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Relatos de un abuelete cahondo

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Relatos de un abuelo cachondo

PARTE PRIMERA - Mi prótesis de pene

¡Joder! ¡Joder! ¡Y tres veces joder! Eso de tenerme que ir de este mundo sin saber lo que siente un mujer cuando es penetrada por una hermosa polla de 22 cms. ¡Por lo menos! y del grosor de una "morcilla de Burgos", me subleva y me enajena tanto, que a veces no lo puedo resistir.

El caso, es que no soy maricón. ¡no, no! ni mucho menos; he follado tanto en mi vida, que he llegado al éxtasis de los placeres del macho; pero estoy convencido que el placer de la hembra es infinitamente más intenso y sublime que el del hombre; por eso, en el ocaso de mi vida, vendería mi alma a Satanás a cambio de que me convirtiera en una hermosa mujer durante un año. Después a quemarme en el Infierno eternamente.

Al final sabréis los motivos que me han llevado en el ocaso de mi vida a pensar así.

Mis orgasmos ya no son los de antes; ni tampoco tengo el desenfreno de los 20 años, cuando el follar era el arrebato de los sentidos que te cegaban y transferían a un estado animal, y sólo tenías una idea, la de "correrte como una bestia" sin reparar en que el follar es cosa de dos.

Ahora apenas tengo orgasmos, o muy débiles o poco intensos, pero a cambio siento un placer que nunca tuve en mi juventud: y es la delectación de ver a la mujer que tienes penetrada como goza. ¡Joder! ¡Joder! ¡Y tres veces joder! Sentir a la hembra como se deleita "ensartada", es un placer tan inmenso que me hace sentir que soy ella, no yo.

Debo aclarar, que a los sesenta años, mis erecciones eran tan escasas y tan poco duraderas, que evitaba el follar con los ligues que a través de los chats me salían; ya que eso de tener un "gatillazo" me frenaba; por lo que decidí consultar con mi uróloga, el problema.

Me dijo, que evitara los vasodilatadores y fármacos para forzar la erección, ya que debido a mi estado cardiovascular, no eran aconsejables.

-Entonces doctora ¿Qué puedo hacer si para mí el acto sexual es uno de los motivos para seguir viviendo? -Le dije medio en broma, medio en serio.

Esbozó una sonrisa y dijo: Póngase una prótesis de pene.

-¿El pitoflexo? Cómo le llaman vulgarmente.

-Eso mismo. Es una intervención muy sencilla, no reviste ningún riesgo, y además tiene la ventaja de que se puede alargar el pene, ya que la mayoría de los hombres, parte del tronco del mismo no emerge debido a que queda preso en la pélvis.

-No entiendo.

-Técnicamente es algo complicado. Cuando se produce la erección, la parte posterior del pene no consigue aflorar porque dos huesecillos se lo impiden. En la intervención, el cirujano libera la base de esos huesos, por lo que queda totalmente fuera; en algunos hombres eso les supone de cuatro a diez centímetros más de miembro, ya que es lo que mide lo que no emerge en la erección.

 -¡Hostis! pensé para mí. Si tengo dieciocho centímetros en plena erección, igual sobrepaso los veinte.

-Oiga doctora: Sabe que me ha motivado en extremo: ¿Cómo podía ponerme esa prótesis?

-Le daré la dirección de uno de los mejores especialistas; llámele, diga que va de mi parte, y será atendido debidamente.

Salí de la consulta tan determinado a ponerme el referido aparato, que en cuanto llegué a casa y por ser una hora apropiada, llamé a la clínica del doctor Perales.

Acudí puntualmente a la cita que previamente me habían concertado. Quedé impresionado, ya que era de muy alto standing, ubicada en la calle Serrano de Madrid, en pleno barrio de Salamanca.

-Mejor, pensé para mí. No voy a escatimar ni un euro, ya que bien se lo merece "mi polla". Me ha dado muchas satisfacciones en la vida, y espero que siga dándome muchas más.

Al decirme el doctor Perales después de reconocer y explorar la zona, que podría dar una longitud de casi diez centímetros más a mi pene, se me quito la impresión del precio de la prótesis: 12.000 € más gastos de sanatorio y quirófano, total, unos 14.000 €. Por lo que no lo dudé y me puse en sus manos para darle otra dimensión y vigor a mi pobre pene en declive.

¡Joder! ¡Joder! y ¡Y tres veces joder! Cuando me quitaron a los vendajes que cubrían mi miembro recién restaurado, no daba crédito a lo que veía.

Me dijo el doctor: ahora, al haberle liberado la base del pene, el encogimiento del mismo ya no se producirá como antes.

-Explíquese doctor, ¡por favor!

-Quiero decir, que su pene siempre medirá en reposo dieciocho centímetros y con el mismos grosor.

-¡¡¡Comooooo!!! dije todo lleno de euforia.

-Que la retracción, normal en todos los hombres después de la erección, no será como antes, ya que la base de su pene que era de nueve centímetros, al estar liberada quedará siempre fuera.

