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Maria Fernanda (02: El cunilingüs)

en Amor filial

Maria Fernanda II (El cunilingüs)

Maria Fernanda había logrado hacer un buen trabajo con la mamada que me había proporcionado y yo no la podía dejar así nada mas así que tenía que hacer que ella se sintiera igual o mejor de lo que yo me había sentido con esa fantástica venida que había logrado gracias a su pequeña boquita, me volvía a sentar y nuevamente la tome por la cintura, la bese de nueva cuenta en la boca y una vez más nuestros labios y lenguas se buscaron ávidos de pasión.

Mis manos empezaron a recorrer con suaves movimientos circulares su espalda casi hasta el inicio de sus nalgas y de regreso hasta su hombros, aun no había podido apreciar en toda su dimensión su bello cuerpo ya que aun traía puesta la camisa y el pantalón de su pijama, sin quitar mis manos de su piel las fui dirigiendo hacia su estomago y luego lentamente las fui subiendo hasta que pude sentir los pequeños promontorios de sus senos, pase por un lado de ellos y llegue hasta sus hombros por donde fui deslizando la camisa de su pijama, poco a poco su piel se iba descubriendo dejándome ver mas de mi bella y pequeña amante, sus pequeños senos quedaron desnudos y pude ver como eran coronados por unos rosados pezones puntiagudos que estaban completamente erectos por la excitación que había logrado despertar en mi pequeña sobrinita Maria Fernanda.

Mis labios se dirigieron presurosos a probar la prohibida piel de esta niña que se me ofrecía sin mas preámbulos, pose mis labio sobre los pezones de mi sobrina y los empecé a mamar delicadamente, pasaba de uno a otro y luego me dedicaba a mamar todo el seno, eran pequeñitos pero con un sabor sin igual, su piel era suave como la de una princesa, su olor único.

Mientras que mis labios se satisfacían en sus bellos senos mis manos se posaron sin mas miramientos sobre sus nalgas y lentamente le iba bajando los pantalones del pijama para poder palpar piel a piel esa piel de seda, a pesar de su corta edad sus nalgas estaban muy paraditas y frondositas, eran verdaderamente un manjar de reyes, continuaba mamando sus senos mientras las manos de mi sobrina se colocaron en mi cabeza para impedir que me escapara de ese posición, así que continué mamando tan delicadas joyas.

Logre bajar por completo los pantalones de mi sobrina y ahora podía acariciar totalmente al natural su culito, metía mis dedos entre la separación de sus nalgas y tocaba su ano para luego bajar un poco más encontrarme con su vagina y seguir el contorno de la separación de sus labios, mi sobrina ahora estaba ya completamente excitada y llena de pasión, cuando separaba mis labios de sus senos ella pega su boca a la mía para regalarme su lengua y poder disfrutar de sus mieles, nuevamente mi verga ya estaba completamente dura y una de sus manos empezó a frotármela como lo había echo con anterioridad.

Nuestros besos se hacían a cada instante cada vez más prolongados y apasionados, nuestras caricias mas atrevidas y las de ella cada vez más expertas, mi sobrina había resultado ser una verdadera aprendiz para las artes amatorias y todo lo que poco a poco aprendía instantáneamente lo ponía en practica para irlo mejorando.

Ahora era mi turno de hacerla gozar, me puse de pie frente a ella y la tome por los hombros, le di media vuelta y la senté en la cama, ahora yo fui el que se hinco frente a ella y me acerque para besarla, me abrazo colgándose de mi cuello y duramos así algún par de minutos, luego la fui recostando en la cama, pude apreciar por primera vez su linda panochita sin ningún pelo, lisa y suave, de piel muy blanca con unos labios rosados que se abrían un poco por la posición en la que estaba, le separe un poco sus piernitas, la rajadita se abrió un poco y pude ver su oscuro túnel, un poco de humedad se dibujaba en la orilla de los labios, acerque mi cara para poder oler esa fuente de placer, instintivamente mi boca se abrió y me fui acercando lentamente a su rajadita.

