miprimita.com

Manolita y Sonia. Cap. 37 y 38

en Grandes Relatos

Capítulo XXXVII

 Le dije, que iría a ver pisos para nuestro nidito de amor, pero pensaba hacer otra cosa; y para no levantar sospechas, le pedí que me acompañara con la esperanza que me dijera que no, que prefería quedarse en el hotel tomando una copa. Y así fue.

--Cariño. ¿Me acompañas a ver pisos?

--No tengas tanta prisa mujer, que tenemos tiempo de sobra para eso. Te espero en el bar del hotel tomando una copa.

Ninguna vez me había llamado Manolita ¡Raro, raro, raro..! Cada momento que pasaba, estaba más convencida de que me estaban preparando una trampa para hacerse con mis millones.

Mis contactos eran de alto nivel; ya saben, por mi casa de citas pasó la "crema de Madrid" . Llamé a Lopetegui, aquel comisario que se follaba a mis niñas por la cara, para hacer "la vista gorda".

--Comisaría  Central. Diga.

--Pregunto por el comisario Lopetegui, si está dígale que le llama Manolita.

--¿Así nada más?

--Así es suficiente, si está Lopetegui lo comprobará.

--Un momento, por favor.

Esperé como unos treinta segundos, no más.

--¡Manolita...! ¡Pero que sorpresa! ¿Desde donde me llamas?

--Hola Lope... ¡Cuánto me agrada escucharte! Te quiero pedir un favor. Te llamo desde Madrid.

--Manolita... Sabes que lo que quieras. Estoy a tu órdenes.

--Siempre tan servicial, Lope. --¿Me puedes recibir ahora? Por teléfono no es prudente que te cuente lo que necesito saber.

--¿Ven cuando quieras, que te espero

--En diez minutos me presento en comisaría.

Nada más llegar, me estaba esperando, me abrazó y me dio dos besos en ambas mejillas.

--¡Manolita, mi querida amiga Manolita! Los años no pasan para ti.

--Ni para ti Lope.. ni para ti. Pensaba que te habrías jubilado.

--A punto estoy, para el año que viene. Dime, que es lo que necesitas. Ya sabes que me tienes a tu disposición. ¿que es de tu vida?

--Ya te contaré viejo amigo. Desde que dejé la casa de Madrid han pasado muchas cosas.

--¡Que pena que cerraras la casa!

--Ya lo sé Lope... ¡La de niñas que te cepillaste! ¿Eh Lope?

--No me lo recuerdes, no me lo recuerdes, que se me caen dos lagrimones. Pero contigo "joia" no hubo forma.

--Ya sabias, que yo era "materia reservada". Pero no me digas que no "te cepillaste" bomboncitos mucho más jóvenes que yo.

--Ya sé que eras "el capricho del Régimen" , sólo faltó "El Tío Paco"  para acostarse contigo.

--¡Cómo pasa el tiempo, Lope!

¡Qué tiempos aquellos Manolita... ¡Qué tiempos! Pero dime, en que puedo servirte.

--Verás...

Le conté a grandes rasgos mis dudas y temores con "el Clero" de mi pueblo. Lopetegui me escuchaba con mucha atención.

--De modo, que ese "curita"  "te quiere llevar al huerto".

--Eso me temo, Lope, eso me temo.

--Lo que me asombra Manolita, es tu patrimonio. ¿Tanto has ganado? ¡Joder! que mil millones de pesetas no los gano yo ni en cien vidas.

--Bueno, la mayor parte son herencias, y de la venta de la casa, saqué un buen pellizco.

--¡Bien! ven conmigo a la base de datos.

--¿Cómo dices que se llama "el curita" ese?

--Sergio de la Flor Campillo...

--¡Joder! con esos apellidos no debería ser un "cabroncete".

Conectó un ordenador, y empezó a introducir órdenes a través de un teclado.

--Vamos a ver... De la Flor Campillo.. Veamos cuantas fichas nos da.

Empezó a moverse aquel aparato; conectó otro, que era una impresora, y en unos segundos, a emitir datos.

Acabó el artificio de escrutar la información solicitada, y Lope... empezó la búsqueda en los mismos.

