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Las cosas no son como parecen

en Zoofilia

Siempre me ha llamado la atención todo lo bucólico, no sé, es como si viera en ello lo sincero de la vida, la naturaleza en su verdadera dimensión. Pero soy del asfalto, o más bien del adoquín. Lo otro, aunque al alcance de cualquiera, contemplarlo como una realidad es algo que no pasa de mis fantasías, o en todo caso para reconsiderarlo en la vejez.

Resulta que Lopetegui, mi compañero de oficina y buen amigo es de campo, y aunque no ejerce de campero, su relación con el labrantío es muy directa, ya que sus padres tiene huerta, vacas y granjas en un pueblo de la provincia de Segovia.

Sabedor de mis fantasías rústicas me invitó un "finde" a pasarle con sus parientes, y de paso conocer todas las labores campestres que tanto me llamaban la atención desde las afueras.

Me las prometía muy felices. Iba a desconectar con todos los procesos de mi mente relacionados con la cibernética para entrar de lleno en la genética de la vida. Acababa de ver en la tele la película de Harrison Ford, "El único testigo", y aquellas escenas pastoriles que se ve obligado a realizar para esconderse de los malos, vinieron a mi mente, sobre todo cuando ordeña aquella vaca de hermosas ubres.

Me acosté algo inquieto, pero no preocupado, ¡No! Es esa inquietud que se presenta cuando sales de tu "etiqueta" y vas a hacer que sólo avistas en tus imaginaciones; por lo que me dispuse a descubrir ese mundo que tanto me atraía.

Sabía que el ordeñe se hace muy temprano, por lo que puse el casco de ordeñar a las tres de la madrugada. No dormí, o no creí dormir, el caso que al momento sonó mi despertador. No había dicho nada a Lopetegui de ordeñar sus vacas; quería descubrir el mundo del ordeñe a tetas y pezones tan enormes yo solo.

--¡Qué preciosidad de vaca! ¡Qué ubres madre mía! ¡Y que pezones!

La vaca me miró como diciendo:

--¡Que coño hace éste aquí!

Pero yo no la hice caso. Aquellas tetas repletas de leche en ese momento me atraían más que las de la una mujer,, pero no con las mismas intenciones., ¡No por favor! que no soy ningún depravado, son "tetas distintas" , y el goce de acariciarlas diferentes.

Me dispuse al avío. La banqueta estaba preparada y el cubo dispuesto para ser llenado del preciado licor blanco. Antes de tomar el primer pezón, la vaca con su pata derecha había mandado el cubo a hacer puñetas.

--¡Ah si vaca! Con qué esas tenemos.

Tome una soga y ate la pata de la vaca a una argolla que allí se encontraba y la dejé de la guisa que se pueden imaginar. Me fui al otro lado y me dispuse a mi rito. ¡Zas! Con la pata libre otra vez el cubo a "la porra".

--Ahora verás puta vaca. Pensé para mis adentros.

Tome otra soga y volví a atar la otra pata a otra argolla que por lo visto está allí para amarrar a los animales. Dejé a la vaca más abierta de piernas que "La Manola" en día de cobro de los albañiles.

--¡Te jodes vaca! Voy a ordeñar tus tetas aunque no quieras.

Me ubiqué detrás, ya que la posición de las piernas de la vacuna me impedía tomar una posición cómoda. Desde esa situación tenía toda la inmensidad de la ubre a mogollón.

-¡Pero mira!. Cuando ya creía que las tenía todas conmigo y me frotaba ambas manos con la ilusión de la batalla con la vaca ganada...

-¡Zas! Un rabazo me mandó casi contra la pared,

Fuera de mi, me levanté con mucha mala leche. Me subí encima de la banqueta que había colocado previamente detrás del animal, justamente a la altura de su coño. Tomé el rabo de aquella "puta vaca" , ate en su extremo exterior una cuerda con la intención malévola de asirlo a un saliente del techo; como no llegaba tupe que auparme, y del salto que di, se me bajaron los pantalones al tobillo...

... Y en ese momento, en ese preciso momento entraba mi amigo Lopetegui por la puerta de aquel maldito cobertizo.

--¡Pero que haces....! Dijo exaltado llevándose las manos a la cabeza.

--Mira Lope... si te digo la verdad no te la vas a creer. --Me estoy follando a la vaca.

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