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Manolita. Cap. 64-65-66

en Grandes Relatos

Capítulo 64

 

Toda la prensa nacional elogiaba mi actuación en el programa Caldo Amarillo. Debo aclarar, que, del Pino tenía fama de "devorador de entrevistados".

Hubo algunos personajes a los que machacó dialécticamente; y que detrás suya existía un equipo de periodistas de investigación que sabían de los mismos, tanto como ellos,

Fui durante unos días la estrella de moda en el País, y de todas partes me solicitan entrevistas. El haber dejado en evidencia a ese presentador de la radio y la televisión, fue un acontecimiento que alegró a miles de sus enemigos.

A partir de ahora me dijo Lopetegui, iba a ser el blanco de Agapito del Pino; que midiera bien mis actos, y que no hiciera nada que pusiera en entredicho a la alcaldesa.

La desaparición de mi vida de Ernesto, me supuso tal alivio, que me hizo ver el futuro muy claro, ¡más claro que nunca! "Mis niños" Héctor y Raúl, me colmaban de felicidad, sólo un hecho le ensombrecía; La Isla había sufrido nuevas sacudidas sísmicas, aunque de menos intensidad que la de que hizo un año por estas fechas, su papá Raúl, y su tía Margarita seguía colaborando en la reconstrucción de su País.

Pero acaeció otro hecho que me llenó otra vez de incertidumbre. La prensa daba una noticia que me impresionó.

Por una parte me dejó muy preocupada, pero por otra me llenaba de esperanzas, ya que mi querido Raúl había sido elegido Presidente del Gobierno Provisional de La Isla, hasta que se eligiera un presidente a través de las urnas.

23 de Octubre de 1997

Golpe de Estado en La Isla

Aunque son confusas las noticias que llegan de la paradisíaca Isla del Caribe; se ha producido un Golpe Militar al mando del General Ovidio Ortega, militar progresista en el exilio por sus ideas de instaurar la Democracia en el País.

Ha sido designado como Presidente del Gobierno Provisional, el destacado industrial don Raúl de Pozo Ródenas, para que dirija la Nación hasta las elecciones legislativas en fecha que se designará conforme avanza la reconstrucción del País.

 

¡Por fin La Isla se iba a democratizar! Me acordé de mi pobre Adela (luego Darío por su cambio de sexo). Su sueño de ser hombre se hubiera realizado en su juventud no en la casi vejez. ¡Mi nunca olvidada Adela, que en sus brazos supe lo que eran las dulces caricias de mujer!

¡Y tú, mi amada Margarita! ¡Cómo poder olvidar aquella relación lésbica que tuvimos en Río de Janeiro.

¡Raúl, mi gran amor! El que me hizo sentir el primer orgasmo.

...El que robó mi corazón por unos días en La Isla.

¡Dios mío! ¡Qué remembranzas más sublimes..!

No pude evitar derramar dos lágrimas.

Tuve mucho cuidado de que los niños de Raúl no vieran la tele en las horas de las noticias, ya que la foto de su padre salía en todos los medios.

 Llamé al Secretario General de mi Partido y Presidente del Gobierno José María Arranz para recabar información de la asonada.

--José Mari, soy Manolita.

--Hola Alcaldesa, me place escuchar tu voz.

--¡Oye!

--Dime Presidente.

--Que no he podido llamarte para felicitarte por tu actuación el otro día en el programa Caldo Amarillo. Estuviste genial, pero las pasé putas ¡Ay! disculpa el símil, creo que he mencionado la cuerda en casa del ahorcado.

--Tranquilo Presidente, que una ya está acostumbrada a que le llamen de todo.

 --Te decía, que las pasé canutas porque no tenía ni idea de ese affaire con ese tal Ernesto. No quería ni pensar si hubiera sido verdad la acusación. ¡No lo quiero ni pensar!

--Seré muy puta José Mari, pero muy decente para ciertas cosas que por las que una no pasa.

--Por eso eres la alcaldesa más votada de España. Dime que es lo que quieres, me figuro que me habrás llamado por otro motivo.