-O sea doctor. Que si antes mi pene en reposo medía antes unos nueve centímetros, ahora, al quedar libres otros nueve de la base, los dieciocho centímetros siempre quedarán a flor de piel.

-Mejor explicado imposible. -Me dijo el doctor Perales dándome una palmadita en la espalda, con una sonrisa.

-Y... en erección ¿Cuánto me medirá, doctor?

-Como mínimo veinticinco centímetros.

Por poco me mareo al oír aquella medida. ¡Joder! ¡Joder! ¡Y tres veces joder! ¡¡¡Veinticinco centímetros de polla!!! y tiesa el tiempo que yo quisiera... No lo podía creer.

-Ahora la señorita Laura, le enseñará como debe manejar la prótesis. -Me dijo Perales a la vez que se despedía.

Laura, de unos veinticinco años, rubia, que con su bata blanca inmaculada, parecía un ángel.

-Vamos señor Bárcenas, el manejo de su nuevo miembro es muy sencillo -Me dijo a la vez que con su manos enguantadas también de blanco asían mis testículos.

-Dentro del escroto va instalada la especie de bomba que activa y desactiva la prótesis. Mire, así. ¿Lo ve?

-Sí, noto una especie de bultito.

-Basta apretar suavemente, y ¡voila! para arriba. Se tuerce un poco a la derecha, y para abajo.

Laura apretó con delicadeza esa especie de bomba, y sin poder evitarlo, note una corriente de líquido que circulaba por mi uretra, que en menos de quince segundos se puso "la, pija" tan larga y gorda, que los euros que había pagado me parecieron una suma irrisoria. Había que ver mi nueva polla para darse cuenta que mi vida sexual a pesar de ser sexagenario iba a ser tan o más intensa que la de un adolescente.

PARTE SEGUNDA - Mi primer y único ciberpolvo

 

Pero pronto me di cuenta, que el cerebro es el que rige y manda todas las funciones del cuerpo; cierto que tenía una gran polla que hacía las delicias de mis amigas con derecho a roce; pero mis apetencias de follar se iban apaciguando de tal manera, que, era yo el que ponía múltiples excusas para no quedar con ellas; ya que casi todos los días me proponían folleteo. Además, mis orgasmos, ya no eran aquellos de los veinte años en donde el semen salía con tanta presión que cuando me la meneaba, alcanzaba más de dos metros el primer chorro.

Sin embargo, un buen día descubrí una cosa que me hizo pasar ratos muy agradables. Hay un chat en la Red de Internet en donde se puede conectar con cámara web y ser visto por aquellos que quieran, ya que en la lista de usuarios, los conectados se indican con el icono de una cam al lado del nick; por lo que basta cliquear en le referido icono, y ver a la persona conectada.

Obvio decir, que en la sala de sexo puedes exhibirte como quieras, por lo que es muy fácil ver a chicas y chicos generalmente muy jóvenes enseñando sus encantos. Sobre todo ellas.

La verdad, es que soy un vejete muy resultón, y de joven fue un guaperas, que unido a mi pedazo de miembro, hice delicias virtuales de muchas mujeres maduras y jovencitas durante un tiempo, a través de la Webcam.

Entré en el canal referido, pero de momento me enfoqué sólo la cara y parte del pecho. No pasaron ni dos minutos cuando se me abre un privado de una tal: "Mariposa azul".

-Hola guapo.

-Hola Mariposa, ¿de dónde eres? Yo de Madrid.

-Soy de Argentina, de Buenos Aires.

-Qué edad tienes.

-Diecinueve años. ¿Te importa?

-No me importa, al contrario, pero me asusta.

-¿Por qué, guapo?

-Porque soy un hombre muy maduro, y una chica de tu edad es un peligro muy grande para un hombre como yo.

-Ya te estoy viendo por la Webcam, y eres muy guapo. Oye.

-Dime.

-¿Se te para?

-¡Qué si qué! respondí extrañado.

-Qué si se te pone dura.

-¡Ah!. -¿Te gustaría verla?

-Me encantaría.

-Dame tu MSN y te enseño a ti sola. Por aquí no.

Me dio su correo, y la agregué a mi Messenger. A los pocos minutos estaba conectada. Ambos conectamos la webcam y el micrófono, y vi a una chica preciosa, pero aspecto de muy jovencita.

-Oye Mariposa, ¿De verdad que tienes 19 años? Mira que a mí no me va la pederastia. Porque tienes una carita de niña...

-Espera.

Sacándose las tetas. Dos pedazos de tetas "para dar de mamar a un regimiento" me dijo:

-¿Tú crees que este par de tetas son las de  una cría?

La verdad que no, que eran de una mujer hecha y derecha, y aunque bastantes firmes, ya la "ley de la gravedad" tiraba un poco de ellas.

-¡Venga! muestra la poronga, que me muero por verla. Me dijo con esa voz tan melosa que tienen los argentinos, que me puso cachondo,

Me bajé el pantalón y los calzoncillos; le di a la bomba de inflar, y a los tres segundos se me puso como "la porra de un policía". Situé la cámara en posición ...

