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Manolita. Capítulos: 46-47-48

en Grandes Relatos

Capítulo 46

Mismo día. 14:00 horas

 

Me extrañaba que Sonia no estuviera en el apartamento; quedó muy claro que a las dos llegaría para comer juntas; y que dejaría todo si fuera preciso.

Ni por la cabeza se me pasó que pudiera haberse prendado de Ernesto, ¡Pero sí, sí!

Dejemos que siga siendo ella la que nos relate que hizo después de despedir a su amiga que se hizo pasar por mí. Que por cierto, ahí estuvo sembrada con la idea de suplantarme, y despejó las dudas de Ernesto en cuanto se tratara de mí, la amiga de Sonia.

 

Mismo día: 17:00 horas

 

Estábamos en los postres; comíamos en el restaurante La Paella de la Reina , una de las arrocerías más famosas de Madrid.

Aromas del Mediterráneo, en pleno corazón de la capital, según reza en su publicidad. Y es cierto; el arroz de Calasparra, y el aceite puro de oliva, son los ingredientes básicos para las paellas tan exquisitas que preparan con inmenso amor su equipo de cocina.

--¡Qué! ¿Te ha gustado el arroz con bogavante?

--Exquisito Ernesto, simplemente exquisito. Y que bogavante más hermoso.

--Pues tengo yo otro "bogavante", que seguro que te iba a gustar más; y bastante más sabroso.

--¡No me digas! pues habrá que probarlo cuanto antes.

Me seguía "goteando" cada vez con más intensidad; ¡le miraba que me lo comía!

Tomamos un taxi y nos dirigimos al hotel. El sobeo que me estaba infringiendo durante el trayecto "me calaba", cosa que debió percatarse, porque me dijo al oído.

--Hueles a hembra en celo, a hembra caliente. Pronto voy a aplacar tus ardores. ¡Paloma mía!

Debo confesar para ser sincera, que aunque soy bisexual, en este momento me sentía la mujer más mujer que vivía en mí. Estaba sentada al borde de la cama y pensaba. Ernesto en el servicio haciendo alguna necesidad.

--¡Joder! es que Ernesto está más bueno que el pan.

Ver su pelo negro plateado en sienes...

Sus ojos...sus labios... su mentón...

Su... su... su... pecho de atleta,,, 

¡Y... su enorme pene!

Salía del servicio en "pelota picada"; aquello era descomunal, nunca en mi vida había visto una cosa tan hermosa. ¿Pero cabrá eso..?

--Bueno cariño, aquí me tienes a tu servicio completo, tal como te prometí. Pero mañana abandono Madrid; así que vamos a aprovechar a tope lo que nos queda de esta tarde y noche febril.

Me repuse de la impresión; Ernesto no que es sea un superdotado, es que además tiene un cuerpo que conmueve. Por lo que pasé del susto al morbo en segundos. Sentir ese pedazo de tranca metida hasta el fondo, me estremecía.

Se tumbó en la cama, boca arriba, con su enorme falo apuntando al techo; por lo que estaba muy claro que no hacía falta ponerle cachondo.

Me tumbé a su lado, a su diestra. Daba impresión ver aquello. El glande casi pegado a la altura de su estómago, por lo que evidentemente sobrepasaba el ombligo unos diez centímetros; daba golpes sobre la piel, y parecía que quería salirse del cuerpo.   

Enormes venas recorrían la superficie serpenteando cual enramada que trepa por las paredes.

La piel muy morena, lo que contrastaba con la del resto de su cuerpo.

El glande, de un rosa casi encarnado parecía que iba a eclosionar de un momento a otro para convertirse en un clavel reventón.

 Ernesto se daba cuenta de mi ensimismamiento ante la contemplación de su falo, por lo que me dijo.

--Bueno niña, cuando termines "de adorar al santo",  échale una limosnita.

Me hizo gracia la salida, además de ser oportuna, porque dijo la verdad: su miembro viril, desde luego que es para adorarle.

Mi mano derecha bajaba cual barquichuela por aguas turbulentas hacia "ese tronco" para asirse allí como tabla de salvación.