--Sí, Presidente. Necesito que me digas todo lo que sepas del Golpe de Estado en La Isla.

--Mira, precisamente de ese tema quería hablarte, porque sé que conoces muy bien el País. Deseo proponerte que seas agregada comercial de la Embajada de España, ya que embajadora no puedo, no posees carrera diplomática.

--¿Te parece poca carrera diplomática, el haberme acostado con las altas esferas del País. Dije con sorna.

--Tú siempre con tu sempiterno sentido del humor.

--¡Cierto! y además me une una estrecha relación con el Presidente Provisional, Raúl del Pozo. Hasta tal punto, que, sus dos hijos los tengo a mi custodia desde el terremoto del año pasado.

--Sí, algo de eso me comentó el embajador a la sazón allí. Mira, te puedo adelantar, que, vamos a reconocer como legítimo el Gobierno Provisional de Raúl del Pozo.

--Esa es una noticia maravillosa, Presidente.

--Y que el General Ovidio Ortega es de reconocido pensamiento democrático, y que nos da garantías suficiente para pensar en la pronta democratización de País.

--¡Qué bien, qué bien! ¡Cuánto me alegro, sobre todo por "mis niños". Pronto te comunicaré mi decisión sobre tu propuesta de ir agregada a la Embajada de España en La Isla. Un abrazo, José María.

--Otro para ti, Manolita.

Las noticias de Arranz me tranquilizaron, sobre todo por los niños, parecía que las cosas en la Isla se iban arreglando. Sólo era cuestión de dar tiempo al tiempo.

25 de Noviembre del mismo año. 1997

Recibí una llamada de La Isla que me llenó de satisfacción. Después de arduas llamadas sin éxito a Raúl, las respuestas eran siempre las mismas:

El Presidente no se encuentra.

El Presidente no puede ponerse al aparato.

¡Por fin el Presidente de la Isla se preocupaba de sus hijos!

--¡Manolita...!

--¡Sí, Raúl, soy yo! ¡Pero por el amor de Dios! ¿Qué son tus hijos? más de un año sin saber de ellos. ¿Te parece bonito?

--¡Sé de mis hijos casi tanto como tú!

--¿Pero qué dices?

--Qué van a un colegio llamado El Espíritu Santo. --Qué sacan muy buenas notas.

--Qué a Héctor le han operado de anginas y que se encuentra perfectamente.

--Qué Raulito es muy revoltoso y que te trae de cabeza.

--Los regalos que les haces para sus cumpleaños... Lo sé todo Manolita...

Quedé un tanto alucinada...

-- ¿Tienes un espía en Los Alcores?

--No Manolita, tu gran amigo José Antonio Barderas, es el que me tiene informado desde que te los llevaste.

--¿Y por qué no me lo ha dicho? ¡Joooo!

--José Antonio, al que contacté a través de nuestra embajada de Madrid, tiene el número de mi teléfono rojo. El golpe de estado se estaba gestando desde entonces, y era necesario llevar todas las conversaciones en el más estricto secreto.

--¿Cómo van las cosas por La Isla?

--Muy bien, muy bien...

--¿Qué es de Margarita?

--La he nombrado Ministra del Exterior; el equivalente a vuestro Ministerio de Asuntos Exteriores. Se halla en estos días en los Estados Unidos, ya sabes que Marga habla perfectamente Inglés y Francés, además del castellano ¡Claro!

Quedé con una extraña mezcla de angustia y felicidad. Raúl y Margarita se alejaban de mis sueños, y yo jamás sería un obstáculo para sus carreras. Todavía en La Isla, el atavismo estaba anclado en la mente de la mayoría de los Isleños; una vieja ex meretriz, nunca podría ser su primera dama.

--Manolita... ¿Sigues ahí?

--Sí, disculpa, durante unos momentos he recordado...

--Escucha Manolita; dentro de unas fechas visitaré España para que tu Gobierno refrende el mío. Ni que decir tiene, que mi embajador te enviará la pertinente invitación al evento.