-¡Madre mía! que pedazo de chorizo, ¡Y que gordo! Exclamó, llevándose las manos a la cabeza. ¿Qué te mide?

-25 centímetros.

.¡Uy! que daño debe de hacer.

-¡Qué va, qué va! No ves que la vagina es muy flexible.

-Pero a mí nunca me han metido una cosa así. Y no sé, no sé si "mi concha" lo resistirá.

-¿Tú qué? ¡Ah ya entiendo! Al instante me di cuenta que en Argentina llaman "concha" a la vulva.

-¿Follas mucho, Mariposilla?

-Desde los quince años que me desvirgaron. Soy muy fogosa.

-¡Qué precoz!

-¿Nunca has hecho cibersexo? Me preguntó con unos ojillos vivos.

-La verdad que no. Yo siempre follo de verdad. Esta es la primera vez que entro en esta sala de sexo.

-A ver si te gusta esto. -Me dijo a la vez que se situaba la cámara a la altura del coño.

-¡Joder! ¡Joder! ¡Y tres veces joder! ¡Qué pedazo de coño! Los labios menores le sobresalían por los menos tres centímetros de los mayores; y del capuchón del clítoris se apreciaba "una pipa" en de un "rojo carmesí" como una almendra por lo menos. No lo tenía rasurado del todo, sólo la parte de los labios y de las ingles; en el pubis tenía una matita de pelos negros y rizaditos bastante considerable.

-¡Venga! vamos a follar. Me dijo señaladamente excitada.

-Espera, espera Mariposilla, que yo no sé como se hace esto.

-¿Cómo te llamas? Es para llamarte cuando me corra.

-¡Ah claro! follar con un tío que no sabes como se llama no es lo propio. Me llamo Conrad. ¿Y tú?

-Llámame Mariposa. ¿Te importa?

-No, no, en absoluto.

-Gracias Cariño. ¡Venga follame! Ubica la webcam de modo que pueda ver bien tu pija y los huevos.

-Así lo hice. Ella situó la suya justo en la entrada de la vagina. ¡Joder que impresión! ver un coño que llenaba toda la pantalla del monitor. Con dos dedos empezó a masturbarse a la vez que me decía:

-¡Que rica, qué rica! Es verdad, me la has metido hasta los huevos y no duele. ¡Qué gusto da! ¡Qué rica, qué rica!

La verdad que me puso cachondo. Tenía los cascos puestos; y eso de sentir su voz tan directamente a mi cerebro me enervaba a tope; por lo que "me la cogí" con la mano derecha y empecé a masturbarme.

-¡Así, así mi amor! La siento hasta el fondo de mi concha. ¡Qué maravilla de "chorizo"! Este si que da placer, no el de mi novio. ¡Sigue, sigue mi amor! Dame fuerte, más fuerte. Y cuando te corras, quiero ver como sale "tu lechita" que me la quiero beber toda, todita.

¡Joder con la tía! Me puso a mil. Más que su coño que veía a través de la pantalla como "ardía" y como se "lo meneaba", "me puso a tope" su cálida voz.

¡Joder qué excitante! Nunca pude pensar que un "polvo virtual" pudiera ser tan apasionante (milagros de la mente).

-Cariño, cuando te corras me gustaría ver tu carita guapa.

-Vale cielo mío. Cuando "me venga" verás la carita de placer que pongo. Y tú, no te olvides de darme "toda tu lechita" ¡Eh!

-Si mi amor, toda "mi leche" para ti, para mi niña.

El "ciberpolvo" estaba en su máximo apogeo. Los chilliditos y susurros de Mariposa Azul repicaban en mi cerebro como gotas de rocío de madrugada. Se masturbaba de una forma yo diría que casi salvaje; se frotaba el clítoris con las yemas de sus dedos índice y medio de su mano derecha en movimientos circulares; y por la comisura de la parte inferior de la vulva se advertía perfectamente como un hilillo de flujo salía en dirección a sus muslos.

-¡Que placer me das Conrad. Qué placer! ¡Cómo la siento! la siento hasta el fondo de mis entrañas, en el alma y en el corazón. ¡Sigue follandome, no pares! ¡Dame, dame más fuerte, dame!

Esas palabras fueron mi arrebato, no aguantaba más, notaba como circulaba "mi leche" por la uretra, y como estaba a punto de salir a borbotones. Apreté el meato para contener el primer envite con el fin de que saliera con más fuerza; como así fue.

-Ya, mi amor, ya me viene, por tu boquita para que te la bebas toda.

Ubico la webcan a su boca, de unos labios preciosos y muy marcados, sobre todo el inferior. Labios para ser besados hasta la extenuación.

El "primer chorro" salió tan disparado que llegó hasta la pantalla del monitor.

-Toma mi vida. Toda mi "leche calentita" para ti. Trágatela toda mi niña.

-¡Qué rica está, que rica! Me la estoy bebiendo toda. ¡Qué rica y calentita está!