"El Nardo"  al sentir el húmedo pero cálido calor de mi mano, dio un respingo que se transmitió hasta el culo de su dueño.

Mi mano derecha se perdía por aquella vereda, por lo que la izquierda tuvo que ir en su auxilio. Las dos manos abrazadas en aquel "tallo", no lo cubrían en la totalidad; por lo que mi boca también tuvo que ir en socorro de aquellas que no conseguían dominar las ansias "del monstruo".

Mi lengua, mis labios y toda la boca, lamían y sorbían de "aquel estolón",  como el choto mama del pezón de la teta de su madre la vaca.

No podía entender como Manolita despreciaba tan suculenta exquisitez. Sorber del pene de Ernesto es un privilegio que millones de mujeres se irán de este mundo sin tener la dicha de saborear tal delicado manjar.

¡Qué bien Sonia..! 

Tu lengua insidiosa,

que parece de diosa,

me da un inmenso placer...

¡Sigue... sigue... mi amor...!

Que mi goce llegue al amanecer.

¡Goza, goza... Ernesto...!

que te llevará al extremo del placer

mi inspiración y mi estro.

!Ay Paloma... mi Paloma..!

de altos vuelos... mi sisella...

¡Qué tu boca siempre "me la coma"!

¡Devora sin pasión toda ella..!

Este polvo en verso me transpone

 a una nirvana maravillosa.

¡Ay Ernesto mío...! ¡Cómo me pones..!

¡Me muero por "tu cosa"!

 

No desfallezcas Sonia de mis placeres...

¡Sigue mamando... sigue...

debajo de los caireles!

Tu boca y lengua me persigue

¡liba...liba... mis mieles...!

Pero no te atosigues.

Cesé aquella felación en verso, ya no podía aguantar más. El clítoris quería salirse de su capuchón; esperaba ansioso su ración.

Ernesto... ¡Mi corazón, mi vida..!

Mi vulva suspira por una gran lamida...

Qué de tu jugosa boca, será bien recibida...

Sonia de mi alma...

Tu ansia me conmueve.

Mejor hacemos el sesenta y nueve...

Pero ten calma.

¡Sí... sí... mi hermoso efebo...

Ahora te voy a chupar un huevo...

Planté mi hermoso culo en su boca, no se le veía la cabeza, pues mi tafanario se la envolvía.

¡Ummmm! Sonia...

Qué olor más refinado...

Aroma de violetas, aloe, vera,

jazmines y orinados...

Mixtura de aromas de primavera...

¡Otra vez al cielo me traslado..!

Pues el sabor y el olor de tu clavel,

es un placer saborear y oler...

Dulce como el requesón con miel.

Yo también voy a ese edén.

Mi clítoris se apaciguó...

Al sentir los besos

de los labios de Ernesto.

¡Qué alivio...qué consuelo...!

Mi vulva se recuperó presto.

Chorreaba como el surtidor de La Cibeles. Cesé de libar aquella miel, y me dispuse a meter aquel tallo hasta lo mas profundo de mis pliegues.

¡Qué emoción más sublime!

¡Qué hermosas sensaciones...!

Sentirlo en tus entrañas, me redime...

hasta los mismísimos cojo...

Allí quedamos los dos...

rendidos, sublimados,

ante este polvo poético...

... Su pene quedó famélico...

Mi rosa, patética...

Fue un polvo fantástico...

Me sentía como una angélica.

Capítulo 47

 

Al día siguiente por la mañana

 

Dormí sola. No hacía falta ser muy lista para pensar que Sonia había pasado la noche con Ernesto.

Por un lado lo comprendía; Ernesto es capaz de subyugar a cualquier mujer, y si tiene furor uterino, con más motivo. Por eso no me preocupé. Ya aparecería.

Sentí como se abría la puerta de la entrada; le había dado un juego de llaves para que el tiempo que estuviera conmigo, pudiera y entrar y salir libremente.          Sólo podía ser ella.

