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HIstoria de un transexual

en Grandes Relatos

Historia de un transexual

 

Nota del autor: Esta historia es totalmente inventada, por lo que si coincide con la realidad de algún lector, es pura coincidencia.

 

Primera parte

No me gustan las palabras gay ni homosexual para definir a los que como yo, nos gustan los de nuestro mismo sexo. Somos mariquitas o maricones, palabras derivadas del nombre femenino más precioso: María. Y como yo siento igual que la María más femenina, por eso me gusta que me llamen así: Mari - cón.

Nadie sabe, excepto "nosotras", el sufrimiento que conlleva nuestra condición de mujeres presas en cuerpos de machos; y menos de los que  tuvimos la desgracia de nacer bajo aquel Régimen tan nefasto como era la dictadura de Franco, teníamos que encubrir nuestra condición, ya que éramos como la peste, enfermos y mal nacidos

A los 12 añitos tenía tantos deseos de estar con un hombre tanto o más ganas que aquellas niñas de mi barrio querían estar conmigo, y yo las rechazaba alegando que era un pecado fornicar fuera del matrimonio. Porque de haberse sabido que era marica, hubiera sido la deshonra de mi familia. Y lo peor; que todos mis amigos de la pubertad, siempre hablando de niñas y de las pajas que se hacían a la salud de ellas, me hubieran marcado y sido el hazme reír de todo mi entorno social.

Imposible en aquellos años cincuenta manifestar tu condición sexual; de entrada, mi padre un militar "con bigote" y "la hostia" siempre a punto, hubiera representado como digo antes, la deshonra familiar, y me hubiera quitado "la mariconería" a base hostias. Aunque eso es imposible quitarlo, pero seguro, que me hubiera echado de casa.

Recuerdo que cuando jugábamos a los vaqueros, hacía siempre de caballo, para sentir al amigo que hacía de cawboy  encima de mi; y como era un niño muy corpulento, no levantaba sospechas; es más, a más de uno de aquellos amiguitos que me montaba, les sentía sus colitas tiesas pegadas a mi culo, señal de que a ellos también les gustaba, pero lo hacíamos en el más absoluto silencio. Y yo gozaba sintiendo esas pollitas en mi culete.

A los 13 años tuve mi primera experiencia homo, y fue la que me hizo "mujer" para toda la vida, porque me enamoré tanto de aquel hombre de 47 años, que viví uno de los romances más bonitos que pudiera vivir "una niña tan mona como yo". Voy a contar como acaecieron los hechos.

Tomaba clases de matemáticas (además de por el culo), en casa de un profesor particular, porque siempre he sido de letras, y los números no eran mi fuerte, por lo quería reforzarme en esa asignatura,

Llevaría unos dos meses con él cuando un día (me daba las clases, y también por el culo por las tardes). me dijo que quería ir al servicio. Debo decir, que estaba "loquita por él" porque le veía guapísimo, pero jamás ni me insinué, ni se me insinuó.

--¿No tienes ganas de hacer pis? Me dijo sonriendo

Quedé un poco confuso, pero no tardé ni un segundo en decirle que sí.

Entramos en el servicio, se situó delante del inodoro y sacó de su bragueta una polla que a mis 13 años me pareció descomunal.  A la vez que me decía.

--Picha española, no nea sola. ¡Vamos! a que esperas para sacártela.

Saque lo poco que tenía con más vergüenza que miedo, y me puse a su diestra a mear. Y no hacía nada más que mirar aquel nabo que me traía por la calle de la amargura.

Seguro que ya habría captado algo en mí, puesto que me dijo sonriendo:

--¿Me la escurres?

No entendí, por lo que le dije.

--¿Qué si qué...?

--Qué si me das unas tobitas antes de guardarla.

No sé que me pasó, No lo sé... Sólo recuerdo que le cogí la polla con mi mano derecha, y empecé a meneársela. Al segundo, se le puso gorda a reventar. Me dijo:

--Para, para, vamos a hacerlo bien. (Estaba soltero y vivía sólo)

Me llevó a su cuarto y me desnudó. Me situó al lado de uno de los laterales de la cama boca abajo; los pies en el suelo, pero doblado de tal forma, que mi estómago, mi pecho y mi cabeza quedaban dentro de la cama pegado a las mantas, por lo tanto, no hace falta que describa donde quedaba mi culo. ¿verdad?

