le sacará los zapatos y las calcetas; Martita quedo completamente desnuda y entonces la fui tirando sobre la cama hasta que quedó completamente tendida, me separe de ella y termine de desnudarme, luego me hinque entre sus piernas y le comencé a besar desde las plantas de los pies hasta llegar a sus muslos. La niña se retorcía por la risa y me tomaba la cabeza tratando de separarme de su piel, luego de que llegue a sus muslos comencé a pasar mi mano con suavidad por toda su rajadita y así moviéndola a todo lo largo del canal que forma la separación de sus labios me mantuve por varios minutos; la respiración de la pequeña se iba acelerando y a la vez se comenzaba a relajar de la risa antes experimentada. Martita comenzó a segregar jugos que escapaban de su vagina y fue cuando me decidí a comenzar a mamarle la conchita, me acerque a la bella rayita de la niña y lentamente comencé a besarla, primero los labios y luego alrededor de la cuquita, nuevamente regrese a los labios pero en esta ocasión inicié clavando levemente mi lengua entre los dos pliegues, su calor invadió y a los pocos segundos ya le comenzaba a mamar la panochita con total excitación, tratando de atrapar con mis labios sus labios vaginales e introduciendo la lengua para sacar lo más posible de sus jugos agridulces y deliciosos.

La pequeña se comenzó a retorcer sobre el colchón gracias al placer que comenzaba a experimentar y a los pocos minutos un potente orgasmo la hizo realmente gemir fuertemente, no pare el ataque a su hendidura hasta que conseguí que la pequeña encadenara un orgasmo más para su supremo placer. Maria nos observaba desde la orilla de la cama y no perdía detalle de lo que estaba pasando con su hermanita, de vez en cuando se agachaba para besar en los labios a su ardiente gemela. Después de sus orgasmos deje descansar a la pequeña pero solo por un par de minutos, luego acomode a la pequeñita justo al centro del colchón y me monte yo en la cama poniéndome de rodillas entre sus piernas que tome con las manos y las lleve hasta mis hombros, su hermosa rajadita lampiña quedo entonces muy cerca de la cabeza bamboleante de mi nabo.

Mary... pon mi pito en la panochita de tu hermanita...

La pequeña niña se acercó a mi lado y se montó en la cama, con una de sus manitas tomo mi verga rodeándola con sus deditos, luego la fue dirigiendo hasta la entrada vaginal de su bella hermanita, la roja cabeza de mi palo se alojó entre los dos labios vaginales a los cuales separó completamente y me dejó ver un poco del rosado interior de la pequeñita. Empecé a empujar ligeramente haciendo que la punta completa de mi pene se perdiera dentro de las virginales carnes de la niña hasta que tope con su barrera natural. La pequeña Martha hacia muecas de molestia pero no se quejaba, entonces les dije:

Ahora viene lo más rico de todo... pero te va a doler un poquito... no te espantes, el dolor va a pasar al poco tiempo y vas a sentir algo mucho más rico que lo que sentiste cuando te la metí por el culito.

Las manos de Martha se aferraron a mis brazos y puso cara de miedo pero no dijo nada, yo entonces me acomode bien sobre la pequeña para dar el empujón que rompería su virginidad, espere unos segundos y de pronto mis caderas se impulsaron con fuerza haciendo que la verga se clavara con un poco de dificultad y rasgara la fina membrana.

¡¡¡Ayyyy!!! Me duele... sácalo, me duele... me duele mucho sácalo... – gritaba la hermosa niña.

Aguanta un poco, aguanta vas a ver que rico... solo aguanta...

Ya tienes la mitad adentro, manita... – le dijo entonces Maria.

Yo continué empujando pero ahora ya sin tanta fuerza, un poco de sangre se escapó de entre los labios vaginales de la niña pero no fue gran cosa, me detuve cuando ya faltaba solo un cuarto de verga por entrar en la apretada rajada de la hermosa nena. Poco a poco el dolor fue menguando y cuando pude notar que ya ella estaba más tranquila entonces seguí empujando mi garrote pero la resistencia era demasiada así que decidí entonces comenzar a bombear e ir metiendo más y más sobre la marcha. MI verga comenzó a retroceder lentamente y como a un cuarto de salir reingrese a su interior, así lo comencé a hacer, metiendo y sacando solo un trozo y cada vez tratando de empujar más y más. Inevitable mente la macana se fue clavando y ya casi se la llegaba a meter toda pero ahora en lugar de lloras y quejarse sus caderas se movía circularmente y tratando de tragar más y más.

