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El mudo -tic-tac-

en Erotismo y Amor

No quiero soñar que se me pasa el tiempo, que soy mayor. Ni siquiera quiero esperar a mañana. Quiero saberlo ya, o mejor, quiero decírselo ya.

Sería más fácil haber conocido a alguien, haberme enamorado, haber rozado su piel, sentido sus besos, escuchado su voz. Sería mucho más fácil si mi corazón rebosara enamoramiento por los cuatro costados.

Ahora en cambio, mientras me abrazas, veo la cruda realidad ante mis ojos. Tu mano hurga bajo mi camiseta, haciendo dibujos abstractos con las yemas de tus dedos. No desprecio tu caricia pero me incomoda, creo que es por la sensación de culpabilidad.

No te he sido infiel. Ójala lo hubiera sido, porque entonces cuando te lo dijera, me gritarías, dejarías de mirarme con esa expresión de decepción, me odiarías. Igual hasta un insulto saldría de tus labios. No, eso no, nunca lo has hecho y no creo que esa fuera la primera vez. Pero me podrías culpar, y yo sabría porqué pedirte perdón...

En cambio por tu cabeza pasa la idea de hacerme el amor. Lo noto en tu piel que se torna electrizante cuando roza mis sutiles curvas. Y aun estando de espaldas a ti siento como mi corazón se agita debatiéndose entre la cabeza y la pasión.

Un día más me planteo sacar el tema. Zanjar de una vez la situación, pero ¡ay cobarde!, que dejo pasar el tiempo cuando tus manos se aferran a mi cuerpo. Es entonces cuando te anclas al presente más directo, como si intuyeras que se avecina huracán cierras ventanas y me llevas a tu terreno.

Tus labios cerca del lóbulo de mi oreja, apresando mis dudas para convertirlas en melaza. Tus palabras seductoras se manejan con habilidad sin hablarme de compromiso, sólo sentimientos del momento,y yo, me dejo llevar. Ahí es cuando te siento otro, como si fueras a quien debiera amar...

Y mientras me susurras pensamientos, fantasías, acercas tu pelvis a mis nalgas que se definen bajo una suave tela, me presionas y te siento vibrar...

 

Tus brazos me envuelven, rodean mi cintura como un reptil y juguetean con la frontera que separa mi vientre de mi sexo. Me retas, pretendes que sea yo quien te suplique lo que quiero. Pero al principio sólo mis movimientos lo insinúan. En cambio tú, que me conoces desde hace mucho tiempo, sabes lo que anhelo, no tienes más que privarme de ello para verme suplicar... Estas buscando mi mirada, la que sigue de espaldas a ti. Lo haces a través del medio más seguro, cuando sabes que en el cristalino se podrían vislumbrar dos llamaradas salvajes; solo cuando arden. Sabes que las ascuas son traicioneras, si me buscaras antes de prender, un viento mal orientado podría devastar todo lo que durante mucho tiempo te ha costado construir.

 

Soy egoísta, egoísta y cobarde. Me dejo llevar hasta el abismo mientras tus manos se hacen hueco entre mis muslos, allí encuentras refugio, quizá lo más cálido que en las últimas semanas te he ofrecido, quizá lo más tierno que te esté brindando...

Giras mi cuerpo, sujetas el pelo de la frente y diriges mi mirada hacia tu rostro. Estas atractivo, tremendamente deseable. No eres ni muy guapo, ni muy feo. Eres excitante, siempre me lo pareciste, hasta cuando años atrás solo compartíamos caricias sin ningún compromiso que nos aferrara, hasta hoy, que soy una vaguada inundada de dudas puedo ver tu luz, pero.... no sé si te quiero.

¡No!, no puedo decirte esto, porque ni siquiera sé si te quiero. Porqué no puedo hacerlo....

No, no puede ser. Te sientas sobre mi sin dejar caer tu peso. Tu sexo está erecto, casi rabioso diría yo, y noto tu glande posarse suavemente sobre mis labios. Es mecánico, nada más sentir la suave piel me preparo para recibirte como más me gusta. La cabeza de tu sexo está tan inflamada como mi intelecto, torturado de tanto pensar, pero que es incapaz de detener la conquista emprendida por ti a través de mi cuerpo.

