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Alejandra

en Amor filial

Eran las dos de la tarde y acababa de salir de una junta, inmediatamente fui hasta mi oficina para terminar los pendientes del resto del día, al poco rato uno de los jefes de personal pidió verme. Lo hice pasar y Jorge se acercó hasta mi escritorio y puso un fólder amarillo en la superficie.

¿De que se trata?

Es una solicitud.

¿Y que tiene que ver conmigo?

Creo que te va a interesar.

Tomé el expediente que estaba delante de mi y lo abrí, de inmediato reconocí a la chica de la fotografía que estaba en currículo, sonreí y le pregunté a mi empleado:

¿Cuándo ha venido?

Hoy en la mañana.

¡Está bien!... déjamelo aquí...

Sí... ¿Le llamo?

Por supuesto, contrátala... ¿Qué puesto pide?

No especifica, pero aquí dice que es licenciada en administración de empresas.

Bien... ponla en el área de producción.

Jorge dio media vuelta y salió de la oficina. Yo comencé a estudiar el currículo de mi sobrina Alejandra. Ella acaba de terminar la carrera efectivamente en administración de empresas y nunca me había avisado que pediría empleo en mi empresa, pero los apellidos eran muy difíciles de confundir y entonces Jorge al darse cuenta de este detalle me fue a avisar. No le llamé ni le hice ningún comentario a mi hermana, su madre, ni a mi propia sobrina.

Una semana después de que fue a dejar su solicitud Jorge la llamó a su casa para decirle que había sido aceptada. Se le ofreció una jefatura de tercer nivel y así pasaron dos meses. Yo seguía de cerca el desempeño de mi sobrina y aunque nunca se le dijo que yo sabía de su ingreso, ya en los pasillos se rumoreaba entre los empleados de la sobrina del patrón. Entre las secretarias por supuesto era la niña consentida y entre los varones definitivamente era un ángel. Y no únicamente por su trato a los demás sino por su excelsa belleza. Sí, mi sobrina, Alejandra, es toda una belleza. Inmediatamente después de su ingreso algunos la comenzaron a piropear y a buscar. Eso por supuesto que llegó inmediatamente a mis oídos por medio de los siempre dispuestos lame botas que hay en todos lados dispuestos a granjearse la amistad del jefe.

Bien pues fue hasta tres meses después en un a de las juntas que a Alejandra le tocó rendir cuentas de su departamento. Por supuesto que yo estaba completamente al tanto de su desempeño y solamente fingí sorpresa al ver a mi sobrina trabajando en mi empresa. Como efectivamente ella comentó algunos avances y nuevas disposiciones habían sido implantadas, así logró mejorar un poco la producción de su área y eso que apenas comenzaba. La felicité y después de que la junta terminó le pedí que se quedara un rato. Conversamos de lo mucho que había logrado a pesar de no tener la experiencia laboral. Claro que le dije lo sorprendido que estaba por haber entrado en la empresa sin avisarme y le dije que hubiera sido más fácil si me hubiera buscado. Claro está que ella no se tragó el engaño y de inmediato y entre risas me dijo que era muy malo fingiendo.

En fin el tiempo fue transcurriendo y pasaron siete meses, la relación con mi jefa de producción se fue estrechando pues definitivamente esa área requiere de mucha comunicación con el alto mando. Llegaron a fin de año las posadas y los brindis, como es costumbre en todas las empresas ya estaba programado un convivio entre todos los departamentos. El clásico discurso, la comida, el brindis y por fin un baile que se prolonga un par de horas y donde algunos de los empleados salen completamente ebrios. En fin me pasé un par de horas con los colaboradores y a eso de las nueve de la noche ya con un par de copas encima me dirigí hasta el estacionamiento.

¡Tío, tío! – gritó Alejandra desde lejos.

¿Qué pasa?

¡Por poco no te alcanzo! – dijo mientras llegaba corriendo hasta mi auto.

¿Pero que pasó?... ¿Por qué tanta prisa?

¡Es que no traigo auto!... Me podrías llevar a casa.

Tanto grito por eso... ¡Me asustaste!... Vamos, sube.

Alejandra subió y fue hasta esos momentos que repare en su indumentaria. Traía puesto un saco en color negro, blusa rosa y una minifalda en negro también. Medias oscuras y zapatillas, su cabello suelto.

¡Lastima que tengamos que irnos... la fiesta se estaba poniendo buena.

Pues si, pero no conviene mucho quedarse... no les puedo dar de que hablar a los empleados, tu sabes.

