miprimita.com

Memorias de una prostituta. Cap. 19.20.21

en Grandes Relatos

Capítulo XIX

Sonó el teléfono de la habitación del Hotel. Le cogió Darío; yo estaba en el servicio limpiando los restos del amor que me había conferido. La noche había sido apoteósica. Batí todos los record de penetración, ya que me la tuvo metida más de dos horas sin sacarla. ¡Milagros de la ciencia! No sé cuantos orgasmos tuve.

El “aparato” que le habían colocado, era una obra de ingeniería protésica. Su pene artificial fue una implantación de su misma carne, que partía de la pelvis, y se prolongaba veinte centímetros fuera, y que terminaba en una especie de glande. Le habían extendido la uretra, y el clítoris lo habían ubicado en la terminación. El cuerpo, era de un grosor considerable, pero acababa en un bálano más bien pequeño, ya que había que situar allí el clítoris para que no perdiera sensibilidad; de haberle dado más grosor, hubiera ido en detrimento del placer; por lo que Darío podía obtener los mismos orgasmos que antes; orgasmos de mujer, pero orgasmos al fin y al cabo.

¿Ventajas? Que al ser orgasmos clitoridianos, podía tener todos los que pudiera o quisiera sin sacarla.

¿Inconvenientes? Ninguno, salvo que no podía eyacular ni dejar embarazada a una mujer. Pero a su edad ¿Para qué?

--¿Haló...?

--Llamada de larga distancia, don Darío.

Creía que sólo yo sabía su dirección hotelera en Río de Janeiro, por lo tanto ¿Quién sería?

 --Hola mamá, soy Marga. ¿Eres tú? Que voz más fuerte tienes.

--Hija, es que ya se ha culminado el proceso, y como te dije que no me llamaras hasta esta fecha, de ahí tu sorpresa.

--Jolín mamá! Que voz más bonita te han dejado. ¿Y del resto...qué?

--Como quedamos en su día, ya puedes venir a ver mi transformación.

--Que ganas tenía que llegara este momento, mamá.

--Hija.

--Dime mamá.

--Que te tienes que ir acostumbrando a llamarme papá, no mamá.

--¡Ay, si es verdad! Entonces, ¿Puedo ir ya a verte?

--Si cariño, sí. Pero vente mentalizada a ver a un hombre con barba y bigote, y bastante atractivo.

--Es que tú papá...

Me estremecí al sentir de los labios de mi hija, llamarme papá.

--...de mujer eras guapísima.

--Fíjate si soy guapo que ya he ligado y estamos haciendo planes de boda.

--¡Venga papá! No seas guasón.

--Hija; que feliz me haces llamándome papá.

--Sabes que hace años soy fiel conocedora silenciosa de tu drama... Por eso me alegro que hayas alcanzado la felicidad que se te ha sido negada durante tantos años.

--Bueno hija, tampoco es así, porque tú, Raúl y tu verdadero papá, me habéis colmado de felicidad en lo afectivo.

--Ya lo sé. Durante esos años, fuiste una verdadera madre para nosotros. –Pero cuenta, cuenta: ¿que eso del ligue que te has echado?

--Sorpresa.., sorpresa...

--¡Jolín! Que me tienes en ascuas.

--Toma el primer avión para Río y descubrirás el enredo.

--Como quieras papá. Un beso y hasta muy pronto.

--¿Quién era cariño? –Dije intrigada

--Mi hija, Margarita, que viene a verme.

--¡Ah! ¿pero lo sabe..? --¿Le has dicho lo nuestro?

--Le he dicho que me caso, pero no con quien.

--¿Y cómo crees que lo tomará?

--Seguro que bien. Además le conté a Marga todo lo que pasó entre tú y yo aquella noche en el cuarto de invitados donde te alojamos.

--¡No me digas...! ¡Qué vergüenza cuando la vea! Pero como fuiste capaz.

--Porque entre Marga y yo no existen secretos de esta naturaleza.

--¿Y qué dijo?

--Al ver mis ojos llenos de felicidad, le pareció maravillosa aquella relación. Fíjate la unión tan estrecha que hay entre mi hija y yo, que te voy a contar algo ¡pero por Dios! que no se te escape delante de ella..

