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Soy un CABRON en potencia. Lo reconozco

en Confesiones

Soy un CABRON en potencia. Lo reconozco

Dice el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) en su segunda acepción sobre el vocablo CABRON:

CABRON. adj. vulg. Se dice del hombre al que su mujer es infiel, y en especial si lo consiente.

Este escrito, más que un relato erótico, es una especie de ensayo sobre la actitud de los españolitos y las españolitas ante el sexo de los últimos treinta años.

España, país milenario, y uno de los más antiguos del mundo. Tierra de conquistadores y de héroes. Que expulsó al moro de sus tierras después de ochocientos años de dominación árabe, y que pretendió ser la reserva espiritual de Occidente durante cuarenta años, hoy, es uno de los países más libertinos de Europa, y donde se consume más droga.

A los que nacimos y vivimos durante la Dictadura, nos formaban con tres conceptos muy claros: DIOS, PATRIA Y FAMILIA. Y sobres estas nociones forjaban nuestras mentes. Por lo tanto todo lo que saliera fuera de estos conceptos, era pecado e incluso delito. En cuanto al sexo, el homosexual era una enfermo; la prostituta un desecho social, y el cabrón, un hombre sin dignidad digo de ser despreciado.

La mentalidad de un español medio en cuanto al sexo era muy clara: de soltero, follar todo lo que pudieras en la clandestinidad, pero de casado, buscar una mujer casta y pura, y que fuera desvirgada por ti. Eso de casarte con una mujer desflorada por otro, era una mancha, una mácula que te marcaba. Por eso muchos jóvenes, pedían a sus novias el certificado de virginidad antes de casarse con ellas.

Un servidor tuvo la enorme suerte de dar con una mujer tan maravillosa, además de bella y hermosa, que al cabo de los 42 años de casado, lo proclamo a los cuatro vientos: la gran suerte de mi vida, fue conocerla.... Pero...

... Pero con la llegada de la Democracia y con ella las libertades, también llegó "el libertinaje". o dicho de otra forma: el rompimiento de todos los tabúes sexuales que durante 40 años había constituido la Dictadura. Ser homosexual ya no era una enfermedad, era ORGULLO. Ser prostituta ya no era una marginación social, era digno de ser contado en los medios del corazón; y ser CABRON era signo de progresía y de modernidad. Por consiguiente, el MACHISMO pasó de ser el símbolo de identidad del hombre ibérico, a ser repudiado socialmente.

Por lo expuesto, es fácil entender, que la mente de los españolitos medios, rompieran con aquellos lemas desfasados, y pretendieran unirse a los nuevos iconos sociales que la Democracia ofrecía.

AÑOS OCHENTA.

Llevaba casado a mediados de esta década, quince años, y seguía muy enamorado de mi mujer. ¡inmensamente enamorado! Pero mi mente elucubraba algo que hace años ni se me hubiera ocurrido imaginar: hacer el cambio de parejas. Las revistas y los clubs en donde se ofrecía y se realizaban los intercambios estaban a la orden del día. Miles de anuncios a través de decenas de revistas se ofrecían, y funcionaban multitud de club en donde se podía hacer el cambio allí mismo.

La idea, me seducía, pero no por follar con otra mujer, ya que en mis viajes continuos por España y Europa estaba harto de hacerlo con otras mujeres. Lo que me seducía y me daba un terrible morbo, era el ver a mi mujer follando con otro. Esa idea se me había incrustado en el cerebro de tal forma que me quemaba. Pero... tenía perfectamente asumido, que a ella lo iba a rechazar totalmente. Para mi mujer, eso era algo aberrante, indigno de los matrimonios que se aman de verdad. Por lo que poco a poco fui dando forma a mi "elucubración" con el fin de que algún día ella accediera.

-Cariño –Le decía en la cama - ¿Tú no tienes fantasías sexuales?

Tenía muy claro que si, que las tenía, porque por muy decente que sea una mujer no puede evitarlas. Otra cosa es, que, las oculte y que sólo queden para ella.

A la sazón, sé que le gustaba un actor de moda, al que llamaremos Michael, sus ojillos me lo decían cuando veía una de sus películas.

-Cielo, sabes que te quiero más que a nada en este mundo, y que tú me quieres igual que yo. ¿Pero no te gustaría que en nuestros momentos de amor imaginemos con estamos follando con otros?

-¡Pero que cosas tienes...! ¡Qué pasa! ¿qué ya no te hago feliz?

-Cariño, que no es eso, se trata de un juego para enriquecer nuestras relaciones sexuales. ¡No me quieras convencer que al cabo de los quince años de matrimonio, que follas conmigo con la misma pasión que de recién casados!

Calló, su silencio decía que sí, que ella pensaba en Michael, o en otros hombres cuando follábamos .

-Vamos a hacer una prueba. Imagina que yo soy otro hombre, pero te tienes que meter de lleno en esa idea, de lo contrario no vale.