Su clítoris se apreciaba oculto bajo su funda protectora, pase una de mis manos por esa suave panochita virgen, la acaricié delicadamente como si fuese un adorno del más fino cristal, ella pego un respingo al sentir que mi mano hurgaba en su intimidad, con dos dedos fui separando sus labios, acerque mi boca e introduje la punta de mi lengua, un suspiro prolongado se escapo de los labios de Maria Fernanda, sus manos se aferraban a las sabanas de la cama, mi lengua se introdujo más, el sabor agridulce de sus jugos vaginales invadió mis sentidos, empecé a meter y sacar mi lengua de su vagina como si se tratase de un pequeño pene, ella se estremeció de pies a cabeza al sentir el movimiento de mi lengua en su interior, solté los labios vaginales que aun separaban mis dedos y pude sentir como apretaban mi lengua, que sensación tan deliciosa.

Continué metiendo y sacando mi lengua de esa apretada vagina, pronto mi sobrinita se empezó a estremecer teniendo su primer orgasmo, un poco de jugo de su interior llego hasta mi lengua y rápidamente los fui absorbiendo para no dejar que se escapara nada, mis labios se pegaban a los de su panocha como si se tratase de un beso, las caderitas de mi niña se empezaron a menear cuando sintió que su orgasmo menguaba, ella quería más.

Separe mi boca de su rajadita y nuevamente lleve mi mano hasta ella, busque la parte alta y con dos dedos deje desnudo su clítoris, lo empecé a sobar con un dedo de la otra mano provocando que mi sobrinita se erizara por completo, las sensaciones la estaban transportando hasta otra dimensión, su ojos estaban cerrados, disfrutando de cada nueva sensación que experimentaba, sus piernas se separaban más para permitirme entrar más en sus rincones, mi lengua volvió al ataque pero esta vez directamente sobre su clítoris, los suspiros y gemidos de Maria Fernanda aumentaron en numero y volumen, le tuve que dar una almohada para que se la pusiera en la cara y amortiguara el ruido que ahora le provocaba el placer experimentado.

Mi boca se tragaba todos los jugos que de su vagina escapaban, uno de mis dedos se poso en la entrada de su gruta y lo introduje un poco, lo empecé a mover en círculos dentro de mi sobrinita que ahora ya estaba completamente empapada en sus propios jugos, la mamada que le daba sobre el clítoris y la introducción de mi dedo la estaba llevando nuevamente a otro orgasmo, pronto se empezó a venir ahora en mayor cantidad, sus jugos vaginales escapaban por su rajadita, el olor que despedían era completamente afrodisíaco, su respiración estaba completamente agitada, sus senos subían y bajaban al ritmo de sus jadeos, sus piernas completamente abiertas permitían ver sus rico sexo totalmente lampiño en toda su extensión, sus labios vaginales ahora presentaban un color rosado por las mamadas que habían recibido de mis labios y mi lengua, su clítoris estaba totalmente expuesto, rosado y erecto descansando sobre sus labios superiores que se veían un tanto abultados y llenos de flojos y saliva.

Era una escena fantástica ver a mi pequeña sobrinita de nueve años de edad completamente desnuda frente a mi y con las piernas abiertas de par en par, con su sexo rosado contrastando con el blanco de su piel, su cabello alborotado extendido en la cama, su cara desencajada por le placer que había experimentado segundos antes con su segundo orgasmo.

Me incorpore y comencé a subir lentamente por su cuerpo, besando cada parte de este, mi lengua y mis labios no dejaban de succionar, chupar y lamer su linda y suave piel. Por fin llegue hasta su cara y después de besar su barbilla, sus mejillas, sus parpados, sus oídos; me refresque una vez más con su calida saliva, uniendo su boca con la mía y juntando nuestras lenguas para que se expresaran el amor que estaba naciendo en nuestras almas.

Después de reposar por unos cuantos minutos mi linda sobrina se sentó en la cama y mirándome con la ternura expresada en su cara me dijo:

[Maria Fernanda] -¡Oh tío… que rico es esto… quiero que me enseñes más.-

 

 

 

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