--¡Vaya, vaya con mi "agente secreto"! Le encargo la misión de vigilar al malo, y al final le camela, y le "echa un par de palos".

--Lo siento Manolita, lo siento muy de veras. Pero comprende; es que Ernesto es capaz de llevar a la ruina a cualquier mujer.

--Venga, te perdono. Ven a mi lado y cuéntame como ha resultado la cosa.

--¿Cómo follamos?

--¡No, mujer, no! Si le sonsacaste alguna cosa que me pudiera relacionar.

--Nada, o casi nada, nada más contactar conmigo, se dedicó a cortejarme.

--¿Pero no te dijo nada sobre si iba a seguir en Madrid?

--¡Mira sí! Esta mañana nada más desayunar, ha pagado la cuenta del hotel y se ha marchado para el aeropuerto de Barajas. Al menos ese es el destino que le ha indicado al taxista.

--¿Llevaba muchas maletas?

--Sí, por lo menos cuatro grandes y una cartera de mano.

--Claro, el muy cabrón como pensaba estar conmigo por lo menos un año viviendo a cuerpo de rey.,.

--¿Dices algo, Manolita?

--No, nada, nada, hablaba conmigo misma. ¿Le has dejado algún teléfono?

--Bueno sí, el de mi apartamento.

--¿Y él a ti, te ha dejado alguna forma de contacto?

--Me ha dejado un teléfono.

Sacó del bolso una servilleta de papel con la propaganda de la cafetería del hotel, el número apuntado era de Barcelona o provincia, el prefijo lo evidenciaba.

--Dámelo, que a ti no te va a hacer falta para nada.

--Manolita, no quisiera ser indiscreta; pero ¿Quién este tal Ernesto?

--Un estafador, Sonia, un estafador, si te llama, aléjate de él como la peste, pues no te puede traer nada más que complicaciones.

--¡Qué pena! Con lo bien que lo hace...

--¿Te habrá dejado a gusto con el pedazo rabo que tiene verdad?

--¡Ah! ¡Pero tú se lo conoces!

--Corramos un tupido velo al tema, niña, y olvidemos el asunto. Por cierto, ya nada me retiene aquí, mañana vuelvo a Los Alcores.

* * *

 

Decidí volver otra vez al pueblo para pensar tranquilamente que es lo que debería hacer en el futuro.           Al no estar Sergio en la Iglesia me tranquilizaba, hubiera sido insoportable su presencia. Además tenía que preparar toda la documentación para que mi amigo Celso el abogado, estudiara la forma más rentable de colocar mi patrimonio.

Llegué por la tarde del día siguiente. Sonia insistió en acompañarme, y hasta se ofreció ser como una especie de secretaria para todo. Pero tenía que dilucidar mi futuro de una vez. La jugarreta que me habían preparado el Clero, había roto todas mis expectativas, y en ella no podía basar todo el peso de mi vida. Era una niña, una ilusión, el sueño de una noche de verano.

--Señora.

--Dime Conchi.

--El señor Lopetegui le ha llamado varias veces.

--¿Ha dejado algún recado?

--No señora, ha dicho que es un tema personal.

--¿Qué querrá Lope? Luego le llamaré.

Al rato marqué el número que me dio Conchi.

--Dígame.

--Hola Lope... Soy Manolita.

--Eres inconfundible, niña. ¿Qué tal te van las cosas?

--Acabo de regresar de Madrid, ultimando los detalles según tus consejos.

--Sobre eso te quería comentar. He tenido acceso a la documentación reservada de "tu curita".

--¿De Sergio?

--Sí, de Sergio de la Flor Campillo.

--¿Qué es lo que me puedes decir?

--Que aunque no es un pez gordo de la sotana,  es un obispable a corto plazo, y un protegido de la Curia Romana.

--¿Y eso qué es?

--Para que lo pilles, son los que parten el bacalao  en la Iglesia. Además es un fuera de serie.

Lo será por el cipote que tiene... Farfullé entre los labios.

--¿Cómo dices?

--No nada, cosas mías

--¿No tienes nada firmado con él, verdad?

--No, no. Absolutamente nada.