No podía verle, pero intuía lo que iba a hacerme, y juro que me sentía en ese momento tan niña que temblaba de emoción. No notaba mis atributos de varón, mi mente se esforzaba en ver que lo que tenía era un coñito, y así lo concebí; era una niña en ese momento, sentía exactamente igual que una debe sentir ante su primera relación sexual con un hombre.

Aprecié en el ano algo muy suave, y unas palabras.

--Tranquilo, verás como no vas a sentir ningún dolor. Me estaba lubrificando el ano con un ungüento muy fresquito.

Estaba tan "emocionada" que solo pensaba en realizar mis sueños: ser mujer, y tan mujer me sentía que nada ni nadie, hubiera paralizado ese momento.

Me la metió tan delicadamente, que sólo sentí un leve escozor.  Cómo estaría de "emocionada", que le dije:

--¿A qué esperas para meterla toda?

--Pues cómo no compre más, me temo que a ser imposible, porque tienes metidos mis 18 cm. hasta los cojones.

Efectivamente, con mi mano derecha palpé la zona para ver que "sucedía", y sólo toqué sus testículos pegados a mis culo, lo otro estaba todo dentro.

Me asió por las cachas, y empezó a follarme muy lentamente; ese vaiven de su polla dentro de mi culo, me electrizaba, me enardecía. Sentía ahora en toda su intensidad "su carne en mi carne", y fui en esos momentos cuando pensé que daría toda mi vida por ser... ¡mujer, muy mujer!

 

Segunda parte

 

La relación duró cuatro años, hasta que hice el preuniversitario. Llevamos tan en secreto nuestra relación, que, fuera de aquellas cuatro paredes donde me sentía tan "realizada como mujer" en los brazos de "mi hombre", nadie advirtió ni la más leve sospecha.. Es más, a veces por la calle cuando nos veíamos nos hacíamos los despistados, y no nos saludábamos, hasta en punto, que un día que iba con mi madre, me crucé con él y me hice el despistado.

--Hijo, que ha pasado don Damián, tu profesor de "mates" y no le has saludado.

--Es un cretino mamá, y si le aguanto es porque es un gran profesor, pero me tiene harto con sus intransigencias.

--Perro hijo, desde que te da clases particulares, "las mates" las apruebas todos los cursos y con nota.

--Por eso le aguanto maná, y porque sé que a papá le cuesta un pequeño sacrificio pagarme las clases... ¡Qué si no..!

Damián y yo teníamos muy claro lo que nos jugábamos en esa relación; él posiblemente hasta la cárcel por corruptor de menores, y yo la vergüenza y el exilio de mi casa. Un día hablando del peligro de la misma me decía:

--Sabes José Luis, que esta relación me puede costar muy cara si algún día sale a la luz.

--¿Y quien la va a sacar a la luz, tú? Si estuvieras casado podría haber algún peligro, pero vives sólo?

--Ya, ya, pero he tomado una decisión.

Quedé paralizado, pues estaba "tan enamorada" de mi "profe" que pensar que esa decisión era acabar la relación, me sentí hundirme, pero sacando fuerza en al voz le dije:

--¿Qué decisión has tomado? Si puede saberse.

--Que en vez de darte la clase solo a ti, la voy a dar con dos alumnos más. Eso acallará malos pensamientos.

--Entonces lo nuestro...¿Cómo lo vamos a llevar?

--No te preocupes cariño, que nuestro amor seguirá ardiendo, pero hay que tener mucho cuidado. Les diré a los otros alumnos que a ti te doy una hora más de clase.

Y así estuvimos casi un año más. Los tres días a la semana que me daba las clases, una hora y a veces más la dedicábamos a dar "clase de cama".

Jamás podré olvidarte Damián. Me supiste hacer mujer, y muy mujer me sentí en tus brazos.