¿Qué se siente manita? – le preguntó Maria a su hermanita.

Primero duele mucho... pero ahorita... rico... se siente rico... ¡haaa!

Claro pequeñita... a ti también te va a tocar y ya veras que rico es...

Si Mary es muy rico... ¡haaa! Otra vez... me orino rico... si... si...

Se dice... me vengo... se llama venida u orgasmo lo que sientes.

La pequeña comenzó a venirse nuevamente pero esta vez con mi palo clavado hasta lo más profundo de sus entrañas, le pregunte a ambas si ya tenían la regla y me contestaron que aun no, esto fue el motivante para acelerar los movimientos de mi cadera y así mismo el mete-saca en la apretada vaginita, sus jugos escurrían de su panochita y mojaba su anito y gracias al bombeo de mi verga ya se había formado una espesa capa de espumita blanca muy fina, le dije a Maria que se subiera rápido a la cama y le ofreciera su cuquita a su hermanita para que se la chupará. Maria se desnudo apresuradamente y luego se subió a la cama y se puso sobre la cara de su hermana pero dándome la espalda, pude apreciar como su culo se iba inflamando mientras se sentaba sobre la cara de Martha t se comenzaron entonces a dibujar sus nalgas exquisitamente, su ano quedo apuntándome y entonces la lengua de su hermanita salió presurosa para encontrarse con los húmedos labios vaginales de Maria, Martha comenzó a hurgar con su lengua dentro de la papayita de su hermanita e inmediatamente le provocó algunos espasmos de placer, pude apreciar como su culito respingaba y su ano se contraía gracias a las lamidas en su concha, lleve mi mano hasta la panochita a la cual estaba penetrando y embarre con los líquidos que de ella escapaban uno de mis dedos, ya bien lubricado lo guíe hasta el apretado anito de Mary y lentamente se lo introduje, cuando se lo clave por completo la comencé a bombear con él.

Martha comenzó a disfrutar de la venida de su hermanita pocos segundos después y yo también comencé a menearme más rápido dentro de la conchita de la niña, ella comenzó entonces a mover sus caderas rápido de arriba para abajo en señal de que ya pronto tendría su orgasmo, yo metía mi verga hasta lo más profundo de su coñito tratando de sacar las más agradables sensaciones y gracias a lo apretado de su túnel lo estaba consiguiendo, cuando ella se comenzó a venir y pude sentir lo caliente de sus jugos y lo fuerte que me apretaba la verga, fue en ese mismo momento en que mi verga se inflamó al máximo y de pronto estalló en el interior de la conchita de la bella niña, regándola por completo con mi caliente semen que comenzó a escapar por borbotones incontenibles que arrancaron de mi garganta fuertes gemidos de satisfacción, chorros y chorros de caliente leche inundaron pronto la pequeña cavidad vaginal de la niña y no pudiendo contener la tan formidable corrida comenzó a escurrir a la vez que la verga entraba y salía ahora más lubricada que nunca. La leche le escurrió a la pequeña hasta inundar también su ano y luego descender pesadamente hasta mojar la colcha.

Por su parte Mary se escurría sobre la cara de su hermanita quién hacia lo posible por tratar de tragar los jugos que le regalaban, los tres disfrutamos nuestra venida por separado pero al mismo tiempo cómplices de haberlo echo al mismo tiempo, todavía permanecimos moviéndonos Mary sobre la cara de su hermana y yo dentro de Martha por algunos minutos, mientras la pasión cedía su lugar a la satisfacción lograda y al agradable cansancio que se experimente después de una cogida tan rica; luego nos tendimos los tres en la cama así completamente desnudos y embarrados con nuestros propios jugos.