--Mucho mejor, así no tienes ningún compromiso.

--Me alegra saberlo.

--Pero ándate con mucho ojo, que igual te busca las vueltas cuando se percate de que le has chafado los mil millones.

--¿Y sobre el hermano gemelo, el tal Ernesto, sabes algo?

--Un "pajarraco". Proxeneta, pendenciero, y sin ocupación estable. Vive de las mujeres, y sin domicilio fijo; últimamente se le ubica en Barcelona, en un piso de alquiler.

--Gracias Lope...

--Otra cosa, Manolita.

--Dime.

--He adelantado la jubilación; el mes que viene, me voy a vivir a mi casa de Gandía. Toma nota de la dirección y teléfono.

-Ya me la diste la otra vez que hablamos. Gracias Lope, eres un sol. No sé que haría yo sin ti.

--Oye...

--Dime.

--Que no hace falta que te diga, que tienes tu casa en mi nueva dirección. Cuando vengas te invito a una mariscada en el As de Oros. (Famosa marisquería)

--Otra vez gracias Lope. Un beso.

--Un beso, y hasta cuando quieras.

Quedé algo preocupada; nada me unía a Sergio salvo "los polvos" que echamos en mi cama, y creo que no sería tan cretino de utilizarlos en mi contra.

Lo que me preocupaba, es que yo si sabía demasiado de él y su obispo; y aunque no tenía ni la más remota intención de esgrimir nada en contra de ellos, quizás creyeran lo contrario.

La vida tranquila y serena que a mis 51 años, espera hallar al lado de un gran hombre, otra vez al traste.

¿Pero es que estaba condenada a no encontrar esa estabilidad emocional para el resto de mis días...?

La esperanza de concebir a un hijo, la había perdido, ya que desde hace un año, dejé de menstruar; y la estrógenos los tenía por los suelos; por lo que el apetito sexual me desminuía de una forma progresiva, hasta el punto que: se me estaba quedando más seco que el "ojo de una tuerta".

 

Pasaron quince días

 

A los pocos días me vino a visitar un señor llamado José Antonio Barderas. Su tarjeta decía:

José Antonio Barderas Basaldúa

Intendente Mercantil

Construcciones Barderas y Cia.

Gestor inmobiliario

De unos cincuenta años, o quizás algunos más, de porte distinguido, pero sobre todo guapísimo; era lo que se dice todo un gentleman. Y una no puede evitar, a pesar de mis bajos estrógenos, un leve picor en donde a las mujeres nos pica cuando vemos a un caballero que nos hace tilín. Porque a una servidora, los tíos guapos me "tocan en el sitio".

Me hizo una propuesta que jamás había contemplado como posible, y sin embargo me agradó; y como venía recomendado por Celso, mi abogado, le recibí sin ninguna reserva.

Después de las presentaciones de rigor, empezó a exponerme una operación que cada vez me iba encandilando más.

--Doña Manolita: nuestro común amigo Celso, me ha comentado algo sobre sus proyectos.

Al ver que hice un mohín de desagrado, dijo.

--Nada que temer Manolita, yo también estoy en "la pomada"  así que nada que recelar.

--¡Ah! Ya me extrañaba que Celso se fuera de la lengua sobre lo que le conté en mi último viaje a Madrid.

--¿No me recuerdas? Dijo, cambiando de tema.

--Pues la verdad que no, don José Antonio.

--Apéeme el don por favor. Si no te importa, nos tuteamos.

--Mejor tutearnos, sí, además somos de la misma edad.

--Eso quiera yo, Pero tú casi puedes pasar por mi hija.

--Anda, anda, ¡Cómo seas tan buen negociante como adulador..!

--Hace unos veinte años fui a "tu Casa"; era tanta la fama que tenía Manolita en España, que con mis treinta y dos años, vine a Madrid para ultimar unos negocios; a la sazón vivía en Zaragoza; y me propuse conocer a la célebre Manolita. Pero me dijeron que no hacías servicios, que eras materia exclusiva de no se que ministro.