--No, no... descuida...Cuenta... Cuenta.

--Sabedora de mi drama, y al poco tiempo de saber que no era su madre natural, se brindó a ser mi amante, para dar rienda suelta a mi lesbianismo, ya que en la Isla era imposible encontrar una amante.

--¿Y accediste?

--Sólo una vez, para probar, pero me fue imposible, la sombra del incesto se apoderó de mi, y no pude consumar la relación lésbica. No era de mi sangre, pero para mí, era la hija de mi alma.

--Eso te honra una vez más. Mujer u hombre, ese corazón no hay nada ni nadie que te lo puede volver de otra forma.

--Gracias cariño.

Capítulo XX

Darío esperaba a Margarita en el Antônio Carlos Jobim International Airport  de Rio. Yo me quedó en la sala VIP en espera de acontecimientos.

--¡Qué preciosa venía! Pero ¡Oh Dios mío! Le acompañaba Raúl. ¡Vaya problema que se avecinaba!

Pensó Darío a toda velocidad. Si venía Raúl, señal inequívoca que no vendría a reprocharle su actitud, sería absurdo desplazarse a Rio para hacerle reprimendas. Por lo que se tranquilizó un poco.

Marga miraba y remiraba para todos los lados, como buscando a un fantasma. Pero como le indicó su padre que llevaría para la ocasión un traje de chaqueta cruzada de color azul marino, corbata granate y camisa blanca; y que era el cincuentón más guapo que distinguiría en el aeropuerto, no tendría dudas en localizarle.

Y así fue. Al verle, alzó los brazos en señal de júbilo, y con ellos abiertos se dirigió a Darío; le estrechó en un abrazo que hizo que se le saltaran las lágrimas.

Raúl había quedado unos diez metros atrás, como esperando una señal de su hermana.

--Papá... Papá... ¡Qué alegría, qué alegría!

Por entre los brazos amarrados a al cuello de su hija, Darío vio aquella sonrisa franca de Raúl, lo cual le indicaba que su hermana le había puesto al corriente de su drama, y que lo había aceptado de buen grado.

Se acercó, al ver que se había percatado de su actitud, le dio un beso. y sólo le dijo:

--He perdido a una madre, pero he encontrado un padre.

Lo cual le reconfortó de tal manera que se sintió  el hombre más feliz del mundo.

Pero ahora venía el verdadero drama para Raúl. ¿Cómo se iba a tomar que yo, Manolita, de la que se enamoró locamente, me iba a casar con su madre, ahora padre?

Aprovechó Darío que iban a retirar los equipajes para ponerme sobre aviso. Pero no hizo falta; desde las cristaleras de la sala, observé toda la escena; y fui yo la que decidió desaparecer, y que les diera la excusa de que por asuntos muy urgentes tuve que abandonar Río, e ir a mi país.

--Hijos,--Dijo Darío adoptando una acritud circunspecta: mi futura esposa ayer mismo se ha tenido que desplacer a su país por motivos urgentes e inesperados. Me pide que le disculpéis, y que muy pronto os conoceréis.

--¿Es muy guapa, verdad papá?

--¡Guapísima hija! Pero no tanto como tú.

--¡Qué pena no poder conocerle..!

--Pronto la conocerás hija... Muy pronto.

Raúl callaba, pero asentía a todo lo que hablaban.

Llegaron al hotel después de varias horas después; lo retrasó adrede Darío, para que yo tuviera tiempo de recoger mi equipaje y liquidar la cuenta, ya que nos alojábamos en dos habitaciones de la misma planta, por lo que eran dos cuentas independientes, cosa que nos favorecía.

 Darío había reservado dos suites en la misma planta para sus hijos. Pero primero pasó por la suya; quería revisar como estaba después de la noche. Todo parecía estar normal

--Papá. -- Le llamó Marga desde el baño.

--Dime hija.

--¿Todavía usas bragas?

--No hija. Por....

--Pues entonces tu novia se las ha dejado olvidadas en el baño.

Salía Margarita del baño con unas bragas rosas en las manos.

--Hija.. No te extrañes.. que soy un hombre con  futura esposa...

--Ya lo sé papá... Es broma.