--Raúl, ¿Cómo debo tratarte en los actos oficiales?

--De Su Excelencia, por favor Manolita.

--De acuerdo, Su Excelencia.

--Manolita, te encuentro algo rara, ¿Sucede algo?

--Nada grave, problemas derivados de mi cargo. Sabes que soy alcaldesa ¿Verdad?

--Lo sé desde el primer día que ganaste las elecciones, y que barriste a tus rivales.

--Ya. José Antonio, te tiene bien informado.

--José Antonio, y tú lo sabes mejor que yo, es un profesional como la copa de un pino, y mejor persona; hasta tal punto que le nombrado mi asesor personal, y vendrá para La Isla muy pronto.

--¡No... no me digas! José Antonio Barderas Basaldúa ¡me lo quitas!

--Sabes muy bien, que José Antonio es el mejor asesor económico que puedo encontrar, y a ti ya no te hace falta.

--Eso es cierto, Aquí ya cumplió. Además José Antonio merece ese puesto, me alegro por los dos. Y le puedo garantizar a Su Excelencia, que sí, que es el mejor fichaje que has podido hacer.

--Manolita, en privado me puedes llamar como siempre, no hace falta que me llames Excelencia.

--Es para acostumbrarme, no quisiera fallar en el momento más trascendental.

--Obvio decirte, que me llevaré a los niños.

--¡Claro, claro..! Son tus hijos.

--La calma ha vuelto a La Isla, ya no existe peligro para ellos. Cuídate Manolita.

--Igual te deseo Raúl. (La voz apenas me salía por la garganta)

--Nunca olvidaré el gran favor que me has hecho Manolita, ¡te lo juro! ¡Ah! y mi más cordial enhorabuena.

--Sobre qué, Raúl.

--Me han pasado la cinta de tu actuación de ese programa... que no recuerdo el nombre.

--¿Caldo Amarillo?

--¡Sí, ese! Estuviste genial.

--Me limité simplemente a dejar en evidencia a un embaucador, nada más.

--Un beso, y cuídate.

Se me partió el corazón en mil pedazos, y me sentí más puta que nunca: pero una ramera rastrera. Todo aquello que representaba algo bueno en mi vida, se desvanecía como una tormenta de verano.

¡Qué sola me encontraba! No quería ni ver a los niños; el saber que pronto desaparecerían de mi vida, me partía el alma.

Llamé a Sonia casi desesperada.

--Dígame.

--Sonia soy Manolita, necesito que salgas inmediatamente para aquí.

¡Qué tono de voz pondría que se asustó!

--¿Te ocurre algo grave Manolita? ¡No me asustes, porfa..!

--Disculpa amor. Una llamada me ha arrebatado, pero ya pasó, cariño; deja todo y ven para Los Alcores inmediatamente, sin equipaje, sin nada, sólo ven con lo puesto. Aquí te vestiré como en un cuento de hadas.

No quise llamar a Lopetegui, ¡demasiados favores le debía! Y en este trance, dudo que me pudiera aliviar la pena.

Capítulo 65

 

La llegada de Sonia mitigó mi soledad, pero no la pena. Es una mujer encantadora para los momentos de euforia de los sentidos, pero no para llorar en su hombro.

El Marqués demasiado tiene con sostenerse en pie, y José Antonio como ya saben, se marcha para La Isla como asesor personal del Presidente del Gobierno.

¿Quién me quedaba para paliar mi soledad?

Se me pasó por la cabeza contratar a un boy, pero descarté la idea; ya me avisó Lopetegui que tuviera mucho cuidado, seguro que del Pino me estaría vigilando para pillarme en alguna fechoría para desprestigiarme; no me perdonaría que le recordara que es Gay delante de millones de personas.

Debo aclarar que hoy en España, los homófobos son rechazados por la mayoría de los ciudadanos, y los gays son aceptados como personas muy normales, y hasta se sienten orgullosos de serlo. Por lo tanto, del Pino, no se debió molestar por algo que él mismo declaró; además está casado civilmente con otro hombre.