--¡Cierto! No te engañaron, me tenían acaparada dos altísimos cargos del Gobierno. ¿Con cuál de mis niñas entraste? si puede saberse. Le pregunté porque (aparte de lo otro) también me empezaba a picar la curiosidad.

--La verdad Manolita, y no te enfades, cualquiera de tus niñas, te podían hacer sombra, eran verdaderas monadas.

--Por eso "mi Casa" tenía tan buena fama en toda España.

--Al final, después de tomar la copa que dabas a todos los clientes. ¡Por cierto Manolita! ¿Le echabas algún afrodisíaco a las bebidas?

--No... no... Eso hubiera sido un desprestigio, en caso de haberse sabido. ¿Por qué lo preguntas?

--Porque soy tardo en la erección; pero recuerdo que yendo por el pasillo detrás de Raquel...

--¡Ah! Entraste con Raquel..

--¡Joder sí,  qué buena estaba!

--¿Qué pasó cuando ibas por el pasillo?

--Pues que le iba mirando el culo, y se me puso más tiesa y gorda que un picaporte. Cosa rara en mí, porque hasta que no entro en faena... no se me pone...

--Es que Raquel era un bombón. Y lo seguirá siendo, me figuro. O sea, que te lo pasaste bien.

--Muy bien, muy bien, pero en Zaragoza no pude presumir de haberme acostado con Manolita.

--No te pese; Raquel merecía la pena más que yo. La fama era mía, pero mis nenas me superaban en belleza y juventud.

--¡Bien! y ahora vayamos al grano. España, va a pertenecer del pleno derecho a la Comunidad Europea muy pronto, y va a ser receptora de fondos para su desarrollo. Esto quiere decir que se van a potenciar la construcción y las comunicaciones, y que vamos a entrar en una gran fase de progreso y crecimiento.

--Sí, tengo esas noticias por varios conductos. Dije, muy interesada por el tema.

--Es un gran momento para hacer inversiones.

--¿Qué tipo de inversiones?

--Sobre todo en la construcción y en hostelería. Te puedo asegurar, que, muy pronto el tren de alta velocidad pasará por aquí; crear un complejo hotelero sería un negocio fabuloso a muy corto plazo. Tengo entendido que posees una finca,

--Sí, en los Jarales, de 25 Hectáreas.

--¡Doscientos cincuenta mil metros cuadrados, y nada menos en los Jarales! ¿Sabes lo qué valdrá mañana?

--Mañana no sé, hoy es terreno rústico de poco valor.

--¿Y si te lo recalifican como terreno urbanizable? ¡Qué le van a negar a la gran benefactora de Los Alcores!

Quedé pensativa; lo que me estaba proponiendo el señor Barderas parecía algo muy serio. Le dije.

--Pero yo no tengo ni idea de esos negocios.

--Para eso estoy yo, para asesorarte.

No lo pude remediar, cada vez que me hablaba con esa voz pausada y cadenciosa, y le miraba los ojos, no podía evitar imaginarlo en la cama, a mi lado, susurrándome al oído. Si estaba bueno hoy, ¡cómo no estaría hace veinte años cuando intentó acostarse conmigo!

--¿Qué piensas Manolita?

--No, nada, nada, cosas mías.

--Mira, me he permitido traer un boceto de como quedaría tu complejo hotelero.

La verdad que era impresionante el proyecto: piscina cubierta y descubierta, campo de golf, saunas, zonas verdes y un edificio de catorce plantas que me dejó patidifusa. Y lo más maravilloso: el chalet anexo al complejo que iba a ser mi residencia.

--¿Qué te parece Manolita?

--La verdad: impresionante.

--Pero ahora viene lo mejor; el tren de alta velocidad tiene prevista parada en Las Lomas, a escasos doce kilómetros de aquí. ¿Te imaginas el futuro que está a la vuelta de la esquina?

--Esto hay que celebrarlo José Antonio.

Cenamos opíparamente en el parador de Las Lomas. Hablamos de mil y más proyectos futuros, estaba verdaderamente encandilada.

--¿Qué te parece el nombre? Me preguntó José Antonio.