Raúl no estaba, estaba en su habitación. Lo que le daba pie a contarle a su hija todo el proceso. Pero sucedió algo que le preocupó, aunque por otra parte lo veía lógico. Le miraba con los ojos de su antiguo sexo, como si todavía fuera su madre. Y con Marga se sintió mujer, no hombre. Ya que compartían siempre todos los secretos como los defieren las mujeres. Y ahora no podía ser de otra manera.

Marga se dio cuenta inmediata de sus dudas, ya que en ese momento donde todo iban a ser confidencias; le dijo:

--Papá: cuéntame todo como si fueras mi mamá. Te será más fácil. ¿A qué si?

--Que maravillosa eres hija. Te confieso que sí, que como hombre me costaba contarte todos mis secretos...

--¡Ah! ¿Pero tienes secretillos?

--Alguno, alguno..

--Pues cuenta, cuenta...

--Pero tienes que prometerme que a tu hermano no le vas a contar nada.

--Te lo prometo.

--Te acuerdas de Manolita, ¿Verdad?

--Claro que me acuerdo. La que fue durante unos días en La Isla, novia de Raúl, ¿no?

--Y te acuerdas que te conté que tuvimos una relación lésbica.

--Sí .sí .. claro que me acuerdo.

--Pues mi futura esposa va a ser ella.

--¡Manolita..!¡No me digas....! ¡Qué sorpresón!

--Pero lo que me tiene en vilo, es la reacción de tu hermano.

--Creo que  Raúl ya la ha olvidado...

--¿Tú crees? Se le notaba muy enamorado.

--Creo que sí, además desde hace unos días ha formalizado relaciones con una chica de La Isla.

--¡No me digas! ¿Con quién?

--Con la hija menor de los Ortega Salvatierra...

--¡Vaya.... ¡ Nada menos que con la Piluca, de los Ortega Salvatierra. Me alegro por tu hermano, es una chica de lo mejorcito de La Isla.

--Eso le digo yo.

Entro Raúl a la habitación.

--Quiero hablar con vosotras.

Todavía Raúl no podía ver a Darío como a un padre, e intuía que jamás le vería como tal.

--Tú dirás, Raúl. Dijo Darío temiendo algo desagradable.

--Te vi como una madre, pero ahora no me pidas que te vea como a un padre. Pero esto no quiere decir que no te siga queriendo. Quiero decir, que como voy a contraer matrimonio con Piluca, la hija menor de los Salvatierra...

--Ya me lo ha comentado Margarita. Y no sabes lo que me alegro por ti, hijo.

--... Sabes que esa familia no podría aceptarte como mi padre, ya que papá ha fallecido; por lo tanto sólo te pido, que, no interfieras en mi futura vida.

--Te comprendo perfectamente Raúl. ¿Pero que le vas a decir a tus futuros suegros de la Adela que ellos conocen?

--No te preocupes por eso. Ya se me ocurrirá algo creíble; y si alguna vez necesitas saber de mi, siempre hazlo a través de mi hermana. ¿Te parece bien Marga?

--Me parece perfecto, hermano. Dijo Margarita.

 --Y a mi. Afirmó Darío.

--Raúl, si quieres no respondas. ¿Qué es de Manolita?  Pregunto Darío para calibrar que sentimientos todavía le quedaban sobre la mujer que amo en la Isla.

--Corramos un tupido velo en torno a “esa señora”. Dijo Raúl con desprecio. Pero te deseo de corazón que seas muy feliz con ella.

Quedó Darío como el pedernal. ¿Cómo sabía Raúl que yo era su futura esposa? Ignoraba Darío que Raúl había estado en Madrid, en mi Casa, y que le habían informado que se encontraba en Brasil para casarse. ¿Con quién? La relación no podría ser otra: conmigo. ¿Con quién otro podría ser?

Comprendí que para Raúl, yo ya no significaba nada, lo cual Darío se sintió muy aliviado. Y si le  había pedido que no se entrometiera en su vida futura, tampoco Raúl se interpondría en la suya, y por correlación en mi vida.

Me sentí muy satisfecha y como liberada de un compromiso que me tenía como maniatada. 

