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Nunca creí que en mi ano cupieran 25 cm de polla

en Gays

Nunca creí que mi ano pudiera "tragarse" 25 cm de polla

Una de las frustraciones de mi vida, era tener que abandonar este mundo sin saber que siente una mujer cuando le meten por su chochito una hermosa polla. Me lo puedo figurar más o menos por sus reacciones una vez ensartada hasta los huevos. Y creo que al fin conseguí sentirlo.

Ser mujer, aunque me consta que socialmente conlleva miles de dificultades, y si vive en un mundo machista, puede llegar a ser un calvario, creo que el terreno sexual, es maravilloso ser hembra.

El rol de la mujer en el sexo me fascina; ha sido la portadora de los sentimientos más nobles y aberrantes del hombre. Sin duda alguna; su COÑO ha sido durante miles de años el icono del amor; el pináculo de las más altas pasiones, y el trofeo más apreciado por el que miles de hombres han librado terribles batallas, han matado a dragones de mil cabezas, y han escalado rocas escarpadas para conseguir aquello rara flor que nace y crece en lo más alto, para ofrecerla a su princesa a cambio de sus favores.

Con esta mentalidad que tengo, no es de extrañar, que, mi cerebro sea más de mujer que de hombre. Pero las normas, las costumbres sociales de la época en que viví mi juventud me impidieron cambiar el sexo, y convertirme a base de hormonas, en una linda muchachita de pechos generosos, caderas anchas y tafanario redondo y excitante.

Las bragas me fascinan, de hecho, tengo mi colección de braguitas, que me pongo casi siempre, apenas uso el calzoncillo. Y como además me quedan monísimas puestas, ya que tengo unos muslos torneados y un culete respingoncillo, y el poco vello que me sale, me lo depilo, ya digo, en braguitas estoy monísimo.

Y lo que me subyuga, son esos momentos que se dedican a ponerse guapas, ese rito frente al espejo, con los aceites, los pinceles, la barra para los labios...Simplemente me hechiza.

Lo que me traumatiza es no poder ponerme sujetador, por razones obvias, pero también me embrujan. El poder ir por el mundo con sostén, braga, liguero, faldita y blusa, sería el colmo de mi felicidad.

¡Y naturalmente! Con este cerebro de mujer, a nadie le extrañe, que me gusten los tíos ¡eso sí! los guapos y atractivos, los feos no me molan; y lo que me vuelvan "loca", son las pollas.

Sin embargo al principio de mis inquietudes femeninas, y a falta de un coñito, intenté suplirlo por mi culito, obviamente no es lo mismo, pero en mis fantasías, intentaba que mi "ojete" lo supliera, ¡pero leches! por ahí no entraba ni "el bigote de una gamba", y aunque empecé por introducirme zanahorias bien lubrificadas con vaselina, me dolía, y desistía en los intentos. El ojete me escocía mucho, y no conseguía que entrara nada más que un poco; si intentaba meterme más, casi gritaba de dolor.

Un día, leí en el consultorio de una revista gay, que la introducción por el ano de artefactos en forma de pene, no es recomendable, ni aunque sean maleables, ya que siempre será algo extraño lo que entre, y que nuestro cuerpo tiende a rechazar. Que lo lógico, es que sea un pene auténtico el que se introduzca en el recto, ya que el acoplamiento carne con carne el cuerpo lo admite mejor.

No me queda más remedio, que si quería saber que se siente con una polla metida en tu cuerpo, aunque sea por el culo, tendría que buscar un macho que me lo hiciera sentir. Y ese macho fue Tony, un compañero de trabajo.

Fue en la convención de Septiembre que tuvimos en Lloret de Mar. Nos tocó dormir en la misma habitación; pero como Tony tenía fama de mujeriego, y así lo pregonaba a los cuatro vientos, deseché la idea de que pudiera ser él que me la metiera, para saber lo que siente una mujer con una polla bien metida en sus entrañas.

Pero cual no sería mi sorpresa, que al desnudarme con toda la naturalidad del mundo que se desnudan dos personas del mismo sexo que comparten habitación, no me di cuenta ¡lo juro! que llevaba unas bragas rosas con blonda y puntilla, en vez de calzoncillos.

¡Bueno... bueno! fue uno de los momentos más angustiosos de mi vida, y deseaba que la tierra me tragara, cuando Tony empezó a reir... al verme de esa guisa. Pero no con una risa de cachondeo, no. Su risa me parecía de complacencia, y dijo:

-¡Joder! Que bueno estás, tienes un culo precioso.

Quedé confuso, pues aunque un sexto sentido me decía que Tony no se estaba burlando de mi, no estaba muy seguro de sus intenciones. Por lo que me propuse averiguarlo enseguida.

Acabamos la reunión de la mañana a las 13 horas, a las 14 horas era la comida, por lo que tenía una hora libre..

-¿Nos damos un baño antes de comer? –Me dijo Tony con una voz que se me antojaba suplicante, como si lo deseara más que yo. La playa estaba a escasos cien metros del hotel, y además éste, tenía piscina.

-Vale. –Le dije. –Pero tengo que subir a la habitación a por el bañador.

-No hace falta que subas, siempre llevo dos en el maletín de trabajo, para no perder tiempo en estos casos. Me dijo muy seguro de si mismo.

-¿Y donde nos cambiamos? –pregunté inocentemente.

-Aquí mismo, en los servicios del hotel.