Ubico ahora la webcan de modo que enfocaba toda su carita preciosa, y pude ver la expresión de una mujer en el momento cumbre de su orgasmo. No puedo describirlo exactamente, ya que sólo se puede expresar a través de una imagen, con palabras es arduo complicado. Pero aquella efigie se me quedó tan grabada en mi mente, que entendí lo que nunca había comprendido bien: el placer que puede sentir una mujer; seguro que infinitamente más intenso que el del hombre. Y eso fue lo que me produjo el deseo irrefrenable de ser mujer, para poder sentir aquello que vi reflejado en el rostro de Mariposa Azul.

-¿Sabes Conrad una cosa?

-Dime Mariposilla.

-Qué me encantan los maduros, y si son como tú, me chiflan. Tenéis un encanto especial que no descubro en los jóvenes.

-Ya sabes donde me tienes  niña.

No dijo nada, nos despedimos con un "ciberbeso" y nos desconectamos.

PARTE TERCERA - Mi encuentro real con Mariposa Azul

 

Aquel "ciberpolvo" me había cautivado; quizás por la novedad, y porque fue mi mente la que creó la situación. Un "polvo real" está condicionado a la pareja; aquí no la puedes imaginar ni idealizar; lo que hay es lo que ves, y si no te gusta lo que ves, el "polvo" se puede convertir en un puro trámite. Por lo que me propuse sólo follar con la mujer que de verdad me excitara como me había excitado Mariposa azul. Follar por follar, no me merecía ya la pena. Y lamenté mucho, no volver a contactar con ella otra vez, y no sé porqué razón, no se conectaba al Messenger.

Pero ¡qué sorpresa! Al cabo de unos dos años, recibí un correo de una tal: .......@hotmail.com que decía:

 

Querido Conrado: soy Mariposa Azul y si no has sabido nada de mí, es porque "aquello fue una aventura loca", pero que me dejó un recuerdo imborrable. Y si no te he vuelto a llamar, es porque no quiero enamorarme de ti, sería un error; además tengo novio con el que me pienso casar pronto, pues acabo de terminar la carrera de Empresariales.

Vamos a hacer un viaje a España de fin de curso con varios compañeros y compañeras de la universidad; mi novio no me puede acompañar por motivos laborales; estaré en Madrid dos días, ya que pensamos también visitar Barcelona, Valencia y Sevilla.

Si deseas repetir "aquello" pero ahora real, me lo comunicas y me dices la forma de contacto.

Tuya por dos días. Mariposa Azul.

 

-¡Joder! ¡Joder! ¡Y tres veces joder! Que sorpresón. ¡Ya lo creo que me apetecía repetir! A mis sesenta y cinco años, pero con aspecto de galán maduro, seguro que le iba a gustar, por lo que me propuse pasar con ella dos días de ensueño.

El día se su llegada estaba en el aeropuerto de Madrid - Barajas una hora antes del aterrizaje. Por E-Mail ya habíamos concertado todos los detalles. Me dijo que no había problemas en estar conmigo esos dos días en Madrid, pues sus compañeros y compañeras de viaje también tenían sus planes.

Lo que vi saliendo por la puerta de llegadas no me lo podía creer: una rubia de casi un metro ochenta. (Menos mal que yo mido 1.85)

-Hola Conrado, eres inconfundible. - Me dijo a la vez que me besaba en las mejilla pero muy cerca de la comisura de mis labios.

Te imaginaba un maduro muy atractivo, pero la realidad supera a la imaginación.

Quedé petrificado viendo aquel monumento de mujer.

-Tú si que eres inconfundible; y si que has roto todos los moldes que hice de ti.

-Soy todo tuya Conrad. ¡Bueno! si tú quieres hacerme tuya por dos días.

No saben ustedes, queridos lectoras y lectores lo que bendije en ese momento mi prótesis de pene. Sin ella ni me hubiera atrevido, puesto que la "sombra del gatillazo" me hubiera impedido seducir a tan real hembra. Pero sabiendo que dos apretones a la bomba, se me podría dura y gorda como el pedernal todo el tiempo que quisiera, me dio tanta confianza que me propuse que Mariposa Azul viviera los dos días más excitante, y que perduraran en su memoria de por vida.

Se despidió de sus compañeros, y quedaron en el aeropuerto dos días después, con rumbo a Barcelona. Me tomó del brazo, yo guiaba el carrito que portaba su equipaje, y nos dirigimos directos al parking. Montamos en mi "Mercedes 500" y salimos rumbo hacia Madrid.

Durante unos minutos que me parecieron eternos, el silencio era el "señor" de la situación; hasta que ella posando suavemente en mi bragueta dijo con esa voz tan suave y cadenciosa que me sublimó entonces y ahora.

-Nunca jamás podré olvidar tu polla, Conrad. ¡Qué pedazo de pija! ¡Madre mía! ¿Te importa que descorra la cremallera?

No me importaba porque estando "morcillona", ya saben que me mide 18 centímetros y de un grosor considerable.

-Descórrela cariño, pero con cuidado no me vayas a pillar un pelo; además conduciendo es peligroso.

-Tú, no apartes la vista de la carretera cariño, y deja que juegue un poco con ella.