Complejo Residencial doña Manolita

 

--¡Ummmm! que bien suena. ¿Y si trajéramos a las diez o doce señoritas más guapas del universo para relax de los clientes?

--Lo he pensado también, pero no me he atrevido ni a insinuártelo, no quería traer a tu mente recuerdos...          Me dijo algo cortado.

--Pues traeremos a las señoritas más guapas. Y tú vas a ser el primer cliente.

--No te entiendo, Manolita.

--Que si hace veinte años no pudiste entrar conmigo, hoy "puedes entrar", y gratis, porque esta propuesta que me acabas de hacer bien un vale una cena y un "par de polvos". ¿O no?

Acabamos en la suite principal del Parador. José Antonio no se lo creía. ¡Ni imaginárselo podría!

Nada más entrar en la suite, me abrazó de una forma tan tierna que me entregué a sus brazos dulcemente.

--¡Manolita... mi Manolita...! ¿Estoy soñando?

--Dame un beso de tu boca y saldrás de dudas.

Sentí sus labios carnosos como se sellaban en los míos; la entreabrí para que su lengua pudiera buscar todas sus sinuosidades. Y su lengua caliente buscando mi paladar, hizo que revoluciona mis pobres estrógenos, y sintiera como se deslizaba por "mi cuevita", un río de placer. Me estaba excitando al máximo.

Pegó su cuerpo al mío en ese beso interminable. Estaba empalmadísimo, sentía su verga adherida a mi vientre a través de la falda. Me tomó en volandas desde la entrada de la habitación donde nos hallábamos, y al igual que a una novia, me llevó al lecho del amor.

Me olvidé del mundo y de todo. Cerré los ojos; quería vivir este momento como si fuere eterno.

La noche fue interminable. Sentía a José Antonio tan dentro de mi alma que apenas advertía su pene metido hasta el fondo de mis entrañas. El bombeo a que estaba sometida era delicioso; me aferré a sus glúteos con ambas manos; hice palanca con mi pubis con la inútil intención de que me metiera también sus testículos, (que por cierto eran como dos pelotas de tenis, y duros como piedras) y que notaba como repicaban en mis ingles.

--¡Mi vida! ¡Mi Manolita! me decía jadeando y babeando. No quiero correrme tan pronto, deja que te "coma el coño", como nadie te lo ha "comido" nunca.

--Espera... espera que me lo seque, que está chorreando.

--¡No... no... por favor! Eso sería un sacrilegio. Quiero beber todos tus jugos.

--Cómo quieras, cariño.

Descabalgó de mi grupa y me situé en posición: bien abierta de piernas y la vulva a la altura de su lengua.

¡Uffffff! relatar los lametones es ardua tarea.          Empezó a sorber los arroyuelos que por mis muslos formaban el flujo. Su lengua aspiraba a una velocidad de vértigo. Cuando los dejó secos, se fue directo a la Fuente Sagrada de donde emanan los "chorros del amor".

Allí fue la locura, la paranoia del placer, la enajenación de los sentidos. 

Es cierto. Nadie en la vida, me habían "comido el coño" como me lo estaba comiendo José Antonio. Rigurosamente cierto.

Capítulo 48

 

Año 1992  De mi entrada en política

Mi gran amigo José Antonio Barderas, aparte de ser el amante perfecto, entre otras cosas porque está felizmente casado, (no me crea problemas sentimentales, sólo me da placer), ha dado un nuevo rumbo a mi vida; impensable haberlo tomado por mi propia iniciativa hace tan sólo un año. Sin duda, es la persona que mejor sabe prever el futuro. Por eso le he contratado como mi asesor fiscal y comercial, además de Director General.

Hemos creado la empresa: Construcciones Manolita. S.L. con el propósito de hacer de la comarca un maravilloso lugar de recreo y relax. El entorno es propicio: dos lagunas naturales, la autopista del Norte atravesando el territorio, y el tren de Alta Velocidad en ciernes; se prevé en dos años su puesta en servicio.

