Muchísimas veces se ha hablado de cómo realizar buen sexo oral, de cómo realizar fantásticas masturbaciones., de las caricias, las zonas erógenas....
Pero pocas veces se nombra ese botoncito que tenemos en alguna parte de nuestro cerebro que reacciona ante determinados estímulos.
No pienso quitar protagonismo a las deliciosas caricias que uno puede experimentar cuando pasan por su piel unas manos suaves o rudas que estimulan nuestras terminaciones nerviosas, ni tampoco pretendo restar importancia a ese genial sexo oral en el que se fusionan todos los sentidos, vista, gusto, olfato y tacto... donde se mezclan los fluidos...
El clítoris mental de cada una de nosotras no está al alcance de cualquiera que tenga una mano que tocar, ni unos ojos con los que verlo, ni una lengua con la que saborear... ni siquiera podemos exponérselo a nuestros amantes, son ellos los que deben encontrarlo, igual que ellos esconden el suyo propio...
Yo no puedo hablar del masculino, ni siquiera del femenino, solo puedo hablar del mío... está zona erógena es similar a los talones nominativos... tiene nombre y apellidos.
Qué tendrá el clítoris mental que siendo de tan difícil acceso para muchos, es fácilmente estimulable con poco...
Qué tendrán determinadas miradas, en contextos totalmente asexuados, que consiguen erizar mis vellos y levantar un ligero hormigueo entre mis piernas. Es indiferente el color de esta mirada, negra, marrón, azul, verde... da igual... es cuestión de brillo, profundidad y picardía...
El clítoris cerebral es independiente, no tiene que ver con estímulos directamente sexuales... yo apuesto que tiene que funcionar impulsado por alguna hormona y en mi caso sobretodo con la voz...
Puede ser romántica, amorosa, dulce y tierna... puede ser dura, grave, fuerte, ruda y algunas veces pecar de soez... pero tiene que tener ese acceso a mi cerebro, ese acceso que solo se abre para los que realmente resultan tener ese algo especial...
Como decirlo, es como ... el filtro de los buenos amantes...
Esa voz es la que desnuda a un gran seductor, ese que sin tocarte ni disfrutar de tu desnudez consigue que te derritas en dulce almíbar para después brindárselo a sus labios. Ese que desde la distancia consigue atraparte, prepararte y disponerte para darse un buen manjar... ese es el que conoce esta zona tan especial...
Ese tipo de hombres me encantan, que le voy a hacer ,me da igual como sean, altos, bajos, gordos, flacos... igual no me creéis... realmente casi ni me lo creo yo. En frío considero que el físico si importa, pero yo sé, que en el momento que aparece frente a mi un experto cazador no sé echarme a correr,.Me siento como una gacela frente a uno de los más voraces depredadores y realmente... me subyuga... y lo digo por experiencia.
Tienen ese "algo" especial que consiguen hacerse totalmente deseables e irresistibles para mis sentidos...
Esos que tienen el "don de la palabra", no la que te adula, y te llena de bonitos y fáciles piropos, no. Esos que tienen el don de la palabra ingeniosa, sutil, elegante... esos que te conquistan por lo que son... y no hablo de amor... solo de seducción. No me malinterpretéis, no me refiero al hombre de nuestras vidas, pero aunque parezca poco importante ese "don" en la cama descubre a grandes amantes... cómplices, sinceros, entregados, elegantes, dulces hasta en las más grandes perversiones...
Ideales amantes, no por esas sesiones de sexo , que también jeje, sino por todo lo que en ellas ha precedido, tejieron la delicada pero segura tela de araña a mi alrededor hasta dejarme totalmente inmovilizada ante sus ataques...
Esos seductores que acarician mi intelecto, que lo rozan y estimulan hasta que me hipnotizan... No son hombres a los que haya amado, solo durante instantes, solo durante momentos, los que me estuvieron besando, acariciando, poseyéndome y antes de eso apresándome, revolucionando mis hormonas hasta generar en mi un deseo irrefrenable por juntarme con sus cuerpos...
Esos son los que estimularon mi clítoris cerebral, el que ante un bonita sonrisa se inflama, el que ante una mirada pícara y profunda palpita, el que ante una elegante palabra transmite impulsos al resto del cuerpo, el que ante un gran seductor no puede evitar que mis labios sienta ligeros pinchacitos deseando fundirme en un apasionado beso con él.
Creo que con esto he querido decir mucho y realmente no he dicho nada. Pero me sentía en la obligación de mencionar dentro de estos textos educativos ( me consta que el mío poco lo ha sido) la existencia de la sutil seducción, la que sin contacto directo genera los más irrefrenables impulsos sexuales que culminan en noches de pasión tremendamente seductoras y especiales.
Cada uno, según nuestras preferencias y gustos sabemos que es lo que estimula nuestro clítoris mental. Masculino, femenino? Que más da... a quien no le gusta ser seducido? Y... seducir?