Aupé un poco el culete para facilitarle la labor, y cuando metió su mano derecha en busca "del pajarito", me dio el cuerpo una sacudida. Y cuando sacó los 18 centímetros exclamó.

-¡Madre mía! ¡Qué hermosura de poronga! Cuando "se te pare" debe ser de impresión.

Le dije que no se "me pararía" porque conduciendo no podía. Mentira; lo que pasa, es que no quería darle a la bomba para hincharla delante de ella, deseaba que no se diera cuenta de la operación, y que creyera que era por ella como me empalmaba.

-Lo comprendo cariño. -Dijo a la vez que la volvía a "embraguetar". Tenemos todo el tiempo del mundo. ¡Por cierto, Conrad! ¿Dónde me vas a llevar?

-Vivo en un chalét con piscina en un barrio residencial próximo a Madrid; se llama Aravaca, te va a encantar.

-¿Y vives solo?

-Solito cariño. Estoy divorciado, y mis hijos son independientes; por lo que vamos a estar los dos como en el Paraíso.

En esto, sonó el celular de Mariposa Azul. -Vaya, quien podrá ser. -Dijo algo contrariada.

-Hola Estrella. Dime, dime.

Evidentemente sólo escuchaba la voz de Mariposa. Siguió diciendo.

-¡No me digas! Espera un momento que lo consulte.

-Es una amiga de la universidad y compañera de viaje. Me dice toda pesarosa que se ha quedado sola en Madrid, pues le ha fallado la persona que esperaba, y me dice que si puedo ir con ella. ¿Qué le digo?

-Vaya contrariedad. Tú verás Mariposa, elige el plan que más te seduzca.

-Espera, voy a hablar con ella.

-Estrella. Verás: he quedado con un amigo de hace tiempo que conocí por Internet, y voy a pasar estos dos días con él. Y ya sabes el plan... ¿Comprendes?

-No sé si querrá estar con las dos, por mi parte no hay problema, espera que le pregunto.

-Dice mi amiga que si se puede unir a la fiesta.

-¿Cómo es?

-Si yo te parezco un bombón, ella es un sorbete de nata y fresa. Un yogurín.

-De tu edad, me figuro.

-Un año mayor, 23 añitos.

Esto de tener una "polla con muelle" es una garantía, por lo que decidí que se uniera, ya que por polla, no iba a ser. -Pensé:¡Mira mejor! a mis años follarme a dos bomboncitos creo que no está al alcance de mucho abueletes. Por lo que decidí:

-Dile que sí, porque veo que a ti no te importa. Y pregúntale donde está.

-¿Dónde estás Estrella?

-Vale, vamos a recogerte.

-Está en la Gran Vía esquina a Montera. Nos espera sentada en un banco que da justamente a la Gran Vía.

-Dile que no se mueva de allí, que en 20 minutos la recogemos.

Allí estaba Estrella, con una maleta en el banco de la plaza y con un neceser en sus manos. A la pobre se la veía compungida y casi llorosa; eso de encontrarse sola en un país extraño y a diez mil kilómetros de su casa debe ser terrible.

Paré el Mercedes 500 junto al banco, y al ver que era su amiga la que se bajaba del auto la cara se le transformó, se le iluminó de alegría. Pude observar que era una mujer muy guapa, algo más baja que Mariposa, pero más atractiva, por lo que bendije mi suerte.

Salimos disparados del lugar, ya que no se podía parar allí; la Gran Vía de Madrid es una de las calles más concurridas y de más tráfico. Por lo que las presentaciones quedaron pendientes para después.

Se sentó en la parte de atrás. A través del retrovisor nuestras miradas no cesaban de cruzarse con clara intención de haber conectado. Mariposa Azul se percató del detalle y dijo con sorna.

-¡Vaya! me alegro de que esas miraditas denoten que ha habido "flechazo", me alegro de verdad, lo prometo.

-Lo que me preocupa es que tu amigo...

-Conrad, se llama Conrad. -Le apuntó Mariposa a Estrella.

-Gracias. -Decía que... Me preocupa, que Conrad "no tenga para las dos". Lo digo porque es un hombre muy atractivo... Pero la edad... Y la verdad, "la concha ya me hace aguas" sólo de pensar en...

-Y a mí  preocupa es que cuando veas "su nardo", salgas corriendo o llames a tu mamá. Apuntó Mariposa con cierta ironía.

-¡No me digas! Que yo no las he visto de más de 18 centímetros. A ver si de verdad me voy a asustar.

-No te preocupes. Tercié yo. -Lo tengo muy normalito. Y pensé: ¡Joder! con las sudamericanas, cómo les va el rollo.

Mariposa Azul esbozó una sonrisa.

Llegamos a mi chalé de Aravaca.

-¡Caramba Conrad! Qué mansión tienes. Ni que fueras marqués. -Comentó Mariposa Azul admirada.

-Pues yo me alegro de que se me haya estropeado el plan que traía; porque barrunto que me lo voy a pasar mejor con vosotros. - Dijo Estrella.