Descansamos por algunos minutos y después comenzamos a besarnos entre los tres y a acariciarnos los cuerpos, tome a Mary y los dos rodamos en la cama quedando ella sobre de mi, nuestras bocas se unieron y mis manos comenzaron a acariciar su espalda y lentamente fui bajando hasta toparme con sus paradas nalguitas, las acaricie con una de mis manos y con la otra me dedique a penetrarla con mi dedo medio por su anito. La verga se me comenzó a poner de nuevo dura y la niña lo notó.

Ya se esta poniendo dura de nuevo... ¿Me vas a hacer lo mismo que a Martha?

Si... cógetela como a mí para que vea que rico. – dijo Martha con satisfacción.

Anda, ¿si?... cógeme también...

Claro que te voy a coger igual que a tu hermanita... pero tienes que dejarla bien parada para que te la pueda meter ¿esta bien?

Si... ¿Qué quieres que haga?

Sigue besándome... Martha... chúpamela como te enseñe... hasta que se ponga bien dura.

Maria y yo seguimos besándonos con pasión mientras que Martha se incorporo y se acomodo entre nuestras piernas, tomo con una de sus manitas mi verga y estuvo jugando un ratito con ella, luego pasó su lengua por todo lo largo de mi tronco como apreciando el sabor de sus propios jugos vaginales, nuevamente pasó su lengua pero en sentido inverso y después de esto se la clavó en la boca, lentamente se tragó mi tronco hasta que se metió más de la mitad en su cálida cavidad bucal, su lengua comenzó a acariciar el tronco y luego lo fue sacando lentamente, así me lo mamó por largos minutos hasta que la detuve pues ya mi verga estaba completamente erecta.

Le pedía a Maria que se hincara en la cama con las piernitas a mis costados, ella así lo hizo y entonces la sujete de las nalguitas y se la acaricie, lentamente fui subiendo mis manos hasta que llegue a pasarlas por sus costados hacia el frente y me dedique a masajear sus tetillas, sus pezones se pusieron duritos y tuve que levantarme un poco para poder mamarlos a mi antojo, les dedique varios minutos a cada uno, luego me volví a acostar y jale a la niña contra mi pecho, su culo entonces quedo en pompa, le pedí a Martha que le mamara el ano y que tomara mi verga e intentara metérsela en la panochita a su propia hermanita. Martita entonces agarró mi verga y la dirigió a la panocha de su hermanita gemela, pude sentir como la punta de mi capullo se anidaba entre los labios vaginales de la chiquilla, empuje un poco con un movimientos de mis caderas y la verga penetró un poco, pude también notar que Martha ya había empezado a mamarle el ano a su hermana, empuje más y la verga siguió entrando, ya iba casi una cuarta parta y entonces pude sentir su himen deteniendo mi avance.

Muy bien hermosa... prepárate para recibirme...

Mary solo dijo que sí moviendo su cabeza y entonces la sujete por la cintura, empuje con fuerza mi verga pero esta en lugar de entrar se salió, nuevamente le pedí a Martha que la acomodara en la panocha de su hermanita y que no perdiera detalle, volví a empujar y note el himen deteniéndome, hice más presión y entonces el fuerte grito en mi oído me indico que ya había traspasado la membrana de la chiquilla, sus lagrimas no se hicieron esperar y mojaron mi rostro, yo empuje la daga esta vez hasta el fondo de su panochita, ella se abrazo con fuerza a mi y me mordió un poco el hombro, me quedé quieto con la verga total mente sepultada en su caliente panocha, Martha no dejaba de observar como la macana estaba completamente clavada en el interior de su hermanita.

Lentamente comencé el bombeo, metiendo y sacando con pausada calma la gruesa macana del apretado túnel de amor de esa bella niña de solo 19 añitos, su hermanita tomaba mi tronco cuando estaba afuera y lo seguía con la mano mientras esté regresaba hasta el fondo de la panocha.

Se ve muy rico como se te abre la cosita cuando va entrando... – dijo emocionada Martha.

¿Qué ves hermosa?... platícanos... – le dije.

Cuando la sacas su cosita se estira toda hacia fuera y cuando se la vas metiendo se puede ver como se agarran fuertemente los lados de su conchita a tu pito, sale bien mojada y se oye un ruidito chistoso. – dijo la pequeñita.

