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Vértigo

en Sadomaso

Ella no quiere oírlo, baja la cabeza y chilla fuerte para intentar ocultar con sus neuróticos gritos mis profundas palabras. A mi, no me hace falta gritar, basta con dejar escapar entre mis cuerdas vocales un sonido grave y sereno para convertirla en una partícula diminuta en el universo... "Puta"

Como se me pone la polla solo de ver su reacción, siento que las venas de la misma me dominan, como si fueran las cuerdas de una marioneta que tiran hacia arriba de ella hasta curvarla. Me miro y la veo ennegrecida. La sangre se agolpa e inflama en mi glande hasta convertirlo en una bola redonda y brillante...

La mirada oscura se estrella contra el suelo. Enrojecida su piel para deleite de mis sentidos, que provocan que mi boca se convierta en dulce, y mi corazón en un motor que trabaja a mil revoluciones. Disfruto con su sufrimiento.

Su piel blanquecina contrasta con las marcas del erotismo más perverso, con los tatuajes de lo que resulta universalmente incomprensible pero en la intimidad se convierte en más que atractivo. Detrás del sexo hay mucho más que un orgasmo.

Mi lengua saborea sus saladas mejillas mientras ella se refugia como un inocente cachorro asustado en mi desnudez. Entre mis dedos enredo sus mojados cabellos sudorosos e impregnados de tensión, tiro con fuerza hasta dejar su personal barbilla de hoyuelo infantil más elevada que el resto de sus ojos. "Mírame zorra"

Sus llantos vuelven a excitarme, mis testículos se tornan dolorosos mientras mi mente continua en el camino del" más difícil todavía". Mi mano podría envolver su cara sin más esfuerzo del que me puede ocasionar beber un vaso de agua, pero prefiero observar su terror mientras que se que la excitación invade sus entrañas...

Probablemente nadie pueda entenderme, pero en sus quebradizas extremidades, en los jadeos que brotan de sus labios, las lagrimas que nacen en sus ojos y el ardor de su sexo obtiene de mi las más placenteras experiencias sexuales.

Gatea a mi alrededor, su lampiño pubis me desafía, mientras sus nalgas aun sonrosadas muestran la furia del mejor de mis ataques. Mi mano se ve obligada a consolar temporalmente la ira de mi sexo con unas caricias lentas e intensas mientras la observo clavar sus rodillas y colgar sus pechos.

Escuchó desde el salón como hierve el agua, el ruido de ésta en ese estado es delicioso, porque antes de que ocurra nada me evoca los recuerdos de su cuerpo retorciéndose."Ya está señorita Gómez, puede ir a la cocina."

La melena cubre su rostro y casi roza la tarima de la sala, se aleja de mi vista como una gatita sumisa y gira a la derecha para entrar en el otro habitáculo. La soledad de la habitación me trae pensamientos que me causan vértigo hasta que aparece de nuevo por la puerta balanceándose como solo ella sabe, demostrándome que disfruta con todo esto. No quiero que nadie piense que soy cruel con su persona, solo disfruto con su dolor... no es esto sadismo?

En sus manos nace el vaho, el que vuelve su rostro lloroso en difuso... ha llegado la hora!

AL ponerme en pie me siento poderoso, mi polla muestra toda mi virilidad otorgándome un poder que en ese momento nadie podría robarme. Se tumba, rindiéndose a mis deseos y me enfurece tanta sumisión, mis dedos se topan con su rostro de forma violenta volviendo a convertir sus sonidos en estridente, volviendo a dotar de una importante erección a mi sexo.

Agarro su pelo, me encanta, es rubio de onduladas formas, aunque ahora se ha convertido en mechones de pelos apelmazados, dándole un aspecto especial de "puta barata" lo cual no deja enloquecerme. La toalla pequeña navega dentro de la olla. Mi mano ya está enfundada en el guante de sus suplicios, lleno la palma con la empapada tela y dejo que escuche como escurre dentro del recipiente,.

Sollozos, solo gotas de la hirviente sustancia caen sobre sus pequeños pechos. No puedo reprimir los instintos animales que me despiertan dejar caer un chorro del ardiente agua sobre sus prominentes pezones. Clavo mis pupilas en ellos, y observo como en menos de una milésima de segundos se han quemado, coloreándose de granate y tomando un relieve más prominente de lo que sería habitual...