-Pues cuando veas lo que guarda Conrad con tanto celo, seguro que se abrirán las puertas del Cielo. -Comentó Mariposa guiñándome el ojo.

-Querrás decir que se me "abrirán las piernas" ¿verdad? - Dijo Estrella que había pillado la metáfora.

-El problema, es que cuando "la veas", lo mismo las cierras de golpe por el susto. -Comentó Mariposa sonriendo.

-¡Jolín hija! Me estás intrigando.

-Tranquila Estrella, que Mariposa es una exagerada, que sólo me mide 25 centímetros. Tercié yo para tranquilizarla.

-¡¡¡25 queeeeeeee! exclamó Estrella poniendo los ojos como dos cebollas. ¿Pero eso cabe?

-¡Bueno! Dentro de un rato lo podrás comprobar.

-¿Y es muy gorda, Conrad?

-Más o menos como tu muñeca. -Dije mirando su brazo. Mira, mejor me la saco y lo compruebas tú, pero antes he de hacer un pis.

-¡Estupendo, estupendo! -Decía Estrella dando palmaditas de alegría.

Evidentemente puse la excusa de hacer pis (aunque de verdad me estaba meando) para inflarla. Tres presiones fueron suficientes para que se me pusiera "dando golpes por encima del ombligo". El glande de un rosa carmesí y gordo como "el culo de una berenjena", parecía que quería "salirse". Me había pasado "en inflarla", y me dolía un poco por la presión que le había dado, pero lo dejé como estaba ya que estaba en la puerta de salida del baño.

-¡Ave María Purísima! -¡Qué poronga más hermosa! -Exclamó Estrella llevándose las manos a la cabeza.

Mariposa que ye me la conocía a través del monitor, pero obviamente no en la realidad, dijo. -Pensé que la webcam aumenta las cosas, porque yo cuando me veo así me lo parece. Pero ¡jopé! ¡Si parece más grande al natural!

-¡Bueno niñas! Ya que Estrella se ha sobrepuesto del susto, instalaros como queráis, la casa es vuestra. Y como tiene cinco habitaciones y cuatro cuartos de baño en la parte de arriba, no tendréis problemas de elección.

Después que las niñas se hubieran ubicado y aseado, quedamos en encontrarnos en el salón de la planta baja para hacer planes. El reloj de pared daba las doce campanadas del medio día.

-¿Qué tal os habéis alojado? ¿Estáis contentas?

-Nos hemos alojado en la habitación grande.

-¿En la de matrimonio? Pregunte algo sorprendido. Si las otras habitaciones son individuales y con su baño anexo cada una.

-Ya, ya, Conrad, pero es que preferimos dormir juntas, ¿Comprendes?

-¿Comprendo, comprendo? Os va "la tortilla y el bollo".

-A mí la tortilla española me chifla. Dijo Estrella.

-Conrad se refiere a otra clase de tortilla, tonta. Apuntó Mariposa.

-No entiendo.

-Sí tonta, acá en España a las lesbianas les llaman tortilleras y bolleras.

-¡Ay que gracia! Pues yo soy medio tortillera, porque también me gustan las pijas además de las conchas.

-O sea Estrella, que eres bisex. Apunte yo.

-Eso, eso. Soy bi.

-¿Y a ti Mariposa, te gustan las mujeres? Pregunté intrigado.

-La verdad, la verdad, prefiero una buena pija como la tuya, pero en una orgía no le hago muchos ascos a una concha; metida en la faena, que más da.

-Estupendo, ya tenemos montado el numerito para esta noche. Dije frotándome las manos.

-Lo que hace falta Conrad, es que tu poronga aguante. Me dijo Estrella.

-Os aseguro que no se me bajará hasta que quedéis las dos hartas de polla.

-Me hace gracia que en España llaméis polla al pene. No lo sabía, pero me hace mucha gracia. Se me llena la boca de decirlo. Dijo Estrella sonriendo. Y añadió: -Ya me conformaría con que me pudieras "coger" aunque sólo fuera una vez.

-Os aseguro muñequitas, -dije mirando a las dos. -Que mañana vais a tener la concha tan escocida que tendréis que sentaros de lado.

Las dos, rieron la gracieta, pero hicieron gestos de no creerlo.

Obvio decir que las llevé a comer a un buen restaurante, en donde la paella, el jamón de "pata negra" y la tortilla de patatas, fueron los reyes de la mesa.

Hasta las dos de la madrugada estuvimos bailando en una discoteca de moda. ¡Bueno, yo no! ellas. Un servidor ya no tiene edad para esos bailes modernos. Pero ellas se lo estaban "pasando pipa", y rodeada de "moscones" que pretendían ligarlas. Pero las muy puñeteras no ligaron con nadie. A Estrella le pregunté en un momento que dejó de bailar y se acercó a la mesa.

-¿No te gustan esos chavales tan majos que "os tiran los tejos"?

-No están mal, pero tu polla, como aquí llamáis al porongo, no me la pierdo por nada del mundo. Tengo todo el tiempo para que otro día "me coja" uno de éstos.

