Desde hace meses, parece que olfateo tu aroma en la distancia. Como un reloj, puedo saber en que momento te voy a encontrar, desnudo, con una espalda que parece esculpida por el mejor de los artistas. Más abajo, comienzan dos redondos y apetitosos glúteos, de aspecto varonil que en mi imaginación se mueven con un vaivén insaciable.
Sostenido por dos columnas fuertes, sobre las que no puedo dejar de soñar despierta que empleo como caballo para largos paseos... al paso, al trote... y a galope!
Desnudo te paseas con total naturalidad, solo con unas gafas, como si te trataras de un regalo haces ese original streptease para mi cada tarde.
Vivo amarrada al reloj, pendiente de no retrasarme en mi llegada a casa, descuelgo el teléfono durante unos cinco o diez minutos para no ser interrumpida por nada ni nadie. Me ocupo de candar la puerta para no encontrarme sorprendida por mi marido que no tiene nada que ve contigo...
El otro día en el ascensor al escuchar tus "buenos días" creí derretirme con ese sensual tono de voz, y la dulce expresión de tus labios. Olías tan bien que todos mis sentidos se despertaron inmediatamente al percibir tu presencia...
No podía ver el color de tus ojos, unas gafas oscuras los cubrían, volviéndote misterioso, lejano...tremendamente atractivo. Tu sonrisa me transportaba, mostrando sutilmente una dentadura de marfil y unos labios de melaza.
Me fije en tus manos, me intimidas, y a pesar de mi ventaja miraba vergonzosa la estructura de tus dedos, robustos y firmes pero con apariencia de una piel suave...y un escalofrío recorrió mi cuerpo, pude imaginar uno de ellos resbalar entre mis húmedos labios y colarse inquieto.
Es normal, que tu novia, mujer o lo que sea, cada tarde, desnuda se siente sobre tu inhiesto pene mientras tus manos parecen moldear su figura...
Sois descarados, y yo sinvergüenza. Por eso frente a la ventana no hay tarde que no sueñe en ser ella, abandonar todo, tocar tu timbre y sin preguntas ni palabras sentarme sobre ti.
Tienes pinta de ser de esos hombres que se beben la vida de un sorbo, sometiéndote al peligro de, por apasionado, correr riesgos innecesarios. La verdad, no sé porque saco tantas conclusiones sobre tu persona cuando no eres más que una fantasía en mi ventana...
Últimamente mi entrepierna anda húmeda gran parte del día. Cuando llego a casa lo primero que hago es deshacerme de mi ropa interior, en la puerta, subo la falda de mi uniforme y con la mano derecha y una pierna me ayudo, dejándola resbalar por mis muslos hasta que quedan tendidas, húmedas y algo pegajosas, en el suelo, en medio de la entrada. Y corriendo como una niña impaciente me asomo frente a ti...
A veces te retrasas, e inquieta y preocupada empiezo a sentir cierta ansiedad, hasta que tu ondulado pelo moreno asoma por el dormitorio y comienzas tus metódicas costumbres...
Dejas las llaves y monedas sobre la cómoda, desaflojas la corbata, y vas quitándote cada prenda de vestir una a una, lentamente, frene al gran ventanal. Creo que sabes que te miro, aunque tu nunca emplees tus ojos .
Siempre te quedas desnudo, y caminas hacia el baño con un sexo regordete coronado por un moreno vello en el que me encantaría enredar mis dedos. Con cada uno de tus pasos se mueve, en un balanceo que me vuelve loca, y me obliga a comenzar a dejar que mi dedo juguetee para alcanzar mayor realismo...
Estas estupendo caminando con esa naturalidad, me arrodillaría frente a ti y me llenaría la boca con ese pedazo de carne blando y apetitoso, para sentir como dentro de mi boca engorda y se vuelve autoritario y caprichoso.
Pero tú te vas al baño, ajeno a mis deseos, y cuando sales, observo como te secas , con cuidado sin olvidar ninguna de las partes. A veces, cuando tardas mas de la cuenta te imagino en la ducha, ayudado con el gel y los chorros de agua caliente sobre tu atractivo físico masajeándote la polla, y mataría por tener una ventana con acceso a tan privada estancia....
La primera vez que te acercase a la ventana uno de mis dedos se agitaba en mi interior, me ruboricé tanto que estuve un mes atenta al reloj para no cruzarme contigo. Hasta que te vi con Zeus, entonces, lo comprendí todo... y volví a mi rutina diaria, encadenada a un reloj, y presa de tu imagen.
Tenerte tan cerca y tan lejos a la vez rememoraba la época en la que soñaba con príncipes, idealizaba el amor y en sueños adolescentes la fusión de los cuerpos solo se producía debajo de mis sábanas en solitario. Ahora lo hacía casi rozando la perversión, como un ritual sagrado giraba la butaca frente al mirador, sin desvestirme ni descalzarme, solo con un acceso directo a mi sexo que desde la oficina ya venía palpitante.
Sé que tu no me ves, pero sueño con que mi aroma a sexo, a deseo y pasión atraviese lo cristales y sea el responsable, de que, de vez en cuando, no puedas esperar a esa morena mujer, e inicies suaves caricias que convierten tu polla en el mejor objeto de deseo.
Y en esos momentos no me importa nada... comienzo a acariciar mis muslos con la mirada fija en tu cuerpo, en tus brazos, en tus manos... a pesar de que me consta que tu vecino de arriba me observa tras las cortinas de su salita de estar, a pesar de que la señora de al lado apague la luz de su dormitorio para espiar escandalizada mi comportamiento, a pesar de que, cuando bajo a comprar al mercado del barrio me cruce con miradas catigadoras...
Que injusta la vida, tanta gente con ojos turbios que ensucian su utilidad, y tu... con todo lo que eres, delicado y sugerente, bello, atractivo, sensual, sin poder observar como te brindo algo que apostaría un mundo que sabrías apreciar...
Porque cuando haces el amor con ella te sobra todo, solo con tus manos pareces dar mas de lo que cualquiera de los ojos más bellos pudiera recibir. Ayer, asomaba tu lengua cerca de su vientre, apresaba su tersa piel y descendía ... tus manos siempre activas, incansables no paraban de moldear la figura, y en movimientos perfectos te sumergías entre su vulva arrancándonos a las dos un climax eterno. Lo ví en la curvatura de su espalda, que se arqueaba mientras tu agarrabas sus costados para sentir cada uno de sus movimientos...
Tierno como ninguno, e infinitamente erótico te sueño despierta y te poseo en sueños. Presa de un reloj, de una ventana que me une a ti...
Hoy, te veo salir del brazo de ella hecho un pincel. En tu mano izquierda, lado del corazón, esos dedos que tanto me obsesionan se entrelazan a los de esa mujer. En tu mano derecha, tus ojos, Zeus, que maravilloso nombre, elegido a la perfección. Ese precioso labrador, de mirada dulce y tierna, que pasea pegadito a ti, unidos por un arnés, agita el rabo de lado a lado mostrándose feliz. Y yo, agito mi mano, queriéndote dar las buenas noches mientras una gota del elixir de la pasión resbala entre mis muslos, y mi sexo palpita al ritmo de mi corazón... las yemas de mis dedos se han quedado arrugadas tras estar sumergidas en una abundante humedad hace un corto espacio de tiempo.
Con nostalgia, bajo la persiana, recojo mis blancas braguitas de la entrada, cuelgo el teléfono y cinco minutos después escucho como la cerradura de la puerta se abre. Llega Manuel, mi marido, ni sus labios, ni sus manos, ni su voz, solamente veo unos ojos azules, fríos como un iceberg...