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Locura temporal

en Hetero: Infidelidad

... y no paro de mirarlo, carne prieta, muy junta y sonrosada que droga mis sentidos, pego la punta de mi nariz hasta el comienzo del pliegue y siento como mi sexo se inflama de pasión, casi de forma enfermiza, se llena de sangre hasta producirme cierto dolor.

No lo acaricio, ni lo beso, solo puedo olerlo y mirarlo en la penumbra de la calurosa noche de verano. Esta noche en la que su suave, femenino y corto camisón de satén descansa arrugado sobre sus caderas, rozando tan delicada piel. En ese eterno silencio no se escucha más que una relajada respiración que sale del torax de ella.

Arrodillado en el suelo me asusto de mi actitud, con mi mano agarrando mi erecto pene con movimientos suaves solo me centro en esa imagen, la de ese estrecho coñito, con una linea vertical de vello casi tan pelirrojo como su melena. Una vulva inflamada y regordeta, prieta y cerrada como si jamás nadie hubiera derrotado sus murallas...

Me siento un pervertido, un sucio pervertido, un cerdo y sucio pervertido. Solo me levanté a por un vaso de agua y ahora no puedo separarme del borde de esta cama, con el rabo tieso, entre mis manos me doy asco de mi mismo.

Se ha movido, entreabriendo las piernas en busca de un mayor frescor probablemente. El corazón me palpita desenfrenadamente, por la excitación y porque pense que se iba a despertar y me iba a encontrar masturbándome pegado a su coño...

Ha quedado recostada sobre un lateral, si agacho mi cabeza veo el perfil de sus desnudas nalgas, y si me giro hacia la derecha, su rajita sonrosada parece lanzarme una sonrisa. Tengo que parar el movimiento de mis manos, porque mi mente me castiga pidiéndome regarla con todo mi semen su desnudo sexo...

Me intento incorporar con la intención de irme a dormir, darme una buena ducha fresca o masturbarme hasta quitarme esa tensión. Ahora, nunca me perdonaría correrme pensando en la hermana pequeña de mi mujer, esa jovenzuela que conocí cuando tenía 11 años, y que ahora es más que una mujer a sus 25. Ha venido a casa porque mañana coge el avión que sale desde aquí.

Asustado y volviendo a la realidad, me doy cuenta que mi esposa puede echarme de menos, y mas en estas noches en las que el calor hace que nuestros sueños sean ligeros... pero mi Elena, mi cuñada, parece haberse despertado, agachado detrás de la cama veo como sus largas y finas piernas se posan sobre el suelo y se acerca para abrir la ventana de par en par...

Tumbada sobre la cama con las piernas abiertas recoge el camisón alrededor de su cuello para que la escasa brisa refresque su piel, y unos redondos y pequeños pechos llaman mi atención por parecer de porcelana con pezones muy erectos y casi coloreados como pequeñas frambuesas...

Durante dos minutos me quedo quieto, observando y salgo disparado de esa terrible y lujuriosa habitación.

Nunca antes Elena formo parte de mis fantasías, es una chica mona, de cara dulce y para mi gusto algo delgaducha, pero nunca jamas vi un sexo tan prieto y regordete como el suyo.

En el baño, mi sexo congestionado no conseguía disminuir su presión. Volví a la cama observando a mi bonita esposa, rubia, de cara dulce y a la que tanto amaba... pero a su lado mi polla no estaba asi por ella ni nunca tuvo una sensación similar...

Mi mujer al meterme en la cama se despierta, me abrazo a ella en silencio, un abrazo que subliminalmente gritaba "PERDON", sintiéndome infiel, infiel arrepentido pero muy cachondo, entre sus medio sueños dejo escapar mi polla y desde atrás se la voy introduciendo suavemente sin que ella oponga ninguna resistencia. Su vagina esta cálida, es el bálsamo perfecto para mi desazón.

EN la oscuridad, desnudo, a su lado la bombeo rítmicamente mientras mis párpados se entornan...escucho la respiración jadeante de mi mujer, no tardaré mucho en correrme. Me agarro a su cintura, al tacto el camisón de Mónica es muy similar al de su hermana, se lo levanto totalmente agarrandome a su cintura, y con mi dedo froto su vulvita, imaginándome que esta tan prieta como la de mi joven cuñada... mi mente se dispara y abandona a mi esposa para serle infiel... no soy capaz de regresar junto a ella, mi polla hinchada de lujuria se siente presa de un delicado y jugoso sexo femenino, me parece que es ese pelirrojo que he visto... El grito de Mónica no tarda en sonar, mientras la riego con todo mi esperma...

Tras ese liberador orgasmo, beso su nuca, no me atrevo a mirarla a los ojos..acaricio su desnudez, deliciosa y que nada tiene que envidiar a la de su hermana aunque haya diferencia de edad y sin mediar palabra intento dormir con una de mis manos entre las piernas de mi mujer.