Continué bombeando lentamente para que Martita disfrutara de la visión de estar observando a su hermanita siendo cogida por su panocha, Maria ya se había calmado un poco de sus sollozos y ahora me regalaba sus labios nuevamente para que nuestras lenguas se volvieran a enredar en una apasionada lucha. Las pequeñas caderas de la niña se comenzaron a menear entonces de forma circular y de adelante para atrás, encontrándose así contra mis arremetidas, algunos cuantos gemidos comenzaban a aparecer ahora entre sus jadeos y pronto una fuerte convulsión me indicó que la niña estaba experimentando ya su primer orgasmo con una garrote en el interior de su vagina. Sus jugos vaginales se comenzaron a escurrir de su panocha mojando mi palo y mi vientre mientras que con el mete-saca se comenzaron a escuchar los clásicos chasquidos, le pedía entonces a Martha que aun se encontraba observando la cogida que pasara su lengua por mi verga cuando esta saliera y así iba a poder disfrutar de los jugos de ambos.

La pequeña Martha acercó su carita hasta nuestros sexos y comenzó a pasar su lengua por mi verga mientras está se encontraba fuera de la apretada rajadita de Maria, de vez en cuando pude notar que Martita se separaba de mi verga y le metía la lengua en el ano a su hermana, con mis manos que estaban en las nalgas de Mary yo le separaba los cachetes para que la bella Martita metiera entera su cara entre estos para así poder penetrar a Mary con la lengua; Maria por su lado ya estaba totalmente perdida en el éxtasis del orgasmo y sus gemidos se escuchaban por toda la habitación, después de que su orgasmo terminó yo me detuve por algunos segundos y le pedí que cambiáramos de posición.

Me puse de pie al lado de la cama y le pedía a Maria que se pusiera de pie frente a mi pero sobre la cama, luego le dije que se abrazara de mi cuello y que enrollara sus piernas en mi cintura, la chiquilla lo hizo y yo la cargue por las nalgas, con mis caderas hice algunos movimientos para tratar de encontrar su recién abierta vagina, en segundos la cabeza de mi pito se encontró anidada de nueva cuenta por las paredes vaginales de la pequeña, entonces la fui dejando caer lentamente y la macana se le fue enterrando milímetro a milímetro en su húmeda panochita hasta que por fin se quedó la niña completamente empalada, luego la comencé a levantar y a bajar comenzando de nuevo la cogida, Martha por su lado se sentó en la cama frente a nosotros y entonces ya más cómoda empezó de nuevo a mamar el ano de su hermosa hermanita gemela.

Gracias a las lamidas que Martha le daba a la bella Mary en su apretado anito las contracciones en su vagina apretaban fuertemente mi garrote, esto me comenzó a acercar a mi propio orgasmo, hice hasta lo imposible por tratar de retener mi venida y esperé solo un par de minutos hasta que por fin Maria nos comenzó a anunciar su nuevo orgasmo entre gemidos y gritos de satisfacción, en ese justo instante yo empecé a sentir como mi verga le escupía en su interior gran cantidad de leche hirviente que al ella sentir esta nueva experiencia soltó un fuerte gemido viéndome a los ojos y apretando sus labios contra los míos en señal de agradecimiento. Martha desde su ángulo pudo observar como la leche comenzaba a escurrir de entre nuestros sexos e inmediatamente acercó su boquita para tratar de capturar la mayor cantidad de jugos que pudiera, ella saboreó cada una de las gotas que estaban cayendo sobre su lengua, se las tragaba con sumo deleite; Mary y yo ya estábamos concluyendo la cogida aún fuertemente unidos por nuestras bocas, mi verga comenzó a perder su dureza y pronto escapó de las apretadas paredes húmedas de la panochita de la niña.

Las dos gemelas eran sin duda un par de hembras sumamente ardientes y las podría seguir disfrutando cuando yo quisiera, aprendían sumamente rápido y hasta cosas nuevas comenzamos a experimentar en nuestras subsecuentes sesiones sexuales.

 

 

CONTINUA

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