--Aquí hay un tal de la Flor Campillo, pero de nombre Ernesto, no Sergio. Toma y mira la foto que lleva impresa.

--La pu..... madre que lo parió. ¡Pero si es Sergio!

--Mira a ver si por Sergio de la Flor Campillo viene algo.

Escribió Lopetegui el nombre completo, el aparato al cabo de unos segundos de búsqueda se leyó en la pantalla:

Información restringida. Introduzca clave de acceso

--¡Vaya! "El pájaro" existe, pero debe volar muy alto.

--¿Quién tiene la clave? Pregunté a Lope...

--El Director General de la Policía, o el Ministro. Pero lo que no cabe duda que "el pájaro" existe, y que está protegido de los formulismos ordinarios.

--¿Y quién tiene ese privilegio? Volví a preguntar.

--Es difícil de determinar, pero generalmente son instituciones que actúan en la sombra o secretas. Pero lo que está claro, que ese que se hace pasar por Sergio, se llama Ernesto, y que deben ser hermano gemelo del otro; y que te han preparado "un marrón".

--Gracias Lopetegui, me has hecho un favor inmenso.

--¿Qué vas a hacer Manolita? Ten cuidado, que con el Clero no se juega.

--Eso era antes, con la Dictadura.

--No obstante, anda con pies de plomo con este asunto.

--Gracias otra vez Lope... Ya te tendré al tanto.

--Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites.

 Capitulo XXXVIII

 ¡Pero que desgraciada me sentía! Estaba condenada a no encontrar a ese hombre que me diera la felicidad que me era negada. Envidiaba a la más humilde de las amas de casa.

Me acordé de Margarita y de Adela, las dos únicas personas que me dieron amor y afecto verdadero y desinteresado. Y lo más sarcástico, que cuando Adela se cambió el sexo, perdió aquella sensibilidad femenina que sobrellevó con tanta resignación porque la sociedad donde vivía no admitía la homosexualidad, y se convirtió en un hombre aunque muy guapo, con las mismas taras. Así acabo la pobre, o el pobre.

No sé, me entraron ganas de desahogarme con alguien, pero descarté la imagen de un hombre, por lo tanto la de una mujer me vino con tal fuerza a la mente, que me decidí ir a buscarla. ¿Dónde? Nada mejor que en Chueca y sus aledaños.

El primer local para lesbianas que vi, fue uno que se llama "Fulanita de Tal". Entré muy decida; estaba a tope; se observaba que debía ser uno de los más frecuentados de la zona.

Pero me sentí un tanto desplazada; la edad media de las niñas que lo llenaban, no andaría más allá de los 30 años. Y aunque en físico podía competir con la mayoría de ellas, la edad se me notaba en mis ojos.

Pedí un mojito, ya que un cartel detrás de la barra, lo anunciaba. Sentí nostalgia al recordar la Isla: Raúl, Adela, Héctor... y sobre todo Margarita.

Sergio por unos días eclipsó en mi alma y corazón la imagen de Marga, pero ésta, volvía a retoñar en mi mente con más fuerza si cabe que ayer.

Estaba a punto de salir en busca de otro local más adecuado a mis años; por lo que pedí la nota al camarero; un chico guapísimo, pero "la pluma"  le salía hasta por las orejas.

-¿Te vas ya? Sentí decir a mi espalda.

Como era yo la que me iba, y nadie más de mi alrededor parecía que se marchaba, no me quedó más remedio que creer que esa voz, se dirigía a mi.

Me di la vuelta, y me encontré con un ángel más que una mujer. Describirla es complicado porque hay que encontrar palabras que le hagan justicia; ya que las de: bonita, preciosa, hermosa, etc. están muy gastadas y manidas.

La representaré como el summun de la belleza femenina, o la mujer diez. Rubia, de casi un metro ochenta, unos ojos que deslumbraban, unos labios que parecían un panal de rica miel, y un óvalo de cara esculpido por un artista del cincel.

--Me iba, sí. Creo que este local no es el más apropiado para mi.

--Creí que sabías que este local es de lesbianas.

--Sí, sí. Eso lo sé. Lo digo por mi edad.

