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Mi vida: una vida llena de satisfacciones

en Confesiones

¡Si señoras y señores. sí! Desde que me levanto hasta que me acuesto, vivo una sucesión de emociones y satisfacciones que me trasladan a los maravillosos universos que giran alrededor de mis fantasías y mis realidades.

Nada más despertar, y comprobar que ha amanecido un nuevo día, empieza mi caravana de emociones: ¿O es que ver amanecer otro día, no es motivo para que nuestra alma se alboroce y experimente el corazón una gran satisfacción?

Me levanto dando gracias al creador de la vida por haberme permitido poner otro día más los pies en el suelo, y me dispongo a vivir otro repleto de maravillosas sensaciones. Es la primera emoción que mi alma experimenta.

La segunda satisfacción que recibe mi cuerpo es la de ir a cagar (permitan el vocablo) pero es que eso de: defecar, hacer del cuerpo, hacer de vientre, evacuar, descomer y otras definiciones, me parecen  cursis. CAGAR, es la auténtica y genuina definición del hecho de vaciar el vientre de los detritus que desecha el cuerpo. ¡Vamos! De la mierda.

Cuando giño, mi cuerpo y mi alma entrar en una extraña simbiosis, cuyos efectos me crean maravillosas impresiones. 

Como todo hijo de vecino, nunca cago sin leer lo que pillo a mano: una revista, una catálogo, el periódico de ayer, cualquier cosa sirve para acompasar la mente con el ano. Esa sensación tan placentera y reparadora de liberar al cuerpo de presiones, a la vez que ilustra mi intelecto se documenta, es una asociación maravillosa, hasta el punto, de que lo leo cuando cago, no se me olvida.

Una vez mi vientre redimido de mis propios excrementos, mi gula (uno de los elementos que me proporciona más placeres), me predispone al goce maravilloso del desayuno. ¡Ay madre! El desayuno. Mi gama de desayunos es muy extensa: desde los huevos fritos con jamón, hasta el chocolatito con churros y porras. Durante esos quince minutos que dura el rito, cada segundo es una maravillosa conmoción, sobre todo el momento de mojar el pan en la yema del huevo frito, o la porra en el chocolate o el café. ¡Qué momento, qué momento!  Indescriptible, oigan.

Una vez satisfecha mi ansia, me dispongo a purificar mi cuerpo de las contaminaciones que se han depositado en su liviano vivir. No me gusta ducharme en ayunas, no disfruto, ya que el pensamiento con el estómago vacío no me permite disfrutar de los placeres del agua calentita, y perturba mi mente. Por eso, con el estómago satisfecho, los poros de mi cuerpo están más predispuestos a ser depurados. ¡Qué gran placer sentir el agua transcurrir por las arrugas de piel! ¡Y cuando mis manos con esa esponja suave se desliza por las mismas! ¡Y cuando llega a la zona del escroto! Allí se detiene, y con una suave parsimonia roza mis genitales, y con más infinita suavidad acaricia mi glande (sobre todo por la parte de atrás) para extraer todo "el requesón" acumulado por la batalla amorosa mantenida hace unas horas. ¡Qué gran placer siente el alma cuando el cuerpo está impoluto! Y esa sensación de limpieza que invade el cuerpo, es sencillamente maravillosa.

¡Llevo levantado apenas una hora y soy inmensamente dichoso! Estoy preparado para seguir gozando de mis emociones.

A esas cosas absurdas de la vida, como el trabajo, el dinero, los disgustos, los facturas, los compromisos, y las enfermedades, no les hago ni puto caso, ¡anda qué los den por el culo!

Dicen que el dinero son imprescindibles para gozar de la vida. ¡Mentira y gorda! A un servidor no le hace falta eso para regocijarse inmensamente de los placeres que da. Mi mente es capaz de desarrollar las más emocionantes aventuras sin que me cueste "una perra gorda" . Igual me follo a Sharon Stone que a la Julia Roberts, o le doy por el culo, al George Clonney. O viajo a las estrellas y a nirvanas desconocidas por el ser humano.

Mi última satisfacción y emoción, (porque como todo en la vida es perecedero, y hay que renovar también la imaginación), son las pajas que me hago mirando una foto de las caderas y el bello del pubis de una foto publicada en uno de los relatos de este medio.

Puedo asegurar, que consigo más placer virtual, que si pudiera hacerlo en la realidad, ya que por circunstancias físicas, me sería imposible hacer realidad mis emociones. ¡Pero en la virtualidad! Soy el amo de mis sentimientos y los manejo a mi antojo.

Lástima que en esa foto no pueda contemplar lo que se esconde entre esas piernas y debajo de su “Monte de Venus”, pero le hecho imaginación y me figuro un coño de labios menores emergiendo por encima de los mayores, y un clítoris que se sale fuera de su capuchón. Que los lamo, los absorbo y los succiono con delectación y ansia. Afirmo que la media docena de pajas que me he hecho esta semana con la foto de mi amante secreta como fondo de escritorio de mi PC son de campeonato. 

Si la dueña de esa foto tuviera la amabilidad de enviar al correo de este abuelete otra foto en donde pueda contemplar su hermosa rosa roja, se lo agradecería eternamente.

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