-No sé si podré, me da mucha vergüenza.

-Inténtalo, mujer, a ver que pasa.

-¿Y si te enfadas?

-No me puedo enfadar porque soy yo el que propone el juego, si vemos que no nos gusta, nos lo decimos, y no pasa nada. Y sabremos que no es positivo para nuestras relaciones.

No dijo nada, pero en sus ojos vi el deseo.

-¿Estas preparada? ¿Quieres que empecemos ahora mismo el juego? Eran sobre las dos de la madrugada de un domingo, y precisamente veníamos del cine, de ver una película del Michael y de Sharon Stone..

-Bueno, pero tú te imaginas que yo soy Sharon. ¿vale?

-No cariño, mi morbo es que tú folles con otro hombre, no follar yo con otra.

Quedó un poco confusa, como no entendiendo bien mi juego.

-¿Qué raro? Siempre pensé que lo que tú querías es hacer el amor con otra. Los hombres soléis ser así de "cochinos".

-Pues ya ves, mi amor que no. Me hace muy feliz que folles con otro.

Vi en su faz el deseo de follarse a Michael. Me "monté" sobre ella, a la vez que abría bien sus piernas. No sé, pero me pareció que las abría con otro énfasis. A la vez que le decía: -Pero si quieres que esto funcione, mi nombre para nada lo tienes que pronunciar, de lo contrario se rompe el encanto.

-Si Michael, como tú digas.

La polla me dio tal respingo al escuchar en los labios de mi mujer pronunciar el nombre de otro hombre, que por poco se separa el capullo de la base. Se la metí hasta los mismísimos cojones.

Sus uñas se aferraron a la piel de mi espalda que me hacía jirones. Mis 18 centímetros de polla sentían un calor enorme; había una temperatura en el coño de mi mujer, que nunca había sentido..

-Dame polla... Michael... más polla... más polla... quiero toda tu polla Michael... ¡Ah..ah..ah...! que bien me follaaaaaas... Más...más... dame más fuerte.

Quede entre sorprendido y admirado. Jamás ni soñé que mi mujer fuera "tan puta" en la cama con otro tío. Pero me excitaba la idea, y le seguí el juego.

-Tú si que follas bien, mucho mejor que la Stone. A escuchar esto, se aferró a mis nalgas, e hizo tan presión contra ellas a la vez que elevaba su culo, como queriendo que todo el cuerpo de Michael entrara en su coño.

Su orgasmo fue indescriptible, si conmigo tardada ente diez y quince minutos en correrse, "con Michael" le sobraron trece, en dos minutos se "iba" como una loca entre sollozos y delirios... Su chocho chorreaba tanto flujo que mojaron hasta las sábanas. No había tenido la precaución, (probablemente de la emoción) de poner el paño higiénico que siempre ponía debajo de la almohada.

Nunca la polla de Michael... ¡Perdón! La mía, había expulsado tanto semen, y con tanta fuerza que me asombré. Sucedió en ese momento algo que me asombró y me dejó estupefacto ante ese "chorro de leche calentita". No eyaculé dentro de su vagina por precaución, y al sacarla, hizo con "Michael" algo que conmigo se negaba a hacer porque de daba asco (eso alegaba), llevarse la polla a su boca y saborear el semen de Michael. ¡Joder... joder... joder...! la de veces que le había pedido que me la "mamara" pero inútil.

Al rato... consciente de la situación, entró en una fase de sollozos que me preocuparon.

-Soy una puta, una adúltera, una mala mujer.... ¡Dios mío perdóname!

Tardé meses en convencerla, de que no había hecho nada malo. Que era algo normal en los matrimonios después de cierto tiempo de casados. Y que lo realmente malo, es caer en el tedio y la rutina sexual. ¡Por fin! Entendió, que, era bueno para nuestras relaciones sexuales, y que no hería mis sentimientos, al revés, potenciaba mi libido; ya que mi felicidad era verla gozar.

Pero me dijo una cosa muy seria que no admitía réplica:

-Bien está como juego, y confieso ya sin pudor que me satisface y me encanta, pero... recalcó bien el pero. –Bajo ningún concepto me pidas que lo hagamos en la realidad. Me negaré rotundamente.

A la sazón el síndrome del virus VIH estaba en la mente de las personas. Sé que entre otros conceptos de tipo moral, el miedo al contagio del Sida le aterraba. Por eso fue imposible hacer el cambio de parejas real.

Ella se "ha follado" virtualmente a quince o veinte tíos con mi polla durante unos cuantos años, hasta que se apagó el furor de su útero. Ha sido feliz, y yo también viendo como gozaba.

Soy un CABRON virtual, y reconozco que me hubiera gustado también serlo en la realidad, pero ha sido imposible. Mi mujer ha tenido muy claro, que ese paso no podía dar.

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