Tu pelvis, poblada de un vello oscuro en el que siempre me ha encantado enredar los dedos se eleva sobre mi rostro simulando ser el nubarrón que me encapota las ideas. Mientras, lentamente la boca se me va llenando de ti, de tu sabor, tu esencia, de tu sangre. El sexo inflamado se refugia entre mi lengua, mis labios se acoplan a su alrededor por la parte más húmeda intentando percibir cada relieve ... Intentando percibir la vida de nuestro amor a través de la sangre que circula por tus venas.

Me amarro a tus glúteos para acompasar los movimientos. Te recorro acercando una de las manos a tus testículos, quiero ejercer la suficiente presión para que sepas que yo también quiero la vida entre nosotros, pero no puedo apretar como me gustaría, porque te dolería demasiado. Es ese juego entre lo que deseas y los efectos que puede causar... Así estoy yo.

Me vuelve loca llenarme la boca de ti, rebozar mis labios por cada milímetro de tu sexo, me encanta mirarte a los ojos mientras lo hago. Parecen descomponerse. Las pupilas se dilatan y como si de un agujero negro se tratasen parecen ejercer la fuerza necesaria para absorberme, arrastrarme al desenfreno, pero esto implica un desgaste, y luego en los ocasos de nuestras pasiones no les queda fuerza para guiarme hacia ninguno de tus proyectos.

Me muero por rozar con mis dientes sutilmente la dureza de tu excitación, pero me conformo con juguetear con tu frenillo mientras te escucho deshacerte en jadeos, fundirte en el deseo, abandonarte a mi. Cedes tu cuerpo a mi voluntad, con plena confianza, sabiendo que yo nunca te haría daño... pero estoy tan cerca de hacerlo como de clavar los dientes en pleno éxtasis.

Vacías mis labios, alejas la tremenda tentación de mi alcance. Me besas, un acto cálido en el que tus inflamados labios se entretienen con los míos mientras tu lengua se introduce en mi, me rodeas, me acosas, me conquistas. Tus manos juguetean con mi pelo, mientras mordisqueas con cierta ansiedad mi labio inferior y yo creo enloquecer.

En este momento casi no puedo pensar. Tus labios hacen quiebros, se debaten entre la izquierda, la derecha o el centro. Pero tu lengua envolvente intenta abarcar cada rincón de mi cuello, vuelves a susurrar en mi oído. Necesitaría que me dijeras que todo va a ir bien, que amas con pasión, pero no ahora, ahora no quiero oír palabras de amor, quiero que lo hagas como solo tú sabes.

Esas manos grandes que tapan mis hombros descienden con lentitud hasta mis costados. Siento como palpas la voluptuosidad de mis pechos sutilmente, pero yo, realmente deseo que los envuelvas, que agarres mi pezón endurecido mientras me miras a los ojos, quiero que me asegures que esto durante toda nuestra vida será asi...

Si, me miras a los ojos, siempre lo haces. Muchas veces me has susurrado como te apasiona ver la transformación que experimenta mi rostro cuando la excitación me invade. A ti te pasa igual, tu cara se convierte en perversa, algo totalmente impensable para quien te conozca, pero en las noches oscuras, o los claros días cuando tu sexo se apodera de ti, tu cara es su mismísimo reflejo.

La punta de tu lengua hace círculos alrededor del sonrojado pezón. Me gusta bajar la mirada para observarlo como si fuera una tercera espectadora. Esto multiplica el placer. Primero en un pecho, luego en otro. Hasta que te adhieres y succionas como un bebe hambriento de mi presencia, lejos del halago, rememora mis actuales preocupaciones...

La lengua continua su viaje, tensa y húmeda , rodea el ombligo que te hipnotiza acercándose a mi vientre, ascendiendo la montaña en la que sumerges tu nariz e inspiras como un pobre adicto. Tu lengua asoma. Miras con detenimiento mi sexo y posteriormente me lanzas una de tus más atractivas sonrisas... ¡No merezco alguien como tú!