Tus labios, tu lengua... ¡Cómo me besabas...! Me sentía en tus brazos cómo una paloma... Cómo una princesa... Fue sin duda la etapa más feliz de mi niñez y mi pubertad.

A los 21 años y tener aprobado dos cursos de los estudios universitarios que estudiaba, hice el Servicio Militare en las Milicias Universitarias. Aparqué durante ese periodo (tres años) mis ansias de ser mujer, y me porté como un hombre, Era a comienzo de los años sesenta, y la homofobia en España a la sazón, era un hecho tan real, que un militar o un torero maricón, era algo impensable.

Me refugié en los estudios, y les decía a mis compañero para acallar sus sospechas de que no salía con chicas.

--Reíros lo que queráis de mí, pero cuando sea ministro y vosotros unos simples universitarios, tendré mil mujeres a mis pies.

Fui el ejemplo de mis profesores, ya que lo normal era que sacara sobresaliente o matrículas de honor,

En 1964 me gradué en lo que a la sazón se denominaba filosofía y letras; y ante la imposibilidad de "salir del armario" en aquella época, decidí exiliarme en Francia al conseguir una beca a través de la Embajada de Francia, para graduarme en arte contemporáneo. Por lo que vivé en Paris hasta que advino en España la Democracia en 1976.

Conocí a Pierre en una fiesta que daba mi amiga Jocelyne, con la que hice cierta amistad al coincidir con mucha frecuencia en el museo de Arte Moderno de París, Rápidamente conectamos en lo personal.

Al momento le dije la verdad, porque él me dio pie para ello; ya que me confesó que era Gay. Tendría unos 30 años.

--¿Gay? ¿Qué es eso? 

--¿Es que en España no sabéis lo que es ser gay? Me dijo Pierre extrañado.

--Yo no lo sé, la verdad. Aunque me figuro que debe ser homosexual, ¿verdad?

Pierre hablaba muy bien el español, por lo que no tuvimos problemas de entendernos. Tan bien me habló del Movimiento Gay en Francia, que mis expectativas se convirtieron en ilusiones. ¡Por fin! iba a se la mujer que llevaba dentro.

--¿Tienes novio? Me preguntó Pierre.

--Pues no, llevo muy poco tiempo en París y todavía no me he ambientado. ¿Y tú?

--Tampoco, Estoy libre como un gorrión.

--¡Qué raro Pierre! Con lo "mono" que eres, ¿Es que todavía no has encontrado tu "media naranja"?

--¿Cómo te sientes,? Me preguntó si responder a mi pregunta.

--Soy mujer presa en un cuerpo de hombre Pierre. Le dije poniendo carita de pena.

--Pero eso lo puedes solucionar, José Luis.

--¡No me digas! ¡Cómo! Pregunté con un ansia inusitada.

--A través de un proceso de adaptación y posterior operación. En dos años, o quizás menos, sales convertido en mujer, y en tu caso, seguro que muy guapa.

--¿Podrías ayudarme, Pierre?

--Poco puedo hacer, salvo orientarte y presentarte la clínica donde operan, aquí en Paris existe.

Siempre me he sentido mujer, pero cuando me veía ese pedazo de polla de casi 25 centímetros me daban ganas de coger las tijeras y ¡Zas! ¡Qué rabia me dada!

Ahora, mis esperanzas de convertirme en una mujer total, tomaban realidad. Me hice novia de Pierre, y nunca podré agradecerle todo lo que hizo por mí.

--Sabes José Luis, que me da pena que te conviertas en mujer, me dijo un día en la cama.

--¿Por qué, mi amor? Si sabes que siempre seré tuya.

--Ya... ¿Pero que va a ser de esa hermosa polla que tienes y que me vuelve loco? Cuando seas mujer total, ya no podré sentirla dentro de mis entrañas.

--¡Tonto! Pero tendrás un hermoso coñito, para meter la tuya.

--No es lo mismo, Sonia. (Debo aclarar que soy Sonia en la intimidad), yo te quiero de novia así, tal como eres ahora, después cuando tangas tetas y coño, no sé si será lo mismo. Pero te comprendo; tu vida, por lo que luchas, es por ser mujer, y yo no seré un obstáculo.