--¿Y que tiene tu edad de malo? Me dijo a la vez que me guiñaba el ojo derecho.

Al ver carita tan preciosa y esa actitud clara de ligar conmigo, me animé. De repente mande a hacer puñetas mis problemas con los hombres, y me dispuse a caer el "las garras" de esa niña, que no tendría más de 25 años.

--Me llamo Sonia, me dijo con una sonrisa tan amplia y dientes tan blancos, que estaba segura que pretendía ligar conmigo.

--Y yo Manolita. Dije a la vez que le daba un beso en la comisura de los labios. Así lo hice para demostrarle que estaba dispuesta a ligar con ella.

--¡Cómo la famosa doña Manolita!

Por un momento quedé confusa... ¡Joder! Es que sabría de mi vida anterior. ¡Imposible!

--¡Si mujer! Cómo la famosa lotera de la Gran Vía.

--¡Ah sí, sí! Ya me extrañaba que me relacionara con lo que fui antaño: la puta más cara y famosa de Madrid.

--¿Nos sentamos? Me dijo a la vez que me tomaba de la mano. Arrumaco que me puso "a cien". No sé, pero el contacto de su mano con la mía enervó mis sentidos.

--Pero si están todas las mesas ocupadas. Y era verdad, no había ninguna libre.

--Ven, que para nosotras si hay.

Sin soltarme de la mano, subimos por unas escaleras que estaban al fondo de la barra, y entramos en un saloncito privado, donde sólo accedían algunos clientes. Sonia era uno de ellos.

Justamente, al fondo, una mesita con lámpara azul rosada, y un sillón de respaldo alto para dos personas situados en forma de vagón de tren, de modo que enfrente se tenía el respaldo del otro, por lo que la intimidad era absoluta.

Me situó contra la pared, ella se quedó en la parte de fuera. Empecé a notar detalles en Sonia que me parecían de las que llevan la iniciativa, o dicho de otra forma: activas.

--Eres preciosa Manolita. Me dijo sin soltarme de la mano. Tienes una clase y un estilo que te rebosa por los poros. Nada más entrar en el local me prendé de ti; no te quitaba ojo.

--Pues no me percaté. La verdad.

--Ya lo sé. Estabas, pero no estabas. Te notaba ausente, como si algún problema te agobiara.

--No hablemos de eso Sonia, tú también me agradas mucho, y vamos a olvidarnos de los problemas.

En la penumbra de la estancia, y por el juego de luces tan sutiles, la belleza de Sonia se agigantaba. Tenia su boca a escasos diez centímetros de la mía, por lo que el beso era irremediable. Pero esperé a que fuera ella la que me besara; quería confirmar mis sospechas. Y así aconteció. Me abrazo con ternura por los hombros y pegó sus labios a los míos. Sin duda, es lesbiana activa. Me gustaba, me gustaba.

La calidez de su aliento me subyugaba, por lo que le ofrecí mi lengua que la tomó con delicado agrado entre sus labios, y durante un buen rato, estuvo bebiendo de mi boca.

Pero cuando sentí su mano izquierda deslizarse por mis muslos de una forma subrepticia, como queriendo sorprender "al armiño" que guarda mi tanga azul celeste, me entraron escalofríos.

Apartó livianamente con sus dedos la braguita y accedió a mi clítoris de una forma tan circunspecta, que empecé a derretirme de placer cuando lo maniobraba de esa forma tan grácil. Y todo esto, sin cesar de saborear mi lengua.

Me abrace a ella, quise incrustarle entre mis pechos. Me estaba volviendo loca de placer. Paramos un momento, las dos ardíamos.

--Manolita.

--Dime cielo.

--¿Te gustan los hombres?

 --Sí corazón. Y por culpa de un hombre estoy aquí contigo.

--¿Y eso?

--Ya te contaré. ¿Pero por qué me lo preguntas?

--Verás. Es que yo tengo novio.

--Bueno. No me parece nada descabellado. Me figuro que él sabrá lo tuyo. ¿verdad?

--¡Claro que lo sabe! y no le importa. He quedado dentro de una hora en su apartamento.

--O sea, que te vas.