Sí...

Si quieres te invito a un lugar muy agradable... ¿Quieres ir?

¡Vamos!

Llevé a mi sobrina a un bar muy pintoresco con un agradable ambiente, pedimos una mesa y un par de bebidas. Había muchas parejas bailando, otras cantando, en fin, un ambiente muy agradable. Después de la segunda ronda le pedí un baile a Alejandra, nos fuimos a la pista y comenzamos a danzar, era una melodía calmada y bailamos apegados. Su perfume, su cuerpo, sus movimientos; no pude evitar que una erección se me comenzara a formar y ella lo debió de haber notado, pues su vientre se pegaba al mío.

Terminando la pieza nos sentamos, platicamos algunas cosas del trabajo y poco después nos volvimos a levantar a bailar, era una pieza más romántica las luces bajaron más y entonces mi verga volvió a revivir. Alejandra al parecer también se sentía cómoda con la situación y noté como sus manos me acariciaban muy levemente. La mano que tenía yo en su cintura bajó un poco hasta recargarse en su cadera. Sus movimientos se hicieron más leves y pegó más su cuerpo contra el mío, seguramente sintiendo la erección que ya estaba en su máxima expresión. Mi joven sobrina recargó su cabeza contra mi pecho y seguimos moviéndonos lentamente al ritmo de la música.

Su oído quedó a la altura de mi boca y entonces sin pensar y sintiéndola dispuesta le dije casi susurrando:

¿Te gustaría ir a otro lado?

Inmediatamente después de decirlo me arrepentí, pero ya era demasiado tarde, no había pensado y cerré los ojos sin separarme de ella. Alejandra se quedó unos segundos quieta y después se separó de mí y se me quedó mirando directamente a los ojos. No decía nada, solamente me miraba sorprendida y entonces sin hablar movió muy ligeramente la cabeza, aceptaba.

Sin soltarnos de la mano fuimos hasta la mesa, pedí la cuenta y fuimos al estacionamiento; si se hubiera tratado de cualquier otra persona la habría llevado a un hotel, pero ella era mi sobrina. Manejé hasta mi casa, aparqué el auto en el garage y salí del auto. Abrí la puerta a Alejandra y ella bajó tímidamente. Caminó hasta la puerta de acceso a la casa y no miró para atrás, yo la seguí lentamente admirando sus formas y con la verga completamente erecta.

La alcancé en la sala, ella estaba parada en silencio pero evidentemente excitada, en su rostro se le notaba. Me paré frente a ella, mi sobrina tenía la cara mirando al suelo, puse mis dedos en su barbilla y lentamente levanté su carita. Ella me miró a los ojos con esos bellos y brillantes ojos grises, sus labios se abrieron ligeramente y entonces la besé. Mis labios se apoyaron en los suyos y comencé a penetrarla con mi lengua. Alejandra no tardó en responder a mi beso y entregó completamente su lengua a mis caricias. Cerró sus ojos y se colgó de mi cuello suspirando profundamente.

Le acaricié la cara, sus hombros, su cintura. La miré directamente a los ojos sin que ninguno de los dos se cohibiera, nos volvimos a besar. Le solté el broche con el que amarraba su cabello en una cola y éste quedó libre a su espalda. Me separé de ella y comenzamos a subir las escaleras con rumbo hasta mi habitación. Pude notar como ella temblaba por la excitación y el miedo. La dejé parada frente a un gran espejo que está en mi cuarto y entré en el baño. Comencé a llenar la tina de masaje y encendí unas cuantas velas que hay allí. El ambiente no podía ser más romántico. Fui hasta donde estaba mi sobrina, aún mirándose al espejo, pensativa; posiblemente dudaba de lo que estaba casi por suceder, podría arrepentirse en cualquier instante o seguir adelante. Dejé que esa decisión fuera de ella y yo seguí en mi papel de hombre. Sujeté la mano de Alejandra y caminé con ella hasta el baño. La tina, la espuma, las sales aromáticas y las velas la impresionaron. La dejé parada frente a la tina y desde atrás le quité el saco. Luego comencé a desabotonar su blusa lentamente, en esos instantes ella pareció dudar un poco más, pero se repuso casi enseguida y me dejó continuar. Desde atrás después de desabotonar completamente la blusa la jalé dejándola salir por sus brazos y manos. Traía un brasier blanco. Desabroché el botón trasero de la minifalda y ésta cayó al suelo después de abrir el cierre. Alejandra traía un liguero negro que sujetaba las medias del mismo color y una tanga blanca a juego con el brasier de seda muy suave.