Una buena mañana, después de echar los "dos polvetes"  de rigor, y "el lavado de bajos" a que me tiene tan acostumbrada, me dijo muy seriamente:

--Manolita: llevo haciendo gestiones a nivel comarcal para valorar las posibilidades que tienes, y las tienes todas.

--¡Posibilidades! ¿Para qué? Le dije extrañadísima; no me asustes.

--Vas a ser la nueva alcaldesa de Los Alcores.

--¡Estás loco tú! ¿O qué?

--Lo que estoy es muy cuerdo. No existe en la localidad persona con más notoriedad. El Pueblo te adora. Y como me has concedido plenos poderes, firma este documento.

Se levantó de la cama y se dirigió a la mesa en donde había dejado su cartera de mano; cartera de piel, que fue un regalo mío con sus iniciales grabadas, cuando le nombré Director General de: Construcciones Manolita.

Aproveché el momento para admirar cu culo, redondito y algo respingón. Cuando hacíamos el sesenta y nueve, me gustaba estar yo debajo, me encantaba darle besos y mordisquitos, y sobre todo, meter en la boca "sus dos maravillosas bolas"; una cada vez. (Porque las dos no me cabían en la boca)

Me puso sobre la cama una serie de papeles escritos a máquina, de lo que yo no tenía ni repajolera idea que eran.

--Manolita; esta es la documentación pertinente para te inscribas como militante activa del Partido Para el Pueblo (PPP); ganadores seguros de las próximas elecciones. Y tú serás la candidata como regidora municipal del pueblo que te vio nacer.

Quedé atónita, yo alcaldesa de mi pueblo, y según José Antonio, estaba al alcance de mi mano.

--Creo sabrás, que el actual alcalde está remiso a recalificarte los terrenos.

--¿Pero le has "engrasado"  como dijiste?

--Sí, y con un millón más que le demos nos recalifica lo que queramos. Pero... para que untarle, si tú vas a ser la próxima regidora.

Tenía tanta fe y confianza en José Antonio, que no lo dude, firmé la documentación que me presentaba, y me dispuse a hacer planes para cuando tuviera el bastón de mando.

Me arrimé a él con la intención de sacarle otra "racioncita de semen" para mi "conchita" que se había calentado con la noticia tan grata.

-- Manolita, cariño. que tengo cincuenta y cuatro años, que me tienes en la reserva.

--Pero con la lengüita si podrás. ¿Verdad?

--Si cariño, sabes que mi lengua es incansable.

--Pero antes "que me lo comas"  deja que yo "me coma" tu culito, que nada más verlo, me sube la calor.

Me lo plantó en la misma boca, para como de costumbre le mordisqueara los glúteos y los testículos, acción que tanto me gustaba realizar. De repente me pasó una cosa por la cabeza, cosa que jamás había hecho a varón alguno; salvo a Margarita : el beso negro.

 No lo pensé dos veces, con los dedos pulgares de ambas manos, le abrí la raja del culo, y metí en ese valle poblado de espesura la lengua, en busca del ídolo marrón que le habita.

Pegó un respingo al sentir mi lengua en su ojete, pues ni se imaginaba semejante guarrada. ¡Qué verdad es; la libido a tope, todo lo arrolla!

Cuando se desea a alguien con pasión y con deseos irrefrenables, uno o una se come los detritus de quien te provoca tanta lujuria. Y de José Antonio me lo comía todo.

¡Joder... joder... joder..! lo que hacen los años.          Recordaba mis veinte, cuando don Servando, el Marqués me pedía que le defecara y le orinara; cosa que me daba un asco terrible, pero él sentía un gran placer.          Ahora ese morbo lo tenía yo. Pero un pudor femenino impedía llevarlo a la práctica

--¡Manolita! ¡Pero coño estas haciendo!

--¿No te gusta?

--¡Joder que si me gusta! que gusto tan fino. Sigue, sigue...

Pegó su ano a mi boca. Con la lengua se lo circundaba en lametones precisos. ¡Joder, cómo se le puso...!