--Pero me gustaría que nos fuéramos las dos

--No te entiendo.

--Sí verás. Te vienes conmigo, te le presento. ¡Qué te gusta! hacemos un trío. ¡Qué no te gusta o no te gustan los tríos! no pasa absolutamente nada. Somos personas muy educadas, y nuestra educación está muy por encima de nuestras licencias.

Nunca había hecho un trío, por lo que la idea me subyugaba.

--Me parece muy bien Sonia. Contigo al fin del mundo.

Salimos del local cogidas de la mano. y nos fuimos al apartamento de su novio.  

Mas de Galan Maduro

Historia de dos amores (en prosa rimada y verso)

Historia de dos amores

Raquelita y su despertar al sexo

El bien o el mal follar

Carta a una ex novia, hoy cibernovia

Reflexiones de un viejo sobre el sexo y el amor

Mi primer beso de amor

Recuerdos imborrables de mi primer amor

Mi noche loca con Adolfo

De cómo me hice maricón

Me gustan las pollas como me gustaban los coños

Relatos de un abuelete cahondo

El primer casquete que regalé a María

Mis epigramas sexuales

Clases de amores

Aventuras y desventuras de una ... Capt. 3º y 4º

Aventuras y desventuras de una meretriz de lujo

¡Qué asco que se depilen las mujeres!

Trío con Celia y Josefa

Lo que no escribió Cervantes, lo escribo yo

Vírgenes pero putas.

Historia de un maricón. Capítulo 10

Carta a mi ex novia después de 44 años

La historia de un maricón. Capítulo 8

Historia de un maricón. Capítulos 6º y 7º

Historia de un maricón. Capítulo 5º

La historia de un maricón. Capítulo segundo

La historia de un maricón. Capítulo 3º

La hostoria de un maricón. Capítulo 4º

La historia de un maricón. Capítulo 1º

Me vuelve loca este cura

La primera vez que fui sodomizado

Alfonsina y el verdadero amor

Diario íntimo de mi prima Marucha

La noche mágica y el virgo de Estibaliz

Noche de amor en el Puerto de Santa María. Cádiz.

El Demonio de los Celos

¡Qué bien se folla en la siesta!

¿Me estaré volviendo gay?

Cuento de fachas y rojos

Las dos hermanas aquellas

La noche mágica, y el virgo de Estíbaliz

Mi colección de pelos de coños

Mi vida: una vida llena de satisfacciones

Hoy me siento más realizado de hombre que nunca

El Café de Levante de Madrid. Donde conocí a Petri

Diarío íntimo de mi prima Marucha

Las locuras de la Marquesa de “Tócame Roque”

Mi último cliente

Ayudé a mamá a que recuperara su sexualidad

Lo que contaba mi padre

Los líos amorosos de un niño guapo

Mujer presa en cuerpo de hombre

Como fui purificado por una dama

Noche de bodas gay

¡Si yo fuera mujer..!

Novias anhelantes. Esposas y amantes. Madres ...

Mi hija es lesbiana

Cómo me dio por el culo Sonia

Las dos lavativas que me han puesto en mi vida

Historia de un transexual

Versos escatológicos

HIstoria de un transexual

El Obispo y yo

Daría mi vida de macho, por nacer mujer

Mi primera experiencia lésbica

Me vuelve loca este cura

Mi primera noche de amor

Mi segunda experiencia lésbica

Un polvo subliminal

Mis cuentos inmorales. Capítulo 8

Mis cuentos inmorales Cap. 7

Mis cuentos inmorales, Capítulo 6

Mis cuentos inmorales. Capítulo 5

Mi decameron. Capítulo 4

Los líos amorosos de un niño guapo

Los lios amoroso de un niño guapo. Capítulo 3

Recordando mi pasado sexual. Capítulo 2

Recordando mi pasado sexual. Capítulo uno.