Tu legua comienza a cortejarme con un baile afrodisíaco, seduce a mi piel, la enamora, la hipnotiza... Entre mis pensamientos se cuelan suspiros, una respiración fuerte que no me deja escuchar mis propios pensamientos. Se interpone entre mis preocupaciones y el placer.

Me pides que te hable...

En cambio los jadeos escapan de mi garganta de forma involuntaria mientras tu boca mordisquea mis ingles entre caricia y caricia. Creo que podría derretirme entre tus labios, dejar que la corriente se apoderara de mi cuerpo produciendo fuertes contracciones sobre mi sexo mientras que tu boca permaneciera pegada a mi. Pero tienes algo más en mente.

Siento tu cuerpo caer a mi lado. Hoy tomas las iniciativas, yo estoy lejana y ausente.... Giras mi cuerpo, queda apoyado sobre un costado y comienzas a introducir lentamente la fuerza de tu pasión, mucho más despacio que nunca, mientras te amarras a mis pechos.

Siento que voy a desfallecer, me vuelvo loca deseando que des un empujón fuerte, definitivo, como la decisión que yo debería tomar, y me haga suya. Te lo pido entre jadeos, y tú tapas mis labios cuidadosamente. Sólo susurras unas palabras en mi oído...

"Muchas veces lo que más cuesta es lo que más se disfruta, aunque nunca creas que va a llegar" posteriormente pronunció mi nombre. El mundo se me vino encima...

Seguido a tus palabras tus labios cubren de besos mi cuello mientras, de golpe y enérgicamente me conviertes en un apéndice de tu sexo, hasta sentir como la piel de tus testículos se adhieren a mis nalgas.

Un gritito escapa entre mis labios seguido de unas respiraciones intermitentes que se mezclan con el aroma agridulce a sexo confuso, a amor indeciso, a miedo, inmadurez. Pero a pesar de eso, tremendamente delicioso...

 

Un vaivén insaciable, que a diferencia de otros día no lleva implícito cambios de posición, nuevas fantasías. Solamente follamos, de forma persistente y continua, con tus manos amarradas a mi pechos y tus dientes clavados en mi cuello, mientras yo no paro de decirte todo lo bien que me haces sentir. Lo hacemos tan compenetrados como siempre, tan cercanos como nuestra amistad, tan delicadamente como nuestro aprecio.

Su sexo se clava en mi hasta convertirnos en un solo ser, invadidos por corrientes que sacuden cada una de nuestras terminaciones nerviosas. Momento que nos hace especialmente vulnerables al aliento del otro. Compartiendo nuestras pieles salinas tu cadera se agita para arrancarme jadeos, para llenar la habitación de mi entrega. Quizá, en esos momentos, es cuando más me siento tuya.

De rabia se empapan tus movimientos, como si con cada uno de ellos firmaras una letra mas de mi propiedad, tus dientes se clavan en mi piel amarrandome a tus abrazos, a tu forma de amor, arrastrándome a tus proyectos... Pero yo, aun como un gorrión me entrego cuando hay alpiste para después de esa fantasía querer volver a alzar el vuelo...

 

¿Minutos?... No sé cuántos han pasado hasta agarrarme fuerte a las sábanas y sentir como viertes todas sus apuestas dentro de mi... no sé cuánto tiempo ha pasado...

Hace semanas que nuestro reloj se ha quedado en pausa, no sé si es la pila o su mecanismo. Solo sé que no marca el tiempo. Igual es hora de cambiarlo, aunque este sea el más especial que he tenido en mi vida. Ya lo he llevado varias veces a arreglar. Un día decidí deshacerme de él, pero siempre vuelve a mi cajón. Aunque lleve últimos modelos o me dejé llevar por las últimas tendencias.

No sé... ojalá, dentro de poco, de nuevo comience a escuchar ese tic tac que convierte mis minutos en suspiros, mi sonrisa en esperanza, mi corazón en ilusión...

Dicen que la pasión con el tiempo se acaba, no lo sé, yo quería preguntar a algún experimentado... y ¿a qué hora es en la que se sabe que te ha llegado el amor?

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