Desde sus espaldas acaricié lentamente su cuerpo, su cabello, su espalda, su cintura y sus caderas. Hice a un lado el cabello suave y sedoso y me incliné para besar muy levemente su largo cuello. Mi sobrina echó un poco para atrás su cabeza dejándome libre acceso mi lengua degustó el sabor de su piel y subí un poco hasta atrapar entre mis labios su oreja. Después me separé y me desnudé completamente. Despacio me metí a la tina y me recargue en un costado sin dejar de mirar a mi hermosa sobrina.

Alejandra sonrió coqueta y tímida a la vez y entonces llevó sus manos a su espalda, desabrochó su brasier y me dejó admirar por primera vez ese generoso par de senos. Sus aureolas grandes y apenas ligeramente más oscuras que su piel, blanca, suave y tersa. El brasier cayó al suelo y ella inclinándose un poco soltó las ligas de una de las medias; comenzó a enrollar muy lentamente su media negra dejando desnuda la piel de su pierna, con una calma desesperante mi sobrina iba descubriendo su pierna, una y luego la otra; las dos con la misma calma. Largas, hermosas sus piernas quedaron desnudas. Se quitó el liguero girándolo para el frente y dejándolo caer al suelo cerca de mí. Ahora solamente estaba con su tanga puesta. Puso sus dedos en los costados de la prenda y muy lentamente la fue haciendo descender. Por fin quedó ante mi vista una delgada franja de vello oscuro, era apenas una rayita sobre sus labios vaginales, se veía sumamente hermosa.

Con la misma calma que había tenido para desnudarse se fue metiendo en la tina y se acomodó hasta quedar frente a mí. Sentí sus piernas rozando las mías y luego mi pie rozar su entrepierna, ella con su pie tocó mi erección.

¡Eres muy romántico, tío! – dijo por fin rompiendo el silencio.

¡Tú mereces eso y más!

¿No crees que está mal lo que hacemos?

¡Eso no lo puedo juzgar en estos momentos! Solo sé que te voy a amar hasta el hastió.

¡Siempre me has gustado!... ¿Lo sabías?

¡No!... ¡Realmente eso es una sorpresa para mí!... ¡Pero una sorpresa muy agradable!... ¿Qué cuentas le voy a entregar a mi hermana?

¡Mamá no tiene por que saberlo!

¡Bien!... Entonces no diré nada.

Seguimos platicando mientras que nuestros pies acariciaban nuestros sexos mutuamente. Después de un buen rato nos levantamos y nos enjabonamos, nos enjuagamos y por último salimos. Nos secamos y tomados de la mano fuimos hasta la habitación. Parados frente a la cama nos comenzamos a besar. Mi verga se recargaba en su estómago. Sus manos acariciaban mi pecho y las mías su espalda. La recosté lentamente en la cama y después me levanté para mirarla así. Bella, joven, fresca y completamente desnuda. Me monté en la cama y abriéndole las piernas me acomodé hasta que mi rostro quedó a la altura de su vagina. Le lamí la pepa: primero por fuera, pasando mi lengua por todo lo largo de sus labios vaginales, luego comencé a penetrarla poco a poco, saboreando los jugos que ya comenzaban a humedecer su interior. Mis manos amasaban sus nalgas y sus tetas, saltaban de un lado al otro y Alejandra entonces llegó a su primer orgasmo. Le encantó y me lo hizo saber.

Después ella fue la que me recostó en la cama y me comenzó a felar, su lengua recorrió mi tronco desde las bolas hasta la punta. Se metió la verga en la boca y se comenzó a mover lentamente de arriba para abajo, humedeciendo con su saliva mi largo tronco. Yo acariciaba su húmeda cabellera castaña que se movía bajo mis manos al ritmo de la felación que me estaba dando. Fue una mamáda deliciosa y que Alejandra no detuvo. Mi esperma salió disparado con fuerza dentro de su boca y ella tragó todo lo que salía, mamó sin pausas sin dejar que una sola gota saliera de su boca. Y no paró, no, siguió mamando para evitar que yo perdiera la erección. Y era imposible perder la erección con una joven como ella y no solamente por ese hecho sino por el de ser mi propia sobrina, hija de mi hermana.