--¿Qué te pasa Manolita? Te veo muy decaída.

--Estoy en horas bajas, Sonia

--¿Te puedo ayudar o servir de algo?

--Esta noche dormiremos juntas, ya veremos.

--¡Qué emoción!

 No me recuperaba; la llegada de Sonia no me hacía olvidar que mis dos amores se evaporaban como el humo de una hoguera se pierde por el aire, por lo que decidí huir de mí, y entregarme al primero que pasara por la calle; pero otra vez me lo impidió la responsabilidad de mi cargo. ¡Joder! no sé que será peor: alcaldesa o puta.

La puta sólo tiene que mirar por su exterior, que es lo que vale; pero su interior no sirve para nada. Pero el exterior de una alcaldesa apenas sirve, hasta puede tener bigote si su interior es el de una mujer responsable y honesta. Salvo las clásicas excepciones de los y las políticas corruptos, (por dentro y por fuera).

 Habían pasado 17 años desde aquel 1980 que fui a La Isla en busca del amor. Había amado y sido amada, pero de formas turbulentas, por lo que me hallaba en la misma situación, y con 17 años más. Apenas ya sin esperanzas de encontrar ese amor que te reconfortara esos días de frío al calor de la lumbre de un hogar, y bajo las sábanas de algodón y las mantas de lana.

Llegó la noche, y Sonia me esperaba despierta.

Yo tenia que despachar unos papeles y le pedí que se acostara, y que si tenía sueño se durmiera, ya que no estaba dispuesta para juegos eróticos.

--Algo te pasa Manolita, se te nota en los ojos y en la cara.

--No te preocupes niña, ya se me pasará.

Me abrazó y juntó su cuerpo al mío, y empezó a acariciándome la cara con las yemas de los dedos.

Tenía tan incrustada en la mente la imagen de Margarita, que por un momento creí que era ella la que me acariciaba.

Casi pronuncio su nombre, pero hubiera roto la brujería de mi sueño, porque al herir la sensibilidad de Sonia, se hubiera acabado el sortilegio de la imaginación,  por lo que me mentalicé a no pronunciar ningún nombre.

Cerré los ojos y le dije.

--¡Mi amor, mi vida, mi cielo! Ámame hoy como nunca, lo necesito.

--Me besó en los ojos que seguían cerrados para no despertar de ese sueño que lo vivía despierta.

Sonia, quizás por su juventud, o porque no es capaz de emular a la ardilla en picardía; si observó algo extraño en mi conducta; no era aquella Manolita que hizo la primera vez el amor con ella. Pero lo obvió, y siguió en su intento de hacer que olvidara mis preocupaciones. Y poco a poco lo iba consiguiendo, a la misma medida que "me iba mojando".

Me di la vuelta, ya que estaba boca arriba mientras ella estaba de costado, y quedamos las dos frente a frente. Ya no me importaba que fuera ella la que "hacia escurrirme"; abrí los ojos, y como es tan bonita, de mis labios floreció una sonrisa de agradecimiento, que ella correspondió con una mirada de complacencia.

--¿Quieres que hablemos? Me dijo.

--Sí, cariño, pero después; antes acaba lo que has empezado.

Me abrí ligeramente de piernas, lo justo para que sus dedos pudieran manipular mi clítoris sin dificultades. Me sentía tan pasiva, que me dejaba hacer, sin hacer.

Sólo acariciaba su pelo mientras ella me masturbaba de una forma magistral. Justamente sus dedos mariposeaban en el punto exacto. Punto que son muy pocos los hombres que saben hallar en "la cueva" de la mujer.

El orgasmo fue fulminante, mejor dicho, la catarata de orgasmos. Ahora sí, apreté mis muslos, y la mano de Sonia, quedó allí presa, hasta que rompí el hechizo del placer entre gemidos y suspiros.

--¿Te he hecho feliz? Me dijo con carita suplicante.