--Gracias cariño, gracias por ser tan bueno conmigo.

Nada más decir esto, Pierre tomó mi polla entre aquellas sábanas de satén; mis 25 centímetros emergieron en un santiamén. Se subió encima, frente a frente; con su mano derecha se la apuntó en el centro de su ano. Debo aclarar, que a Pierre le daba por el culo, no por placer, ya que como he comentado "soy mujer" y odio mi pene; lo que me gusta es que me la metan a mí. Pero en esta caso, hacía una excepción; Pierre se merecía esto y más,

"Empalado" totalmente se retorcía de placer a la vez que decía gimiendo.

¡Qué pena de polla! ¡Dónde voy a encontrar otra cómo esta! ¡Ayyy! ¡Ayyy! !Pero que gusto me da! A la vez que se la meneaba a escasos centímetros de mi cara.

El primer chorro de semen a presión que salió de su polla, bañó mi cara, el segundo mi pecho, y el tercero mi vientre, y al instante, yo inundé sus intestinos con los míos.

Tercera parte - Año 1970

 

Después de casi año y medio de estar sometida a agotadora sesiones de adaptación mental (aunque en este aspecto no hacía falta) y tratamiento químico (y algo de silicona) para que mi cuerpo se desprendiera de las formas masculinas, y se fuera adaptando a las femeninas; pasé al quirófano.

El éxito fue total, y cuando ¡por fin! me pude ver el coño a través del espejo que me facilitó Laura, (era la enfermera que me atendía), no pude reprimir la emoción: al ver mi coñito, las lágrimas de alegría fluían de mis ojos como dos cataratas.

--¡Jolin Sonia! Si es más bonito que el mío.  Me dijo Laura cómo asombrada

Al estar solas ese momento estábamos solas, le dije sin pensarlo dos veces:

--¿Me enseñas el tuyo? Es sólo para comparar.

Laura se levantó la bata blanca, se bajó las bragas hasta las rodillas, y como lo tenía rasurado, pude verlo perfectamente. Estuve como dos minutos mirando mi coño y el de Laura. El de ésta era muy prominente, con las ninfas o labios menores aflorando a la superficie, fuera de la rajita, con una especie de lengua de unos dos centímetros.

--Yo sólo me veo una raja, Laura. No es como el tuyo. Le dije un tanto desesperanzada.

--No todas las vulvas son iguales Sonia. Tú, cuando eras hombre, tenías un pene que pocos hombres lo tienen así. Pero espera.

Laura, con los dedos pulgares de ambas manos, me abrió la rajita, a la vez que me decía.

--Míralo ahora con el espejo.

--Ahora si que me pareció un coño de verdad; con su capuchón, y una especie de clítoris injertado de mi glande, para que pudiera sentir placerm pero lo que más me sorprendió, es que hasta me habían fabricado un virgo, ya que la entrada a la vagina artificial estaba tabicada con una especie de telita.

--¡Anda! pero si me han puesto hasta himen.

--¡Pies claro! Paro todos los efectos eres virgen, ya perderás la virginidad cuando tu lo quieras. Ten en cuenta Sonia, que te han puesto una aparato genital nuevo y completo.

--¡Claro, claro! Sólo supe decir.

Debo aclarar, que seguía viviendo con Pierre, mi gran valedor, y el artífice de que fuera una mujer casi completa, ya que obviamente no podría concebir. Era el director de uno de los hoteles más lujosos de París, y fue el que financió mi proceso de cambio de sexo.

 Jocelyne, que seguía siendo mi gran amiga. A pesar de ser muy femenina, era bisexual, con más tendencia a lesbiana, Fue la que con infinita paciencia me enseño "el arte de ser mujer; eso de abrocharme el sostén (talla 105) por la espalda, me llevaba por la calle de la amargura y andar con tacones, no lo superaba. Sin embargo recogerme el pelo y pintarme labios y ojos, se me daba de "rechupete".

Cuando Pierre salía de viaje, Jocelyne venía a casa a dormir conmigo, o yo iba a la suya. (Desde que soy mujer, antes no)

Me quedé desnuda delante de ella. Juro que no para provocar su libido, sino para ver su reacción ante mi nuevo cuerpo.