Tony me introdujo en uno de los diez o doce retretes que había en los lavabos de caballeros próximos a la sala de reuniones; ante mi asombro y sin que apenas me diera cuenta, cuando quise reaccionar, ya estaba dentro del servicio con él. Servicio amplio y de le lujo, como corresponde a un hotel de cinco estrellas.

-Llevas todavía puestas las braguitas, ¿verdad?

-Pues no. Después del apuro que he pasado hace un rato me las he quitado y me he puesto calzoncillos.

-Qué pena, porque estabas monísima con ellas.

Me dio un vuelo el corazón al llamarme en femenino. Me llamo Silvia en el círculo de mis amistades afines al sexo. Pero casi me da un infarto cuando Tony al quitarse los calzoncillos, portaba un pedazo de polla tiesa que le llegaba por los menos dos centímetros por encima del ombligo.

-Mira como la tengo por tu culpa. –Me dijo a la vez que ponía carita fingida de enfado, pero con una risa picarona.

No había duda que le gustaba, que su fama de mujeriego era de cara a la galería; esto me lo confesó después. Que lo que de verdad, de verdad le gustaba con locura, era los culos de los tíos, sobre todo como el mío.

No pude resistirlo. Agarré su hermosa polla, y juro, que, la rodee con mis dos manos alrededor de la misma, una encima de la otra, y todo el capullo quedó sin abrazar, por lo que calculé que le mediría unos 25 centímetros.

-Creo que las cosas están claras, ¿verdad? –Me dijo con cara de pillo. Así que esta noche prepara tu lindo culo para mi.

-Clarísimas. –Le dije. –Esta noche mi culo será tuyo. Pero te quiero decir que soy virgen, lo vas a comprobar después.

-No te preocupes que te la voy a meter hasta los huevos, y sólo vas a sentir placer.

Anduvimos hasta las tantas de discoteca en discoteca, tomando "cubatas" y tonteando con las niñas, sobre todo fracesitas, que agotaban allí sus vacaciones. Pero sin ligar con ninguna, ya que esa noche tocaba "mariconeo".

Sobre las dos de la madrugada llegamos a la habitación. Ambos estábamos deseando estar juntos.

-Vamos a aprovechar el tiempo, que a las nueve empieza la reunión.

-Tranquilo Tony, que en seis horas podemos hacer todo, hasta dormir un poco.

Empecé a desnudarme yo primero, sabía que Tony lo deseaba. Me puse de espaldas, él estaba sentado expectante en el borde de su cama. Cuando quedé en aquellas braguitas rojas (sin llegar a tanga) y que sólo me cubrían una pequeña parte de mis glúteos, sentí al instante su polla pegada a la raja de mi culo, con ellas a medio bajar. Me tumbó en la cama boca abajo a la vez que las acababa de bajar con sus manos.

Con los dedos pulga e índice de ambas manos, abrió la raja de mi culito para ver lo que se escondía allí. Y dijo como asombrado.

-¡Coño, si es verdad! Tienes los pliegues de ano totalmente cerrados.

-Ya te lo dije, soy virgen, la primera polla que va a entrar por ahí, va a ser la tuya. Lo que no sé es como va a entrar sin que me duela.

-Te aseguro que no te va a doler si te relajas. –Me dijo muy seguro de lo que decía.

-Soy todo tuyo, Tony. Relajado estoy, y deseando que me desvirgues.

Me situó como si fuera una perra, por lo que no podía ver lo que hacía. De repente empecé a sentir por toda la superficie de mi ano una cosa blanda y viscosa que no podía ser la polla. Era su lengua que recorría en movimientos circulares la circunferencia de mi ojete. Movía mi culo al bies de sus lamidas; en sentido contrario al recorrido de su lengua, de modo, que el efecto producido era mucho mas excitante.

Cuando vio, que, me deshacía de gusto, que mis caderas no cesaban de menearse en círculo, sentí que en el mismo centro de mi ano, se alojaba algo extraño.

-Te duele.

Juro que aquello no me dolía absolutamente nada. Sentía algo que no puedo describir, pero cuando con mi mano derecha intentaba descubrir buscando por detrás de mi espalda que era aquello, y sólo encontró los cojones de Tony pegados a la raja de mi culo, entendí, que los 25 centímetros de su polla estaban metidos hasta el fondo de mis cogollos.

Sin soltar los cojones de Tony, empecé a acariciarlos con suma delicadeza y suavidad, mientras él bombeaba su hermosa polla dentro de mi. Al rato sentí como un líquido se derramaba en mi interior. Las dos manos de Tony se aferraban a mis cachas de una forma desesperada, y de los empujones que pegaba en su desesperada corrida, la verdad si que me hicieron un poco daño, porque los sentía hasta los riñones. Pero era tan fuerte la emoción que sentía en ese momento, que el placer aplacaba al dolor.

Me sentí muy mujer, ¡Por fin había realizado un sueño! Lo que siente una hembra con una gran polla metida hasta el fondo de sus entresijos.

Sencillamente fue maravilloso. Tony supo como hacerme feliz, y nuestro idilio duró hasta que le destinaron a Galicia.

Y todavía sigo asombrado, como aquel pedazo de polla de 25 centímetros, pudo caber en algo tan estrecho... ¡Bueno! estrecho antes. Ahora en mi culo me cabe cualquier polla por muy gorda y larga que sea.

FIN DEL RELATO.

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