--Sí, cariño, tú siempre me haces feliz, no te preocupes. Pero cuéntame, ¿Qué tal te lo pasaste el otro día con Fernando?

--Es un caballero, todo un señor. Creo que le hice feliz, porque le descubrí algo que no había sido capaz de hallar en su larga vida sexual.

--Ya, ya sé que le pseudo sodomizaste. Y por lo visto le gustó.

--Es que el arcano concepto que muchos hombres tienen del machismo, les limitan la sexualidad.

--Seguro que Fernando habrá descubierto que el trasero lo tiene para algo más que defecar.

Me encontraba bastante más tranquila, la comprensión de Sonia me hizo olvidar lo que me llevaba atormentando, pero la pérdida de los niños, me volvía loca.

De pronto me sobrevino la idea más maravillosa que he tenido.

--¡¡¡Sonia!!!

--¡Qué!

--¿Por qué no tienes un niño?

--¡Jo Manolita! Los motivos son obvios, no estoy casada.

--¿Pero es que hace falta estar casada para tener un hijo?

--Bueno, no. Pero al menos enamorada, sí.

--Te juro por mi honor, que si tienes un hijo y me cedes su custodia, no tendrás que preocuparte de tu futuro ni del niño o de la niña que tengas, en tu vida.

--¡Jo Manolita! La oferta es tentadora, ¿pero perderé a lo que nazca?

--No cariño. Sólo me cederás ante notario su custodia hasta su mayoría de edad. ¡Vamos! como si fuera una especie de abuela. Y tú, podrás hacer el tipo de vida que te de la gana, ya que esa criatura no te atará.

--¿Y si me quiero quedar a tu lado?

--Te quedas, así tendrá a su mamá y a su abuelita juntas. Lo único que no podrás, es llevártelo hasta su mayoría de edad, si decides casarte o cambiar de residencia.

Quedó pensativa unos segundos.

--Manolita, por ti hago eso y lo que me pidas.

--No lo he dudado, sabía que "me harías abuela".

--¿Y cómo lo hacemos?

--Por inseminación artificial.

--Pero eso llevará trámites y costará mucho.

--Tú, de eso ni preocuparte, mi niña. Cuando esté todo preparado, "que te metan la jeringa", y ¡ya está!

--Pues desde ya, cuando quieras.

¡Milagro de la maternidad! La perspectiva de tener la custodia del hijo o hija de Sonia, me hizo olvidar a los hijos de Raúl.

--Gracias Sonia, te juro por Dios, que nunca te vas a arrepentir, porque esa criatura que tengas, aunque no sea fruto de un amor, le vas a querer igual que si lo fuera; y siempre estará a tu lado mientras tú no te vayas del mío.

Capítulo 66

 

Febrero de 1998

 

Había recibido la invitación para la recepción a la comitiva del Presidente del Gobierno de La Isla.

Gracias a la generosidad de Sonia, a la que  contraté como secretaria en el Ayuntamiento con un buen sueldo; le había comprado un apartamento y un coche para que hiciera vida independiente y no se sintiera atada a mí.

Estaba (Sonia, no yo) embarazada de dos meses. Había sido inseminada por el semen de un rubio de un metro noventa de altura y de treinta años de edad. En el centro de inseminación pudimos ver la foto del donante.

--¡Jo, que guapo, Manolita! ¿No podrías conseguir que me inseminara directamente?

--¡Anda putita! Confórmate con tener un hijo suyo.

Las dos reímos.

Dentro de diez días se celebraría la recepción en la Embajada de Madrid. José Antonio quedó en venir dos días antes para darme una idea de como se iba a desarrollar el evento. Actitud que me pareció muy buena.

Sucedió algo con lo que yo no pensaba, pero me alegró. Estaba en mi despacho del Consistorio.

--Doña Manolita, llaman de La Isla.

--Pasa la llamada Rebeca, al teléfono verde.

--Diga.

--Doña Manolita.

--Sí, soy yo. Diga... diga.

