¿Me estaré volviendo gay?
Dicen que los hombres altos y guapos como un servidor, (y disculpen si creen que peco de vanidoso o inmodesto, pero es la realidad), que a lo largo de sus vidas no les ha costado nada ligar con las mejores "titis"; llega un momento que hartos de tanto follar, no se excitan ni ante la presencia del "coñito" más exquisito, o ante las tetitas de una novicia. Y debe ser verdad, porque a mi años, me está sucediendo algo parecido, y me estoy planteando el consultarlo a mi psicóloga.
El primer síntoma, me sobrevino con respecto a mi señora. Mi mujer era un bombón cuando la conocí de jovencita, y ahora en la cincuentena, es una señora "de bandera", de las que los tíos se volvían para piropearla. Digo "volvían" porque el hombre de hoy, no es dado al piropo como en aquellos años de mi juventud, donde el requiebro y el piropo eran consustanciales con la belleza y el palmito de las mujeres.
Amo a mi señora por encima de todas las cosas, y me aterra el pensar que la puedo perder, y le pido a Dios que me lleve a mi de este mundo antes que a ella; pero ya no me excita sexualmente. Es un fenómeno que le sucede a todos los matrimonios con más de treinta años de convivencia, incluso, con muchos menos. Pero esto no el lo peor, ya que es normal que una pareja lleguen ambos al hastío sexual y busquen nuevas fórmulas, tales como los intercambios de parejas.
Dice un amigo de la peña, que la solución es "cambiar de burra", pero para mi no lo es, ya que he estado últimamente con más de una docena de señoras, conocidas a través de los chats y el Messenguer, y "ni fu ni fa". ¡Ojo! No es que las despreciara, no. He disfrutado con ellas, hemos follado a tope, pero por mi parte de una forma mecánica, como el que cumple un trámite. Y con ninguna he repetido, ya que sinceramente no me apetecía. Y ahora voy a lo que preconiza el título de este escrito.
Digo si me estaré volviendo gay, porque al igual que el culo de una mujer que para mi siempre ha sido el pináculo del placer; la cumbre del cuerpo femenino, y la corona de la mejor reina; hoy no me produce sensaciones sicalípticas. Sin embargo, el de algunos tíos me "ponen a cien". De tal forma, que mis masturbaciones actuales se centran mi mente y fantasías, en tormo a esos culitos de tíos que conozco y que admiro casi todos los días. Esto empezó hace aproximadamente dos años.
Soy socio de un club de natación con piscinas de verano y cubiertas. Del mismo han salido campeones olímpicos, chavales de cuerpos esculturales, y ex campeones, hoy monitore, que a pesar de sus treinta y tantos años, conservan unos cuerpos de impresión.
Estoy... no sé si enamorado de uno de ellos. Digo que no lo sé, porque amor puro y verdadero no puede ser. Pero lo que si es real, que sueño y no hago nada más que pensar en él. Mi pajas pensando en sus piernas, culo y polla, son bestiales.
Sé la hora que en se ducha, y procuro a esa hora ducharme yo también para coincidir con él, ya que servicios son comunes y no existen barreras que los limiten. ¡Miren ustedes! Tenían que verlo por la parte posterior, ¡Esas piernas!, ese "pedazo de culo" respingón, y esa espalda, me tienen loco. ¡Ya quisiera Apolo ser así! Y por delante... ¡ay por delante! Ese torso y ese "peazo de polla" me tienen loco...loquito perdío... Hasta el punto, que tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para contenerme, porque antes me pego un tiro en un pie, porque por muy "maricón" que me vuelva, mi dignidad y decoro están por encima de mis aberraciones, y jamás haré nada que pueda ponerme en un serio compromiso conmigo mismo o con mi entorno social y familiar.
¡Pero miren por donde! ¡Ay que joderse lo que es la vida! La noche de un viernes, (los fines de semana los dedico enteramente a mi señora) tomando una copa en Chueca con unos clientes de Barcelona que querían conocer el ambiente gay y lésbico de Madrid, me encuentro a "mi novio en la mente". Debo aclarar, que nuestras relaciones en el club de natación eran las de: hola y hola.
Soy bastante psicólogo, y al verme, la expresión de su rostro fue como de alegría; es algo instintivo que no se puede controlar, como el estupor, el miedo, la vergüenza, etc. Iba con otro chico también guapísimo, pero con claras definiciones corporales y sicológicas de gay. Mi "novio" no, es de aspecto de macho... ¡Pero macho! Como el mío. Un servidor tiene una pinta de macho que tira patras.
Se dirigió a saludarme, y con unos reflejos de felino, aproveché la ocasión para que se uniera a nosotros (éramos tres) mis dos clientes y un servidor. Y con la disculpa de que querían conocer el ambiente gay de Madrid, le pregunté, si él y su amigo nos podrían informar.
-No faltaba más, me dijo muy convencido a la vez que hacíamos las presentaciones de rigor.
Nos llevó a varios locales del ambiente; donde tomamos unas copas los cinco. Al final, sobre las tres de la madrugada recalamos en Acuarela, local que al principio "acojona" por su decoración gótica, y por sus penumbras; pero que al poco rato, te encuentras muy cómodo y te incita al ambiente.
Mis dos clientes coparon al amigo de mi "novio", y nosotros nos quedamos unos metros separados, estábamos sentados en la barra, en un taburete, uno enfrente del otro; me puso la mano en un muslo, a la vez que me decía abiertamente:
-Eres gay.
-Pues la verdad que no, porque toda mi vida he estado follando tías, lo que pasa, que para mi este mundo me inquieta, me da morbo, y tengo pensamientos homos.
-Ya me he dado cuenta.
-¡Cómo....! dije algo mosqueado.
-En las duchas del club. Aunque creas que no, y creas que lo evitas, me miras de una forma... que...
Quedé paralizado, con ganas de huir de allí...Mi dignidad está como dije antes muy por encima de mis inmoralidades, y sólo soy "inmoral" con un amoral de mutuo acuerdo ambos. Pero significarme con una persona decente..¡Qué me trague la tierra!
Pasé unos momentos angustiosos; gozo de un gran predicamento en mi entorno social. Pero no es ese el problema, si algún día me convenzo de que me he vuelto maricón, no lo voy a ocultar; lo asumiré como algo inevitable y "saldré del armario" con dignidad. Pero mientras no esté absolutamente seguro, pues bien pudiera ser un "sarampión" pasajero, lo llevaré con el sigilo adecuado.
Al cabo de unos minutos se me pasó el estupor. Hubiera jurado mil veces, que mi "novio" no tenía ni idea de mis emociones hacia él. Pero la alegría fue inmensa, al saber, que "el hombre de mis sueños", por el que en mi más estricta intimidad bebía los vientos , y que hubiera dado un mundo por tenerle entre mis brazos, se iba a hacer realidad.
Siguiente entrega: Como fue mi primera experiencia homosexual.