... El calor es agobiante, estoy inquieto, y mientras que Mónica parece haber quedado totalmente satisfecha, mi boca esta salivando sin parar, y mi garganta permanece seca...

Con la punta de mi sexo aun algo pegajosa, y mi piel brillante por el sudor me incorporo desnudo y casi sin pensarlo voy a la cocina, en el camino me topo con la puerta de su cuarto, intento pasar indiferente pero no puedo evitarlo. Solo con mirar al picaporte, mi sexo parece comenzar a engordar lentamente...

Abro la puerta muy suavemente, solo puedo ver sus glúteos, muy blancos desnudos... tumbada bocabajo con las piernas abiertas duerme en total paz. Me acerco hasta el borde de su cama y pego de nuevo mi nariz al interior de sus piernas... ese aroma dulce crea en mi una adicción.

Miro mi polla, totalmente erecta, Elena no parece estar muy profundamente dormida se mueve asiduamente, y en cada unos de sus movimientos puedo ver una parte nueva de su cuerpo. Algo se apoderá de mi, un impulso irrefrenable, a mis 34 años me considero un hombre normal, bastante racional y muy enamorado de mi mujer... pero no soy capaz de contenerme cuando ella queda bocarriba, despacito, y con miedo asomo la punta de mi lengua y doy un pequeño toque en su cerrada vulva. Ella no parece inmutarse, voy cogiendo confianza, noto la la caricia húmeda sobre su apretada piel y creo que solo con eso puedo correrme.

Una de mis manos abre un poco sus dos labios mayores y con la punta intento golpear su juvenil clítoris, es entonces cuando Elena se despierta...

Su cara es horrible, esta asustada y parece que va a gritar. Tapo su boca fuerte, e intento calmarla, ella no parece ceder y es entonces cuando me preocupo... tengo miedo, miedo a una situación irreversible, si ella no cambia su actitud y alguien se entera mi vida se arruinara. El miedo se apodera de mi, sus piernas patalean e intento sujetarla poniéndome sobre ella. Mi superioridad física es patente...

Aun en esta situación no puedo apartar la vista de su coño, creo que estoy enloqueciendo... me asusto tanto que me planteo poner la almohada sobre ella, pero se que podría ser peligroso... solo quiero que se calme y disculparme...

Con mi mano presinando sus labios susurro a su oido mi perdón, le suplico que no diga nada a su hermana, que la amo y que todo ha sido un malentendido. Y alli estoy yo con mi polla tiesa apoyada sobre su viente semidesnudo...

Parece relajarse, sus piernas caen sobre la cama tras minutos de tensión, de nuevo deja esa vulvita pelirroja ente mi vista, el impulso vuelve a apoderarse de mis actos, mi mano se acerca entre sus piernas y lentos circulitos froto sobre su sensual organo, ella se resiste sutilmente. En su oido con tono tranquilo y cariñoso le ruego que se relaje y abra un poquito mas las piernas...

Poco a poco voy liberando su boca que ahora solo emita jadeos, sus ojos estan cerrados, solo quiero tocarle su sexo y que deje que me corra sobra él, le insito en que no voy a hacerle daño. Elena esta en un punto sin retorno, a punto de llegar al orgasmo, solo tengo que tapar su boca para que los ruidos no despierten a mi esposa.

Mi dedo indice se hunde entre esta prieta carne, muy humeda y de encantadora fragancia, noto su rajita que parece hacer pompas de toda la humedad que despende y la masturbo sin cesar, como si jamás en mi vida hubiera tocado un sexo femenino. Cuando casi va llegar al climax bajo para beber de su placer, mi lengua bucea entre sus viscosidades, y la pasión me provoca un fuerte dolor en los testículos.

Abro bien la boca y con los dientes araño sus labios mayores, se estremece y todos sus genitales se llenan de palpitaciones que transmiten a mi lengua y que intento palpar al introducir mi dedo dentro de su espectacular vagina.

ME pongo en pie y la veo desnuda sobre la cama, a un ritmo casi frenético mi mano se mueve sobre mi hinchada polla, centrándose en el capullo ante la atenta mirada de mi pequeña cuñada. El orgasmo es casi inmediato, solo tengo que mirar de nuevo su sexo, de rodillas me dejo caer cuando llega el primer espasmo... es el segundo de la noche, el semen no es abundante, pero si suficiente para dejarlo caer sobre el coñito de Elena.

Ella con su dedo lo mete entre sus dos labios, con mi dedo le hago un gesto de silencio posándolo sobre los labios y salgo de la habitación con mi sexo deshinchado y mi mente curada de esa peligrosa enfermedad que es la locura temporal...

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