--El Excelentísimo señor Presidente del Gobierno de la Nación desea hablar con usted.

--Muy bien, ¡Pues que hable! Dije con cierto desdén.

--Manolita. Soy Raúl.

--Diga Su Excelencia, ¿Qué es lo qué desea?

Que tono de voz no pondría, que dijo.

--¡Venga Manolita, sin cachondeo!

--¡Pero cómo Su Excelencia usa ese vocabulario!

--El que aprendí en tu País en el poco tiempo que estuve.

--Dime Raúl.

--Eso está mejor. Escucha: no hace falta que lleves los niños a Madrid, siempre y cuando me permitas que yo vaya a recogerlos a Los Alcores, y pase una jornada con mi séquito en tu Hotel.

--Raúl, mi casa es tuya, jamás olvidaré como se comportó tu familia conmigo en vuestra residencia de la Isla.

--Después de la recepción partiremos para allá.

--Dime cuantos vais a ser para preparar las suites.

--Una de matrimonio para mí, y la futura primera dama.

Aquí casi me da el soponcio. Sabía perfectamente que con Raúl de Presidente del Gobierno de su País, se esfumaban todas mis esperanzas de matrimonio con el hombre que más había amado, (y seguía amando) pero me sobrepuse.

--¿Cuántas más?

--Otra de matrimonio para la Ministra del Exterior, se acaba de casar con un americano de los Estados Unidos.

Por poco se me cae el teléfono.

--¡Para Marga!

--Sí, ya te dije que le he nombrado ministra.

--¿Cuándo se ha casado?

--Hace unos días. Su luna de miel la va a iniciar en Madrid.

¡Joder que fuerte! Los dos amores por los que se debatía mi corazón se iban ¡a la mierda! en un segundo.

Sólo la imagen de la criatura que llevaba Sonia en el vientre, me dio fuerzas para sobreponerme.

--Sin problemas Raúl. La bienvenida a los Alcores será digna de un primer mandatario.

--Manolita, la visita es privada, no oficial, así que nada de trompetería ni colgaduras. Si acaso, recibiría al Delegado del Gobierno y al Alcalde de Los Alcores.

--Con el Alcalde estás hablando.

--Ya lo sé. Sé todo de ti, a través de José Antonio. ¿Qué tal los niños?

--Maravillosos, no los vas a conocer.

Se hizo un silencio que cortaba el aire.

--Gracias Manolita. Ni en mil vidas que viviera, podría pagar tus favores.

No podía hablar, un nudo en la garganta lo impedía.

--Quedo a tus órdenes, Presidente.

--Manolita...

--Dime Raúl...

--¿Qué tal tu vida sentimental?

--Estable... y sin complicaciones.

--¿Nada más?

--Ya te contaré personalmente.

--¡Cuídate!

--Igual... Presidente.

Colgué el teléfono verde y me abandoné en el sillón. Otra faceta de mi vida acaba de finiquitar.

 

Primero de Marzo del mismo año

 

La recepción en Madrid se desarrolló conforme a lo previsto. El Gobierno de Raúl fue confirmado por el de España, no, sin la oposición de la izquierda más radical.

Para el día siguiente, estaba preparada la llegada a mi Complejo Hotelero, por lo que tuve que volver a toda prisa a Los Alcores sin asistir al ágape que se dio en honor del Gobierno acreditado.

Encontré a Raúl más varonil que nunca, y a Margarita, simplemente esplendorosa. Su flamante marido, un buen mozo rubio de ojos verdes: sin duda que tendrían hijos muy bellos.

La futura primera dama, una señora de la misma edad que Raúl, algo estirada y con aires de grandeza, no me gustó nada; y juro, que no había en mi alma resentimiento, pues deseo para él lo mejor.

La llegada al Complejo Hotelero de Los Alcores se hizo en el Tren de Alta Velocidad. Sorprendiendo a Raúl el enorme desarrollo que había experimentado  España. Ejemplo a seguir por su País, según dijo a los medios que le entrevistaron.