"No se toque señorita Gomez".

La toalla húmeda ahora reposa sobre su vientre, mientras mis dedos se entretienen en tocar la tempeatura de sus dañados pezones y la incipiente humedad que brota de tus sexo. Si inspiro, puedo oler tu excitación. Probablemente si alguien escuchara mis pensamientos diría que exagero, pero como una perra en celo se expande el aroma de una vulva enferma de dolor.

Bucea de nuevo la toalla en el metálico recipiente, el humo parece dotar de la imagen fantasiosa la realidad. De golpe dejó caer la bola empapada de fuego sobre la fina piel de su vulva.... Chilla!!!! Los enrojecimientos de su piel por el calor y los azotes antes dados me llevan casi al éxtasis...

"Sucia puta" que se retuerce sobre el suelo mientras brotan las lágrimas de sus ojos también llora su entrepierna. El otro recipiente en cambio guarda cubos de hielo macizos, esos que son ideales para llenar el vaso y tomar un güisqui solo a media tarde mientras escucho y observo su sufrimiento.

La tela reposa sobre el comienzo de su ardiente vulva mientras introduzco los cubos de hielo por su vagina. He desenfundado mis dedos del guante y puedo sentir el frío sobre las yemas. Al chocar con su piel se quedan pegados, y desde cerca observo como se dilata para introducir dentro tres o cuatro cubos y anestesiar las hinchadas paredes de su sexo...

Creo que mi polla domina mis impulsos. Debo darme prisa... Vuelco sobre tu lomo el resto del agua mientras lloras sin censar. "Te voy a follar ya, perra".

De nuevo siento la sensación de vértigo, miedo de mi mismo. A cuatro patas me espera el estrecho esfínter de ella, mientras su interior se congela con los gélidas y sólidas figuras geométricas de agua.

Las rodillas vuelven a incrustarse en el suelo mientras aprieto fuerte la mordaza. Me recorre una fuerza sobrenatural que me hace creer enloquecer cuando queda presa la bola entre su mandíbula. Sin miramientos introduzco la fuerza de mi sadismo por su ano... creo que voy a morir dentro de ella...

Mis manos reposan en su ardiente cintura, cuya piel aun alberga el calor de las quemaduras del hirviente agua, mientras, siento como entre sus muslos sale abundante el agua derretida de los cubos...

Mis testículos se empapan cuando chocan con sus nalgas, y no puedo de dejar de insultarla mientras me regala el placer más satisfactorio que nunca nadie me dio. Por eso la amo como nunca a nadie ame...

Tardo poco en sentir el orgasmo entre sus ahogados gritos y sollozos. Lleno de semen sus entrañas y observo con detenimiento su dilatado esfínter cuando saco mi sexo flácido de entre sus carnes...

La flojera de mis músculos es generalizada... agarro su cabellera para girar su mirada. La cara está congestionada, la mordaza se tatúa en sus carrillos mientras que el brillo de sus ojos la convierte en el ser más encantador del universo. Está llena de agradecimiento, segundos antes sentí como llegó al orgasmo. Sus contracciones me envolvieron.

Con delicadeza la libero del silencio forzado de ese instrumento y, ella, como la más dulce de las princesas se queda de rodillas lamiendo y limpiando mi sexo con delicadeza. Lametazos que comienzan en mis testículos y acaban mi, ahora, adormecida polla...

Me tumbo a su lado y observó las marcas de mi pasión, las de mi amor por ella. Y me quedo dormido mientras ella lamé y relame mi sexo hasta transportarme al sosiego...

Minutos que solo es mía, en la oscuridad y el secreto de lo que nadie comprenderá. Silencio compartido y disfrazado cada martes y jueves en el aula 213 de la Universidad Autónoma, donde se intenta camuflar entre más de 150 alumnos de 19 años. En cambio, su mirada de agua y su pelo, la hacen resaltar entre la multitud, sus dotes de liderazgo, sus preciosas piernas, su aspecto infantil... su mirada prohibida...

"Catedrático de historia contemporánea", ese soy yo para la humanidad, carrera prestigiosa y hombre respetable que es capaz de tocar el cielo con los vertiginosos pensamientos que dan vida a mi entrepierna, los vertiginosos pensamientos que sólo ella ha sido capaz de fabricar en mi interior...

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