-Cómo quieras Estrella. Te aseguro que dentro de un rato te vas a hartar de porongo, como tú le llamas.

-¿Seguro Conrad que la tendrás "parada" mucho rato? No sé, no sé.

-Lo comprobarás enseguida.

-Vale, vale... Si tú lo dices.

PARTE CUARTA - Cómo me follé a una "Mariposa y a una Estrella"

 

-Niñas, mientras os denudáis, (estábamos en la habitación de ellas) voy a mi habitación a asearme y lavarme los dientes. No tenía problemas de erección por lo que todos sabemos, pero mi cuerpo aunque bien conservado, no se libraba del paso del tiempo y de la ley de la gravedad. ¡Pero qué carajo! si no me iba a casar con ellas, lo que buscaban era "mi rabo", así que adelante "con los faroles".

Subí las escaleras que conducen al piso superior de puntillas; pretendía sorprenderlas, ¡y vaya si las sorprendí!

-¡Jo Estrella! Me "comes la concha" mejor que mi novio.

Por una rendija de la puerta vi la escena. ¡Joder, joder, y tres veces joder que escena! No me hizo darle a la bomba de inflar para que se me pusiera a tope. ¡La madre que las parió!

Mariposa abierta bien de piernas, tenía a Estrella incrustada entre las mismas; se escuchaba perfectamente como se debatía entre gemidos y estertores.

-¡Así, así..! ¡Qué bien me la comes! ¡Ahhhh! decía Mariposa mientras apretaba con ambas manos la cabeza de Estrella contra su coño.

-De Estrella, se apreciaban perfectamente sus lametones: ¡Chups... chups... chups..!

Para asegurar, aunque estaba empalmado, le di un par de veces al mecanismo para que se mantuviera erecta hasta que yo quisiera.

Entré en la alcoba en plena faena y empalmado a tope, la polla daba respingos contra mi tripa, y el "capullo" que como ya saben, es más gordo que el "culo de una berenjena", parecía querer reventar.

-Seguir.. seguir.. ¡Por favor! que mirar cómo me habéis puesto.

Estrella dejó de "lamer chocho" y me miró...  ¡Bueno! miró a "mis fondillos".

-¡Virgen santísima! ¡Pero si la tienes más larga y gorda que la que nos han enseñado esta mañana...!

-¡Joder Estrella! Es que os he estado mirando desde hace rato, y me la habéis puesto al máximo.

-¿Me la puedes meter por atrás, mientras yo acabo mi faena con Mariposa? -Pero ¡por Dios! poco a poco, centímetro a centímetro, no me vayas a desgarrar la vagina.

-¡Qué un mujer! Además si estás chorreando. -Le dije al ver como le salía el flujo casi a chorros. Entrará como "Pedro por su casa".

-¡Bueno, bueno! pero por favor... poca a poco.

Estrella se volvió a meter entre las piernas de su amiga, y el culete lo puso en esa posición que llamamos "en pompa", esperando con incertidumbre mis 25 centímetros.

-Conrad.

-Dime.

-Espero no dar un respingo, porque sólo ver tu glande, acojona.

-Qué no coño, qué no. Que más grande es la cabeza de un recién nacido y sale por ahí.

-Sí, pero sólo te pido delicadeza.

-Eso lo tienes asegurado. Soy una persona muy delicada.

-Ya me he dado cuenta, ya.

Se pueden imaginar la escena: Estrella "comiendo el coño de Mariposa" y a la vez hablando conmigo. Y Mariposa ajena a todo, dando gemidos y moviendo el culo al compás de los lametones de su amiga.

Me situé de rodillas detrás de Estrella; justamente en la posición idónea para que entrara derecha, con el fin de no hacerle daño en caso de entrar torcida. Al sentir mis manos como se posaban en su vulva para abrirla, se abrió un poco más, con el fin de facilitar mi labor.

Con suma delicadeza apunté el glande justo en la entrada de la vagina, que estaba roja como un tomate, ya que se veía su interior.

Di un levísimo empujoncito y entró todo el glande. Dejé de empujar.

-¡Uy que gustito! Dijo Estrella. Qué sensación más placentera.

-¿A qué no duele?

-Qué va, qué va... Que sensación más placentera, me siento llena.

-Pues espera un poco, que va el resto.

-Empujé muy despacio, pero seguido, hasta que mis testículos chocaron con sus nalgas.

-¿Qué es ese bulto que siento en el culo?

-¡Coño, que va a ser! Mis cojones.

-¡Pero ya me la has metido toda! Dijo a la vez que con su mano derecha palpaba el área para comprobarlo. -¡Jo! está toda dentro y yo que quería más.

Empecé a follarla con mucho cuidado; la sacaba casi toda, y la volvía a meter para que sintiera bien la follada. Tan bien la sentía, que movía el culo al compás del "cha, cha, cha". Tanto gusto le daría, que le pegó tal bocado a la concha de la pobre Mariposa que miraba la escena alucinada, pegó un respingo.

-Pero que haces bruta. ¿Es que me quieres comer de verdad la concha? -Dijo un tanto airada.

