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Fiesta familiar (02)

en Amor filial

Fiesta familiar II

Después de esa fiesta familiar las cosas nunca más volverían a ser las mismas en mi casa, ver a mi hermana menor y a papá cogiendo me había cambiado la manera de ver las cosas, ahora cada vez que veía a mi hija me imaginaba haciendo lo mismo con ella, las cosas se estaban poniendo difíciles para mi ya que cuando ella andaba en casa solo con sus bragas y su playera yo no podía contener la erección que me provocaba.

Bien pues ahora creo que debo de describirles a mi hija, ella se llama Vanesa, es una preciosidad de mujer, tiene 14 años y es de cuerpo delgado, demasiado delgado pero con sus curvas bien puestas en donde deben de estar, su cabello es castaño claro y le llega hasta la mitad de la espalda, sus nalgas las tiene rellenitas y paraditas, muy firmes; sus senos son aun un poco pequeños pero al parecer son muy firmes y tiene unos pezones puntiagudos ya que luego se le aprecian demasiado bien bajo la tela de la playera, su piel es de un blanco casi como el de la nieve además de tersa.

Como les comento desde la noche en que vi como hacían el amor papá y mi hermanita no he podido dejar de pensar en que yo podría estar en iguales condiciones con mi hermosa hija Vanesa, y de hecho ahora he notado que me acerco más a ella y que la acaricio mucho mas en partes en que antes no me atrevía, los besos se los doy mucho más cerca de la boca y cosas así, la espió de vez en cuando mientras esta sola en su habitación y por la noche subo a darle las buenas noches y a arroparla no sin antes platicar un rato con ella mientras mis manos se deslizan sobre la tersa piel de su estomago, sus brazos, su espalda o su cara, ya en una ocasión me atreví a acariciar sus piernas sin ninguna objeción por parte de ella, lo cual me indica que le agrada.

Vanesa estudia en colegios de paga y tiene muchas amigas tan bellas como ella o algunas un poco más pero para mi, mí hija es lo máximo, voy a contarles lo que en una de esas noches en que subo a platicar con ella sucedió.

Eran las diez de la noche, mi mujer y mi hijo ya estaban acostados Vanesa y yo nos quedamos viendo una película que se prolongo un poco, cuando subimos ella me dijo que no tenía sueño y me comento que si fuera posible que platicáramos un poco.

Nos metimos en su habitación y yo me senté en su cama recargándome contra el respaldo de la cama, subí mis pies y me relaje mientras que ella terminaba de guardar algunas de las cosas que se llevaría el siguiente día a la escuela, mientras ella guardaba sus cosas no pude evitar recorrer con mi vista su hermoso cuerpo, traía puesta la playera larga con la cual siempre duerme, y que cuando se flexiona o se agacha deja ver sus hermosas bragas de color blanco. Así mientras que se movía de un lado al otro de la habitación yo podía deleitarme con su tentador cuerpo y cuando se agachaba o inclinaba me daba el agasajo de ver sus paraditas nalgas y a veces hasta un poco de su monte de Venus cubiertos claro por sus bragas.

Cuando ella termino de arreglar sus cosas para la mañana siguiente yo ya tenia una erección del tamaño del Everest pero discretamente me la acomode debajo de la camisa del pijama, Vanesa cuando me vio sentado en esa posición entonces se acomodó en medio de mis piernas y recargo su cuerpo contra el mío quedando ella de espaldas a mi y sentada en la misma posición en la que yo me encontraba, comenzamos a platicar de las cosas que a ella le pasan en la escuela y sus amigas y amigos, yo entonces coloque mi mano derecha en su estomago como para sujetarla y la izquierda sobre la derecha pero un poco más arriba, casi rozando la parte baja de sus pequeños senos. Mientras que ella me platicaba sus cosas mis manos no perdía la oportunidad de ir acariciando cada parte que podía de esa zona, con lentitud increíble poco a poco le iba subiendo la playera hasta que pude sentir en la punta de mis dedos la tela de sus bragas, mi otra mano en tanto ya acariciaba la base de sus pequeñas masas de carne caliente, mi hija parecía no darse cuenta de lo que sucedía y seguía muy entretenida en su platica.

Muy despacio también fui haciendo que mis dedos fueran girando ahora ya sobre las bragas de mi hija, poco, muy poco a poco mi mano bajaba hasta que logre notar que llegaba al inició de su vagina, podía sentir el calor que desprendía de ella y lo abultado de sus labios al juntarse en esa parte, rítmicamente y muy despacio mis dedos giraban en esa pequeña zona del cuerpo de mi hija y pude notar como se puso un poco nerviosa pero no dijo nada, solo siguió platicándome, pero ahora con largos silencios, yo la besaba en el cabello mientras le contestaba algunas de sus preguntas o le comentaba algo.