La hinqué sobre la cama dándole la cara a la pared. Ella puso sus manos sobre la cabecera y empinó un poco su cuerpo. Yo hincado detrás de ella apunté mi verga contra su vagina que se mostraba completamente debajo de su culo. Empujé lentamente penetrando la intimidad de mi joven y bella sobrina. Su calor y humedad eran deliciosos y comencé a bombearla lentamente. Mirando como me perdía dentro de su cuerpo. Los jugos que comencé a sacar de su interior escurrían pos sus muslos y por mis bolas cayendo en largos hilos hasta la colcha. Me sujetaba de su cintura y bombeaba sin pausas. Alejandra comenzó a venirse.

Descansamos unos segundos y cambiamos de posición, esta vez mi sobrina montada sobre mi cuerpo. Sus manos seguían apoyadas en la cabecera de la cama y ella sola movía sus caderas sobre la verga. Aproveche esta posición para mamar sus pezones que poco a poco se fueron poniendo duros con las caricias de mi lengua. Alejandra se movió y se movió y de vez en vez la sujeté de la cintura para darme tiempo a reponerme o me hubiera venido. Ella alcanzó el tercero de esa noche.

Tío... con ninguno de mis novio había gozado tanto.

Que bueno que te guste... pero todavía nos falta.

Me separé de ella y la hice que se recostara boca abajo en la cama, le besé las nalgas y luego en esa posición la penetré por la vagina. En mi vientre podía sentir los deliciosos cachetes de sus nalgas chocando. Me moví lento y profundo. Luego me levanté el tronco para poder ver como le metía la verga entre esas nalgas, pero por la panocha. Ella alcanzó otro orgasmo más, el cuarto. Sin cambiar de posición saqué mi verga y la apunté contra el arrugado ano.

¡Por ahí nunca me la han metido, tío.

Empujé clavando el glande, ella se quejó un poco pero no impidió que continuara. Mi verga lentamente se fue abriendo camino lubricada con los propios jugos de su vagina. Alejandra se comenzó a quejar de dolor pero ya era demasiado tarde, mi verga estaba clavada casi hasta la mitad. Empuje entonces con más fuerza y cinco minutos después la tenía completamente dentro.

¡Espera, tío! ¡Deja que me acostumbre a tu grosor!

Me quedé quieto, sintiendo como su ano apretaba mi falo. Ella después de unos minutos me pidió que me moviera. Lentamente retiré la barra que la atravesaba, pero únicamente la saqué uno centímetros, luego volví a entrar. La operación se repitió una y otra vez hasta que sentí que su ano ya no me rechazaba, entonces saqué un poco más. Bombeaba lentamente disfrutando de su culo. Ella comenzó a pedirme más velocidad. Aceleré el paso y ya no me detuve sino hasta que ella comenzó a venirse por quinta vez.

¿Te gusta? – le pregunté al oído.

¡Siiii!

Esperé hasta que ella descansó unos minutos más, luego saqué lentamente mi verga de su ano, miré como estaba completamente abierto su agujero. Le acaricié las nalgas con las manos y luego la hice cambiar de pose.

Ponte a cuatro patas...

Mi sobrina Alejandra se acomodó como le pedía, sus nalgas quedaron perfectamente marcadas y debajo su vagina, su ano aun un poco abierto. Me hinqué detrás de ella y con la mano guié mi verga hasta su rajada. El glande penetró y se fue metiendo hasta encontrar fondo. Agarré los senos de Alejandra y la comencé a bombear.

¿Te cuidas?

No contestó, únicamente movió la cabeza afirmativamente. Aceleré los movimientos de mis caderas y ella gimió al sentirme completamente dentro de su vagina. Mis caderas empujaban la verga lo más profundamente posible y fue entonces que Alejandra me gritó que estaba casi lista. Sentí como sus paredes apretaban mi herramienta y ya no pude soportarlo más. Estallé. Mi semen corrió por los pliegues de mi hermosa sobrina, llené su vagina con mi néctar caliente. Ella al sentirme explotar se apretó más contra mí y dejó que nuestros fluidos se mezclaran en su interior.

Esa noche Alejandra se quedó a dormir en mi casa y repetimos en la madrugada. Mi sobrina quedó fascinada por mi manera de hacerle el amor y yo, encantando con su belleza y juventud. Ni que decir que ella sigue trabajando en mi empresa y esta pensando irse a vivir sola, bueno, eso es lo que le ha contada a mi hermana y a su papá. Pero la realidad es que pensamos vivir juntos. Todavía nos falta hacer algunos planes, pero seguramente vamos a seguir como pareja.

FIN

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