-¡Ay disculpa! Pero es que el porongo de Conrad tiene la culpa.

Estrella movía el culo con tanto énfasis, que paré en mis movimientos, no fuera que pillara una mala posición y le hiciera daño.

El orgasmo de Estrella fue brutal, le salía el flujo a raudales, por lo que opté por sacarla.

-No la saques, no la saques, ¡porfa! déjala hasta que se te baje.

-Mira niña, que no se me baja así como así. (Ya saben que para bajarla, he de dar a la bomba para que desagüe el líquido que llena los vasos que la mantienen erecta)

Esperé un buen rato metida en la concha de Estrella; aunque ya se había "corrido", seguía meneando el culo, (ahora al compás de una conga) Hasta que, como no podía verme, con disimulo me la vacié y quedó morcillona, sí pero con sus 18 centímetros.

-¡Qué maravilla..! ¡Qué maravilla..! ¡Qué sensación más extraordinaria sentir "eso" en las entrañas! Mi novio cuando me la mete en esta postura ni me entero. Exclama toda eufórica.

-La tendrá pequeña, ¿no?

-Sí es cierto, según él, le mide parada, 14 centímetros.

-Claro, claro.

En esto Mariposa que estaba callada contemplando "el cuadro" dijo airada.

-¡Qué! ¿Se han quedado la señora y el señor satisfechos? Y yo ¡qué!

-Tranquila mi Mariposilla, que para ti tengo reservado lo mejor.

-Ya veo ya como la tienes, morcillona. -Dijo mirando con desdén a mis fondillos.

-Verás como se me pone gorda y dura en unos minutos.

-Me extraña, a tu edad ya no te recuperas hasta "Semana Santa".

-Ya verás como no.

-Vamos al baño Estrella, dijo Mariposa a la vez que tomaba la mano de su amiga.

Me vino de perlas ese receso. En cuanto las sintieran que volvía le daba tres meneos a la bomba, y ¡zas! otra vez a tope.

Al cabo de una cuarto de hora regresaban del baño; "en pelotas", y es cuando pude apreciar los dos cuerpos a mogollón.

-¡Joder, joder y tres veces joder! ¡Qué pedazo de hembras!

-No me lo puedo creer... -Dijo Mariposa al verme tumbado en la cama, y con la pija tan tiesa que parecía el "palo mayor" de un barco de vela.

-Es que hija, tienes un cuerpo que se la empalma hasta a un difunto. -Ven mi amor, que vas a disfrutar de mi poronga hasta que se te escueza el chichi.

-¿El qué?

-La concha mujer. -Es que en España le llamamos de mil maneras.

-Yo encima Conrad, que la quiero sentir hasta lo más profundo de mis entrañas.

-Cómo más te guste, mi amorcito.

Estrella sentada en un borde de la cama presenciaba la escena. Mariposa se puso en cuquillas apuntado mi pene justo a la entrada de su vagina. Y como veía que no atinaba debido a que el colchón es de agua y se balanceaba, tomo mi miembro en sus manos y se lo apuntó justamente en la entrada de la concha de Mariposa.

-Ahora. Venga niña... Hasta dentro. Le dijo Estrella con los ojillos que se le salían de las órbitas.

No tuvo nada más que dejarse caer, para introducirse mis 25 centímetros hasta lo más profundo. La cara de Mariposa era un clamor; aquello le producía unas sensaciones tan maravillosas, que con sólo ver su cara, y sus gestos, se adivinaba que estaba gozando a tope.

-Deja que le coma los huevos a Conrad. -Dijo Estrella que se deshacía por participar en la jodienda. -Dóblate para adelante y a la vez, te como a ti el ojete y a Conrad los huevos.

-¡Joder, joder y tres veces joder! Tenía los pechos de Mariposa justamente a diez centímetros de mi boca. Estrella me lamía los cojones de una forma que me daban escalofríos. Y sentía en mis 25 centímetros de polla dentro de su concha estrecha y caliente, una sensación como no recordaba haberla tenido nunca. No pude aguantar más.

-Me corro, corro...

-Sí mi amor, córrete dentro, dame toda tu lechita que yo también me voy. -¡Ahhhhh!

-Nos corrimos a la vez, pero cómo no se me bajaba, ella siguió disfrutando a pesar de haberle echado toda mi carga explosiva durante un buen rato, hasta que con disimulo le di "al desagüe".

Nunca pude creer que un hombre de tu edad, tuviera esta naturaleza, de verdad Conrad. -Me dijo Mariposa todo asombrada.

-Pues mañana que es la despedida, será la apoteosis.

Y así fue queridos lectores (sobre todo las féminas). Fue la apoteosis,  el delirio, el arrebato, el frenesí, la glorificación del sexo.

Debo decir o aclarar, que mi goce fue más bien emocional que material; ver a las mozas disfrutar de mi prótesis sin que ellas lo supieran, me llenaba de gozo. Y me preguntaba: ¿Qué tendrá la polla que tanto vuelve loca  a las mujeres?

Y por saberlo me hice maricón, pero esa experiencia la contaré en otros relatos.

FIN

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