Por supuesto que ella podía sentir la dureza de mi pene entre sus nalgas y parte de su espalda ya que estaba recargada en mi, mi respiración era un poco agitada al igual que la de ella pero imagino que ninguno de los dos se atrevía a hacerla más profunda para no denunciarse ante el otro, mis dedos bajaron un poco más en mi incursión por su vagina y note entonces la separación que producían sus labios vaginales en la parte media de estos, y vaya, un poco de humedad, esto me animo a continuar masajeándole esa parte a mi hija, poniendo especial atención en la parte alta de su sexo ya que ahí su clítoris podría percibir mejor los movimientos. Mi otra mano no perdió tampoco el tiempo y ya acariciaba un poco del seno de mi bella hija Vanesa, solo rozándolo, delicadamente, lentamente.

De pronto desperté de mi trance, que estaba haciendo, era mi hija, no debía. Una fuerte batalla se estaba librando en esos instantes dentro de mi, tan delicadamente como la acariciaba fui cesando mis movimientos y retirando mis manos, aprovechando entonces el silencio le dije a mi hija que ya la notaba un poco cansada, que lo mejor sería que otro día platicáramos ella afirmo con un movimiento de cabeza y entonces me puse de pie, la acomode bien en su cama y luego de arroparla y darle un beso de buenas noches casi en los labios apague la luz y salí.

Me baje las escaleras demasiado pensativo, la lucha continuaba dentro de mí, no quería aceptar que me estaba encaprichando con mi propia hija, que su sola presencia me excitaba y que con una mirada ella podría dominarme, que estuve a punto de hacer algo que no se debe, no lo sé; mil cosas me pasaban por la mente, la deseaba, sí, la deseaba pero trataba de negármelo a mí mismo sabiendo que eso es imposible.

Entre en la cocina y me serví un vaso con agua, lentamente me lo fui bebiendo sin dejar de pensar en las tantas angustias que ahora sentía, estaba confundido, no sabía que hacer con lo que estaba sintiendo, termine mi vaso de agua no sin antes notar que la erección que mi niña me había provocado aún estaba igual que antes.

Salí de la cocina y subí, me iba a meter a mi cuarto pero viendo que la erección no cesaba me dirigí hacia el baño, al pasar por la habitación de Vanesa me quede parado en la puerta, debía de entrar y terminar de hacer lo que había iniciado, gire la perilla y abrí lentamente, todo estaba a oscuras, ni un solo ruido, de pronto esa sensación de que no debería hacerlo, así como abrí volvía a cerrar la puerta, tratando de hacer el menor ruido posible. Me quede unos instantes parado frente a la puerta sin saber que hacer, sin soltar la manija, poco a poco me fui tranquilizando, entonces solté la manija y me dirigía al baño.

Llegando lo primero que hice fue cerrar la puerta con seguro y me baje el pantalón de la pijama, baje también mis calzoncillos y mi verga salió tan dura como un metal, no pude aguantar más y lentamente me la empecé a menear pensando en lo que había pasado, en que habría pasado de haber continuado ¿Qué estaría haciendo ahora? No lo sé, el remolino lo deje atrás para concentrarme en la exquisita masturbada que me estaba proporcionando, mi mano subía y bajaba por todo el largo de mi herramienta sexual, la roja cabeza quedaba libre completamente para en segundos volverse a cubrir con la tersa y calida piel, más, más y más rápido me la iba meneando mientras a mi mente llegaban las escenas y sensaciones de la calida panochita de mi niña, de su humedad, de su calor y su excitación mientras la tocaba de aquella forma, imaginándome que habrá echo después de que me retire de la habitación, solo eso, conjeturas.

Mi mente se perdió en las sensaciones que me prodigaba yo mismo mi mano se movía más rápido y de pronto como venida del cielo una gran explosión de esperma fue desatada por mi glande, los chorros de leche salieron con tal potencia que fueron a parar hasta la regadera, uno tras otro, parecía que no terminaría y eso es lo que yo quería, que esto no se acabara, las últimas gotas de espesa leche cayeron a mis pies, mi mano estaba manchada también de la leche y no paraba de moverse mientras que perdía la erección, fue algo fantástico, pocas veces sentí algo como esto, mi respiración aun agitada, me dispuse entonces ya un poco mas relajado a irme a dormir, no sin antes limpiar mi gran venida.

 

CONTINUA

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