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¿Qué da más placer: la boca, la polla, el coño ..

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¿Qué da más placer: la boca, la polla, el coño o el culo?

Evidentemente para el heterosexual, si es mujer dirá que la polla da más placer, y si hombre, dirá que el coño o el culo femenino. Pero existen cada vez muchos más personas, sobre todo acá en España, que como decía mi padre hacen "a pelo y a pluma" (bisexuales) que a lo mejor dudan en cual de esas partes de la anatomía humana, consiguen más placer.

Yo creo que las preferencias sexuales, las determina la edad. No es lo mismo el deseo de un señor de 60 años, que el de un adolescente de 18. El señor puede que esté saturado de follar y comer coños, y busque otras "platos" que le satisfagan más. Y el adolescente, que empieza a degustar los placeres del sexo, busca el coño con avidez, deseando meter su polla cuanto antes, porque considera que allí reside la única fuente del placer. Voy a relatar aquí mis experiencias y de cómo se han ido desarrollando a lo largo de mi dilatada vida sexual. Evidentemente me voy a referir al sexo de mutuo acuerdo entre los participantes, no al sexo pagado con moneda.

En mi etapa de adolescente mi obsesión era el coño; me refiero a la hora de follar, ya que cuando tenía a una moza a punto, no me andaba con rodeos, iba al coño derecho, y me corría en dos minutos. Era el ansia de follar, y ¡claro! de esa forma apenas se disfrutaba, ya que esas glotonerías te impedían degustar bien las exquisiteces de la mujer.

Cuando adquirí alguna experiencia en el tema, ya no buscaba el coño como la única fuente de placer; se convirtió, digamos, en la guinda del pastel, o sea, que antes había que degustar la tarta. Y con las mozas que conseguía llevar al catre después de arduas conquistas, aprendí que la sexualidad te ofrece tantos matices para gozar, que llegué a la conclusión de que el "follar era de albañiles". Pretendía hacer del sexo algo tan excelso y sublime que me elevara a todos los cielos del placer. Y lo primero que aprendí, fue a no tener prisa en la cama. Aprendí a disfrutar cada instante del cuerpo de mi dama. Cada segundo lo vivía con tal intensidad, que se me olvidaba el momento "de meter". Mis manos, lengua y toda mi piel se impregnaban de los aromas y de los efluvios que emanaban de las fuentes de aquel "mar de placer". Y lo más grandioso: que tú placer, era más placer para ella.

Mi lengua empezaba lamiendo los pabellones auriculares de mis amantes; dicho de otra forma más coloquial: introducía me lengua todo lo que podía en sus oídos internos. Esas cosquillas que dan, ponen el vello de punta. Hagan la prueba, y verán sus efectos.

No había centímetro de piel de la moza, que mi lengua no recorriera, cuello, hombros vientre... Y sobre todo "escarbar" con la punta de la lengua en el ombligo, algunas no pueden resistir las cosquillas que da. Inmediatamente después de lamer su ombligo, le daba la vuelta y le ponía boca abajo, de modo que su hermoso tafanario quedaba a mis antojos, para "comer bien sl ojete" ; es menester aupar un poco el culete, y con los dedos pulgar de ambas manos abrir la raja del culo...

-¡Y allí se halla...!

Ese agujero marrón,

que aunque "allí vaya

a diario su zurrón

para soltar su tralla",

es un dulce bombón,

que a mi alma halaga.

Quizás para algunos, el "beso negro" sea una cochinada, pero doy fe, que uno de los placeres más delicados, es que te pasen la punta de la lengua en círculo repetidas veces, por el ojo del culo.

Pero a esa edad, a pesar de que todo el cuerpo de la mujer es un manjar exquisito, sin duda alguna, su coño era además de la guinda del pastel, la apoteosis de la función.

* * *

A partir de los cuarenta años, buscaba nuevas experiencias en el sexo. No es que estuviera harto de mujeres, de eso nunca se ve uno harto, pero me asaltaban ideas homos; que con la llegada a España la Democracia, la liberación del mundo homosexual, que había estado proscrito durante cuarenta años fue fulminante; "salían del armario" miles y miles de gays y lesbianas reivindicando el orgullo gay.

Por lo que un servidor, sin ser gay declarado, me dispuse a saber que se siente en los brazos de un hombre, porque mi supuesta homosexualidad era pasiva. No me seducía dar por el culo a un tío. Lo que a mi me fascinaba era ser follado. Y al cabo de muchas vueltas, que si... que no me atrevo... que no... me decidí a responder a un anuncio publicado en una revista especializada en contactos de todo tipo.

Debo decir al cabo de los años, que hoy me da más placer una polla que un coño. Pero es por pura sicología. He follado y lamido tantos coños, que quedé saturado. Mamar de una buena polla, es algo nuevo para mi, además ¡hay tanto que chupar! Huevos, capullo... la boca se me pierde lamiendo una jugosa verga bien dura y rosadita, aunque no sé porqué, la mayoría de las pollas son morenas. ¿.....?

¡Bueno... bueno... bueno...! y esa sensación... Puesto "a cuatro patas" como una perra en celo... Notas primero como las manos de tu follador te las coloca en las caderas... empiezas a temblar de la emoción. Al momento, sientes como se ubica su capullo justamente en la entrada de tu ojete... Esperas con impaciencia y algo de temor como se te va romper el culo, porque te la va a meter hasta "donde pone Toledo"*.

Les pido a mis amantes que me la metan muy despacio... muy despacito... quiero sentir en mis carnes cada milímetro como entra. El bombeo de la polla ... ese mete y saca frenético, que parece que te va reventar las entrañas te traslada a sitios desconocidos. Y cuando te inunda el recto de "su leche calentita", esa media docena de empujones que hacen que los cojones queden pegados a los tuyos... ¡Ufffff! Es la Gloria...

* * *

A partir de los sesenta, ya un poco harto de mamar y de recibir tanta polla por el culo, te gustaría probar ser el que des por el culo a un tío, y empiezas a fijarte en ellos, y dices:

-¡Coño! Pero que culitos más ricos.

¡Joder! Y que verdad es: hay tíos que tienen unos culos tan apetecibles, que mis ultimas masturbaciones, las hago pensando en el vecino del quinto, un chaval de unos treinta años y culo de impresión. Imagino que se la meto hasta los huevos, y me corro como un descosido... Supongo mi polla dentro de ese culito tan estrecho, y me pongo a cien. El problema es, qué, a los sesenta años ya no se te pone tan dura como a los treinta, y para perforar un ano, hay que tenerla bien dura y tiesa.

* * *

¡Y que decir del gusto que da una boca! A un servidor le han hecho mamadas que he levitado; me han levantado un metro de la cama sin más soporte que la boca de la mamadora succionado la polla.

De todas formas, y para acabar este relato, sigo opinando que el coño, es el "dios del placer" y la polla "el rey" para la mujer. Sin polla ni coño, el tema de la jodienda no sería lo que es.

FIN DEL RELATO

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