El "polvo" que me pegó después fue de antología, porque no se corría debido a que era el "tercero que echaba" en esa noche, cosa que aproveché para tenerla dentro de mi un cuarto de hora por lo menos, y como soy multiorgásmica, perdí la cuenta de los culminaciones que tuve.

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Manolita. Capítulos: 28-29-30

Manolita. Capítulos: 16-17-18

Manolita. Capítulos 4-5-6

Manolita. Capítulos: 19-20-21

Manolita. Capítulos: 13-14-15

Manolita. Capítulos: 10-11-12

Manolita. Capítulos: 7-8-9

Manolita. Capítulos 1-2-3

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 5 y 6

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 3 y 4

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 1 y 2

Memorias de una prostituta. Capítulo 65

Memorias de una prostituta. Capitulo 63

Memorias de una prostituta. Capítulo 62

Memorias de una prostituta. Capítulo 57

Memorias de una prostituta. Capítulo 54

Memorias de una prostituta. Capítulo 48

Memorias de una prostituta. Cap. 47

Memorias de una prostituta. Capítulo 45

Memorias de una prostituta. 39.40,41 y 42

Como comerse un coño

Manolita y Sonia. Cap. 37 y 38

Memorias de una prostituta. Cap. 35 y 36

El cura pretende casarse con Manolita

Memorias de una prostitua. Cap. 22 al 26

Manolita y el cura de su pueblo

Manolita y el cura de su pueblo

La escena lésbica mejor contada

Memorias de una prostituta. Cap. 19.20.21

Memorias de una prostituta. Cap. 16-17-18

Memorias de una prostituta. Cap. 13,14 y 15

Memorias de una prostituta. Capítulos: 10, 11 y 12

Memorias de una prostituta. Capítulos: 7, 8 y 9

Memorias de una prostituta. Capitulos 4, 5 y 6

Oda a Zaira. La Reina de Lesbos

Memorias de una prostituta. Capitulos 1, 2 y 3

Mi primer ciberpolvo

Manolita y Adela

La primera vez que hizo el amor

Escena lésbica

Dichas y desdichas de una prostituta

Restregando la cebolleta

Me gusta como huele y sabe el coño de Sandra

La mujer y el matrimonio

Soy el mejor lamerón del mundo

¡Qué hermosas son las pollas!

Me lo tengo merecido por cabrón

Confesiones de la Marquesa de Tócame Roque

¡Juro que no me follé aquella burra!

Las cosas no son como parecen

Diálogos desde el Infierno

El coleccionista de pelitos de pubis

Diálogos de matrimonios

La isla de las delectaciones

El liguero negro

El arte de hacer una buena mamada

El arte de saber bajar unas bragas

Su Majestad: EL COÑO

De la desesperación a la felicidad en un minuto

Amar en San Seabastián antes de morir

Esperé a que fuera mayor de edad...

Asesinato en el burdel

Tres horas con Lourdes

Mis sueños de infante

Diversas formas de

El diario íntimo de mi prima Montsita

Mis ligues por Internet. Primera entrega

Anécdotas eróticas en la Dictadura

Mi primer polvo de 2011

El diario de un consentidor

Sobre el intercambio de pareja o swinging

¿Qué da más placer: la boca, la polla, el coño ..

El coño de Carmencita

Las Calientapollas

Me hago las “pajas” como las chicas; con un dedo

Por culpa de una almorrana no me la pudo meter...

La Pipa de la Venancia

Nunca creí que en mi ano cupieran 25 cm de polla

El dulce sabor salado de los coños

Chistes verdes

Aquellas enfermeras de Alicante...

Me gusta sentirme mujer y ser penetrada

Los besos de mi amor

Mi colección de vellitos de pubis

Soy un CABRON en potencia. Lo reconozco

Lluvia dorada de una nube sagrada

Como y donde tiré mi último cohete

Aventura en el expreso Madrid-Sevilla

Análisis de los diez Mandamientos.

Como fue mi primera experiencia homosexual

Proceso inevitable de los matrimonios

Como fui sodomizado por Sergio

¿Me estaré volviendo gay?

Una esposa puritana y un marido obseso