Capitulo XXI

Me había alojado en otro hotel de las inmediaciones a la espera de que Raúl se fuera, ya que Margarita no representaba ningún inconveniente; al contrario, me gustaría que se quedara unos días para darle un abrazo.

Después de lo que me contó Darío con respecto a Marga, mis simpatías hacia ella se acentuaron. Al día siguiente Raúl, alegando que había dejado las cosas muy claras, nada le retenía allí, y tomó el primer avión rumbo a la Isla.

Nos citamos a la hora del aperitivo en la cafetería de mi hotel. Al verme Marga, en su rostro observé un gesto de afirmación y de contento.

--Mi querida Manolita. Se abrazó a mi, y me besó en ambas mejillas. --Estás más guapa aún si cabe que antes.

--Gracias Margarita. Pero la que está bella y radiante eres tú. Estás preciosa.

--Que vayas a ser mi mamá me complace mucho, ¿Sabes?

--Bueno, espero que tu padre no se eche para atrás y lo impida ¿Has visto como le han dejado?

--¡Jolín! Ya lo veo; más bonito que un San Luis. Ya le puedes atar corto, que seguro se las va a llevar de calle.

--Buenos niñas, dejaros ya de cuchicheos, y vamos a hacer planes. Dijo Darío poniendo un mohín de enfado.

--¡A ver si ahora nos vas a salir machista, papá!

Contarme la reacción de Raúl. Pregunté con incertidumbre. ¿Cómo se lo ha tomado?

--Mejor de lo que pensaba. Dijo Darío con complacencia. Me ha deseado suerte, y no ha quedado ninguna sombra de duda al respecto.

--¿Pero le has dicho quien es tu novia?

 --No, no, eso no.

-¿Y porqué no?

--Porque no ha hecho falta.

--No te entiendo.

--Porque ya lo sabe.

--¿Cómo que lo sabe?

--No me lo ha dicho, pero repito que lo sabe; además se casa. Ya ha formalizado relaciones con la hija de uno de los terratenientes de la Isla.

Efectivamente, la boda de Raúl despejaba todas mis dudas. Por lo que dije:

--Le deseo toda la felicidad que yo quiero para mi, y a continuación añadí:

--Margarita. ¿Te gustaría venir a Madrid y pasar allí unos día con tu padre y conmigo?

--Miró a Darío esperando su aprobación.

--Por mi encantado. ¿Qué te parece niña?

--Me encantaría papá, pero no puedo dejar los asuntos de la exportadora sólo para Raúl. A propósito: ¿donde y cuando va a ser la boda?

Darío miró a Manolita, para que fuera ella la que respondiera la pregunta.

--Bueno, es cuestión de informarnos bien de los trámites que cada país tiene para estos casos. Y cómo la boda ha de ser necesariamente civil, no creo que en España, existan dificultades. Y menos ahora, que han cambiado las cosas.

--Me encantaría que la boda se celebrara en Madrid. Dijo Margarita en un abrir y cerrar de ojos.

--También a mi me gustaría. Dijo Darío.

        --Pues decidido. En Madrid la boda. Dije muy convencida.

        --Notificarme el evento con tiempo. No me lo pierdo por nada del mundo. Dijo Marga alborozada, y a la vez me preguntaba:

        --Manolita.

        --Dime Marga.

        --Me vas a enseñar el ambiente de Madrid.

        --¿Qué ambiente? ¿El intelectual, el artístico... o el otro?

        --Tonta... todos me interesan, pero el que se visita de noche.

        --No me digas que te va.... “ese ambiente”.

        --No tonta, es por curiosidad. Como en la Isla no se ven esas cosas...

        --¿Pero tienes inquietudes del otro bando?

        --No te entiendo.

        Terció Darío. – Hija puedes hablar claro a Manolita.

        --Si te refieres a que tengo fantasías lésbicas, debo confesar que sí. Pero sólo fantasías ¡eh! Que no sé si el momento de la verdad...

        --Eso tiene fácil solución. ¿No crees manolita? Dijo Darío,

        --¡Nooooo! No me digas que lo que estoy pensando es verdad.

        --Vamos a ver niñas. Si Marga tuviera una experiencia lésbica... ¿Con quién...? ¿No sería mejor que la tuviera contigo? Y así se evitarían los riesgos que conlleva realizarlo con una desconocida.

