Una nube gris, la que asfixia la alegría de un nuevo día, la que maquilla las prisas de la mañana. Una nube gris que huele a brasa, pólvora y humo fundidos en la mañana de un día casi primaveral. Un día que en cuestión de horas se convirtió en lágrimas...
El tiempo, intangible, etéreo, fugaz... ese que dicen que todo lo cura, lo sana y remienda como si pegara parches cicatrizantes, de esos que de forma constante y lenta, van soltando una sustancia que la absorbe los poros de tu piel.
El tiempo que juega en el tobogán, ajeno a las desgracias y alegrías, pasa con un tic tac insaciable dejando a sus espaldas montones de vidas, abriendo los ojos a nuevos seres... impasible, sin penas, ni amores o desamores, ni tristezas. Él siempre está ahí, no acelera ni disminuye su ritmo ante nada ni nadie...
Me prometí, y se lo prometí a ellos, que llegado el momento no lloraría, ni echaría la vista atrás en busca del drama que intento superar. Me juré a mi misma que no me dejaría enterrar por los recurrentes homenajes, campanas tintineantes, ni marchas fúnebres. Alcé la voz hace meses dando gracias por poder respirar... sé las dí al tiempo, por seguir marcándose y haciendo muescas en mi piel cada segundo que pasa... pero una vez más, como todos los propósitos que se hacen en un año nuevo, este ha resultado fallido,
Quizá mi condición humana me lleve a ello, quizá me sigo refugiando en la pena y el horror, en el miedo y la angustia. La inconsciencia, que entre gritos, ruidos y sangre me despierta alguna noche, eleva mis pulsaciones al ritmo frenético en que ese día todo sucedió.
Y en voces ocultas, casi de ultratumba, todavía me parece escuchar tu voz, la única que resultaba nítida en ese caos de desolación. Parece mentira, pero recuerdo tu voz y tus manos, las que se enredaron en mi pelo buscando una palabra de mis labios. Labios sellados de sangre...
Probablemente tú estés hoy peor que yo, yo solo sé de mi, lo que me pasó, lo que sufrí y viví. Mis condiciones físicas impidieron que pudiera correr y ayudar a más gente, no tuve que enredar mis dedos en la cabellera de nadie, ni arrancar suspiros de vida, ni siquiera acaricie las pieles chamuscadas de lo que allí podía oler. En cambio tú, te dedicaste a nosotros, por lo menos a mi, no sé si fue un segundo, un minuto, una hora, o la eternidad... Pocas cosas veo nítidas, pero tus ojos se clavaron en mi como la luz del tunel que te lleva a la libertad ...
No quería, ni siquiera pretendía escribir sobre ello. Nunca lo he hecho, a pesar de que me dijeron que si me gustaba relatar sería muy terapéutico... pero yo solo sé disfrutar con la escritura, por eso me gusta la literatura erótica, me hace sentir cosquillitas por las piernas, disfruto con lo sensual, lo erótico, romántico, nostálgico y hasta dramático si detrás se esconden buenos sentimientos, momentos de dulzor y apasionamiento.
Quizá por eso hoy puedo escribir, porque pienso en tu voz. Sonó un par de veces, nerviosa y excitada... casi llorosa. Preguntaste mi nombre y no recuerdo si te contesté, ni siquiera sé el tuyo, pero tus ojos daban corriente a mi sangre para que el corazón palpitara más rápido e hiciera algo por hacerse sentir... quizá gracias a ti hoy puedo escribir...
O quizá no... quizá sea la rabia, la impotencia de saber que ya va a hacer un año y los bombardeos mediáticos se asoman en mi casa a llamar a mis recuerdos con imágenes poco informativas y bastantes morbosas. Si, quizá sea eso, informativos, noticias, anuncios...tortura...
Quizá sea que ayer era 8 de marzo, y salí de trabajar cerca de las 20.00. Curiosamente no volví en tren, desde ese día no lo hago, no encuentro el valor. Una gran ciudad como está te da opciones, claro que si, por eso cambie el tren por el metro. Ayer, día 8 de marzo, entró la policía en un gran intercambiador de Madrid, una amenaza de bomba acechaba en nuestras espaldas. Una falsa llamada a Gara sembraba el pánico en la gran ciudad. De nuevo, por circunstancias del destino yo estaba allí, con el corazón en un puño y un movil sin cobertura en el otro... lejana a la realidad, sumida en borrosos recuerdos, y más que muerta de miedo, indignada de rabia, con ganas de parar el mundo y gritar...
Me inunda la pena, y en torrentes de rabia e indignación recorre mi cuerpo mi sangre, más densa que nunca parece ralentizar su ritmo, pesada, no quiere llegar al cerebro, prefiere centrarse en el estomágo como si estuviera en una constante digestión, y sumirme en un plácido sueño hasta que esto pase...
Hoy, se escucha la radio. 365 días, cuentan como ha ido evolucionando las vidas de las víctimas, los que estamos y los que no. Nadie habla de lo de ayer, un mutismo general se apodera de los medios, que parecen perfectamente organizados para sensibilizar a la población sobre el pasado y omitir la realidad del presente...
Hoy no sé porque tengo fuerzas de escribir, quizá no tenga que ver con la rabia, Quiero pensar que es tu voz la que permite expresar mis sentimientos, que detrás de esta historia, que es como una lapa hambrienta que no se quiere separar de mi, están tus dedos enredados en mi pelo. Tus brazos, que si no recuerdo mal, entre sollozos me sacaron de ese infierno...
Podrías ser cualquiera, si me cruzara contigo no podría reconocerte, quizá si, si te enredaras en mis penas y susurros. Quizá si, si tu mirada se fijara sobre mi, si te escuchara acelerado...
Hace un tiempo leí una novela, la primera de Carmen Martín Gaite. Hoy, escribiendo asi, me siento totalmente identificada con uno de sus personajes. Algo me ha empujado a hacer lo que ella denominaba un "streeptease en solitario". Qué término tan perfecto para esta sensación...
Desde la terraza veo el sol, está radiante. Sobre el espejo está mi imagen y bajo el teclado mis dedos se mueven ágiles en la escritura. Al cerrar los ojos puedo escuchar tu voz, y después de muchos meses , por fin, creo mis lágrimas no serán amargas... saladas como el mar, agua, símbolo de vida.... quizá dentro de poco mi mirada sea alegre y chispeante otra vez...
Esto no es un homenaje a nadie, no hay nada que homenajear un año después. Solo pido perdón a todos los que hayáis llegado a este texto y además lo hayáis completado. En mis relatos no deseo apenar, ni amargar... hoy disculparme, quizá esté siendo egoísta, esparciendo un extraño sentimiento que se mezcla con pena, rabia y la alegría de ver asomar el sol. Pero por primera vez, y después de todo lo vivido desde hace casi un año, me siento capaz de escribirlo...