--Te han dejado un cuerpo de mujer muy hermoso, Sonia, te felicito.

--¿De verdad lo dices Jocelyne?

--Te lo prometo, créeme, eres una mujer diez.

Vi en ella los ojos del deseo, y aunque me sentía una mujer deseosa de hombres, era tanta mi gratitud, que le brindé una relación lésbica. Ya tendría tiempo de estar con tíos guapos.

La guiñé un ojo y le tiré un beso. Lo captó a la primera. Nos acostamos frente a frente, las bocas quedaron casi pegadas.

Lo primero que hizo fue meter en su boca mi pezón derecho, que succionó de tal forma que me dio una especie de latigazo que me corrió por todo el cuerpo. El ver a Jocelyne mamando de mi pezón, me sobrevino una sensación extraña pero a la vez maravillosa. Me sentía ¡Madre! y me embargó la emoción. La imaginaba como mi bebé mamando de una teta que nunca podrá dar leche, pero me hacía tanta ilusión, que me sentía la mas tierna de las mamás. ¡Qué maravilloso es ser madre!

Aparte esa imagen de mi mente, ya que debía responder a sus caricias como amante, no como madre; por lo que la aparté de esa teta, a la vez que le ofrecía la otra, lo cual aceptó con sumo agrado y siguió mamando con infinita delectación.

Lo que vino después fue el apoteosis, ya que ni tan siquiera me había dado tiempo a masturbarme de mujer, ya que me recomendaron en la clínica que durante unos meses me inhibiera de tocamientos; por lo tanto no sabía las sensaciones que me ofrecería mi nuevo sexo. Pero eso de hacer pis sentada, y secarme los pelitos con un paño, me producía emociones maravillosas.

--¿En que piensas? Me dijo Jocelyne al darse cuenta de mis abstracción, y a la vez que dejaba de manar de mi pezón izquierdo.

--En lo maravilloso que es mujer, En eso pienso, mi buena amiga.

--¡Bueno,  bueno! Qué también tiene sus inconvenientes, ya lo iras comprobando. ¿Cuántas emociones de hembra has sentido ya? Me volvió a preguntar.

--Sexuales esta va a ser la primera, psíquicas varias.

--¿Cuál, por ejemplo? Me inquirió poniendo carita de pillina.

--Cuando me entraron ganas de hacer "pipi" celebrando con Pierre en Maxim's mi cambio de sexo. Era la primera vez que entraba en un baño de señoras. ¡Qué momento más emocionante! Verme allí, al lado de cuatro o cinco damas haciendo sus necesidades; y yo, una más, sin que ninguna reparara que soy un transexual..,

--Es que nadie va a reparar en ello, Sonia, te dan dejado como la mujer perfecta.

--No sabes como te lo agradezco, cielo. Pero es cierto, me miro al espejo y me gusto mucho.

--Ves como sí.

Al momento noté su mano en mi entrepierna...

--Vamos a ver como han dejado este chochito. Dijo Jocelyne poniendo voz de guasa. ¡Joder! pero si chorrea. Exclamó con más guasa.

--Es líquido prostático amor, que sale por la uretra. Los hombres también nos mojamos, Bueno, se mojan.

Al manipular ese bálano que asemejaba a un clítoris, que en realidad es mi glande reducido, pero conectado al sistema nervioso, sentí un gran placer, detalle que se percató, y sin más, se bajó con la intención de "comérmelo".

Me abrí de piernas todo lo que pude. Jocelyne tumbada en la cama boca abajo, con los ojos puestos en mi coñito, Ponía carita entre asombrada y estupefacta a la vez que decía para ella, pero en voz alta:

--¡No me puedo creer que hace unos días, aquí había una enorme polla! ¡No me lo puedo creer!

-- Pues créetelo cariño, ahí lo tienes, y todo tuyo.

El cunilingüe que me hizo fue de antología, Me "comió" el coñito de tal manera, que vi todas las estrellas del Universo. Y ya no me quedó ninguna duda de que era una mujer.

 Continuará

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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