        Marga se puso colorada como una amapola.

        --Por favor papá, que me sonrojas.

        --¿Pero la tendrías o no con Manolita?

        Me miró como si yo fuera la que tuviera que dilucidar la cuestión. Y la mirada sin duda era de conformidad.

        --Si a Marga no le importa la diferencia de edad... Por mi, esta misma noche.

        --Pero las dos solas. Yo no quiero ser testigo del acontecimiento.

        --¡Joder que fuerte! Follé con el padre, con la madre, con el hijo, y ahora con la hija. Para ganar el Guinness Record.

Mas de Galan Maduro

Historia de dos amores (en prosa rimada y verso)

Historia de dos amores

Raquelita y su despertar al sexo

El bien o el mal follar

Carta a una ex novia, hoy cibernovia

Reflexiones de un viejo sobre el sexo y el amor

Mi primer beso de amor

Recuerdos imborrables de mi primer amor

Mi noche loca con Adolfo

De cómo me hice maricón

Me gustan las pollas como me gustaban los coños

Relatos de un abuelete cahondo

El primer casquete que regalé a María

Mis epigramas sexuales

Clases de amores

Aventuras y desventuras de una ... Capt. 3º y 4º

Aventuras y desventuras de una meretriz de lujo

¡Qué asco que se depilen las mujeres!

Trío con Celia y Josefa

Lo que no escribió Cervantes, lo escribo yo

Vírgenes pero putas.

Historia de un maricón. Capítulo 10

Carta a mi ex novia después de 44 años

La historia de un maricón. Capítulo 8

Historia de un maricón. Capítulos 6º y 7º

Historia de un maricón. Capítulo 5º

La historia de un maricón. Capítulo segundo

La historia de un maricón. Capítulo 3º

La hostoria de un maricón. Capítulo 4º

La historia de un maricón. Capítulo 1º

Me vuelve loca este cura

La primera vez que fui sodomizado

Alfonsina y el verdadero amor

Diario íntimo de mi prima Marucha

La noche mágica y el virgo de Estibaliz

Noche de amor en el Puerto de Santa María. Cádiz.

El Demonio de los Celos

¡Qué bien se folla en la siesta!

¿Me estaré volviendo gay?

Cuento de fachas y rojos

Las dos hermanas aquellas

La noche mágica, y el virgo de Estíbaliz

Mi colección de pelos de coños

Mi vida: una vida llena de satisfacciones

Hoy me siento más realizado de hombre que nunca

El Café de Levante de Madrid. Donde conocí a Petri

Diarío íntimo de mi prima Marucha

Las locuras de la Marquesa de “Tócame Roque”

Mi último cliente

Ayudé a mamá a que recuperara su sexualidad

Lo que contaba mi padre

Los líos amorosos de un niño guapo

Mujer presa en cuerpo de hombre

Como fui purificado por una dama

Noche de bodas gay

¡Si yo fuera mujer..!

Novias anhelantes. Esposas y amantes. Madres ...

Mi hija es lesbiana

Cómo me dio por el culo Sonia

Las dos lavativas que me han puesto en mi vida

Historia de un transexual

Versos escatológicos

HIstoria de un transexual

El Obispo y yo

Daría mi vida de macho, por nacer mujer

Mi primera experiencia lésbica

Me vuelve loca este cura

Mi primera noche de amor

Mi segunda experiencia lésbica

Un polvo subliminal

Mis cuentos inmorales. Capítulo 8

Mis cuentos inmorales Cap. 7

Mis cuentos inmorales, Capítulo 6

Mis cuentos inmorales. Capítulo 5

Mi decameron. Capítulo 4

Los líos amorosos de un niño guapo

Los lios amoroso de un niño guapo. Capítulo 3

Recordando mi pasado sexual. Capítulo 2

Recordando mi pasado sexual. Capítulo uno.