Manolita. Capítulo 67 y epílogo

Manolita. Cap. 64-65-66

Manolita: Cap. 61-62-63

Manolita. Cap. 58-59-60

Manolita. Cap. 55-56-57

Manolita. Cap: 52-53-54

Subliminal escena lésbica

Manolita. Capitulos: 49-50-51

Manolita. Capítulos: 46-47-48

Manolita. Capitulos:43-44-45

Manolita. Capítulos: 34-35-36

Manolita. Capítulos: 37-38-39

Manolita. Capítulos: 31-32-33

Manolita. Capítulos: 22-23-24

Manolita. Capítulos: 25-26-27

Manolita. Capítulos: 28-29-30

Manolita. Capítulos: 10-11-12

Manolita. Capítulos 4-5-6

Manolita. Capítulos: 19-20-21

Manolita. Capítulos: 13-14-15

Manolita. Capítulos: 16-17-18

Manolita. Capítulos: 7-8-9

Manolita. Capítulos 1-2-3

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 5 y 6

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 3 y 4

Confesiones sicalípticas de un abuelo. Cap. 1 y 2

Memorias de una prostituta. Capítulo 65

Memorias de una prostituta. Capitulo 63

Memorias de una prostituta. Capítulo 62

Memorias de una prostituta. Capítulo 57

Memorias de una prostituta. Capítulo 54

Memorias de una prostituta. Capítulo 48

Memorias de una prostituta. Cap. 47

Memorias de una prostituta. Capítulo 45

Como comerse un coño

Memorias de una prostituta. 39.40,41 y 42

Memorias de una prostituta. Cap. 35 y 36

El cura pretende casarse con Manolita

Memorias de una prostitua. Cap. 22 al 26

Manolita y el cura de su pueblo

Manolita y el cura de su pueblo

La escena lésbica mejor contada

Memorias de una prostituta. Cap. 19.20.21

Memorias de una prostituta. Cap. 16-17-18

Memorias de una prostituta. Cap. 13,14 y 15

Memorias de una prostituta. Capítulos: 10, 11 y 12

Memorias de una prostituta. Capítulos: 7, 8 y 9

Memorias de una prostituta. Capitulos 4, 5 y 6

Mi primer ciberpolvo

Memorias de una prostituta. Capitulos 1, 2 y 3

Oda a Zaira. La Reina de Lesbos

La primera vez que hizo el amor

Manolita y Adela

Escena lésbica

Dichas y desdichas de una prostituta

Restregando la cebolleta

La mujer y el matrimonio

Me gusta como huele y sabe el coño de Sandra

Soy el mejor lamerón del mundo

¡Qué hermosas son las pollas!

Me lo tengo merecido por cabrón

Confesiones de la Marquesa de Tócame Roque

¡Juro que no me follé aquella burra!

Las cosas no son como parecen

Diálogos desde el Infierno

El coleccionista de pelitos de pubis

Diálogos de matrimonios

La isla de las delectaciones

El liguero negro

El arte de hacer una buena mamada

El arte de saber bajar unas bragas

Su Majestad: EL COÑO

De la desesperación a la felicidad en un minuto

Amar en San Seabastián antes de morir

Esperé a que fuera mayor de edad...

Asesinato en el burdel

Tres horas con Lourdes

Mis sueños de infante

Diversas formas de

El diario íntimo de mi prima Montsita

Mis ligues por Internet. Primera entrega

Anécdotas eróticas en la Dictadura

Mi primer polvo de 2011

El diario de un consentidor

Sobre el intercambio de pareja o swinging

¿Qué da más placer: la boca, la polla, el coño ..

El coño de Carmencita

Las Calientapollas

Me hago las “pajas” como las chicas; con un dedo

Por culpa de una almorrana no me la pudo meter...

La Pipa de la Venancia

Nunca creí que en mi ano cupieran 25 cm de polla

El dulce sabor salado de los coños

Chistes verdes

Aquellas enfermeras de Alicante...

Me gusta sentirme mujer y ser penetrada

Los besos de mi amor

Mi colección de vellitos de pubis

Soy un CABRON en potencia. Lo reconozco

Lluvia dorada de una nube sagrada

Como y donde tiré mi último cohete

Aventura en el expreso Madrid-Sevilla

Análisis de los diez Mandamientos.

Como fue mi primera experiencia homosexual

Proceso inevitable de los matrimonios

Como fui sodomizado por Sergio

¿Me estaré volviendo gay?

Una esposa puritana y un marido obseso