Llegaron a media tarde, por lo que mandé hacer una gran cena a base de las viandas de la Región: cordero y los dulces típicos, sin faltar la clásica tortilla de patatas, y mariscos recién llegados de Vigo.

Hechas las presentaciones de rigor, y después de cumplimentar al Delegado del Gobierno con el que departió unos minutos, Raúl, su futura esposa; Marga y su marido; José Antonio y yo, pasamos al comedor privado del Hotel, pero antes tomamos unos aperitivos en la salita anexa.

Almendras saladas y sin sal. Aceitunas verdes y negras; variantes, canapés de salmón y angulas; mojama de Almadraba... ¡Y por supuesto! un jamón de Jabugo de exclusivo cebo a base de bellotas. Queso de Herencia - Ciudad Real. Vino blanco de Valdepeñas y tinto de Rioja.

--¡Excelente este jamón! Dijo el marido de Marga.

--Para mí, ¡dónde esté la tortilla de patatas española..! qué se quite lo demás. Dijo Marga.

Cuando Raúl vio a sus hijos, no pudo evitar un gesto de enorme emoción contenida, se fundió en un abrazo con ellos.

Yo quedé al borde del llanto. Más de un año siendo "la mamá" de esas preciosas criaturas desbordaba mis lagrimales, pero hice un tremendo esfuerzo para aguantarme; llorar en ese momento hubiera sido bochornoso. Seguro que la meretriz de hace treinta años, hubiera luchado por ellos con uñas y dientes.

¡Qué verdad es, que todos dependemos de nuestras circunstancias..!

Lo que me dio una impresión horrible, que me presagió un futuro incierto para Raúl, fue el leve gesto de disgusto que puso Elena al ver a los niños, (así se llama su futura esposa) pero que yo capté perfectamente.

Temía que mi fama de mujer pública hubiera llegado a La Isla a través de los medios, ya que mi affaire con Ernesto en el programa Caldo Amarillo, se emitió en algunos países de habla hispana.

José Antonio, que me conoce muy bien, no me quitaba ojo, se le veía que estaba pendiente de mí y de todo con el "capote desplegado", por lo que supuse, que, sabía que la futura primera dama estaba al tanto de mi pasado y sobre todo, de mi relación con Raúl.

Menos mal que éste le había advertido a Elena, que ni se le ocurriera mentarlo.

Fue imposible quedar a solas ni un sólo segundo con Raúl ni con Marga. Pero nuestras miradas fueron tan elocuentes, que los tres entendimos que la vida nos había deparado esos destinos irremediables.

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Amar en San Seabastián antes de morir

Esperé a que fuera mayor de edad...

El arte de saber bajar unas bragas

De la desesperación a la felicidad en un minuto

Tres horas con Lourdes

Mis sueños de infante

Diversas formas de

Asesinato en el burdel

El diario íntimo de mi prima Montsita

Mis ligues por Internet. Primera entrega

Anécdotas eróticas en la Dictadura

Mi primer polvo de 2011

El diario de un consentidor

¿Qué da más placer: la boca, la polla, el coño ..

El coño de Carmencita

Sobre el intercambio de pareja o swinging

Por culpa de una almorrana no me la pudo meter...

Las Calientapollas

Me hago las “pajas” como las chicas; con un dedo

La Pipa de la Venancia

El dulce sabor salado de los coños

Nunca creí que en mi ano cupieran 25 cm de polla

Chistes verdes

Aquellas enfermeras de Alicante...

Me gusta sentirme mujer y ser penetrada

Los besos de mi amor

Mi colección de vellitos de pubis

Soy un CABRON en potencia. Lo reconozco

Lluvia dorada de una nube sagrada

Como y donde tiré mi último cohete

Aventura en el expreso Madrid-Sevilla

Análisis de los diez Mandamientos.

Como fue mi primera experiencia homosexual

Proceso inevitable de los matrimonios

Como fui sodomizado por Sergio

¿Me estaré volviendo gay?

Una esposa puritana y un marido obseso