Manolita. Capítulo 67 y epílogo

Manolita. Cap. 64-65-66

Manolita: Cap. 61-62-63

Manolita. Cap. 58-59-60

Manolita. Cap. 55-56-57

Manolita. Cap: 52-53-54

Subliminal escena lésbica

Manolita. Capitulos: 49-50-51

Manolita. Capítulos: 46-47-48

Manolita. Capitulos:43-44-45

Manolita. Capítulos: 34-35-36

Manolita. Capítulos: 37-38-39

Manolita. Capítulos: 31-32-33

Manolita. Capítulos: 22-23-24

Manolita. Capítulos: 25-26-27

Manolita. Capítulos: 28-29-30

Manolita. Capítulos: 10-11-12

Manolita. Capítulos 4-5-6

Manolita. Capítulos: 19-20-21

Manolita. Capítulos: 13-14-15

Manolita. Capítulos: 16-17-18

Manolita. Capítulos: 7-8-9

Manolita. Capítulos 1-2-3

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 5 y 6

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 3 y 4

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 1 y 2

Memorias de una prostituta. Capítulo 65

Memorias de una prostituta. Capitulo 63

Memorias de una prostituta. Capítulo 62

Memorias de una prostituta. Capítulo 57

Memorias de una prostituta. Capítulo 54

Memorias de una prostituta. Capítulo 48

Memorias de una prostituta. Cap. 47

Memorias de una prostituta. Capítulo 45

Como comerse un coño

Memorias de una prostituta. 39.40,41 y 42

Manolita y Sonia. Cap. 37 y 38

Memorias de una prostituta. Cap. 35 y 36

El cura pretende casarse con Manolita

Manolita y el cura de su pueblo

Memorias de una prostitua. Cap. 22 al 26

Manolita y el cura de su pueblo

La escena lésbica mejor contada

Memorias de una prostituta. Cap. 16-17-18

Memorias de una prostituta. Cap. 13,14 y 15

Memorias de una prostituta. Capítulos: 10, 11 y 12

Memorias de una prostituta. Capítulos: 7, 8 y 9

Memorias de una prostituta. Capitulos 4, 5 y 6

Mi primer ciberpolvo

Oda a Zaira. La Reina de Lesbos

Memorias de una prostituta. Capitulos 1, 2 y 3

La primera vez que hizo el amor

Manolita y Adela

Escena lésbica

Dichas y desdichas de una prostituta

Restregando la cebolleta

Me gusta como huele y sabe el coño de Sandra

La mujer y el matrimonio

Soy el mejor lamerón del mundo

¡Qué hermosas son las pollas!

Me lo tengo merecido por cabrón

Confesiones de la Marquesa de Tócame Roque

¡Juro que no me follé aquella burra!

Las cosas no son como parecen

Diálogos desde el Infierno

El coleccionista de pelitos de pubis

Diálogos de matrimonios

La isla de las delectaciones

El liguero negro

El arte de hacer una buena mamada

El arte de saber bajar unas bragas

Su Majestad: EL COÑO

De la desesperación a la felicidad en un minuto

Amar en San Seabastián antes de morir

Esperé a que fuera mayor de edad...

Asesinato en el burdel

Tres horas con Lourdes

Mis sueños de infante

Diversas formas de

El diario íntimo de mi prima Montsita

Mis ligues por Internet. Primera entrega

Anécdotas eróticas en la Dictadura

Mi primer polvo de 2011

El diario de un consentidor

Sobre el intercambio de pareja o swinging

¿Qué da más placer: la boca, la polla, el coño ..

El coño de Carmencita

Las Calientapollas

Me hago las “pajas” como las chicas; con un dedo

Por culpa de una almorrana no me la pudo meter...

La Pipa de la Venancia

Nunca creí que en mi ano cupieran 25 cm de polla

El dulce sabor salado de los coños

Chistes verdes

Aquellas enfermeras de Alicante...

Me gusta sentirme mujer y ser penetrada

Los besos de mi amor

Mi colección de vellitos de pubis

Soy un CABRON en potencia. Lo reconozco

Lluvia dorada de una nube sagrada

Como y donde tiré mi último cohete

Aventura en el expreso Madrid-Sevilla

Análisis de los diez Mandamientos.

Como fue mi primera experiencia homosexual

Proceso inevitable de los matrimonios

Como fui sodomizado por Sergio

¿Me estaré volviendo gay?

Una esposa puritana y un marido obseso